Rompecabezas (∆∆).
Dedicado a todas las personas que invierten su tiempo leyendo mis escritos llorosos. Espero de todo corazón que valgan la pena.
También quiero agradecer a LIVIACFM por la hermosa reseña hecha para esta novela, de verdad muchas gracias <3.
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Ganas de morir < Ganas de vivir.
Al despertar observé hacia la pequeña mesa de noche en mi habitación, dónde mi celular reposaba tranquilo. Lo tomé y revisé el buzón de mensajes. Nada.
Estiré mi cuerpo, me levanté, me vestí y bajé las escaleras. Estoy muy cansado producto de una mala noche. Mi madre preparaba el desayuno como era habitual, y mi padre leía el periódico, cómo siempre. Jerónimo observaba las caricaturas en el sillón y llevaba puesto su uniforme del colegio, como de costumbre. Cómo siempre, de lunes a viernes.
—¿Cómo amaneciste?— Mi madre me sonrió. Nos llamó a ambos para desayunar. En la mesa dejó dos platos con huevo frito, jamón, y pan tostado. Ocupé una silla al frente del plato. Comencé a desayunar.
—Bien, madre.
—Apúrate, se hace tarde— dijo mi padre. Comí a gusto. Me levanté, dejé el plato en el fregadero, tomé mis pertenencias y salí de casa. Me despedí de mi madre con un beso en la mejilla. Jerónimo salía más tarde de casa; su escuela estaba a pocos metros de allí
Subí al auto. Sentí el silencio tensar el pequeño espacio en el auto. La relación con mi padre no es la mejor; no solemos hablar mucho, pero si soy honesto, en realidad no me importa.
—¿Qué tal las notas?— preguntó. Bien, respondí—. ¿Tienes condones? No quiero nietos por estos días. La situación del país se la llevó el diablo— Si, contesté. Agradezco que mi padre siempre suele dejar dos condones sobre mi mesa de noche cada cierto tiempo. Aún no soy capaz de ir a comprar condones en la farmacia. Soy muy precavido, porque sin condón yo no follo—. Recuerda mantener el promedio, la universidad es importante, fue allí donde conocí a tu madre— Si, ya me lo has dicho, respondí. Llegamos al colegio, me bajé del auto y me despedí de mi papá con un apretón de manos.
Saludé algunos chicos y chicas por los pasillos. Ingresé a la clase de matemáticas dónde, en realidad, no ocurrió gran cosa. El viejo panzón sacó algunas hojas de su maletín; probablemente son los resultados del último examen. El viejo cruzó por todo el salón entregando los exámenes, para luego mandar un taller vía correo electrónico y pasar el resto de la clase revisando su celular y leyendo el periódico en el escritorio.
Tomé el exámen en mis manos. Reprobé... Oh, se cambian los signos... Era dividir... No me fijé en la cantidad... Maldita sea; es el segundo exámen que he reprobado; mi promedio va en picada. Volví a revisar el buzón de mensajes. Nada.
Miré en dirección a Grace, quien hablaba con sus amigas animadamente, y cuando nuestras miradas se cruzaban, ella simplemente giraba los ojos y me ignoraba. Quiero arreglar las cosas con ella, pero no pienso rogar e implorar por su atención; ya dejé mi orgullo muy bajo esta semana. Tomé mis audífonos, pasé la clase escuchando música y revisando el instagram.
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El receso fué igual; las mismas personas, hablando de lo mismo, siempre. Al sonar el timbre, otra vez, tomé rumbo a la siguiente clase: Cardona. Por los pasillos saludé al conserje; él era bastante amigable. Se encontraba tomando café con una señora, quizás una secretaria. El conserje está cazando, bien por él.
Al llegar al salón observé a un Cardona escribiendo algunas cosas en el pizarrón— era la típica frase al final de la clase, pero al comienzo—. Ocupé un lugar cerca de la ventana. Desde allí se puede apreciar a las personas caminar y los carros andar; un minúsculo reflejo del complejo sistema que nos domina. Saqué la hoja del ensayo para la clase. Sinceramente, los temas asignados por Cardona para elaborar el ensayo fueron bastante interesantes, aunque gracias a eso estoy cuestionando las cosas más de la cuenta.
"Detente, deja de darle vueltas al asunto. Puede que las cosas sean rutinarias ahora, pero irás a la universidad y las cosas mejorarán."
Corregí algunos acentos, comas y errores para entregar el ensayo. Me levanté y lo dejé sobre el escritorio. Todos mis compañeros pusieron sus ensayos allí. El salón estuvo tranquilo por un tiempo. Un grupo de compañeros me llamaron para conversar en la parte trasera del salón. Me duele el estómago, quizás luego, me excusé. Tomé mis audífonos y me volví a torturar con el feo libro de la clase de literatura.
"Petra, ¿Por qué no te mueres? ¡Te quieres casar, pero al mismo tiempo quieres ser libre, pero también quieres ser dueña de la casa del señor Guzmán, pero no quieres sembrar papa, y al mismo tiempo no te quieres casar! ¡Odio este libro!"
—¡Oigan!— Exclamó Cardona desde su escritorio sosteniendo su celular—, ¿Sabían que casa día, más de un millón de personas se contagian de alguna infección de transmisión sexual?—Nadie comentó nada, como si aquel dato no fuera relevante. Y vaya que es preocupante. Le agradezco a mi padre por los condones—. Además, según datos de la OMS, cada año unos 357 millones de personas se contagian de gonorrea, sífilis, trichomoniasis o clamidia.
—¿Y a quién le importa?— Gritó un chico, sus compañeros le acompañaron con risas. Cardona les miró con cara de "¿Por qué no se mueren, por favor?"
Cardona exhaló cansado— Hablemos de un tema muy importante— Tomó la tiza, y en un rincón del pizarrón escribió las palabras "hormonas" "penetración" "orgasmo" "amor" "sabroso", hizo tres dibujos, y en grande escribió "SEXO".
—¿Por qué hablarás de sexo?— preguntó Abril, mirando a Cardona mientras tecleaba en su celular al mismo tiempo.
—Porque es un tema importante— Caminó por el salón, erguido, con sus manos atrás—, principalmente para unos sacos calenturientos y hormonales como ustedes. Debo felicitar que, en este año, solo haya dos embarazadas en el colegio— Levantó sus manos a modo de logro, exclamando ¡Urra!
Volví a revisar el buzón de mensaje. Nada. Regresé mi atención hacia Cardona.
—¿Eso no es trabajo de la profesora de Ciencias?
—Esa vieja nunca les hablará de sexo correctamente.
Años atrás esa misma profesora nos habló sobre el tema del "rico-rico, el arte de coser, el sabroso", pero de una manera bastante horrible—Nos obligó a ver un vídeo porno y hacer un ensayo sobre lo observado; pedagogía pura—.
—¿Y qué te hace pensar que usted sabe del tema? ¡Já!— Soltó Grace. Tenía dibujada una sonrisa ladina, luego miró enojada a Cardona, y las miradas de ambos se cruzaron.
Cardona levantó una ceja, desvío la miraba hacia la clase, y ella regresó la vista a su celular. Cardona prosiguió— Como estaba diciendo, es un tema importante— Caminó hasta su escritorio. De su bolso sacó un paquete de envoltorios de condones; eran más de diez—. No se emocionen, no son para ustedes, ¿Acaso me creen tan bueno?— Se rió—.
—Qué tal si... Le regalas un condón a quien saque la puntuación más alta en el ensayo— dijo al fondo del salón un compañero.
Cardona lo pensó un instante— Está bien, quién saque la puntuación máxima le regalo un condón. Bien, de regreso en el tema, primordial: condón, gorrito de fiesta, pedazo de látex, plástico para el pipí, o cómo sea que lo llamen.
—¡Con condón no se siente igual!— Gritó alguien del salón.
—No me vengan con esas diarreas mentales— Acarició su frente con un poco de desesperación, exhaló—. ¿Saben con qué no se siente igual la vida? ¡Con un VIH, o una enfermedad de transmisión sexual sin tratamiento! ¿Ustedes solo están pensando en no producir algún embarazo? ¿Y qué hay de las infecciones de transmisión sexual? ¿El VIH les parece a ustedes un paseo por el parque? Existen más de veinte enfermedades...— Hizo una pausa pensativo, miró su celular he hizo cuentas con sus dedos—. Veinte de echo queda muy corto.
Miré a Grace, observando a Cardona con un rostro enojado. Ella se ha comportado así desde el día del campamento.
—¿Entonces qué? ¿Adiós a los polvos?—Gritó una chica, seguido de las risas de sus amigas. Cardona tomó sus condones.
—Por lo menos aún nos quedan los polvos de Thomas— Gritó un compañero. Exploté de risa, al igual que otros de mis compañeros.
—CONDONES, ¡¡CONDONES!!—Gritó, agitando los envoltorios azules—. Usar condón es un acto de amor propio. Una forma de respetar a por tu pareja amorosa o sexual. Incluso hay casos dónde el condón no es suficiente para evitar contraer ciertas enfermedades. Evita el 90% de las infecciones, ya que algunas enfermedades pueden invadir la piel. Igualmente es de muchísima ayuda, y su uso debe ser frecuente— Caminó hasta su escritorio, de nuevo, y de su bolso sacó un libro, un empaque de frituras, un jugo de cartón, y un pequeño empaque verde—. Existen también las barreras de látex. Sirven para los besos negros y el sexo oral vaginal. Su principal función es evitar el contacto directo con los órganos sexuales y los fluidos. También pueden hacer uno cortando un condón a la mitad.
—Coger, o no coger... Esa es la cuestión— dijo Thomás, dibujando una sonrisa maliciosa. Algunos rieron.
Cardona caminó hasta su escritorio, y desde allí dijo— Estoy harto de sus diarreas mentales. Hagan lo que quieran con sus culos, putos—. Cardona tomó un libro, y así pasó el resto de la clase.
Sonó el timbre. Todos fuimos a la clase de Ciencias. Se rumorea que la profesora cayó de su balcón intentando agarrar su gato. Todos esperamos a la profesora fuera de su salón de clase. La coordinadora, al rato, nos dijo la buena noticia.
—La profesora no pudo asistir producto de un accidente. Tampoco conseguimos un suplente. Tienen libre esta hora de clases— Entonces los rumores si eran ciertos.
Caminé hasta una banca, me senté y seguí leyendo el libro horrible, otra vez. Miré a Grace a lo lejos; me seguía ignorando. Quizás si espero aquí ella decida hablar conmigo. Pasó un buen rato, y no ocurrió. Guardé el libro en mi bolso.
—¡Ey, Fournier!— Me llamó Cardona. Estaba apoyado en la puerta del salón de profesores—. Tú ensayo me encantó, tiene fuentes de información interesantes y argumentos bien estructurados— Cardona revisó entre sus bolsillos, y sacó un condón— Aquí tienes, te lo ganaste, además, sé que lo necesitarás.
—Muchas gracias, Cardona— tomé el condón y lo guarde en el bolsillo de mi pantalón.
—Otra muy buena calificación para tí. Si sigues así aprobarás el examen de admisión a la universidad sin duda— Eso espero, le dije.
Me despedí y seguí allí sentado, como un completo idiota. Esta semana es un completo desastre: Grace no quiere hablar conmigo, reprobé un exámen a pesar de que estudié bastante, y el libro para la clase de literatura es una completa tortura del siglo pasado.
Revisé el buzón de mensajes. Nada. Al rato Haminson se acercó a mí, levanté la mirada del celular, y le miré a los ojos. Hice un sonido con la nariz de fastidio.
—Fournier, quiero hablar contigo— Su voz me sorprendió, ya que no era tímida e insegura. Le observé apretar los puños.
—Yo no tengo nada de qué hablar contigo, Haminson— Y desvíe la mirada a la pantalla de mi celular.
—Pero yo si tengo cosas de qué hablar contigo, Fournier— Su voz cambió a la típica voz que he escuchado. Regresé la vista a su rostro; comenzaba a sudar.
—Ahora que lo pienso mejor, si quiero hablar contigo— Porque no he hablado con nadie en todo el puto día, y porque me da igual. Además, sería una buena manera de terminar este asunto.
Daniel inhaló profundamente— ¿Te parece bien...?— dudó—, ¿Hablar en la heladería? Yo invito los helados.
No pude evitar reír, ¿Haminson piensa que tendremos una cita? ¿Por qué no hablar aquí mismo? ¿Acaso dijo helado gratis?— Iré solo por el helado gratis. ¿A qué hora?
Haminson abrió mucho los ojos, y poco a poco fue dibujando una sonrisa en sus labios. En ese momento pensé en golpearlo, pero no era algo racional. ¿A las dos te parece bien?— Hice un gesto aprobatorio con el pulgar. Haminson pasó su suéter por su frente sudorosa, y se fué.
Seguí revisando la sección de noticias en mi celular. Un momento, ¿¡Qué acabo de hacer!? Oh, por Dios. ¿Comer un helado con él? ¿Acaso el aburrimiento me está taladrando el cerebro? Sé que aclarar las cosas sería bueno para él... ¿Y para mí?, pero en realidad no me importa. Miré hacia la puerta del colegio, Haminson se alejaba del lugar con su grupo de amigos.
Me resigné a mi destino a las dos de la tarde. Soy un hombre de palabra, así que debo cumplir con mi compromiso, aunque sea lo último que haga.
Me levanté, y caminé hasta la salida. Revisé el buzón de mensajes otra vez. Nada. Agradecí a Dios el echo de que no se haya acercado nadie para conversar conmigo. No estoy para tolerar las estupideces de los demás. Salí del colegio y tomé rumbo a casa. Recordé que tengo que ir a comer helado con Haminson, y me dieron ganas de golpear mi rostro.
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Abrí la puerta de la casa. Coloqué mi mochila en el mueble de la sala. Volví a revisar el buzón de mensajes. Tenía un mensaje de María Blander; nada, en realidad. Le respondí, probablemente quedaremos para un polvo casual, como siempre. Abrí la puerta de la nevera, tomé la taza dónde estaba el almuerzo y lo coloqué en el microondas. Subí a mi habitación, me tiré en la cama y cerré los ojos; estaba muy cansado. Detesto que Grace no quiera hablar conmigo, tengo demasiada tarea, debo estudiar para el examen de admisión a la universidad, DEBO TRIUNFAR.
Debo, ¿De deber hacer o deuda? ¡Ahg! ¿Qué mierda estoy diciendo?. Decidí tomar una siesta y así mejorar mi humor. Dar rienda suelta a los pensamientos solo trae problemas.
Dormí. Pasó quizás una hora. Abrí los ojos y tomé mi celular. ¿¡Qué!? ¡Son las dos! Vaya que estaba cansado, perdí la noción del tiempo; pensé que solo había dormido media hora. Me levanté, me bañé, me vestí, volví a encender el microondas, comí el rico almuerzo, y salí lo más rápido que pude. En el camino recordé que era solo un momento con Haminson; no había un motivo importante para apresurar el paso. Caminé despacio, sin prisa. Miré la hora: 2:37 p.m.
<~~°•°•~>
A través de los cristales, muy en el fondo, observé a Haminson apoyando su rostro en su mano. Miré la hora: 2:48 p.m. Dudé por un instante sobre entrar en la heladería, pero, ¿Por qué dudar? Solo es una conversación. Caminé lento por la heladería. Haminson estaba en una mesa debajo del aire acondicionado, con su feo suéter verde. Usaba su celular; supongo que estaba jugando, o yo que sé. Me senté frente a él. Haminson levantó la mirada, y abrió mucho los ojos.
—Pensé que, no, vendrías— Su voz era dudosa, acomodó su postura—. ¿Quieres, un helado?
—Estoy aquí por el helado, realmente— confesé.
Nos levantamos y fuimos hasta el mostrador donde se exhibían todos los sabores de helado.
—¿Cuál te gusta?— preguntó. Señalé el sabor de choco-explosión. Él no dijo nada más. Señaló el mismo sabor y mostró dos dedos a la chica que atiende el lugar.
Dos conos de helado sabor a choco-explosión. Volvimos a nuestros asientos en silencio.
Vaya que esto comenzaba a ser muy incómodo. Agradezco que Haminson seleccionara una mesa lejos de la ventana. Sería bastante vergonzoso si me descubren con él en esta situación; estoy harto de los chistes y comentarios estúpidos.
Y luego, Haminson agregó— Gracias por venir, Fournier— Probé mi cono de helado, él prosiguió—. ¿Cuál es tu sabor favorito de helado?— Le observé pequeñas gotas de sudor en su frente. ¡Por Dios! Estamos debajo del aire acondicionado, me estoy muriendo de frío.
—Choco-explosión—. Esto me está comenzando a irritar, pero a la final es mi culpa. Debí decirle: "NO, rarito, tengo otras cosas más importantes que hacer". Él dijo que también era su sabor favorito—. En fin, esto no es una cita. ¿Ya puedes decirme por qué estamos aquí?
Haminson solo se limitaba a mirar su cono de helado— Yo, yo... Solo quería disculparme por todo, esto. No fuí capaz... No fuí capaz de hablar contigo cuando envié la fea carta.
—Lo ocurrido con la carta es una de las cosas más peculiares que me han ocurrido— Volví a probar mi helado. Haminson hizo lo mismo—. Bueno, ya qué. Da igual.
Haminson habló con más seguridad— Lamento las bromas, supongo que te sentías incómodo por todo eso.
—Muy incómodo y cansado por todas las bromas y comentarios, si, pero no te preocupes. Da igual— Miré alrededor para ver si había alguien conocido. Nadie, gracias a Dios.
—Perdón, otra vez.
—Gracias por el helado, Haminson.
—Gracias por venir.
—¿Entonces, es solo eso?— Volví a comer del helado; estaba delicioso.
—Sí. Solo quería disculparme.
Quedamos en silencio. Debo aprovechar este momento para hablar sobre todo; de todas formas, nos vamos a graduar muy pronto, y ya no le volveré a ver seguido.
—¿Por qué, Haminson?— Miré el helado, y luego miré a sus ojos. Haminson tragó saliva—. ¿Por qué te he gustado?
Su cono de helado comenzaba a temblar un poco. Haminson es muy raro, y las gotas de sudor en su frente estaban un poco más grande. Él respondió— No lo sé. De un momento a otro me llamaste la atención.
—Eso no tiene ningún puto sentido. Tú no sabes quién soy.
Hubo un silencio, cerró los ojos, y soltó de repente— Ese es el punto— Exhaló con pesar—, lo que me intriga de ti es que no te conozco— Fruncí el seño. Puedo decirle una docenas de palabras dejando en claro la incomodidad que siento actualmente, pero no sirve de nada. Miré su helado. No comenté algo en absoluto. Él prosiguió—. Sé que es raro, y tonto, y estúpido, y...— Su voz se volvió débil, y sus ojos se tornaron un poco cristalinos—, todos me lo dicen, no tienes por qué repetirlo.
Probé el helado en silencio. Haminson limpió una lágrima rápidamente con su suéter verde. Vaya, no pensé que le afectara tanto. Ya veo por qué Ricardo quería que hablara con él.
—Oye, Haminson— Él desvío la mirada, probablemente para no verle en ese estado. Me sentí culpable, ¿Por qué?—, ¿Te parece que el nombre de choco-explosión le queda bien? Pues yo, personalmente, si siento una explosión en mi boca— Él me miró extrañado. Luego con la manga de su suéter, se limpió el rostro.
—¿No estás, enojado?— Negué con la cabeza. Él miró el helado. De su bolsillo sacó un pedazo de papel, lo observó.
—¿Qué es eso?— Señalé la hoja de papel. Él se limitó a mirar su mano.
—Es una estupidez— Y guardó el papel en su bolsillo. Me dió curiosidad, pero al final me dió igual—. Pensé que era el único que sentía una especie de explosión en su boca con este sabor. Es mi sabor favorito.
—El mío también, ya te lo había dicho.
Haminson sonrió con dificultad, inhaló y exhaló calmado— Pensé que golpearías mi rostro, o algo así— Probó su helado, hice lo mismo—. Pensé que dirías no. Nunca imaginé que estaría hablando contigo.
¿Se estaba haciendo ilusiones? No sé que pensar con referente a ésto. No me agrada la idea de gustarle a un chico, sé que soy apuesto, pero... No lo sé.
"Thomás. Haminson. ¿Qué estoy pensando? ¡No soy homosexual!"
—Haminson— dije con voz cortante—, a mi no me hace sentir muy cómodo saber que le gusto a un chico. ¿Por qué eres así? La biblia condena esos actos— También estoy condenado, pero, ¡Estaba ebrio! Y probablemente Thomás también... ¿Thomás ebrio? Él no puede tomar alcohol.
—Fournier— La mirada de Haminson era irreconocible; estaba serio, con ojos profundo. Sus inseguridades se habían esfumado—, ¿Qué piensas? ¿Creés que tengo un interruptor dónde puedo seleccionar mi sexualidad? ¡Si así fuera, no estaríamos en esta situación. No estaría detrás de un patán como tú!
El tono que usó me irritó, bastante. ¿Patán? ¿Por qué reaccionó de esa manera? ¿Por qué aún no he golpeado su horrible rostro sudoroso? Golpeé la mesa fuertemente con el puño cerrado, y le miré directamente a los ojos, enojado. Haminson abrió mucho los ojos.
—No me hables así, ¿Quieres ir a casa con un sticker en la cara?— Dije seco, sin despegar mis ojos de los suyos—. No te estoy faltando el respeto, cálmate, que no sería una molestia en absoluto golpearte la nariz— Observé cómo los puños de Haminson se marcaban, cómo tragaba saliva, y cómo sus ojos se cristalizaban. Sentí la necesidad de disculparme. Quizás no estoy siendo justo con él.
—Disculpa... Yo...
—Fue un error pedirte que vinie...— Su voz se cortó. Dos lágrimas rodaron por sus mejillas. Cubrió su rostro con su suéter se levantó de la mesa, y salió apresurado de la heladería. Solo me limité a observarle correr calle abajo, desde la profundidad del local.
Miré el pequeño pedazo de galleta del cono en mi mano. Exhalé frustrado. Haminson es un buen chico, pero me hace sentir muy incómodo saber que aún me gusto. No soy homosexual. ¿Cómo se supone que debo decirle que no debe sentir nada por mí? El pene no es lo mío. Qué asco.
Me perdí en mis pensamientos. Universidad, fiestas, sexo, notas altas, orgullo. ¿Qué rumbo estoy tomando?
Permanecí allí unos instantes. Compré otro cono de helado sabor a choco-explosión, y luego otro. Miraba por la ventana, pensando en todo. Debo regresar a casa, dormir y limitar mis dilemas; eso jamás trae cosas buenas. Salí de la heladería, caminé hasta la casa, y entré. No había nadie, subí a mi habitación y me eché a dormir.
No soy de disculparme mucho. Quizás si cometí un error con Haminson. Debería comprenderlo más, aunque, yo siempre termine en el mismo punto.
No me importa, y me da igual.
I
ncluso quién diseñó la imagen del rompecabezas, no sabe qué figura es.
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Quiero dar un abrazo especial a Aleinad_priss2 por apoyar a este escritor rancio.
Te cuidas, toma aguita <3
Hasta luego.
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