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Perdidos entre las ramas •••

*En multimedia: Una canción de Bad Bunny porque se supone que los jóvenes están en una fiesta (y obviamente en las fiestas siempre hay perreo intenso). Además, representa un poco a Luisa de esa noche fugaz. Canción Recomendada; es bien wena esa canción -sticker con carita de lentes oscuros-

Tercera parte.

El verdadero bosque donde
muchos estamos perdidos sin direcciones, tristes y sin
esperanzas se encuentra
dentro de nosotros mismos;
a veces ocupamos tan poco
tiempo para explorar esos senderos...


-¿Conoce usted al señor Martínez?

El desconocido hizo un pequeño momento de silencio.

-No conozco a ese señor, señorita- La señora miraba al suelo, pero luego formó una sonrisa en su rostro-, pero conozco a un tal Cardona, ¿Le suena?

Los chicos observaban atentos, no comprendían a ciencia cierta lo que ocurría; ¿Enserio era el profesor Cardona? La anciana quitó todos los seguros de la puerta, dejando ver a un profesor Cardona frustrado.

-¡Eres tú!- Lo abrazó-, ¿Qué te trae por aquí?

-He tenido una tarde horrible, he perdido a cuatro de mis estudiantes y no sé qué hacer...

-Oh, ¿Se refiere a ellos?- La anciana se hizo a un lado, haciendo que un profesor con rostro cansado y unos estudiantes con el corazón acelerado, no por amor, se miraran a los ojos. El profesor cerró los ojos, sonrió y luego gritó.

-¡Miren desgraciados!- Cardona miró a Elisabeth e intentó calmarse un poco.

-Tranquilo, respire Profesor Cardona.

La miró con una sonrisa- No necesita decirme profesor Cardona, puede llamarme por mi nombre.

Grace sonrió. Diga su nombre, pensó.

-Me gusta como suena- La anciana se volteó y se acercó a los estudiantes. Cardona les dedicó una mirada amenazante mientras pasaba su dedo índice por su cuello-. Bueno, me ha gustado mucho que me hicieran compañía.

Los chicos le sonrieron y luego la abrazaron. Cardona seguía impaciente en la puerta, moviendo su pie con desespero. Los jóvenes caminaron cerca de Cardona, quién los miraba enojado.

-Me esperan allá- Señaló un árbol de mango que estaba cerca de un sendero. Ellos solo obedecieron. Ya estando solo con Elisabeth se disculpó-. Espero no le hayan causado muchos problemas.

-No, para nada. Son unos amores. Bueno, menos el de lentes, él es un grosero.

-Por lo menos sé comportaron a la altura.

-Tiene unos buenos estudiantes.

Cardona miró hacia el grupo de jóvenes, quienes le reclamaban a Daniel en voz baja; él solo miraba hacia el suelo.

-No tendrán profesor si lo matan de un infarto.

-No sea dramático- Elisabeth le golpeó el pecho de manera suave-. Fue agradable, preparamos la comida, tomamos té y les hablé de mí.

Cardona cerró los ojos, y sonrió por un pequeño momento.

-Muchas gracias señora Elisabeth- La señora también sonrió-. ¿Aún tiene comida? Alimentar a los adolescentes requiere muc...- Le interrumpió.

-La naturaleza siempre me alimenta. La naturaleza es mi soporte y el soporte de todos.

-Vendré pronto con comida, como muestra de agradecimiento- Ya tenía intenciones de regresar al campamento con sus parásitos estudiantes, así que comenzó a caminar en dirección hacia ellos.

-¡Necesito tus visitas más seguido!- Le gritó Elisabeth. Cardona no pudo evitar regresar para darle un fuerte abrazo a la anciana; logró elevarla y girar su cuerpo, ella reía y sentía el aire frío de la noche acariciar su piel; había sido un día tan refrescante para ella.

-Le quiero mucho- Le dijo aún sin soltarla.

-Y yo a usted profesor Cardona- Se separó de él. Comenzó a caminar hacia la puerta y allí se despidió del profesor y de los jóvenes.

-¡Hasta pronto!- Cerró la puerta.

Cardona tenía una sonrisa tonta, feliz por aquella presencia arrugada. Pero regresó a la realidad, a su realidad: "Soy responsable de mis inmaduros alumnos estúpidos, pendejos y estúpidos; demasiado estúpidos para mí gusto..."

Los jóvenes comenzaron a caminar detrás del profesor. Cardona respiró de manera exagerada.-¿Quieren la cantaleta* cuando lleguemos o comienzo ahora?


-¿Qué tal jamás?- Dijo Nicolás intentando sonar gracioso.

-Miren, a mi no me importa que ustedes se mueran en medio de este bosque laberíntico- Sacó su teléfono para alumbrar el camino obscuro. Las estrellas se reían de la situación-. No solo se perjudican sus madres que fingen quererles, también yo. Por el amor de Dios, no quiero imaginarme eso- Miró al cielo estrellado.

-Perdóneme profesor- Dijo Daniel sosteniendo su envase de agua y su cuaderno junto a su pecho. El profesor le miró muy molesto.

-¡No te perdono!- Gritó-. Me tenías, y luego me tenían preocupado todos ustedes.

-Es su culpa- Se defendió Nicolás- Nosotros lo estábamos buscando, y...- Cardona le interrumpió cortante.

-Tú y Grace no tenían por qué salir- Llegaron a un cruce de dos caminos; siguieron por la derecha-. Es mucho mejor que mueran dos estudiantes en un bosque bajo mi responsabilidad que cuatro. Osea, ¿Acaso ustedes no saben matemática básica? ¿O no estudian las leyes? ¡Dios!- Gritó frustrado. Intentó calmarse al recordar que también fué un joven tonto, inmaduro y estúpido; bastante estúpido para los gustos de su yo actual-. Cómo sea, estoy sonando como una madre que está haciendo un escándalo innecesario. Espero que les haya quedado claro que me importa que mueran bajo mi responsabilidad, no por sus muertes en sí.

Es peor que nuestras madres, pensaron Nicolás, Grace y Daniel.

¿Qué es una madre?, pensó irónico Ricardo.

Caminaron por los senderos, los árboles hacían silencio porque eran listos; obvio no querían una cantaleta así. De la nada Cardona tomó suficiente aire para gritar por un buen instante. Los chicos quedaron impactados y bastante perturbados; no sabían si debían correr o lanzarle una piedra a la cabeza.

Tomó aire para agregar- ¡Coño, que bien se siente gritar así!- Cardona les observó con un rostro de enojo exagerado-. Y recuerden, si se van a morir que no sea este fin de semana, por favor. Preferible que yo esté a mil metros lejos de ustedes.

Ricardo miró a Daniel, y siguieron su caminar. Los chicos aprendieron algo al transitar por los senderos, acompañados por el fuerte viento: las ramas silban.

...

La representante de la sección a prestaba atención a la actitud de los chicos, quienes bailaban y cantaban. Al ver a Cardona llegar por el sendero de tierra se acercó rápido.

-¿Los encontró?

-Vienen detrás de mí- Camino hasta el sillón para echarse a descansar mientras acariciaba su cabello. La señora exhaló aliviada; ello también le perjudicaba, solo que no leyó el acta firmada con detenimiento.

El papá de Ricardo nunca notó que su hijo estuvo perdido en el bosque por tres horas. Leía tranquilamente una revista de moda en la sala de estar.

-¿Les ocurrió algo malo?- Preguntó la señora-, ¿Tienen hambre?

-Tranquila, mamá de Abril- Dijo Grace.

Los cuatro chicos se disiparon con sus respectivos grupos. Daniel bostezó muy fuerte; sentía su cuerpo muy débil.

-Al parecer el té si funciona- Dijo para sí. Caminó en dirección a su habitación, se bañó y se acostó en la litera de arriba. La ventana quedó abierta para refrescar las paredes blancas. Todos los estudiantes disfrutaron su juventud en la gran sala de estar hasta las doce de la noche.

...

Al día siguiente la sección a debía hacer el desayuno. Todos esperaron en una gran mesa, el olor de la cocina no se hizo esperar. Había música y alguno estudiantes estaban jugando cartas.

-¡Toda la vida para comer!- Gritó un chico de la sección e.

-¡Nosotros somos más rápidos!- Exclamó Ricardo, desafiante.

Una chica se asomó al comedor y simplemente les mostró el dedo del medio. Después de una hora la comida estuvo lista.

La representante pidió silencio y comenzó a bendecir la comida desde su asiento- Bendice señor...-, pero fue interrumpida por Cardona.

-¡A comer!- La señora pensó que era una acción grosera, pero al final no dijo nada.

Los chicos comieron como animales salvajes. Al terminar, Cardona aclaró.

-La sección e debe lavar los platos- Señaló la gran cantidad de utensilios sucios.

Después de eso todos los jóvenes comienzan a organizar la fiesta de esa noche: Globos, música, comida, decoración, y LICOOOOOR.

Al llegar el almuerzo Cardona llamó al grupo de chicos extraviados.-Les tengo una sorpresa a ustedes cuatro- Dijo con alegría exagerada mientras sostenía cuatro empaques de comida-, el almuerzo les queda suspendido el día de hoy.

Los chicos le miraban con preocupación mientras acariciaban sus estómagos. Por qué, preguntaron.

-Estoy seguro que está de más decir el por qué, chicos. Además, esto se lo daré a Elisabeth.

Eso es injusto, reclamaron.

-Me vale tres kilos de vergas, se las pueden comer si quieren.

-En ese caso Daniel no pasará hambre- Comentó Nicolás malicioso.

-¡Oye!

-Nicolás, ¿Escuchas eso?- Dijo Cardona, los chicos hicieron silencio, hasta que Nicolás dijo, ¿Qué? -, son las risas por tú peorro chiste. Si sigues así ganarás el premio Nobel de comedia, y nos matarás a todos de risa.

Comenzó a caminar hacia el sendero en dirección a la casa de Elisabeth. A Daniel si le hizo gracia el comentario de Cardona, así que tapó su boca con la contraparte de su brazo. Nicolás lo apreció y le otorgó una mirada amenazante, pero a Daniel no le importó.

-No importa, habrá mucha comida en la fiesta- Agregó Ricardo aliviado.

Pero aún faltaba mucho para la fiesta. Los jinetes estaba desesperados. Después la fiesta estaba lista. Y llegada la noche todo comenzó a enloquecer. Los chicos tomaban sin control, bailaban y reían. Pero era cada sección por su lado. Daniel buscó un plato para comer frituras y dulces y se sentó en un espacio apartado de todas la acción; las luces brillantes de colores no le apuntaban en el rostro. Su estómago le suplicaba que se comiera también el plato.

Cardona lo observó a la distancia; decidió hablar con él.

-¿Cómo la estás pasando?- Daniel se puso nervioso, ¿Seguiría enojado por perder su alma en el bosque?

-Normal, supongo. Profesor- Daniel probó un poco de su comida y habló con la boca llena-, lamento mucho por extraviarme en el bosque. Es que quería estar solo y...- Le interrumpió.

-Me sorprende que estes aquí, realmente. Eres de los pocos chicos que supuse no vendrían, pero si lo hiciste.

-Me gusta estar en lugares boscosos.

Cardona miró el plato sostenido en las piernas del chico- Disculpa por haberlos dejado sin comer.

-Creo que es justo- Dijo dudoso.

Cardona sonrió- Bien, debo disculparme por pensar que te ibas a suicidar con tu cinturón y una rama.

Daniel sonrió complacido por la idea--- Creo que si yo fuera usted pensaría lo mismo de mí.

-¿Aún sigues así de triste?

-He mejorado, o por lo menos eso dice Marlenne.

-Uum, poco a poco...- Se levantó acariciando el cabello del chico-. Intenta disfrutar la noche.

-Eso haré.

Nah, a quien engaño, se dijo.

Cardona se fue alejando entre las luces. Los chicos bailaban y jugaban en el gran salón de estar. Daniel, mirando su comida, decidió divagar en su tema predilecto: Dios, ¿Qué es Dios? ¿A Dios le gustará perrear?

...

En algún momento de la noche, Nicolás le había perdido el paso a su mejor amiga. Le preguntó a algunos de sus compañeros pero ninguno supo dónde estaba.

-Deberías preocuparte más buscando a Cardona- Comentó Abril picarona, Nicolás fue indiferente.

Tomó una trago de una bebida alcohólica de sus amigos.

-Te hace volar- Fue lo último que escuchó mientras el líquido viajaba por su garganta.

Decidió bailar con una de sus compañeras, una chica de cabello largo. Desde hace tiempo tenían una extraña química, pero quizás solo eran excusas e ideas tontas para ir a la cama.

...

En alguna habitación del tercer piso de la gran casa, Cardona y Grace comparten sus suspiros, sus cariños; esas cosas que no se pueden expresar con palabras rebuscadas. Fue Grace quien entró en la habitación, fue ella quien se lanzó en su brazos con la intención de quedar encima de él.

Fue Grace quien junto sus labios.

Fueron ambos quienes recorrieron sus pieles. Fue el sentido del tacto el testigo de la confusión, fue la carga hormonal la encargada de presionar a los actores a no renunciar.

No hay devoluciones, ¿Que hay de las entradas vendidas?, Dijo hormonas en la pequeña taquilla de boletos.

Ellos saben perfectamente lo que ocurrirá, se defendieron, pero fue inútil.

El show debe continuar, agregó hormonas que estaba contando algunos billetes, y simplemente le guiñó el ojo a ambos.

-¿Te gustó mis disculpas, Cardona?- Grace abrochaba su sostén y acomodó su cabello en una coleta. Se observó en el espejo de la habitación gracias a la luz de la luna que, sin ser invitada, invadía la habitación oscura. Las sábanas abrazaban el cuerpo desnudo de Cardona.

-Siendo así, no me molestaría ser víctima todo el tiempo. Estaré complacido por disculpar- Grace le miró mientras se vestía con su camisa de flores pasteles-. Me ha gustado mucho, jamás pensé que estaríamos en esta situación- Grace se sentó al borde de la cama, mirando la luz que se asomaba debajo de la puerta.

-Yo tampoco- Sus miradas se cruzaron-. Jamás pensé que daríamos otro paso más allá de los chistes de doble sentido y los jugueteos cuando estaba cerca de usted.

Cardona se acomodó, tomando las sábanas blancas-. ¿Se arrepiente señorita Montano?- Ella negó con la cabeza.

-Si cree que esta es mi primera vez está equivocado, señor Cardona.

-¿Sabe usted cuando comencé a seguirle el juego?- Volvió a negar-. Cuando descubrí que...- Le interrumpió.

-Para mí no es un juego- Dijo en voz baja. Cardona solo se limitó a mirar su rostro por un momento y admirar su hermosa juventud. Retomó lo que iba a decir.

-Cuando descubrí que usted cumplió 18 años hace un mes y medio- Grace se tumbó en la cama. Cardona le acariciaba el cabello con mucha delicadeza- ¿A usted en serio le gusta mi clase de filosofía?

Grace lo pensó un momento- Al principio no me gustaba y fingía para acercarme a usted, pero luego me dí cuenta que era agradable las cosas que usted enseña.

-Lo supuse, me gusta que te guste.

-Como usted.

La habitación se inundó en un profundo silencio. La incomodidad estaba enfrentada con la paz. En silencio Cardona vistió su cuerpo desnudo; Grace estuvo atenta a cada movimiento. Lo único que escuchaban eran los gritos de los jóvenes y la música de la fiesta a lo lejos.

Fue Cardona quién rompió el silencio- Esto es peligroso, Grace.

-Comprendo los riesgos.

-No estoy dispuestos a tomarlos, Grace. Lo siento.

Grace miró al suelo. Cardona fue al baño a lavar su rostro. Grace no dejaría su orgullo dolido.

-No se preocupe profesor- Se levantó, abrió la puerta, y antes de salir de la habitación dijo-, usted solo es un amor de colegio; inmaduro e infantil.

Cerro la puerta y caminó por el pasillo. Ambos tenían un nudo en la garganta.

Grace caminó y bajó las escaleras rápidamente. Fue directo a una de las mesas dónde había un gran tazón con licor y se sirvió un vaso. Caminó a las afueras de la casa y se sentó en la banca de concreto. Tenía ganas de llorar, pero no sabía exactamente por qué. Pensó en Allan, en su dignidad, en sus estudios, en su futuro; pensaba tantas cosas, pero al mismo tiempo nada. Sintió como el alcohol con sabor a uva recorría su garganta. ¡Albert Camus diría que está bien hacer lo que sea siempre y cuando no afecte a nadie más, después de todo la vida no tiene sentido! ¿Pero como saber qué estás haciendo lo correcto? Grace no lo sabía. Se tomó todo el licor de una vez y se levantó por más.

...

Solo imagina una fiesta de jóvenes común y corriente; jóvenes que piensan que son la estrella de la noche. Daniel tenía el estómago lleno, así que decidió ir a dormir. Le levantó y caminó hacia la mesa de comida, tomó un pastelito y se lo comió. También probó el licor, pero no le gustó. A lo lejos observó la imagen de una Luisa bailar sobre los muebles, con un vaso en su mano derecha mientras movía su cabello y caderas de manera provocativa. Se escuchaba la canción del conejo malo* y algunos estaban reunidos alrededor de ella mientras gritaban y bailaban. Fue una imagen poco peculiar. Daniel solo río y subió a su habitación.

Allí decidió leer un poco en su celular, para así quedarse dormido. La fiesta transcurrió como cualquier otra fiesta, porque todas seguían las mismas variables, la misma fórmula y el mismo resultado.

...

No para todos los sábados eran momentos de fiesta y gozo. Observemos otra cara; la situación en una casa alquilada por 50 dólares.

Emily asomaba su cabeza en el borde de la puerta. Miraba por el pasillo donde al final estaba su madre llamando por teléfono en la mesa de la cocina, con una botella de vino barato en la mano y su típico vestido rojo provocativo.

-De seguro su cita nunca llegó- Se dijo así misma mientras miraba la hora en su celular: 11:40 pm.

Caminó mientras luchaba por mantener la calma. Aún después de tanto tiempo en esa situación, le costaba hablar con su madre en ese estado.

Al llegar a la cocina su madre le observa sonriente; su pintura de labios estaba regada y la botella de vino casi acabada. Se levantó, tomó el resto del líquido para ir a destapar otra botella en la nevera.

-No deberías tomar más.

Una frase repetida cientos de veces.

-Mañana no trabajo mi amor- su voz sonaba ebria.

Una frase repetida cientos de veces, aunque no siempre fuera verdad.

-Ve a dormir mamá, por favor.

La señora le miró; sus ojos estaban cansados. Mientras abría la nevera y sacaba una botella agregó-No porque te he dicho amor quiere decir que me puedes mandar- El corcho salió volando por la cocina. Tomó un gran trago de vino, y se atoró. Emily fue a golpear su espalda.-No llegó mi príncipe azul- Emily no comentó nada; siempre escuchaba lo mismo-. ¿Por qué no puedo conseguir a un hombre que nos otorgue la vida que merecemos?

No Emily, ahórrate tus ideas feministas, recuerda lo que ocurrió la última vez, pensó.

-Estoy cansada de estar en ese hospital. Estoy cansada de estos días de monotonía. ¡Estoy cansada de la castrosa insistencia del alquiler!- Gritó frustrada, tomando su cabello. Ocupó un asiento en el pequeño comedor. Emily hizo lo mismo. Ella tenía dos opciones: quedarse en su habitación o salir a hablar con ella.

Emily aprendió que era mucho mejor escuchar sus dilemas, sus problemas, sin importar que fueran siempre lo mismo. Además, estaba hablando con alguien ebrio; no se puede esperar mucho tampoco.

-Esto es patético. No es tu culpa pero es tu culpa que mi vida sea así aunque sé que es tu culpa sin ser tu culpa.- Tomó un trago. Emily ya lo había escuchado, bastante seguido, y ya no le importaba-, pero no es tu culpa. Extraño a tu padre, ¿Sabes?- Alejaos ideas feministas, pensó.

-Él no va a regresar.

---Eso ya lo sé, Emily. Gracias, sabía que tenía una hija genia- Dijo irónica, tomando más de la amarga bebida-. Ya no quiero seguir así, no está bien seguir tomando de este modo- Tocó su abdomen-. Hígado, riñones, fuerza.

-¿Te amo, sabes?

-Yo creo que también te amo, mi amor- La señora se levantó del comedor, caminó hasta su habitación con la botella entre sus manos y cerró la puerta tras de sí.

Fue la conversación más tranquila que había tenido con su madre en ese estado. Miró las tres botellas vacías, y las llevó a reciclaje. Fue a su cuarto para hablar con su pretendiente; una linda chica que vivía en otro estado.

Su madre, por otro lado, lavó su rostro maquillado en el pequeño lavamanos. Se quitó su vestido rojo para así dormir. Mañana siempre habrá más accidentes que atender de personas que viven sus vidas sin límites (y no en el buen sentido). De todas maneras, pensar al dormir no es bueno para conciliar el sueño.

...

Hemos llegado a un domingo por la tarde. Todo listo para partir. El paseo fue un relativo éxito. El objetivo no fue cumplido: Las secciones siguen igual de separadas, pero eso todo el mundo lo sabe. Su inmadurez puede más, siempre más. Los jóvenes son un 40% eso. Es parte de crecer.

El autobús arrancó por el camino de tierra, abrazó la autopista principal y bailó entre el tráfico guiado por los semáforos. Desde el colegio cada uno fue a su casa. Saludaron a sus padres, hablaron, cocinaron y comieron.

Otra vez sus almas regresaban a la rutina de siempre; colegio. Una parte de ellos estaban tranquilos porque eso acabaría pronto. Otros entendían que, después de la rutina escolar la vida sería un poco más difícil si tenían suerte.

Uno que otro estrellaría su rostro en el duro concreto dónde se mueven, de manera agitada, muchas personas cada día. Algunos deberán buscar de la basura para sobrevivir, y si, es feo decirlo, pero seamos realistas.

Disfruten sus fríos pupitres mientras puedan.


...Pero claro, a veces
necesitamos direcciones para transitar por esos senderos,
¿A quién se le pide direcciones?;
¿A la naturaleza? ¿A la razón?
¿A la locura? ¿A Dios...?


...

Cuídate mucho, tenkiu por leer <3

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