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H-3.

Cuándo miras por la ventana, tu alrededor se revela ante ti. Si entiendes tus manos puedes agarrar cosas que caigan, como una pluma, un boleto de lotería, o un trabajo mediocre. En otros casos, puedes terminar con un amor frustrado entre tus manos. Puedes solo mirar, tranquilo, seguro. O, como unos pocos, arriesgar, estirar el cuerpo fuera de la ventana hasta conseguir lo que desean... Incluso si corren el riesgo de caer por la ventana...

Desde la ventana de
Nicolás Fournier...

Los miércoles para mí son ese día neutro: ni muy cerca del lunes, ni muy lejos del viernes. Para Grace, mi mejor amiga, se convirtió en un interesante pasatiempo.

En la segunda clase el profesor Pelo e' culo hablaba sobre filosofía. Personalmente esta clase me parece inútil, pero Grace considera "importante" los temas que trata.

—Las cuestiones que explica el profesor Cardona son interesante, Nicolás— Mi mejor amiga leía uno de los libros recomendados por el profesor, e incluso tomaba notas o frases del mismo: se llama el mito de Sísifo. ¿Sabes qué es muy raro? Ver a Grace leer.

—No lo entiendo, gordis— Apoyé mi mano en mi mejilla. Observaba sus ojos bailando por las páginas en silencio—. Primero prestaban atención en clase porque, según tú, el profesor está muy "rico", pero ahora en serio te gusta la clase.

—¿Me dirás qué el profesor Cardona no es lindo?— Grace observó a sus ojos negros. Nicolás dudó.

—No soy gay, no puedo contestar eso.

—Una cosa es ser joto y otra muy diferente es decir si un chico es lindo o no, nada más— La chica volvió a su lectura.

Aún no logro asimilar que Grace esté leyendo, y mucho menos sobre filosofía.

La clase transcurrió de manera calmada. Fui consciente del dolor en mi labio morado. Ayer no asistí a clases debido a un fuerte dolor de cabeza gracias a ese maldito. Lo más irritante es que Cherry, la chica rubia, me dijo que no tenía novio.

Le pregunté a Grace por mi labio—Pues... A comparación de lunes está mucho mejor— Tocó con su dedo mi labio. Desvíe mi rostro—. ¿Te duele?— asentí.

—Aún nadie comenta sobre esto.

—Ayer fue el tema central.

—No me preguntan nada— Miré la portada del libro. Grace anotó una frase en su cuaderno.

—Quizás vieron tanto el vídeo que ya es irrelevante.

Me molesté por su comentario, además, ¿Desde cuándo usa palabras sofisticadas? ¿Qué es esto? ¿Clase de Literatura? Este día se está tornando irritante.

Decidí hablar con algunos amigos y compañeros; estaban reunidos en la parte trasera del aula, formando un círculo. Las mesas estaban apartadas a un lado.

—¿Qué ocurre?— Intervine, ocupando espacio en el círculo. Allí estaba Thomas, un buen amigo mío—, ¿De qué hablan?

—Recordamos la fiesta de Alejandra— Dijo un chico de cabello muy corto. Esa fiesta fue hace dos semanas; una de las mejores fiestas que he asistido.

—De hecho les quería comentar algunas cosas— Agregó Thomas mientras acomodaba su cabello largo. Todos miraron a su dirección— La mercancía de aquella vez aún se debe pagar. Ustedes, menos David— Le señaló—, consumieron— Nos miramos.

—Yo no consumí— Se defendieron tres chicos.

Thomas agregó frustrado— ¿Quién más cree que no consumió?— Cinco levantaron la mano, mientras conversaban sobre aquella noche—. Tengo experiencia en estas cosas. Los grabé para así tener evidencia.

No recuerdo si consumí cocaína esa noche. La fiesta en casa de Alejandra fue todo una aventura, pero no estaría dispuesto a pagar por algo que no consumí. Voy a ver los vídeos. Todos ellos, incluidos algunos que estábamos en el círculo eran grabados inhalando la cocaína, una fina línea de polvillo blanco. Siete jóvenes culpables por la evidencia.

—Y sé que Nicolás no aparece en los vídeos porque, en ese momento, mi móvil se descargó— Luego tomó su bolso para extraer dos hojas; una de ellas era una factura. Pero entonces,  ¿Cómo puede decir que he consumido?— Bien, la mercancía costó 60 dólares, y si ello lo dividimos en 8 personas— Hizo una división en la otra hoja—, deben pagar 8 dólares.

—Pero no puedes decir que he consumido sin tener evidencia, Thom.

Habló con más autoridad el "comerciante"— Mira Nicolás: no confundas nuestra amistad con esto. Al final, ocho dólares no son nada.

—El dinero no es el problema, me enoja que digas que he consumido cuando no es así.

—Cuando lo hiciste estabas bien borracho, obviamente no recuerdas nada— Agregó tranquilo.

—Thom tiene razón— Dijo David—; tu te metiste una línea.

—Mira, no te pienso pagar por eso— Thom me lanzó una mirada amenazante, e hice lo mismo. Desvío su mirada y sonrió, ladino.

—Si no quieres simplemente no lo hagas, pero no seré más tu facilitador— Quienes estaban en el círculo tenían sus ojos puestos sobre nosotros. El profesor Cardona llegó al lugar.

—Chicos, ¿Qué hacen en el suelo como perras? deben ocupar sus puestos, pendejos.

Todos se levantaron. Thomas me miraba desde la distancia; su rostro era inexpresivo, y por un momento sentí nervios. Thomas sigue siendo mi amigo, ¿Verdad?

Grace se levantó del puesto para preguntar algo al profesor, los ví riendo mientras él golpeaba suavemente su cadera. El gusto de Grace hacia Cardona era gracioso, hasta cierto punto. Ella tiene una relación un chico llamado Allan. Al llegar a su puesto le pregunté.

—¿De verdad te sigue gustando Cardona?— Ella miraba en dirección al nombrado, él aclaraba las dudas de un compañero de clases.

—Quizás.

—¿Y Allan?

—Mira, sabemos perfectamente que nada va a pasar entre nosotros, Fournier, y eso lo sabes.

—Pero he visto que te sigue el juego.

—Pues, dentro de unos meses dejaré le verle en clase.

Faltaba tan poco para graduarnos...

—Allan, ¿Cómo andas con él?

—Ayer me pidió perdón por sus estúpidas ideas y celos inmaduros. Hoy voy a verme con él, ¿Me acompañas?— Tomó su bolso para guardar el libro. Sacó su teléfono para ver su reflejo y luego comenzó a maquillarse un poco.

—No tengo nada que hacer hoy, así que...

El profesor Cardona copió, como era costumbre, una frase de algún filósofo. Normalmente Grace le tomaba una foto.

—Antes de terminar quiero que piensen en esto, cabezas huecas— Trazó en el pizarrón mientras los estudiantes interactúan y fluían. Decía así: "Si quieres hacer a alguien rico, no aumentes sus riquezas, sino limita sus deseos". —Epicuro.

Leí la frase una y otra vez... Era simple y complejo. No importaba. Por otro lado, Grace se levantó para hablar con Cardona por unos cinco minutos, para luego dar por finalizada la clase.

Esa frase: dinero; creo que tengo una idea con respecto a eso. Salí con Grace hacia los pasillos, y a lo lejos lo observé: Daniel Haminson.

Ese chico tan raro, estúpido, inmaduro, desarreglado, perdido, feo, asqueroso... No tengo suficientes palabras para describir mi desprecio por él. Y aunque no me ha hecho nada malo, su nombre es sinónimo de algún chiste dónde tengo que ver. Simplemente es muy fastidioso. Ni te imaginas lo fastidioso de ir a la Sección e.

Lo observé con mi expresión frustrada. Él desvío la mirada, y algo que me molestaba era que sonriera o que ocultara su rostro cuando me ve. Estoy a tan poco de golpear su feo rostro; no lo soporto.

Algunos estudiantes me observaban, algo normal por el vídeo que estuvo llendo bastante rápido entre los estudiantes. Así es la fama, baby. Recordé la frase, reflexioné un poco. Llegué a la conclusión de que si dejaba ganar a mi orgullo, probablemente perdería a un buen amigo. Eso no es ganancia.

—Grace, ayúdame a buscar a Thomas.

—Debe estar en las mesas de la cafetería, el siempre está allí.

Caminamos hasta el lugar. Grace se desvío para quedar charlando con Daniela, una chica bastante agradable con un cabello bastante bonito. Saqué de mi bolsillo diez dólares, llegué hasta dónde Thomas estaba sentado, y coloqué el billete cerca de él.

—¿Y eso?— Thomas tenía su mirada puesta en otros billetes que sostenía en sus manos. A su lado se encontraba Lukas, lo saludé chocando los puños.

—Pagaré mi supuesta deuda.

—Mira Nicolás, no me importa si no me pagas.

—Solo tómalo, no quiero problemas contigo.

—Al parecer te preocupa más el perder mi beneficio— Tomó el billete arrugado—, ¿No es así? Estoy acostumbrado, es normal en el negocio.

—Eres mi amigo, Thomas.

—La amistad y los negocios no se llevan muy bien. Pero acepto el dinero.

—Bien— Dije tranquilo, dispuesto a ir con mis compañeros de clase.

—¿Otra cosa que quieras decir?— Preguntó Thomas, con voz suave.

—Como un lo siento, ¿Quizás?— Agregó Lukas mientras se reía.

—Nos vemos chicos— Caminé hasta salir de las mesas de la cafetería. Su comentario me sacó de onda.

Llegué con mis amigos. No contaré las cosas que hacemos porque siempre es lo mismo. Daniela Ripoll saludó al grupo. Grace y ella ocuparon espacio cerca de nosotros.

—¿En serio le sigue gustando?— Supuse a quien se refería. Daniela hizo un gesto afirmativo. Me aleje del grupo para hablar con ellas.

—Debes estar bromeando, Ripoll— Dije algo frustrado.

—Aunque últimamente no habla de ti.

—No sé cómo tomar eso— Daniela giró los ojos, siempre era lo mismo.

—Se cansará Nicolás, eres insoportable— La fulminé con la mirada, para luego alejarme de allí. Seguí hablando con el grupo sobre cualquier cosa.

Sonó el timbre. Las clases pasaron delante de mis ojos de manera normal. No hubo nada interesante. Pero en la salida observé una escena bastante peculiar.

Daniel estaba conversando con Jessica Leblanck. Los observé un poco más, ambos reían. "Genial... el hambre se juntó con las ganas de comer", pensé.

Después salí junto a Grace. Tomamos rumbo a la cafetería Café con Café, dónde Allan esperaba en una mesa para cuatro personas. Saludé a Allan y  estrechamos las manos. Usaba un perfume bastante agradable. Grace le tomó el rostro para darle un tierno beso. Sentado allí observé a una chica comiendo un helado.

—¿Quieren helado?— Ambos me prestaron atención con sus estúpidas sonrisas de enamorados, oh no, van a decir algo cursi—. Yo pagaré.

—Muy amable de tu parte Fournier, pero yo ya tengo a mi delicioso helado de chocolate— Dijo Grace, apoyando su cabeza en el hombro de Allan; él es moreno; bueno, yo diría más bien negro no tan negro.

—Y yo ya tengo a mi bolita de helado— Dijo Allan sonriendo, refiriéndose a Grace, porque está bien gorda.

—Uhg— Me quejé, ambos sonrieron— ¿Para qué quiero helado si ya volvieron mi día empalagoso?

—Me traes uno de fresa por favor— Dijo Allan.

—Y a mí uno de Chocolate.

Me levanté para comprar los conos de helado. Pagué por ellos y me dirigí hasta las mesas. Les entregué los helados.

—Gracias— Dijeron al unísono.

Acto seguido, Allan, con su helado de fresa, le daba de comer a Grace, y ella hacía lo mismo con su helado. Ambos sonreían como tontos.

—¿Piensan comer el helado así, tórtolos?— Probé mi cono de choco explosión; amo este sabor. Ambos me ignoraron; tenían sus labios lleno de helado. Me límite a mirar por la ventana, mientras disfrutaba del clima frío y la música relajante. La cafetería cuenta con un ambiente excelente.

No podía creer lo que estaba viendo, claro, él tenía que hacer acto de presencia. Desde que leí aquel mensaje bastante extraño, fui consciente me de su existencia, e incluso, considero que su presencia se hace más fuerte, siento que aparece en todas partes, no sé si me explico, pero da igual.

Lo observé hablando con Jessica, junto a su grupo de amigos. Ellos  caminaban mientras hablaban, ¿Y bailaban?. Ellos eran raros, pero más raro era la nueva integrante. Los observé caminar hasta que desaparecieron entre la gente y las calles. Un detalle llamó mi atención: no me observó, sin importar que estuviera en la ventana.

¿Sería esta una señal del comienzo del final?, Bonita la frase, ¿Verdad? La leí en la novela de la clase de Literatura.

"Ojalá", le imploré la cielo en voz baja.

—Pídele el número mejor, ¿No?— Dicho eso ambos se echaron a reír.

—Muy gracioso— Observé mi cono, estaba muy derretido. Comencé a comerlo con desesperación para no perderlo.

—No dejaste de mirar.

—Si, ¿Y qué?— Me defendí con voz agresiva. Ambos continuaron riendo.

—No te enojes, Fournier— Allan golpeó mi brazo divertido. No dije nada.

Seguí mirando por la ventana, observando a las personas caminar. Ellos compraban de más, desperdiciaban las cosas, e intentaban vestir de la mejor manera según sus bolsillos, persiguiendo la moda. ¿Todos somos iguales, cierto? Luego, observé a un vagabundo en la acera y mi mente, por un instante, quedó en blanco. No comprendí a ciencia cierta el por qué.

—Oigan— Dije lento, confundido— Debo ir a casa.

—No tenemos nada que hacer.

—Tengo sueño. Además, no estoy haciendo nada aquí, ustedes están hablando sobre sus cosas.

—Bueno, podemos hablar todos— Dijo Allan sonriente.

—Lo siento chicos— Me levanté del sitio, me despedí chocando las manos con la parejita— Nos vemos mañana, Grace.

Ellos quedaron en silencio. Caminé hasta la parada de autobús, tomé un bus y llegué a casa. Conseguí las llaves en mi mochila para abrir la puerta. Saludé a mi madre y a mi hermanito para así ir a mi cuarto.

Abrí las cortinas. Observé la ciudad desde el tercer piso de mi casa; la vista es excepcional. Miré mi espejo y aprecié mis moretones. Busqué la crema para así disminuir el tono.

Cambié mi ropa por una bermuda para dormir. Seguí observando mi rostro, ahora con crema encima. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué me siento así? ¿Acaso estoy triste?

Las cuestiones filosóficas de Cardona son estúpidas, ¿Para qué tantas preguntas?. Volví a mirar por la ventana, y aprecié la altura de la caída hasta el asfalto desde esta distancia. Decidí tomar una siesta. Lo único que me ocurre es que tengo sueño y lo logro pensar con claridad.

Necesito hacer algunas tareas, la novela para la clase de Literatura no se leerá sola. Pasado un rato no logré concilié el sueño. Solo miraba al techo, pensando en alguien; en una chica, para ser más específicos.

Toda rancia está historia y mis dibujitos JSJSJJSSJAJA. Los quiero, tomen agüita; se cuidan <3

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