Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

H-1

Al culminar la clase del profesor Cardona, Daniel le comentó a la profesora de inglés sobre su visita a la oficina de Marlenne.

—¿Por qué?— preguntó, mientras escribía los apuntes del día en la pizarra.

—Tengo una cita con ella.

—Bien, pero me trae un justificativo, Haminson— La señora le sonrió, y siguió con la clase.

El joven abandonó el salón, tomando su mochila para andar por los pasillos del colegio. Bajó las escaleras para llegar hasta su objetivo. Tocó tres veces, pero no hubo respuesta, tampoco se percató del letrero que decía "No molestar, consulta"

Decidió esperar sentado en el suelo, y luego acostado, mirando el techo. Cualquier cosa era mejor que la clase de inglés, y mucho más si Emily no estaba cerca. El idioma no se le daba bien.

—Pinche Emily, ojalá la atropelle un burro.

La vida sin su mejor amiga era lento, fastidioso, con ella la vida siempre estaba impregnadas de ocurrencias bastante agradables para su gusto. No sabía que hacer sin ella. Pasó cinco minutos mirando al techo, hasta que abrieron la puerta.

—Gracias señorita— Salió un chico bajito, quién abrazó a Marlenne.

—Eso para mí es un insulto, jovencito— La chico sonrió mientras desordenaba el cabello del otro—. La próxima me dices qué tal van las cosas—  Él se despidió, caminó a través de los pasillos con el pequeño jardín de flores. El colegio tenía su encanto.

—Me das lastima, mira tus ojeras— Dijo Marlenne. Daniel hizo un puchero; su comentario fue amigable pero inesperado—. Pásale.

Daniel se levantó para ingresar a la oficina. Vió que no estaba los dos pequeños muebles verdes, ahora solo había dos colchonetas azules, el escritorio, la flor y el estante de libros.

—¿Y los muebles?— Colocó su mochila en el suelo. Sin ellos la oficina era más espaciosa. Tomó lugar en la colchoneta junto al estante de libros.

—Estuve indagando en el minimalismo, ¿Te gusta?

—¿Te dejan hacer estos cambios a la oficina?

—Mientras no afecte nada y siga cumpliendo mi trabajo...

Marlenne ocupó lugar en la otra colchoneta, no sin antes tomar una carpeta del escritorio. Ambos estaban uno frente al otro.

—Por cierto, ese comentario no se le dice a alguien con depresión, Marlenne.

La chica rió. Lo empujó, y él cayó boca arriba. Ella arregló algunos papeles.

—Esto no es una consulta, dulzura. Además, no debería importar lo que diga sobre ti.

—Eres alguien importante para mí, obvio que me importa— El chico continúo acostado.

—Aww, yo también te aprecio mucho. Oye, iré al grano— Tomó una fotografía de la carpeta para ilustrar al chico—. Oye siéntate— El chico obedeció, mirando la fotografía—, ¿La conoces?

—La he visto— Intentó recordar—. ¡Oh, ya sé! Es la chica que normalmente se queda en los salones...— Daniel sintió lastima por la joven. Conocía muy poco sobre ella, lo que sabía era por los rumores, y a Daniel no le gustaba creer en ellos; a menos que fueran rumores sobre Nicolás.

—Su nombre es Jessica, tiene 16 años. Su historial de citas es algo extensa.

—Esa información es confidencial, Marlenne, no está bien mostrarla.

—Quiero probar una nueva manera de llegar a ella— La chica inhaló profundo—, y allí entras tú. Quiero que sean amigos.

—¿Estás segura?

—Ustedes tienen personalidades similares, se llevarán bien. Y quiero que me digas todo lo que hablen.

—Pienso que esto no está bien— Daniel desvío su mirada a la hermosa planta con pétalos rojos—, estamos violando su privacidad.

—Pero es por su bien. Escucha— La chica posó su mano en el hombro del chico, le sonrió—, sé que no tengo mucha experiencia en esto, pero quiero probar algo nuevo, nuevas maneras de ayudar a los estudiantes.

—No lo sé— Dijo dudoso.

—Por lo menos sé su amigo, ella es una buena chica— Dicho eso guardó todos los papeles en la carpeta, se levantó, colocó la carpeta en el escritorio, y se sentó en la silla frente a el.

—No sé bien cómo entablar amistades.

—Le diré que se vean en el parque, y hablan.

—Sigo pensando que esto es muy poco inusual.

—Por favor, Daniel— La chica apoyó sus codos en el escritorio, su rostro estaba dirigido al chico—, hazlo por ella.

—Este...— Lo pensó un poco, dudoso. Marlenne dijo "Sur" y el chico sonrió—. Te daré la respuesta en el receso. Te advierto que soy malo hablando con nuevas personas, así que probablemente terminemos en silencios incómodos.

—Tu tranquilo Daniel.

—Oh, por cierto— Sonrió de manera maliciosa— Necesito dos cosas.

—Oh no— La chica caminó hacia el estante de libros—. El inglés es importante, Daniel.

—Déjame faltar a clases— Dijo implorando de rodillas—, Emily no asistió hoy, y las clases de inglés sin ella son una tortura.

—Nou— Lo pronunció lento.

—Recórcholis. Por lo menos dame un justificativo.

—Eso si— Abrió un archivero del escritorio, tomó un bolígrafo y una hoja de papel— ¿Qué hora es?

—Las 9— La chica lo vió amenazante.

—Muy gracioso, ¿verdad?— Daniel le volvió a implorar que le dejara faltar a clases— Lo siento, va en contra de mi código de psicólogos.

—Pinche código lo usas a tu conveniencia.

—Te dejaré quedar diez minutos, llorón.

—¿Diez minutos solamente?

—Mejor dos.

—Mentira Marlenne, no soportas ni una bromita— Daniel se levantó para abrazarla con una sonrisa de desespero.

—No me abraces— Se alejó con una sonrisa fastidiosa y le entregó el papel con la hora de finalización: 8:20 a.m. Luego ocupó una colchoneta—. Si te vas a quedar es porque vamos a meditar juntos, si señor.

—Tendré 40 minutos de sufrimiento in inglish, ¿Aún piensas aumentar mi tortura?— Daniel hizo un gesto exagerado de enojo para luego ocupar la otra colchoneta. La chica sonrió.

—Solo inhala... Exhala... No soy el cuerpo... Tampoco soy la mente...

Pasó un minuto, Daniel no soportó el silencio y la calma. Suficiente, dijo.

—Bueno, te lo pierdes— La chica abrió un ojo para visualizar al joven tomar su mochila y salir del lugar. La puerta sonó suave al cerrarse.

—Aun falta ocho minutos— Habló para sí Daniel, el pasillo estaba solo— Iré lento.

Y así fue. Al llegar al salón una parte de su ser esperaba que su mejor amiga estuviera sentada en los pupitres incómodos del salón.

—Tome profesora— Le entregó el justificativo.

—Muy bien, ve a tu puesto por favor.

Pero no estaba.

"Ojalá el burro no la deje viva", pensó.

En el transcurso de la clase Daniel no copió nada en su cuaderno, cómo era costumbre. También pensó sobre la propuesta, y tomó la decisión de hablar con Jessica. El timbre sonó y fue al salón de la chica.

Todos los parásitos... Perdón, estudiantes, se volvieron un mar de gente egoísta, pasando por encima de cualquier cosa. ¿Sabías que si buscas parásito sale como resultado los niños y los adolescentes? Tranquilo, es una broma.

Mientras Daniel transcurría por el mar de adolescentes, Keily lo interceptó con un brazo.

—¿Para dónde vas, Daniel?

—Ire al piso cuatro.

—¿Y eso?— La chica colocó su mano en su cadera. Ambos seguían caminando o serían aplastados.

—Hablaré con alguien— Daniel sonrió.

—Oh, bueno. Oye, ¿No sabes por qué Emily no asistió?

—La habrá atropellado un burro. Bueno, ella me dijo anoche que vendría.

—Un burro— Se rió—. Es que te ves tan perdido sin ella, es tierno— Daniel sonrió de manera tímida.

—Umm... ¿Gracias?— Su amiga sonrió.

—Vale. Iré a buscar a Ricardo, nos vemos en la divertida clase de matemáticas— La chica abrió la boca y apretó sus puños en señal de alegría. Sabemos que es sarcasmo. Daniel hizo lo mismo.

—No puedo esperar, ¡qué emoción!

Por lo menos a Daniel le iban bien las matemáticas.

Subió las escaleras, el flujo de estudiantes había disminuido, y al minuto llegó al salón. Dió un vistazo rápido, algunos jóvenes lo saludaron, este regresó el saludo con aire nervioso; le costaba saludar a la gente. Al fondo del salón estaba la chica. Había un libro en su pupitre, y la capucha de su suéter cubría su rostro. Daniel pensó sobre si sería correcto entrar. Al final optó por no hacerlo.

Miró por los barandales del cuarto piso. A lo lejos, el universo le dió una probada visual de la persona que jamás estará a su lado. El joven no evitó sonreír al ver su presencia.

Bajó a la planta del colegio para ir a la oficina de Marlenne. Ella le confirmó a Daniel que Jessica aceptó salir con él.

—Perfecto— Sonrió animado, dejando ver sus hoyuelos—. Dile que a las dos en el parque sur

—No creo que ella tenga problema.

—Auch— Se quejó de su mochila que estaba muy pesada, su hombro le dolía.

—¿Dónde está tu amiga?— Miró alrededor—. Ustedes son inseparables.

—No asistió. Ya te lo había dicho.

—Cierto... Bueno, nos vemos ahora— Se despidió mientras entraba a su oficina. Tenía una pequeña taza de café en sus manos.

Daniel buscó a Samuel y Stefany para pasar el receso. Hablaron de cosas sin importancia. Hicieron chistes sin ninguna pizca de gracia. Nada fuera de lo normal. Ocuparon lugar en el patio de sombra. Al rato, una chica cubrió los ojos de Samuel con sus manos.

—Déjame adivinar...— El chico permaneció en silencio, y luego adivinó— Daniela, cómo siempre.

—Ya no vuelvo a cubrir tus ojos, amargado— Daniela es una chica con cabello muy largo, y muy coqueta. Saludó a Stefany y a Daniel con un fuerte abrazo.

—¡Daniela, que gusto verte!— Exclamó Daniel, atrapando a la chica con sus brazos otra vez.

—¡Las clases me están matando!— Exclamó igual de emocionada.

—No es novedad para nadie— Agregó Stefany—, todos andamos igual.

—Qué fastidio con las clases y los profes. Chicos los dejo, tengo que ir arriba. Nos vemos luego— Se despidió con un beso en la mejilla para cada uno, y caminó con su aire de glamour; un glamour agradable.

—Faltan cinco minutos para que termine el receso. Puta vida— Dijo Samuel.

—Todo sería mejor si existiera un botón de avance.

—Y uno de retroceso— Agregó Daniel.

Luego pasaron las clases, y más clases. Daniel vió a Nicolás algunas veces, y sonrió como siempre. Y Estudió cosas inútiles, que no son inútiles, pero para la gran parte de la población si lo es.

Después de una larga tortura sonó el timbre de salida. Como siempre una ola de adolescentes arrogantes invadió las calles cerca del colegio. Dejaré algo en claro, los adjetivos que uso para dirigirme a ellos, los Adolescentes, no es nada personal; no quiero tener problemas en mi corta carrera como narrador.

Daniel, Samuel y Stefany caminaron hasta sus respectivas paradas.

—Mañana tengo examen de ingles— Agregó Daniel, siendo torturado por su espalda y su mochila que parecía tener en su interior ladrillos. Y no eran ladrillos para construir una autoestima estable.

—Estás muerto— Se burló Samuel.

—Si, es gracioso que te cueste el idioma; el inglés es muy fácil.

—Mas con Darline, ella es un amor.

—Me siento como si fuera un pendejo.

—Pues...— Los dos chicos se burlaron, dieron un pequeño golpe en el brazo del chico con suéter verde—, pendejo ya estás, pero así te amamos.

Daniel sonrió, y tras un momento recordó su cita con la chica en el parque sur. Le preguntó a ellos si de casualidad la conocían.

—Nunca he entablado una conversación con ella— Confesó Samuel.

—Ella estudia conmigo, pero nunca hablamos— Dijo la chica— ¿Por qué el interés?

Dudó en responder. Supuso que debía mantener en secreto "Las nuevas medidas súper innovadoras e inclusivas para ayudar a los estudiantes"

—Me saludó hoy. Se ve buena gente.

—No la conozco, así que no lo sé.

Stefany evitó decir algo más. Caminaron el un agradable silencio,al rato llegaron a la parada de autobus. Se despidieron. Stefany y Samuel tomaron el mismo autobús.

—¡Nos vemos mañana!— Exclamaron.

Daniel siguió su camino a paso lento. Cruzó por centros comerciales, bares, peluquerías; típico escenario de ciudad en desarrollo. Pero un lugar llamó su atención: una pequeña heladería que algunos estudiantes del colegio frecuentaban por sus precios razonables. En ocasiones Emily y Daniel iban allí a comer helado hasta explotar; lo que explota son los niveles de glucosa.

Allí se encontraba Nicolás con una linda chica de cabello rubio, comiendo conos de helados mientras observaban sus rostro y hablaban. Y cómo era costumbre, la mirada de ambos se cruzaron. Daniel no la desvío, enfrentó cara a cara sus esperanzas, para luego seguir caminado calle abajo hasta su casa.

Pisando el asfalto, mientras el sol brillaba alegre, Daniel concluyó que su tanque de esperanzas había fallecido. Su obra de teatro no tenía protagonistas, ni presupuesto; ningún artista querría formar parte de tan absurda comedia. Y fue allí, en ese local, dónde Nicolás comía un cono sabor choco-explosión (por cierto, era el sabor favorito de Daniel), comprendió que: los autores de libros de autoayuda le vieron la cara de estúpido, que el destino no existía, y que estaba cansado de seguir esperando lo que jamás llegaría. Sus energías disminuían.

"¿Alguna vez lograré salir de este pozo?", Pensó.

Le costaba caminar a casa, con su pesada mochila y sus piernas cansadas. Al final decidió colocar un punto y seguido, no, espera, mejor un punto y aparte a toda la situación que estaba ocurriendo con ese chico.


¿Cuánto tiempo duraría los sentimientos en dominar a Daniel?

¿Cuánto tiempo tardarían en desviar la energía y la atención hacia el chico con lentes, otra vez?

Daniel solo había dibujado un punto y aparte con tiza. El dedo de Fournier lo borraría, sin mucho esfuerzo, tarde o temprano.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro