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Capítulo 6

—Eso es todo por hoy, tienen quince días para enviar el primer reporte del trabajo. Recuerdes que es el 30% de su nota final. Cualquier consulta pueden hacérmelo en mi oficina o a través del correo de la institución.—los alumnos murmuran agradecimiento antes que el profesor salga del aula.

Copio rápido lo último que está en la pizarra. Busco mi celular en la bolsa de mi jeans, pero luego me agacho para agarrar mi cartera para sacarlo.

Una mano agarra mi página y la hace bola antes de guardarla.

—¡Espera!—digo queriendo agarrar su mano, pero la bola ya está en su bolsa.—Solo necesito tomarle foto, no tomará tanto.

Ian se levanta de su asiento, agarra su maleta y sale del salón.

Suspiro con molestia, agarro mi cartera y salgo detrás de él.

—¿Estás molesto conmigo?—digo, caminando rápido detrás de él.

Ian se detiene como acostumbra a hacer así que logro parar justo a tiempo cuando se da la vuelta para encarar.

—¿Por qué estaría enojado contigo?—el chico mira hacia abajo tratando de ver que tipo de zapatos traigo para que me vea un poco más alta de mi estatura normal.

Pero sube la vista cuando ve que mi jeans acampanado cubre mis zapatos.

—Si supiera por qué estaría enojados no hubiera preguntado ¿o no?—Ian resopla.

Ladeo la cabeza, esperando una respuesta, pero su mirada va a mi camisa.

Camisa que solo está sujeta a mí por un zíper que va de abajo hacia arriba.

Me cruzo de brazos.

—Ni se te ocurra.—digo, pero escucho la baja risa de Ian cuando mete su mano en su bolsa y saca la arrugada bola de papel.

La abre con todo el cuidado que sus largos dedos le dejan y luego me lo tienden.

Alzo una ceja, tomando el papel.

Él rueda los ojos. Sonrío mientras saco mi celular para tomarle foto a mis notas antes de devolverle el papel.

Ian empieza a caminar, más lento esta vez. Finjo demencia cuando me pongo a su lado, aun así caminando un poco más rápido para estar a su nivel.

—¿Vas a casa de Oli hoy?—mis pasos se detienen a un par de metros de la mesa donde Ash, Luna y Oli están esperándonos.

Ian me voltea a ver, viendo mis pies de nuevo como si creyó que me tropecé o algo por detenerme.

—¿Iremos a casa de Oli?—mi corazón empieza a palpitar fuertemente, mi cerebro piensa en las últimas cuatro semanas desde que llegué.

Sé que mi tiempo es limitado. Lo que vine a hacer aquí tendría que pasar lo antes posible si no quiero que alguien descubra nada. Aun así, acercarme a mi objetivo ha sido más difícil de lo que he esperado. A pesar de ser el gobernador de la ciudad, el padre de Oli... Mi padre, parece no pasar mucho tiempo aquí.

Tener una lista más detallada de los pasos de Oli por la ciudad fue más fácil de lo que esperé, la lista que ya tenía era más o menos igual de precisa gracias a la gran cantidad de dinero que di. Pero los pasos del gobernador estaban tan bien cuidados como se espera.

Entrar a la casa de Oli podría ayudarme a conocer un poco más sobre él, saber algo más sobre su agenda. Pero por alguna razón Asher siempre ha dado casa y Oli no se ha visto en posición de insistir para que sea en la suya.

Ian asiente con el ceño fruncido pero sigue caminando.

Dejo salir el aire que no sabía que estaba reteniendo, tratando con todas mis fuerzas de no tocar mi agitado corazón para tratar de estabilizarlo.

Camino hacia los chicos, Asher me sonríe y se acerca a nosotros. Palmeando la espalda de Ian antes de darme un beso en mi mejilla.

—Luces hermosa hoy.—sus palabras me hacen sonreír.

—Tú no te quedas atrás.—el chico me regresa su sonrisa, toma mi cartera y mi mano antes de caminar hacia los chicos.






Parece ridículo lo familiar que parece una casa donde nunca he estado. Tantos meses, años, analizándola desde lejos. Con fotos, vídeos de entrevistas y hasta algunos tours que exigían sobre la casa del gobernador, todo para estar frente a ella después de tantos años.

Mi cartera, con la fotografía aun escondida en uno de los diminutos bolsillos parece más pesada que nunca.

La mano de Asher se pone en mi espalda baja, guiándome hacia las enormes puertas.

Luna y Oli se adelantan, guiándonos hacia la segunda planta, llegando a una terraza que deja ver un pequeño bosque detrás.

La noche a caído hace un tiempo, las compras que hicimos empiezan llenar la mesa. Me acerco al barandal para girar y poner mi espalda sobre él. Mirando la casa delante de mí.

No hay fotos, nada más que cuadros de antiguos gobernadores en el primer piso y algunos cuadros artísticos en el segundo.

Asher indicó que parte de la segunda planta era de Oli, la otra era de su padre y su madre y toda la parte de abajo era para las reuniones oficiales de algunos de la asamblea.

Oli no pasaba tanto tiempo en casa como la gente creería. La bolsa que lleva constantemente a clases con ropa señala que la casa de Luna es más un hogar para el que esta frívola casa.

Si mis padres no pasaran aquí tampoco me molestaría por caminar tanto solo para llegar a mi habitación.

El mapa mental de la casa aparece en mi mente. Un muy viejo mapa que fue infiltrado hace muchos años atrás, las autoridades pudieron bloquearlo inmediatamente, pero una muy fuente pudo conseguirlo.

Otro cheque con muchos ceros, solo estando dentro podré saber que tan confiable es.

Con suerte, sin la falta de atentados, tal vez no hayan movido nada en la casa.

—¿Soph?—la pregunta de Asher me hace concentrarme en lo que tengo delante.

Ash me ofrece un cóctel, se lo acepto con una sonrisa antes de caminar hacia la mesa redonda con terciopelo verde.

Levanto la ceja al ver las cartas que saca Ian. Me regresa la mirada.

—¿Dispuesta a apostar Young?

Asher se queja a mi lado, pero le devuelvo a la sonrisa.

—Nada me haría más feliz que gastar el dinero de mi padre.

Miro el reloj cuando Luna enciendo su celular. La cuenta regresiva en mi cerebro me indica que solo necesito aguantar el juego por dos minutos más. Solo dos minutos más.

Ash se ha retirado hace ya mucho. Luna y Oli parecen decididos a no querer retirarse, pero es más por ego que por tener esperanza de ganar. Ian mira sus cartas con un aburrimiento tan bien ensayado como si no fuera él el que nos ha llevado a jugar cinco partidas con tal de ganar al menos una.

La cantidad de dinero es mínima, considerando con quienes juego, pero cada cero agregada a mi cuenta solo aumenta mis ganas de vomitar.

Treinta segundos.

Oli me mira y luego a Ian, antes de poner otra moneda negra en la pila del medio. Ian bufa incrédulo ante la valentía del rubio. Luna le sonríe a Ian, con desafío.

Ian pone una ficha negra y me mira con una ceja alzada esperando si duda mi jugada.

Pero mi alarma mental suena.

—Me retiro.—digo, sorprendiendo a todos en la mesa.

Ian abre su boca para rebatirme, sabiendo perfectamente que no llegué tal lejos para retirarme. Oli parece más aliviado, mira a Ian con toda la intención de pelear contra él.

—Necesito usar el baño.—miro a Ashe y él asiente, se levanta conmigo para enseñarme el camino.

Escucho como Oli tira otra moneda a la pila e Ian intenta hacer que recapacite sus decisiones impulsivas.

Me río cuando entro al baño. Miro mi reflejo.

Miro mi reloj y veo que ha pasado exactamente un minuto, salgo. Escuchando como Luna se ha metido en la discusión. Respiro hondo antes de caminar al pasillo opuesto.

Es cuando veo la puerta frente a mí que escucho por el interlocutor que la comida que Asher pidió ya llegó. Me quedo quieta escuchando como cuatro pares de pasos bajan las gradas para recibir la comida.

Otro temporizador aparece en mi mente.

Me acerco a la puerta armándome de valor para entrar.

Mis ojos tardan unos segundos en ajustarse a la oscuridad. Saco un lapicero de mi brasier y enciendo la roja luz por todos lados. Sin cámaras ocultas. Perfecto.

Una de las pocas cosas que el padre de Oli está en contra es en las cámaras. ¿Por qué quisieras cuando pueden arruinarte tan fácilmente?

Maldito.

Camino hacia el escritorio, sin perder tiempo en la gran librera de lado. Me desconcierto un poco al ver una fotografía. La misma que había visto hace tantos años.

Oli apenas tenía 10 años, solo tres años más que yo. Es el perfecto retrato de su padre, pero su sonrisa es completamente de su madre.

La voz de Luna al abrir la puerta de entrada es tan fuerte, suficiente para aliviarme de su lejanía, pero con la presión que el tiempo pasa rápido.

Abro la primera gaveta del escritorio, encontrando solo papeles de trabajo. La segunda y la tercera igual.

Mi lapicero se cae, pero el sonido que hace al caer no es el sonido que esperaba.

Me agacho, formando un puño. Toco el piso debajo del escritorio y sonrío al ver un suelo falso.

La voz de Luna se hace más cerca.

—Maldita sea.






Sophia's Outfit


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