Capítulo 15
Solo el fuerte aire acondicionado del pequeño museo ha impedido que el sudor empape mi ropa.
La profesora García me pidió que llegara a las 8:30 para ayudar a movilizar las esculturas. Ya son casi las 10am, pero el tiempo ha pasado tan rápido, ayudando a los nerviosos estudiantes a colocar sus esculturas en el lugar seleccionado, poniendo los pequeños carteles con toda la explicación de su proceso y alistándose con sus pequeños discursos una vez tengan espectadores.
Miro el pequeño gafete de asistente que me dieron y sonrío.
Las puertas están a punto de abrirse al público, así que voy de lado a lado tratando de calmar a los alumnos y de calmar a la profesora García que parece más cerca de desmayarse.
—¡Soph! ¿Puedes ayudarme?— me acerco a un chico de piel oscura. Me sorprendo por su estatura. Los tenis blanco que decidí usar a último momento no tienen nada de plataforma, pero aun así necesitaría la altura de dos de mis grandes tacones para estar a su altura.
Bello, no hay otra manera des describir al chico.
—Dime.—me acerco a él, tratando de no intimidarme por su presencia.
Pero mis ojos brillan cuando ve la escultura que esta a su lado.
El rostro en agonía.
—La profesora García acaba de tirarme la bomba que fui uno de los seleccionados paras el concurso de último año.—dice el chico, tocando su cuello como gesto de estres.
—Felicidades.—son las palabras que salen de mi boca, apenas como un susurro.
Claro que su escultura sería seleccionada, deberían de darle el premio ya.
—Muchas gracias.—me mira tímido.—He preparado un pequeño discurso, ¿te molestaría escucharlo y darme tu opinión?—mi boca se abre con sorpresa.
El chico que hizo tremenda escultura, escultura que te hace sentir tanto ¿necesita que alguien escuche su discurso?
—Sería un honor.
—¡Soph!—paro mis pasos, volteo a por todos lados hasta que veo la pequeña mano de la profesora García.
Veo las botellas de agua en mis manos.
—Disculpa, ¿puedes llevarle esto a los chicos del final de ese pasillo?—la chica de negro con el mismo gafete de asistente asiente, tomando las botellas de mis manos, caminando rápidamente hacia donde le indique.
Suspiro un poco, cerciorándose que mi crop top esté en su puesto antes de caminar hacia la profesora.
—Oh, Soph, sé que ha sido una locura, realmente agradezco tu trabajo hoy.—la profesora se despide de uno de los señores y me sonríe.
Toma mi mano y yo la aprieta con cariño.
—La que tiene que agradecer aquí soy yo, la exposición ha sido increíble.—digo, su sonrisa me llena el alma.
—Aunque ahora viene lo más estresante, las presentaciones y discursos de los chicos seleccionados...—la profesora suspira, limpiándose el poco sudor de su frente.—Ya es tarde, cerraremos el museo por cuarenta y cinco minutos ve a comer algo, te necesito con energía para la última parte, si todo sale bien saldremos antes de las tres de la tarde.
Asiento, viendo mi pequeño reloj café.
—De acuerdo, la vendré a buscar cuando termine.—la profesora mueve su mano de arriba abajo a modo de despedida.
Mi celular vibra, lo saco del bolsillo de mi pantalón café. Salgo por la puerta trasera del museo, sonriéndole a Asher, que levanta su mano para llamarme.
Muchos de los estudiantes que han estado todo el día exponiendo sus trabajos también están aprovechando al máximo el cierre temporal del museo.
Me dejo caer en la silla al lado de Asher.
—Carita.—dice Luna, levantándose del lado de Oli, Luna se acerca a mí y besa mi mejilla.—Y yo que creí que mi día sería cansado, no te he visto en todo el día, solo he visto como corres y corres de un lado a otro.— sonrío, dejando salir una pequeña risa cansada.
—Come, necesitas energía o te desmayarás.—Oli me pasa un plato con un sandwich y una soda.
Le agradezco, abriendo el contenedor de plástico antes de darle una mordida.
Podría morir feliz solo rompiendo este Sandwich.
Recibo una notificación, dejo el sandwich, limpiado mi mando con una servilleta.
—Las impresiones comestibles de los logos para las galletas ya están listas.—digo, a nadie en particular.
—Puedo pasar por ellas antes de irme.—dice Ian, mirando aburrido su teléfono.
—Perfecto, dejaré tu nombre para que no haya problema.—mando el mensaje rápido, saco mi billetera de mi bolsillo, tendiéndole un billete de cincuenta dólares.
Ian mira el billete y niega con la cabeza, abro mi boca para pelearle, pero el teléfono de Asher suena.
—Mierda.—el chico baja su mano que estaba descansando en mi espalda, se levanta de la mesa.—Necesito contestar esto.
Asher se aleja de nosotros.
Volteo a verlo confundida. Miro a Luna, la única que nunca falla en enterrarse de todo.
Parece que Oli e Ian piensan lo mismo porque todos los ojos van a la pelirroja.
Luna hace una mueca.
—El abuelo de Asher ha insistido en conocerlo. Aunque no se acerca para nada a la línea del trono aun así el abuelo insiste que Asher pase más tiempo en su país. La relación que tiene con su abuelo no es mala, pero la que su padre tiene con su padre si lo es.
Abro mi boca, sorprendida, miro a Asher.
Si él le dijo todo esto a Luna va más allá de mí, pero aun así una pequeña incomodidad aparece en mi pecho. Porque si el chico mostraba signos de tener problemas en casa en ningún momento lo vi.
Y, aunque es mejor no involucrarme más de la cuenta con ninguno de ellos no me gustaría que él sintiera que no puede contarme las cosas.
Mierda, es mejor que no llegue a sentirse en confianza para contarme nada.
Será más fácil así.
Asher regresa solo para disculparse, tiene que ir a casa a verse con su padre. Se despide de mi con un leve beso en los labios. Promete llegar más tarde a casa de Oli.
Luna se despide unos minutos después, Oli la acompaña a prepararse para la última parte de la ceremonia. La chica de su clase que iba a hacer uno de los discursos se disculpó después de tener un accidente de tránsito, Luna va a practicar lo que dirá.
—¿Quieres algún postre?—la pregunta de Ian me hace verlo.
Sigue sin despegar su mirada de su teléfono, cuando me inclino hacia él me doy cuenta de que está leyendo algunas noticias internacionales.
—¿Tú quieres?—pregunto, cerrando el envase de plástico donde estaba mi sandwich.—Mmm, no creería poder terminarme uno entero ¿compartimos?
Ian deja su celular de lado. Y aunque lo estaba mirando hace menos de dos segundos, agarra mi mueca, fingiendo ver mi reloj.
—¿Hasta qué hora tienes para volver?—frunzo el ceño, mirando la hora.
—Tengo veinticinco minutos ¿por qué?—Ian se para, agarra mi basura y la tira.
—Vamos.—el pelinegro sujeta mi codo, haciendo que me pare.
Camina hacia la calle, miro la puerta del museo pero lo sigo.
Ian abre la puerta de copiloto de su auto y me voltea a ver.
Me quedo parada frente a él, me cruzo de brazos.
—Realmente necesito volver en 25 minutos.
—Que bueno que manejo rápido entonces.
El chico me guiña el ojo, niego con la cabeza antes de entrar con una leve sonrisa en mi rostro.
Sophia's Outfit
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