Capítulo 1
El reloj está sonando. Tic tac, tic tac, suena tan fuerte que parece que compite con el sonido de mi corazón.
Todo ha quedado paralizado. Aunque el mundo a mi alrededor parece no detenerse ni porque mi corazón está a punto de estallar. Solo son luces, y ruido, y un pequeño pitido incesante que amenaza con querer destrozar mi oído.
Sabía que moriría, lo he sabido desde hace un tiempo ya. No es precisamente su muerte la que me ha quitado el aire. No es el hecho que haya perdido a mi madre después de solo 16 años de vida.
Pero es, lo que ha revelado, lo que se ha guardado dentro de sí hasta el último segundo de su vida.
Sus dedos, amoratados y débiles no han soltado mi mano, no cuando esas palabras salieron de sus blanquecinos labios.
"Tu padre... tu padre es..."
El fuerte sonido de la bocina de alguien me regresa al presente. Una chica distraída no ha notado que un carro venía y casi tienen un accidente. La pobre chica asustada se disculpa con el señor y corre a la entrada de la Universidad.
Regulo mi respiración, acomodando mis pensamientos. Miro los papeles que están a mi lado. La foto que me tomé apenas ayer sobresale de uno de los folderes.
Cabello negro, más largo de lo que lo he llevado jamás. Un cambio, para un nuevo comienzo. Un propósito y una meta.
Me miro en el espejo del auto una vez más, antes de poner unos oscuros lentes sobre mis ojos. Miro la pequeña falda jeans que cubre justo lo necesario y la camiseta gris que deja ver mis hombros.
Tomo los papeles y mi pequeña cartera y camino hacia la entrada. Sin antes haber ingresado, pero sabiendo bien a quien busco.
El primer día de la universidad va como cualquier primer día, las filas de los nuevos alumnos con guías son los que más se hacen notar, pero los estudiantes de años siguen aglomerándose con sus viejos compañeros, con la esperanza de estar juntos en algunas clases.
Busco con la mirada, ignorando a los que pasan a mi lado. Sé que mi vestimenta no es adecuada, no para un día de universidad al menos, pero precisamente lo que quiero es hacerme notar.
Que piensen lo que quieran, necesito que piensen justo lo que no es.
Noto a un castaño justo al lado de una escalera, está hablando con otros chicos.
No me permito verlos mucho, mi vista está en ese castaño.
Su maleta está un poco abierta, pero no parece que lleve nada dentro de todos modos. Una sonrisa relajada baila en sus labios mientras se ríe con los otros chicos.
Mis pasos no se detienen ni un segundo. Veo las escaleras y no lo dudo.
Esto puede terminar muy bien, o muy mal, pero es algo que se analizará después.
Noto una chica distraída caminando cerca de ellos y acelero el paso. Choco con ella, me voy de lado chocando nuevamente con el chico castaño.
Abro mi boca cuando me siento caer por las escaleras, pero un brazo fuerte me sujeta, impidiendo que caiga.
Salió bien entonces.
—Wow, wow, wow, cuidado—la voz del chico resuena en mi oído. Escucho como la chica se disculpa, pero cuando me enderezo ella ya se ha ido.—¿Estás bien?
Me dejo respirar una sola vez antes de levantar mi mano, quitándome los lentes de sol de mis ojos.
—¡Lo lamento tanto!—mi sonrisa crece cuando noto la sorpresa del chico al ver mis ojos.
Mis verdes lentes de contacto fueron una inversión, comprar unos que se vean lo suficientemente reales ya es un gran trabajo, pero agregarle los grados necesarios para que mi ceguera se arregle fue otro par de ceros en la factura.
—Choqué con una chica y me deslicé.—digo apuntando a mis tacones.
Tan grandes que el chico apenas me sobrepasa por unos centímetros cuando debería de pasarme por un par de cabezas.
La sonrisa del chico crece.
—No deberías de llevar zapatos tan grandes.—dice, pero no hay molestia en su voz, solo el encanto desbordante que lo caracteriza.
—¿Eres de nuevo ingreso?—mi sonrisa se congela ante la voz del segundo chico.
Son tan solo unos segundos que parecen una eternidad, lo que me toma armarme de valor para voltear a verlo.
Es justo como en la foto.
Cabello rubio, ojos azules que te quitan el aliento. Es más alto de lo que imaginaba, más alto que el chico que aún me sostiene con su mano, pero que la quita cuando me doy cuenta.
—¿Se nota mucho?—pregunto con una sonrisa de lado, la única sonrisa que puedo obligarme a compartirle a la persona delante de mí.
Un chasquido de lengua me hace voltear al tercer chico.
Cabello negro, ojos del mismo color. Ahora que lo veo bien, toda su aura es negra, negra, negra.
Pero mi sonrisa no disminuye cuando mi cerebro logra reconocerlo. El último chico del grupo de amigos. Justo como dicen que es.
El castaño me quita el papel de mi mano, una hoja que imprimí en una de las tiendas de mala muerte muy lejos del campus.
—¿Orientación privada? ¿Pagaste por esta orientación?—sus ojos viajan a los míos y luego le pasan la hoja al rubio que frunce el ceño. El pelinegro no parece en lo más mínimo interesado por la plática.
—Un chico se ofreció a darme un tour del campus.—tomo mi teléfono de mi pequeña cartera, lo único que apenas cabe.—He tratado de comunicarme con él durante la última media hora, pero no parece caerle las llamadas.—muerdo mi labio, escribiendo al número aleatorio, cualquier cosa.
Los tres chicos se quedan en silencio, el rubio y el castaño viéndose entre con pena y un poco de gracia.
—El chico que mencionas, ¿lo conocías?
Abro mi boca, tratando de darles la respuesta que buscan, pero ante mi confusión el castaño suspira.
—Fue un scam ¿verdad?—pregunto, dejando caer mi mano de mi teléfono, cerciorándose que los chicos vean el gran número de mensajes que he enviado a un número sin foto de perfil.
—¿Tú crees?—el pelinegro habla, mirándome con burla sin reprimirse en lo más mínimo.
Mis ganas de rodar los ojos son tan grandes que decido cerrar los ojos.
—Lo siento mucho, lastimosamente es algo que les pasa muy seguido a los de nuevo ingreso.— el rubio me entrega la hoja, pero yo aparto la mirada tan rápido como puedo sin ser grosera.
Volteo a ver al castaño, tratando de calmar mi corazón que esta a punto de estallar.
—Me dijeron que en algún momento iba a pasarme, pero no creí que fuera tan rápido.
Una risa baja cortesía del pelinegro me hace darme cuenta de que la imagen de chica tonta ya esta formándose en su mente. Bien, es todo lo que necesito que pienses.
—No te preocupes, podemos darte el tour si quieres.—los ojos del castaño guardan picardía, mi sonrisa crece.— Soy Ash, él es Oli.—dice señalando al rubio que me regala una pequeña sonrisa, que no logro devolver.— Y él es...
—Ella no necesita saber mi nombre.—las frías palabras del pelinegro no me sorprenden, pero si a la chica que estoy jugando ser.
Miro nerviosa al Ash que me regala una sonrisa de disculpa mientras Oli lo mira con reproche.
—Me llamo Sophia Young. Muchas gracias por ayudarme.—mi sonrisa crece, cuando veo de reojo como Oli asiente, como Ash sonríe también, sonrío, con los ojos encendidos cuando veo directamente los ojos negros de Ian Hill, el pelinegro que me observa pensando, con los ojos un poco entrecerrados, si conoce a alguien con mi apellido.
El tour del campus es tan aburrido que me sorprende mi capacidad para no escuchar nada de lo que hablan pero aun así reírme o asentir en los momentos específicos.
Por mi mente pasa toda la información previamente recapitulada de los tres individuos frente a mí, llenándola con nueva información que puedo recapitular en este momento al verlos hablar, al ver como caminan por el campus y como se relaciona con las personas que los detienen a saludarlos.
Primero el castaño Asher Mitchel, tercer hijo de una gran familia de la realeza escocesa, su padre también es el séptimo hijo de su familia lo que hace que la llegada al trono de él o de Asher sea casi imposible. Hace mucho tiempo que se mudaron a los Estados Unidos. Asher no tiene relación con sus parientes reales, ya que su padre se lo ocultó hasta que tuvo los 18 años, él no mostró mayor interés, pero aun así vive como si fuera el mismísimo rey.
Volteo hacia el campus detrás de nosotros viendo de reojo al pelinegro que se ha quedado atras, con una cara de amargura como si le hubieran matado a su perrito o algo.
Ian Hill, el hecho de que no haya querido revelarme su nombre no es porque sea una celebridad ni nada, es meramente su personalidad de mierda que lo hace comportarse como tal. No hay mucha información de él, viene de una familia de dinero, pero nada que grite polémicas o corrupción. El chico llegó hace un par de meses a la ciudad, sus padre bueno,si están vivos o no va más allá de mi conocimiento, al igual que la razón por la cual se hizo amigo de los otros dos.
Le sonrío a Ash cuando hace un comentario sobre el laboratorio que esta a nuestro lado.
Mirándolo con emoción, sin reflejar el aburrimiento que me incita a salir corriendo.
Mi corazón palpita al notar la leve sonrisa del rubio, por el comentario de su amigo.
Oliver Morgan, hijo de nada más y nada menos que el gobernador de esta maldita ciudad. Su madre es ama de casa, se dedica más que todo a las fundaciones de su esposo y a mantener la boca cerrada cuando salen los tabloides con algunas críticas hacia su esposo. Oli está estudiando para ser gobernador también, ya que la admiración a su padre es ridículamente ingenua, él seguirá sus pasos pase lo que pase.
Un fuerte viento hace que su rubio cabellos se mueva un poco, lo acomoda sin pestañear antes de sonreírme notando mi mirada. La aparto de inmediato.
Preguntándome, si mi cabello no estuviera teñido, si mis ojos fueran libres de los estúpidos lentes de contacto, que tanto me parecería a él. Siendo, nada más y nada menos, que mi hermanastro.
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