Siendo ella una experta en el ámbito de la lectura, nunca pensé que ella me podría ofrecer su ayuda para publicar mi libro; hasta de mi libro me había olvidado reverendamente; ella me
fue explicando con una paciencia que nunca tuvo cuando estuvo conmigo en un pasado, en realidad yo necesito
confesarlo: en un principio todo este asunto me produjo cierta desconfianza, pero luego después de que se iba alargando la conversación en el chat de Whatsapp todos esos sentimientos negativos fueron desapareciendo solos.

¡Me siento como un idiota! ¡Es que no estaba pensando con naturalidad! ¡He cometido el mayor de los disparates!

Darte el escrito para que lo leyeras fue el mayor de mis pecados... a leguas se veía que tú eras la persona retratada en esas páginas, bueno era de esperarse que fueras mi musa en
esos momentos de ingrata desesperación. Las palabras al
principio eran puros reclamos impregnados de tristeza y melancolía, sin darle cavidad al perdón ni a la indulgencia; ni siquiera el concepto de misticismo era aceptable para cohibir a mis vehementes sentimientos en una cúpula de cristal.

Tal vez lo haya hecho a propósito, tal vez ni siquiera pude medir mi
extraña e irremediable acción.

Esperaba que lloraras, esperaba que solamente quisieras llenarte de sentimientos de culpa y arrepentimiento, como al final los dos estábamos, pero fui muy egoísta; solo pensé en mi bienestar, solo pensaba en publicar mis elocuentes tonterías para entretener a mis compañeros de
la universidad, y me olvidé que tú siempre fuiste muy sensible: de la nada arrancabas a llorar, a veces sin ningún motivo como siempre me lo recalcabas, y me aproveché de eso, me
aproveché del arma más delicada que no se puede poner en poder de cualquiera, porque cuando se nos pueda antojar podemos hacer daño, inclusive sin querer: La confianza.

Pero ya, no vale lamentarme más, en realidad me siento como si estuviera en medio de un lugar tan boscoso, y no tengo escapatoria, pero de la nada nacen en medio de mí dos caminos... derecha e izquierda ¿Cuál elegir?

Al final de uno está una de mis ilusiones y en la otra ilusión muy distinta que ya yo creía apagada, pero que está renaciendo poco a poco desde que me digné a volver a dirigirle la palabra nuevamente. Esto
me hizo sumirme en la más profunda meditación e incertidumbre; pero lo que más me arrepiento de haber hecho fue partirme en dos e ir al mismo tiempo por los dos senderos,
lo que me deparó enormes consecuencias en el futuro; era
como uno de los muchos exámenes de medicina en los cuales yo me preparaba para sacar la máxima puntuación sin éxito a la Doctora más exigente, y aunque nunca lo lograba, nunca desistía de mi determinación a pesar de todo.

Tú, apareciste de la nada, hace pocos meses; con tu timidez tan pronunciada y sin tantas palabras para conversar; y a pesar de tus tantos rechazos eso me daba más curiosidad, por ello nunca te negaba mi ayuda; y tú, una reminiscencia que nunca pensé volver a revivir, en realidad ya yo te creía desaparecida
del mapa, con novio nuevo, con nuevos planes para tu futuro, ya lista para irte a estudiar criminología en la UNES, pero decidiste aparecer en este momento, de la nada, así como los
espectros que retratan en el cine, y han destrozado mis sentimientos nuevamente, pero no sé si para bien o para mal.

Ahora me estaba haciendo la mayor de las preguntas:

¿Era Amor?

¿Lo era?

¡No!

...

—¿Llevas rato esperando?

—No.

—Tengo miedo, esto es una enorme locura...

—¿Entonces por qué no te negaste desde un principio?

—Porque yo también deseaba verte con locura, el tiempo sin tí es tortuoso.

—Vámonos, nos verán.

Sean empáticos con nosotros: éramos dos jóvenes, una de 15 casi 16 y otro de 17 casi 18 que se amaban con locura, teniendo todas las fronteras vedadas para poder visitarse,
verse, salir y demás; se contaban con los dedos de las manos las veces que salimos juntos en todo el año que tuvimos de noviazgo, a veces llorábamos de manera recíproca: ella en su cuarto y yo en mi escritorio mientras escribía una historia ficticia
tratando de encontrar una solución, una salida, una verdad; las noches llorando se estaban haciendo perpetuas, a veces sentía que mi presencia, que mis mensajes le estaban haciendo más mal que bien, y llegué a pensar en dejarla, ¡Perdóname ese pecado que terminé haciendo Mi Niña Bonita! Éramos muy jóvenes, no teníamos idea del fuego en el que entramos cuando
entablamos nuestra relación, quisimos apostar en las carreras
hípicas con mi papá lo que a nuestro juicio eran los mejores candidatos para el primer lugar, mientras que las personas más maduras nos ofrecían otros caballos que en sus longevas
opiniones serían los merecedores del primer lugar; pero nosotros, porfiados e ignorantes, no hicimos caso; al final,
terminamos perdiendo todo y debiendo más, y esa deuda no la
podríamos pagar nunca.

¿Solo Amigos ahora?

Eso creo.

Aun a veces, regreso a recordar cuando estábamos en el instituto; estudiábamos juntos, pero tú, siendo una persona tan prepotente y excitante para pelear te sentabas en el último puesto de la clase, siempre fuiste una pésima estudiante, ni lo
más fácil de la asignatura te quedaba en la memoria. Por otro lado ella, tu sustituta (No te ofendas, sé que es impropio decirlo así como si no tuviera importancia, sé que te duele en el alma, pero es la verdad, así yo la veía a ella) tenía una excelente
participación, era muy eminente, inteligente y capaz de hacer todo sola, se consideraba muy independiente, así no lo fuera...

¡Eran tan idénticas en lo físico! ¡Pero una era un libro abierto y la otra un cubo de hielo! Ni siquiera hablábamos en las clases ni
en el receso; por ello nadie sospechaba de lo nuestro, ni
siquiera sabían de nuestro noviazgo, ni en la iglesia donde asistíamos antes de darle la espalda a Dios veían algo extraño, a causa de nuestra gran interpretación de indiferencia que era
muy falsa, y así terminamos al final, hicimos toda esa indiferencia realidad.

Jsjs a veces me causa tanta gracia; al salir del colegio corríamos a escondernos para darnos muchos besos, era la abstinencia de todo el día y el cansancio de las clases de
matemáticas de los viernes que nos causaban tal desesperación de encontrar un refugio, y yo a decir verdad lo encontraba, ¡En tus brazos! Y tú siempre me decías que mi
corazón latía con violencia al tenerme cerca, lo cual era verdad, me conocías tan bien, eso no lo puedo negar; Y aun así me abrazabas con más fuerza, así el poco tiempo se nos fuera volando como los cuervos que pasaban por esas horas del mediodía; y siempre al llegar a nuestras casas nos esperaban
las exhortaciones de tu madre y mi padre; quienes en un intento
de acallar nuestras explosiones de rebeldía con monótonas
reprensiones; eran como una inmensa catapulta que más nos
inclinaban a desafiarlos. ¡Y nos moríamos de la risa al verlos
tan preocupados por nosotros!

¡Hipócritas! ¡Solo les interesaba
el apellido y el respeto de la familia!

Mi padre era un cirujano muy respetado, y teniendo todos los posgrados habidos y por haber no podía domarme; y tu madre, una escritora muy reconocida, que se la pasaba horas y horas frente una mohosa máquina oxidada inventando historias tan prometedoras,
tampoco lo lograba, no escarmentábamos de ningún modo.

Y así, de este modo tan ruin y grotesco, a un ritmo tan desvariado, estas dos personitas tan tremendamente locas pasaban los días de la semana riendo, aparentando, llorando,
escribiéndose mensajes de texto y estudiando para los exámenes, en los cuales yo siempre sacaba 20 y tú a duras penas lograbas salvarte de las reparaciones. Todo era tan bello
y perfecto (A nuestro modo).