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Recuerdos dolorosos


No te fuiste, tan solo caminas un poquito más allá.
Aunque al cruzar la calle ya no sienta tu manoprotectora, sé que seguirás guiando mi camino.
Hablamos sin escucharnos o quizás, sin saberlo, nos respondamos.

Tengo mucha vida que mostrarte, incluso, lo que me enseñaste.
Tan solo te adelantaste, tan solo caminas un poco más allá.
Mira mi lugar, ponlo cerca del tuyo.
Tú sabes cómo decorarlo, conoces todos mis gustos.

No alcance a decirte adiós aunque ya nos habíamos despedido.
Siempre tenías un sí a mis caprichos, no te olvides de mí, estando a allá arriba. Recuerda que no te fuiste,
tan solo caminas un poquito más allá.

-Te lo dedico a ti mamá, Taylor Días.
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Narra Taylor Díaz.

Después de un largo recorrido, junto a la doctora Alicia, me di cuenta de que mis suposiciones eran ciertas. Puede que la fachada del orfanato sea linda y diera una falsa apariencia de confort y cuando digo "falsa apariencia" es porque realmente en su interior...

¡Es horrible!

A saber cuántos años lleva construido este edificio, pero parece más un siquiátrico que cualquier otra cosa.

Puedo escuchar llantos ahogados, gritos y risas siniestras a lo largo y ancho de todo el lugar. Las paredes están malgastadas e incluso en algunas de ellas pude encontrar numerosos... zarpazos de garras. Por otro lado el material empleado para construir el suelo es la madera y cruje a cada paso que doy dándole un toque aun más siniestro de lo que ya es el orfanato en sí.

La doctora Alicia se detiene a las afueras de una habitación con el número 114 encima.

-Este es tu nuevo dormitorio -dice señalando la puerta- No es un hotel cinco estrellas, aunque te gustará saber que no vas a tener un compañero de cuarto como los demás niños... o por lo menos no por ahora.

Era lo más reconfortante que me habían dicho hasta el momento, pero espera un minuto. Ella dijo "¿Por ahora?".

¿A qué se refería con eso?

Por el amor de la santa madre lobuna, que no me pongan a convivir con un perfecto desconocido. Eso si no pudiera tolerarlo. En mi antigua casa tenía mi propio cuarto privado y de siempre se me ha dado mal relacionarme con otras personas en especial los niños de mi edad y ni hablar de los que son mayores que yo. Prefiero a los más chiquitos porque sé que hay pocas posibilidades de que se burlen de mi o de que me... golpeen.

-Ven sígueme, no hemos terminado.

Mientras seguíamos con el recorrido recordé una duda que me ha estado intrigando desde que llegue. Quizás ella pueda responderme.

-Doctora, ¿Puedo preguntarle algo?

-Si claro. ¿Qué quieres saber? -responde con amabilidad.

-Hay un cartel que se encuentra a la entrada de este lugar y en el está escrito "Orfanato Sousa Rangel para niños especiales". Y pues... tengo curiosidad por saber ¿A qué se refiere con lo de "niños especiales"?

La doctora al escuchar mi pregunta abre los ojos como plato fijando aun más su mirada en mi. No sé si es por asombro, ya que nunca nadie le había hecho esa pregunta o porque el tema le resulta incomodo y no sabe cómo responderme. Desde que leí el cartel me pareció algo fuera de lo común que especificara que el orfanato fuera solo para niños especiales, pero...

¿Qué tienen de especial los niños que se encuentran dentro de esta instalación? ¿Qué los hace diferentes del resto?

-A ver -hace una pausa para carraspear su garganta-. Eso es debido a que no cualquier infante puede ingresar a esta institución. Solo aquellos que tienen... habilidades especiales.

-¿Habilidades especiales? -recalqué la última frase, no logré comprender del todo.

-Sí, el objetivo es separar a los humanos de los seres sobrenaturales como lo son los vampiros y los lincantrodos y, al mismo tiempo, seguir manteniendo nuestro secreto. Este orfanato no es del todo legal, obviamente tenemos licencias y además cosas que deberíamos tener al trabajar en una institución como esta, pero aquí suceden cosas que... no deberían suceder en otros orfanatos.

Sentía la necesidad de seguir indagando en el tema, sin embargo, nuestra conversación fue interrumpida porque la doctora entro a una habitación y autoseguido me hace un ademan para que la siga.

Al parecer, aquí es donde hace sus consultas terapéuticas. Lo supongo por el alargado sofá que solía haber en las oficinas de los sicólogos. No obstante a eso, los diplomas enmarcados que cuelgan de las paredes confirman mis sospechas. Antes de ingresar al orfanato Sousa Rangel llegué a tener varios encuentros en las oficinas de los sicólogos, con diferentes especialistas en el tema.

Mi mamá solía llevarme para tratar los posibles efectos traumáticos que podría llegar a tener como consecuencia de todo el daño físico y emocional que me ocasionaba mi padre. Estas escapadas las hacíamos sin que él se enterase porque su reacción seria más que evidente.

-¿Qué hacemos aquí? -le pregunte un poco conmocionado.
Por lo general me pongo nervioso en este tipo de situaciones: empiezo a sudar frio, las manos me tiemblan mientras que mis dedos juguetean con las mangas de la enguatada que llevo puesta y mis pasos se entorpecen. Los malos recuerdos me invaden la mente.

-Te hare algunas preguntas -responde.

-Dije que no respondería nada.

Cuando me disponía a abrir la puerta por la que entramos alguien me detiene y un gran cuerpo voluminoso se interpone entre la salida y yo, bloqueándome el paso. Tuve que alzar la vista para poder determinar quien era esa persona.

-¿Prefieres a la loquera o a mí? Tú decides -amenazó el individuo frente a mí.

La señora Raquel se hizo presente en la habitación cual relámpago inesperado.

Y aunque mi respuesta era predecible decidí dar media vuelta y sentarme en aquel único sofá que quedaba delante de un escritorio, que pienso yo que debe ser de la doctora.

Preferiría mil veces que Alicia me llenase de preguntas incomodas a quedarme un minuto a solas con ese ser tan despreciable.

-Raquel podrías dejarnos conversar sin tu presencia, por favor -la doctora le pide cortésmente que se marche mientras se pone cómoda en su silla, a diferencia de mí, que la hubiera echado a patadas fuera de la sala.

-Por supuesto doctora Alicia -Se retira por donde mismo vino, gracias a la diosa luna.

Inconsciente dejo salir el aire que hasta ahora no me había percatado que estaba conteniendo en mis pulmones. Es increíble el estado de shock en el que siempre termino nada más verla, se me paraliza todo el cuerpo.

-Tranquilo, no le hagas caso a esa vieja loca -guiña un ojo-. Cualquier cosa que ella intente hacerte tu solo dímelo ¿vale?

Asentí con la cabeza. Me vendría bien su ayuda si llegase a necesitarla.

No es tan mala como creía. De hecho, es la única persona amigable que he conocido aquí en este infierno y una de las pocas que me trata bien desde hace mucho tiempo. Por lo que se me hace algo sospechosa, como si ocultara algo tras esa sonrisa amable.

Después de todas mis experiencias vividas he llegado a la conclusión de que confiar en alguien es peligroso, no puedo fiarme de nadie. Todos aquellos en los que puse mi confianza me traicionaron, mintieron, ocultaron cosas, etc. Incluso mis amigos y los de mi madre nos dieron la espalda cuando los necesitábamos. Con la única persona que me dejaba caer y sabía que amortiguaría mi caída o bien me ayudaría a levantarme del suelo estrechando nuestras manos, era mi madre y ya no está.

Solo yo sé el dolor que siento cada vez que recuerdo que nunca más volveré a verla

-Bueno... las preguntas que voy a realizarte son sobre tu información personal como, por ejemplo: tu nombre completo, tu edad, ¿por qué estás aquí?, el nombre de tus padres, esas cosas.

Las dos últimas casi me provocan otra crisis, aunque me mantengo firme. Sin embargo, mi expresión cambia notablemente y creo que la doctora se dio cuenta de eso.

-Empieza cuando te sientas listo -dijo poniéndose las gafas y tomando el bolígrafo que se encontraba sobre el escritorio junto a su libreta de apuntes.

Sus palabras eran dulces y me motivaban a hablar, pero aun así estoy nervioso. Presiento que mi voz terminara flaqueando en cualquier momento, haciéndome quedar en ridículo o, mucho peor, derramare alguna que otra lágrima.

-Ehh... Mi nombre es Taylor Díaz Cas...Casteliny

Pronunciar el apellido de la mujer que me cedió la vida y ya no se encuentra conmigo me aflige. No obstante, tengo que ser fuerte como ella solía decirme. Ojala la tuviese a mi lado para poder decirle lo mucho que le quiero y que ella me abrazase en modo de consuelo mientras enredad sus dedos en mi cabello como solía hacerlo, susurrándome con su delicada voz que "todo estará bien, mi pequeño".

Ni siquiera tuve la oportunidad de despedirme.

Una lágrima se desliza por una de mis mejillas y la limpio antes de que la doctora la notase.

-Umju -asintió sin levantar la mirada de su libreta de apuntes- Prosigue.

-Tengo seis años en mi forma lincatropoda y 18 años para los humanos -proseguí informando.

Esa es una de las ventajas de ser un hombre lobo, somos inmortales. A menos que alguien nos arranque la cabeza o nos atraviese el corazón con cualquier arma punzante o con una bala de plata, esta hace que perezcamos casi al instante.

En mi mundo el tiempo pasa relativamente lento, es como si no avanzara. Mientras que un humano promedio tiene veintitantos años, la edad le va pasando facturas a su fisco. Sin embargo, yo con su edad tendría la apariencia vigorosa de un adolecente en plena etapa de juventud y la experiencia que conlleva tener dicha edad.

Actualmente mi capacidad de pensamiento es idéntica a un adolecente de 18 años porque es realmente la cantidad de años que he vivido hasta el momento, aunque aparente ser un niño de ocho.

-¿Qué papel juegas o jugabas en tu antigua manada, Taylor?

-Pertenezco a la clase social más baja... soy un omega -respondo sin muchos ánimos. Pues veras mi manada me desprecia, dicen que soy un error y que mi mera existencia es insulto para la madre naturaleza.

Cabe aclarar que en nuestra especie existen tres clases sociales, cada una tiene sus ventajas y controversias.

En primer lugar se encuentran los alfas que son el máximo exponente de la manada y se distinguen por dos cosas la primera es porque tienen los ojos rojos cuando sufren emociones intensas, como lo es la rabia y la excitación, y la segunda es porque desprenden un olor prepotente que sobresale por encima de los demás indicando quien es el que manda. A veces, cuando la manada tiene demasiados integrantes pueden haber más de un alfa, pero en ese caso se escoge al más fuerte para que sea El ALFA SUPREMO, tal caso es el de mi padre.

En segundo puesto están los betas que suelen abundar en el grupo, estos tienen los ojos amarillos todo el tiempo y aunque no son más fuertes que un alfa, si lo son ante un omega.

Esta última clase social es a la que pertenezco. A los omegas se les distingue con facilidad por el aroma que desprendemos, es un olor dulce y sutil para llamar la atención de las dos primeras clases sociales y nuestros ojos son azules todo el tiempo, pero se intensifican cuando sufrimos emociones fuertes al igual que los alfas.

Todo es color de rosa si eres una omega del género femenino, pero cuando naces con los genes masculinos, siendo un omega y, para mejorar, el más débil de las tres clases sociales. Eso es lo peor que le puede pasar a un hombre lobo.

¿Por qué?

La respuesta es simple: porque tienes que someterte a la voluntad de un alfa o beta posesivo que hubiese preferido estar con una chica en vez de un chico, nos discriminan. Solo le somos útiles para procrear a sus hijos mientras tenemos que soportar abusos, malos tratos, golpizas y demás. Son muy pocos los que están por amor de verdad.

Pero en mi caso es mucho peor debido a que no puedo tener hijos propios. Creo que es por una enfermedad con la que nací, según lo que me dijo mi madre.

-¿Cuál es el nombre de tu padre, Taylor? -interroga la doctora sacándome de mi ensimismamiento.

A partir de ahí la conversación no se me iba a hacer muy agradable y entregacho la cabeza, se bien las preguntas que prosiguen a continuación.

Alicia me echa un vistazo por encima de los lentes al notar mi silencio.

-¿Pasa algo? -pregunta.

Niego, sin levantar la vista del suelo.

-Entonces adelante -insiste-. ¿Cómo se llama tu papá?

Gruñí y apreté los puños con fuerza, no quiero hablar de ese señor.

-Se llama Tomás Días Ferrán y es un imbécil.

Alicia al escuchar mi respuesta tan fría y con escasa empatía hacia mi propio padre, vuelve a mirarme sorprendida. Termina de apuntar algo su cuaderno, lo coloca nuevamente en el escritorio y procede a quitase los espejuelos con el fin de prestar más atención en mis próximas palabras.

Sabía que ella estaba esperando a que enfatizara más en el comentario anterior, así que proseguí con mi diciendo.

-Me encerró en este infierno para que no pudiera contarle a nadie que él fue el responsable de la muerte de mi madre. Porque así perdería credibilidad y todos pensarían que sólo estoy dolido por mi perdida, pero la verdad verdadera es que Tomas la mato a sangre fría.

La doctora no mostró ningún gesto, sólo se limito en escuchar con detenimiento cada palabra que salía de mi boca, sin interrumpirme, como si estuviera valorando una exquisita obra de arte.

No puedo determinar qué es lo que estará pensando en este momento, su rostro es un enigma que no logro descifrar. Eso es exactamente lo que me intriga de ella y me desespera a la vez.

-Sé que no me creerás, por tanto no voy a esforzarme para que lo hagas -Se me escapa una lágrima, la limpio y autoseguido vuelvo a mirar al suelo.

-Si te creó -suelta de repente.
Alcé la mirada solo para observarla con una expresión de duda sobre mi rostro.

¿Por qué dice eso sin ni siquiera cuestionar?

Hasta el momento nadie había confiado en mí. También puede que me este diciendo eso solo para seguirme la rima y así ganarse mi confianza. Ahora soy yo quien no sabe si creerle o no.

Tantas preguntas se acumulan en mis pensamientos que no sé por dónde empezar, quiero saberlo todo. Mis dudas sobre ella solo aumentan a cada minuto de tensión que pasa en la habitación.

Al notar mi incertidumbre Alicia toma la iniciativa y continúa hablando.

-Desde la mención de su nombre te creí. Tomás solía ser un hombre bueno, pero últimamente... no sabría decirte.

Ahora estoy mucho más intrigado de saber qué es lo que ella sabe exactamente con respecto a mi padre que yo aún no sepa.

-¿Le conoces? -pregunté agarrando uno de los dulces que había en un tazón sobre la mesita que quedaba entre la doctora y yo para luego introducirlo en mi boca.

-Sí... solo lo necesario -respondió sin dar detalles excesivos -¿Cuál es el nombre de tu madre?

Desvía la atención hábilmente del tema principal, pero... ¿por qué? Hay algo que me está ocultando y por lo que veo tampoco lo descubriré por ahora.

Trago saliva con fuerza, casi me atoro con el dulce que había ingerido al escuchar la pregunta que me acaba de formular. Vuelvo a agachar la cabeza y con mucho esfuerzo me lleno de valor para poder responder.

-Su nombre era Ka-Katy Cas-Casteliny Roaz.

No pude resistir más, mis muros terminaron derrumbándose hasta estallar en lágrimas.

¡Joder como la extraño! La extraño mucho.

¿Por qué se tuvo que ir de esa manera?

Ella siempre fue tan buena ¿Por qué le toco a ella? Verla morir fue un duro golpe para mí, el cual nunca voy a superar. Jamás podre pasar página. Lo único que deseo es que este siendo feliz donde quiera que este, aunque ya no esté a mi lado.

La doctora se levanto de su silla y se sienta a mí lado. Me envuelve entre sus brazos recostando mi cabeza en su regazo y así me deja un rato para que pudiera desahógame, aunque le estaba arruinando el vestido no le importo.

Se siente tan bien que alguien te abrace cuando tienes las densas bajas es como si te entrará una paz interior contigo mismo, es tranquilizador. Poco a poco me voy calmando y entonces ella se aleja de mí, pero no demasiado; acuna mi rostro entre sus manos acariciando suavemente mis mejillas y me susurra con una voz dulce.

-Tranquilo...yo... lamento tu pésame -puedo oír como su voz se quiebra, pero su rosto sigue siendo inexpresivo

-. Quiero que recuerdes que puedes contar conmigo en cualquier cosa que necesites, siempre estaré ahí para ti ¿de acuerdo?

Asiento con la cabeza mientras me levanto y me aproximo hasta la puerta de salida con el fin de irme a descansar un poco a mi nuevo cuarto.
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Buenasss, espero que les este gustando hasta ahora la historia y si pudieras dejar sus votos y comentarios se lo agradecería mucho.

Ya séque este capítulo no es tannn emocionante, pero es importante que sepan como es que funciona el mundo de los hombres lobos para que puedan entender los próximos capítulos.

Les prometo que el siguiente será mucho más interesante (guiño, guiño)

Con cariño Katy 😘

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