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Steve observó el nerviosismo de la recepcionista ante la presencia de Tony, no estaba lo suficientemente cerca para escuchar, pero el comportamiento del castaño era bastante obvio, su sonrisa coqueta y el sonrojo de la mujer que reía a todo momento era lo suficientemente revelador.

Cuando Tony se inclinó aún más en la repisa de recepción, Steve tuvo sufiente, se acercó alcanzando escuchar como Tony le pedía suavemente que guardara el secreto de su estancia en el hotel, prometiéndole una gran recompensa si se aseguraba que nadie averiguará que se había hospedado, y era claro que no solo hablaba de una recompesa económica.

—Tony —murmuró, tomandolo del bicep sin poder detenerse—, apresurate.

El castaño lo miró con un brillo de molestia y con un movimiento se liberó de su agarre.

—Ya voy —masculló, regresó su atención a la recepcionista—. ¿Entonces tenemos un trato, preciosa?

La mujer se sonrojó.

—Por supuesto, señor Stark.

—Bien —sonrió Tony acomodándose los lentes oscuros—. Entonces también puedes  asegurarte de que nuestras cosas lleguen al cesar palace, habitación de Virginia Potts.

La mujer sonrió y le regreso una tarjeta a Tony.

—Si, señor.

—Eres la mejor —dijo el moreno.

Tras eso, ambos salieron del pequeño hotel, Steve siguió a Tony dentro de un taxi. El conductor ni siquiera los miró. Steve agradeció que el otro no mencionara lo ocurrido en la recepción, no sabría como explicarlo sin que sus sentimientos quedaran expuestos.

—¿A dónde?

— Primero necesito comprobar algo —murmuró Tony —. Conoce la Joyeria… ¿suggar dady? —leyó de su celular —. ¿Por que los nombres de los lugares aqui tienen que ser tan ridículos?

—Estas son las Vegas —contestó escuetamente el conductor.

Tony bufó ironico y guardó su telefono.

—Es bueno que tú no entiendas la ironía de esto Steve —le dijo con una sonrisa.

Frunció el ceño, realmente no lo entendía, pero no pediría una explicación, sospechaba que no le gustaría.

Minutos después, el recuerdo de Tony besándolo en la parte trasera de un automóvil vino a su mente, trago saliva y concentró la mirada en la ventana.

Su luna de miel había iniciado con ese beso, no un beso suave o dulce, había sido un beso duro y humedo que dejó a Tony rogando por más, había sido un beso que Steve inició al no haber podido apartar la mirada de los labios del otro. Al no poder continuar guardando un deseo de meses.

Steve entonces recordó algo extraño que no había tenido claro antes. La imagen vino repentinamente, Natasha viéndolos por el espejo retrovisor, pareciendo increíblemente divertida.

—Natasha fue quien nos llevo al hotel.

—¿Que?

—Nat conducia el auto en el que fuimos al hotel.

—Eso lo entendí, dije que, porque eso solo complica las cosas

Se sintió confundido. —¿Por que Natasha nos dejaría en el hotel? Pensé que estaba en una misión, fue lo que averigüe al hablar con Clint.

—Ella tuvo algo que ver con esto, te lo apuesto —gruñó Tony —. Si ella aparece como uno de los testigos, juro por Thor, o cualquier otro Dios menor que la haré pagar.

Steve intentó recordar mas cosas antes de eso, no lo consiguió, debido a eso un mal presentimiento se abrió camino en su interior.

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La joyería era bastante decente a pesar del nombre, Tony podía ver porque la había elegido. En su recorrido encontró algunas piezas interesantes, se retiró las gafas al acercarse a la caja, un diminuto y delgado hombre de traje negro los miró, un segundo después su rostro perdió todo color.

—Se… señor Stark, no creí volver a verlo, ¿Qué … qué lo traí por aquí?

Tony mostró el anillo, el hombre trago visiblemente saliva, el hombre parecía gritar estafador por cada poro.

—No vine a hablar sobre la estrafalaria suma que cobraste por los anillos —dijo apoyándose en el mostrador de cristal —, vine porque necesito hacerte unas cuantas preguntas.

Steve se posicionó junto a él, Tony observó como el hombre parecía ponerse aún más nervioso.

—No he dicho nada —balbuceó —. Hice lo que me dijo su amiga, borré frente a ella el video de seguridad antes de que se fueran, no he dicho nada, ni lo haré.

Tony frunció el ceño, las manos del hombre temblaban, su declaración parecía verdadera.

—¿Que amiga? —preguntó Steve.

—La que vino con ustedes, pelirroja y hermosa, con aura asesina que juro regresar para desaparecer mi cuerpo si yo vendía la noticia a los medios —susurró con puro terror.

—Romanoff —murmuró —. Lo sabía, maldición.

Natasha había jugado con ambos, habia estado presente con ellos durante todo lo sucedido, excepto dentro de la habitación, eso era en parte una lástima.

En lugar de detenerlos probablemente los había animado para un retorcido juego personal, Steve había dicho que ella los llevo al hotel, ahora ese hombre decía que ella había estado presente cuando compraron los anillos.

Por un segundo temió que Natasha lo supiera. Quizás había averiguado lo que Tony sentía.

Al menos Tony no tenía que preocuparse porque el hombrecillo estafador hablara.

—Dinos exactamente que ocurrio —ordenó.

—Ustedes llegaron aqui, ebrios, esa señorita venía con ustedes, ella no hablo… hasta el final —murmuró y su cuerpo temblo de miedo —. Ustedes parecían muy felices. —De reojo Tony miró como las mejillas del rubio se enrojecian —. Usted, señor Stark, le pidió a su prometido que eligiera los anillos, el señor —señaló a Steve —, así lo hizo…

Tony entonces recordó eso, despues de que pagara, Steve habia caido sobre una rodilla sosteniendo una caja barata de terciopelo negro abierta, donde había estado el anillo que ahora Tony llevaba en su dedo anular.

—Cariño, quiero… quiero hacer esto correctamente —dijo Steve, con una sonrisa radiante —, Tony, mi hermoso y perfecto Tony —susurró con dulzura —. ¿Te casarías conmigo?

—Si —respondio —. Si, Steve, quiero casarme contigo. —Steve se puso de pie, parándose de puntillas Tony tomó el rostro del rubio entre sus manos y lo besó, sintiéndose inmensamente feliz.

Tony parpadeó aturdido, sintió ganas de vomitar. Recordar su comportamiento lo hacía querer huir. Si algo debía agradecerle a Natasha era haberse desecho de ese tal video.

—Oh Dios, lo recorde —murmuró —. Yo soy la novia.

Su comentario carecio de humor y no fue bien recibido por Steve, ya que este mantenía un rostro inexpresivo sin mirar a Tony.

—¿Steve? ¿Qué sucede?

—Nada —masculló —. ¿Preguntarás algo más?

Steve no lo miraba, Tony sintió un sentimiento amargo subirle por la garganta.

Regresó la atención al hombre del mostrador. —¿Qué más paso?

—Ustedes partieron despues de eso, a la capilla a tres calles de aquí.

Tony asintió, volvió a colocarse los lentes y se apartó del mostrador.

—Bueno, usted sabe lo que ocurrirá si habla, ¿cierto?, mi amiga vendra aquí y hará que este lugar desaparezca con usted dentro. —El hombre asintió varias veces —. Y si ella no lo hace, lo haré yo.

Tony dio media vuelta y no esperó a Steve, salió del establecimiento con paso rapido.

Se sentía mal, no podía reunir el suficiente humor para aligerar el ambiente, los pasos de Steve detrás de él eran lentos y alejados, como si no quisiera estar cerca de Tony. Fue doloroso.

El rubio había recordado algo, algo seguramente malo relacionado con Tony, probablemente había visto el lado mas patético de Tony. Quizas sabía o sospechaba sobre lo que Tony llevaba ocultando durante meses.

Empezaba a temer lo que recordaría.

Ajustó su gorra y decidió que quería terminar con esto cuanto antes.

—Tony —llamó Steve luego de largos minutos.

—¿Qué? —espetó sin detenerse.

—Lo siento si hice algo para molestarte.

Tony se detuvo, dio media vuelta. —¿Que fue lo que recordaste?

Steve apretó la mandíbula, un segundo después se quitó la gorra para pasar una mano a través de su cabello.

—Sé que fue lo suficientemente grave como para que te cerrarás allá dentro.

Steve se puso la gorra.

—No creo que sea algo que quieras recordar.

Significaba que Steve hubiera preferido no recordarlo, al parecer estaba bien con recordar lo que habían hecho en la cama, pero no lo demás. Al parecer Steve no era ajeno a la hipocresía.

—Dímelo.

—No sé como... —dijo Steve.

—Dímelo —instó molesto.

—Solo… solo fue lo que ocurrio mientras nos casabamos —suspiró, derrotado.

Probablemente había descubierto los sentimientos de Tony, era obvio que lo molestaba. No sintió sorpresa al saber que sus sentimientos no eran correspondidos.

Tony no hablaría sobre eso, no volvería a insistir. Ya se sentía lo suficientemente humillado.

—Vamos —susurró, giró y se echo a andar, esperando no haber revelado lo mal que se sentía.

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Gracias por leer.

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