Capítulo Unico
Ser el recipiente de Sakuna, un omega de clase media y pareja de Gojo Satoru, no es algo que le agrade a la mayoría.
Cuando se dio a conocer que Itadori era el único ser capaz de retener a Sakuna en su interior. Todas las grandes familias se dieron a la tarea de deshacerse de el. Ya sea por medio de mercenarios, asesinos o mandar a su propia gente...
Nadie lo había logrado.
La razón era simple. Su alpha lo protegía.
Todos desean deshacerse del menor, pero ninguno puede siquiera tocarle un pelo.
Teniendo a la familia más poderosa protegiéndolo, la misión era imposible.
Al cumplir los diecinueve años, el pelirosa conoció a Gojo Satoru, su pareja destinada.
Su encuentro fue un poco raro. Ese día se dirigía a la universidad, cuando un coche negro paso demasiado cerca de el, haciéndolo caer al suelo.
El coche se detuvo justamente en la entrada de la universidad, de el bajaron dos personas.
Suguru Geto. Mejor amigo del peliblanco.
El pelinegro se encontraba gritándole al peliblanco por la estupidez de manejar a gran velocidad en donde hay mucha gente, mientras se acercaban a el.
Pero un olor en el aire, le nublo la vista. Era una combinación de madera húmeda y menta.
Alpha.
Había respirado el aroma con sorpresa, su omega exigiendo acercarse al origen de este.
Nuestro Alpha.
El pelinegro seguía disculpándose con el, pero el simplemente estaba perdido en la persona detrás de el.
El peliblanco era alto, tenia una sonrisa adornando su rostro y una tela tapando sus ojos, aquel hombre era el dueño de ese exquisito aroma.
Satoru tenia 24 años, cursando su ultimo año en administración de empresas, nunca había creído en las parejas destinas y todo lo que tenia que ver con eso. Pero cuando su nariz percibió un dulce aroma a fresa, todo su entorno cambio.
Su alpha comenzó a gruñir y a soltar mas de su aroma, desconcertándolo totalmente.
Mio.
Mi Omega.
Tuvo que reunir su autocontrol para empezar a acercarse al pelirosa. Tenia que estar calmado, podía asustar al menor.
Realmente no supo que sucedió después de eso, simplemente que lo había invitado a salir como disculpa por haberlo asustado.
Después de esa salida, creyeron que no se volverían a ver una vez mas. Pero inconscientemente buscando la presencia del otro, comenzaron a tener salidas.
Ocho meses después, Satoru inicio su cortejo.
Ambos completamente enamorados uno del otro, decidieron iniciar dar un paso mas en su relación.
.
.
.
Tres años casados.
Su amor iba en aumento. Todo era PERFECTO.
Bueno... casi todo...
Una rubia con grandes pechos se encontraba colgando del brazo de SU ESPOSO.
Maldita zorra.
Perra operada.
Su omega no paraba de insultar a la chica.
No era celoso de sus cosas, o eso es lo que quisiera decir en ese momento.
Esa maldita perra estaba restregando sus pechos y el peliblanco no hacia nada por alejarla. Y a juzgar por su olor, esta era omega.
Ese idiota se las pagara.
Decidió esperarlo en su oficina. Faltaba poco para la hora de descanso en la empresa.
El mayor tenia que regresar a su oficina.
Le pidió a Mei Mei, la secretaria, que no avisara al pelinegro de su presencia.
Aunque no era necesario lo mas seguro es que este ya sepa que estaba ahí. De algo debían servir esos seis ojos.
.
.
.
En un par de minutos el mayor se encontraba entrando a su oficina.
—Las tiene grandes, ¿verdad?
Una sonrisa empezó a adornar el rostro del peliblanco.
—¡Yuuji! ¡Amor!
Itadori fulmino a Satoru al ver que ignoraba su pregunta.
—¿Cuanto tiempo llevas aquí?, te he extrañado todo el dia —dijo mientras se acercaba para dar un beso al menor.
— No te atrevas a tocarme.
—¡Pero Yuuji, yo-
—Anda, vete con esa, se ve que te gusta que sus pechos esten sobre ti.
—Amor, ella sólo es la nueva secretaria de Geto, sólo le estaba mostrando la empresa.
—Como siempre tratando de ayudar a los empleados, que buen jefe eres — sentándose en la silla del Jefe —incluso deberías invitarla a comer, digo para tener una buena relación con el personal.
—¡Amor! Ya sólo tengo ojos para ti, tu eres mi todo.
—Si, aja —respondió con desinterés.
Siempre era lo mismo, cada hechicera o empleada nueva, se acercaba a su hombre tratando de llamar su atención.
Aunque Gojo no les hiciera caso, estas seguían insistiendo.
Las malditas no entendían que ese flacucho sin nalgas ya tenía dueño.
Acaso no veían las marcas en su cuello.
Era SUYO.
Sin prestar atención a los berrinches del peliblanco, se acercó a el, con una de sus manos saco la corbata del cuello contrario.
Satoru guardo silencio, sus ojos siguiendo cada movimiento del menor.
El menor lo hizo sentarse en la silla y comenzó a atar sus manos por detrás del respaldo.
No dijo nada.
El pelirosa se sentó sobre su miembro y empezó a frotarse contra el.
Cuando estuvo a punto de soltarse, una voz lo detuvo.
—Ni se te ocurra, Satoru.
El tono serio que uso, lo hizo quedarse en su lugar.
Sabía que si no hacía caso de sus palabras, Yuuji no lo dejaría tocarlo durante unos días.
Y eso era el infierno, ya que este lo provocaba durante ese tiempo; soltando su aroma en todo su hogar, moviéndose de forma provocativa, mandando palabras con doble sentido. Todo era un maldito infierno.
Por lo que tuvo que retener sus ganas de romper ese pantalón del menor y follarlo duramente.
...
—Yuuji, bebé no me hagas esto.
Ignorando sus palabras, el menor continuo moviéndose sobre su miembro, disfrutando ver como se tensaba el mayor debajo de él.
Subió sus manos sobre el pecho del peliblanco, empezando a desabotonar la camisa blanca de su traje.
Acerco su rostro, mordiendo la curva de su cuello, provocando que Satoru suelte un gruñido.
Sube a su oído, mordiéndolo antes de hablar.
—Te vas a arrepentir —pasando sus manos al cuello, apretando lo suficiente para dejar marca en su blanca piel.
—Me pren... des cada que-e te pones... asi, bebe... —las palabras saliendo entrecortadas debido a la fuerza con la que ahorcaba su cuello.
El peliblanco se estremece cuando una mano del pelirosa baja a su entrepierna, sacando su miembro, sujeta su erección, un delgado dedo roza con la cabeza.
Da un pequeño beso en el labio antes de morderlo.
Suelta su labio y retira las manos del pene, se levanta de las piernas del mayor. Comienza a ponerse de rodillas frente al peliblanco, esta vez tomando su miembro y metiéndolo en su boca, da una pequeña lamida en la punta, antes de meteria una vez más a fordo.
Sube y baja su cabeza, mordiendo ligeramente la cabeza, succionándolo, repitiendo una y otra vez.
Siente como Satoru tiembla, su miembro poniéndose cada vez más grande y duro, saboreando el liquido preseminal en su boca.
Su respiración comenzando a ser irregular.
Continua chupandolo, aumentando el ritmo.
Justo antes de llegar al orgasmo el menor se pone de pie, tomando a Satoru del cabello, levantando se cabeza, vuelve a besarlo metiendo su lengua en la boca.
—Quieres hundirte en mi, ¿Verdad?
—¿Quieres sentir mi culo apretar tu miembro? ¿Quieres llenarme con tu semen?
Sin dar tiempo a contestar, el menor sujeta su miembro comenzando a masturbarlo lentamente.
Mio.
El aroma a madera húmeda y menta comienza a inundar toda la oficina.
Su celo había llegado.
Yuuji sintió como Satoru lo levantaba en sus brazos, apoyándolo sobre el escritorio.
El peliblanco acaricio sus muslos con cada mano, subió a sus nalgas y las apretó.
—Que lindas nalgas, bebé.
Comenzó a magullarlas más, apretándolas sin piedad.
Y entonces resonó en la oficina.
El mayor le dió una fuerte nalgada, dejando la palma de su mano marcada en sus nalgas.
Un gemido agudo salió de los labios del pelirosa.
Satoru soltó un grupos antes de soltar otra fuerte nalgada en la otra nalga de su omega.
Itadori apretó sus dientes, esto era realmente exquisito.
Con las nalgas ardiendo por las constantes nalgadas, su trasero estaba sensible.
Satoru sostuvo sus nalgas, las abrió para exponer su pequeña entrada.
El pelirosa tembló cuando sintió algo húmedo pasar por ella.
Podía sentir la respiración caliente del peliblanco, su lengua se deslizaba de arriba a abajo a través de su entrada.
Iradori gimió fuertemente.
Sin dar tiempo de acomodarse, Satoru entro en una estocada.
Las embestidas iniciaron rápidas, fuertes, duras.
El menor se retorció intentando acostumbrarse al tamaño, era realmente enorme.
Abrió la boca para tratar de respirar, pero su boca fue tomada por los labios del otro, besandolo con desespero.
—¡Satoru! — gimió Itadori apretando con fuerza su entrada.
— ¿Qué? — se rió suavemente inclinándose para morder la espalda del pelirosa — ¿Quieres que te llené?
Dando muchos besos en toda su espalda.
—Soy todo tuyo — murmuró mientras lamia su cuello.
— Sólo mio — gruño Yuuji.
Mghhh.
Satoru comenzó a mover sus caderas embistiendolo fuertemente, sin piedad, una y otra vez.
Ahhh.
—Maaas... ¡Más!
El peliblaco seguía embistiendolo fuertemente y el menor gemía con cada una de las embestidas.
Itadori dirigió su mirada a la puerta, observando como la rubia apretaba su mandíbula.
Su mirada transmitía rabia, celos, envidia.
Ahhh.
El ser observado mie tras te ia sexo debería avergonzarlo, pero al contrario solo estaban haciendo que lo disfrutará más, estaba excitado de ver cómo la rubia enfocada su vista en ambos cuerpos mirando como Satoru lo follaba sin piedad.
Mío.
Dijo con un movimiento de labios.
— Satoru, ¿De quien eres?
— Tuyo — Satoru paso sus manos sobre su miembro, tomando su erección sin dejar de embestirlo, rozó su punta, comenzando a masturbarlo al mimo ritmo de sus embestidas — Y tu solamente eres MÍO.
—Marcame — ordenó Itadori.
El pelirosa estaba en su límite, su saliva resbalaba de su boca, sus gemidos eran fuertes.
Satoru lo sintió tensarse debajo de él.
Acercó su boca al cuello del menor, sus colmillos comenzando a sobresalir.
—Todo lo que mi omega quiera — dijo contra su oido.
Sus colmillos se incautaron en el cuello del pelirosa.
Provocando el orgasmo de ambos.
Itadori se corrió con tantas fuerza que gimió una y otra vez en el desbordante orgasmo.
Sentir el semen de Satoru desbordandose en su inteeior era el jodido cielo.
Fue orgasmo tan intenso que su culo se apretó a más no poder, sus piernas acercaron más al peliblanco, los dedos de sus pies se curvaron, sus ojos se pusieron en blanco y su garganta se desgarro con un fuerte gemido.
Se sentía tan lleno.
Rodeo con sus brazos al mayor y lo acercó para besarla una vez más.
— Recuerda, tu sólo eres MÍO.
Ah. Realmente le gustaba provocar a su lindo esposo. Era tan excitante verlo ponerse posesivo.
Era lo mejor.
Esperaba poder repetir ronda, tal vez Yuuji acepte.
Yo también te amo bebé.
◇
Bueno hasta aqui llegó este OS, espero les haya gustado.
¿De qué les gustaría el próximo OS?
● Yuuji mayor y Satoru menor.
● Mpreg sin omegaverse.
● Escolar.
● Medieval.
● Dioses.
《Aries》
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro