Capítulo 19
–¿Boda? –insistió Loki.
–Eso dije –respondió la reina, sonriente.
–Pero... ¿Por qué?... ¿Por qué no me consultaste? –la expresión frustrada del pelinegro preocupó a su pareja.
–¿Te negarás?
Loki le lanzó una mirada cargada de ira al rubio tonto que había hecho una pregunta estúpida.
–Ah, por supuesto, tuve a tus hijas, pero no quiero tener nada contigo. Me repugnas de tal manera que el sólo hecho de existir junto a ti me provoca deseos de dejar de hacerlo. Claro que no me casaría contigo, Thor.
Thor parecía confundido. Aturdido, no sabía si lo decía en serio o no. ¿Podía decirlo en serio, después de todo lo que habían pasado? Y si no era así, ¿Por qué siempre soltaba esas palabras hirientes? ¿Era acaso esa su forma de vengarse por los años de sufrimiento? Algunas veces no podía comprender qué pasaba por la preciosa cabecita de su hermano.
–Lo siento –murmuró como respuesta un deprimido dios del trueno.
El salón quedó en silencio.
Odín miraba a Frigga esperando que interviniera, pero la reina observaba la escena en silencio.
Loki sintió el peso de la culpa sobre sus hombros. De cualquier manera no quería una escena frente a sus padres.
–No. Yo lo siento. Me sentí irritado porque no se tomó en cuenta mi opinión en un evento tan importante como es una boda. Y claro que quiero unirme a ti. Sé que es lo único que falta, pero tengo miedo –dijo monótono, sin dirigirle la mirada a su hermano que la buscaba insistentemente.
Ah, eso es. El miedo.
Ese que nunca lo abandonó.
Porque... ¿Qué diría el pueblo asgardiano al ver a su príncipe contrayendo nupcias con un monstruo, que además era el enemigo?
Su familia era una cosa, pero algo como la boda del futuro rey de Asgard no podía quedarse entre las paredes de su hogar.
Ya podía oírlos.
Podía oírlos.
Mirándolo con desdén y murmurando palabras de odio hacia su pueblo. Lamentándose porque el pobre, ingenuo y algo estúpido, príncipe Thor finalmente cayó ante los embrujos del mentiroso.
Ese embustero engañó al príncipe.
Él no lo ama.
Pero por supuesto que no.
¿Cómo podría amar un monstruo?
¿Sentía siquiera?
Nadie podría saberlo.
Nadie excepto su familia. Y era todo lo que le importaba. Pero su madre se había empeñado en realizar esa ceremonia.
Lanzó un suspiro.
–Debo suponer que has invitado a todo Asgard, ¿Madre?
–¡A los Nueve Reinos, cariño! ¡No dejé pasar a nadie! Y cómo podría, mis niños se casan. No pude controlarme –chilló Frigga aferrándose al brazo de su marido aún más. Odín carraspeó.
–No pude controlarla, hijo mío. Mis disculpas, sé que te gustaría algo más privado, pero dale ese gusto a tu madre. Después de todo, será la única boda de sus hijos –dijo dirigiendo su ojo a las esmeraldas del pelinegro que asintió esbozando una pequeña sonrisa.
Loki dirigió su mirada a su hermano que desde hace rato la tenía puesta en él de forma tan insistente que casi le irritaba.
–¿Qué? ¿Tienes algo que decir?
–Yo no... Sólo... –Thor intentó acomodar las palabras en su cabeza pero la imagen de su Loki frente a él no ayudaba demasiado.
Frigga rió.
–Bien, creo que es hora de que tu padre y yo nos preparemos también –exclamó jalando a Odín que no terminaba de entender el ambiente.
Y sin más ambos salieron del salón. Instantes después sólo se podía oír el rumor del viento por los pasillos.
Loki le dió un vistazo a su vestimenta, arrugando el entrecejo al ver el excesivo color blanco en ella.
No era algún tipo de novia. No se sentía como una.
Aunque realmente no le molestaría ser llamado su esposa.
Su ropa consistía en un traje de gala asgardiano, uno que nunca le agradó completamente.
No comprendía porqué su madre eligiria esos colores cuando sabía cuáles eran los de su preferencia.
En fin.
En cuestión de segundos esa pomposa vestimenta se transformó en algo más hermoso. Debía aceptar que había tomado algunas ideas de la moda midgardiana, que, algunas veces y en algunas épocas, no había estado tan mal.
Ahora se veía más tradicional.
También agregó algunos detalles de su cultura, pensó no hacerlo pero esta fecha era algo especial, y aunque había estado en contadas oportunidades en su lugar de origen, no odiaba ser un Jotun.
–Thor, ¿quieres cerrar la boca? Es desagradable –dijo volteándose hacia Thor, al ver su rostro transtonado, no pudo evitar soltar una risita.
Thor no respondió. Realizó un inútil intento por articular algunas palabras, provocándole una carcajada a Loki. Pero la sonrisa desapareció de su rostro cuando vio lágrimas en los zafiros de su pareja.
–¿Thor? ¿Qué te sucede? ¿Algo duele? –se acercó a revisar qué estaba mal, pero Thor lo apartó.
–Claro que duele. ¿Sabes lo preocupado que estaba? ¿Tienes alguna idea de cuánto me hiciste falta? –por fin salieron. Esos sollozos que parecían quedar atrapados en su garganta finalmente salieron.– Tú... Tú siempre quieres hacerlo todo por tu cuenta. Tú solo. Ya no estás más solo, Loki. Lo siento si llegué tarde, no te dejaré solo otra vez. Así que, por favor... Confía en mí, Loki... Confía en mí como yo lo hago en ti.
Ver a ese gran hombre llorar si que era chocante. Loki sintió una punzada en el pecho. Dolía. Dolía mucho.
–¿Por qué harías algo tan estúpido como eso? Eres estúpido. Siempre tan confiado, es por eso que todos se aprovechan de ti. Thor, tonto –Y antes de darse cuenta también lloraba.
–Es porque te amo. Podría confiarte mi vida, porque te amo. Y quiero creer que tú también lo haces... ¿Puedo creerlo? ¿No me dejarás otra vez?... ¿Loki?...–Thor algunas veces se comportaba como un perro. Y ahora sólo quería alguna muestra de afecto de su parte.
No se la negaría. Claro que no.
–Lo siento mucho. Yo también te amo, perdóname. Te extrañé tanto, no te dejaré solo... No me dejes nunca –dijo derramando lágrimas contra su pecho. Thor lo estrechó. Sus latidos eran rítmicos, acelerados y justo lo que necesitaba para volver a respirar después de el tiempo que pasó lejos de él.
Thor.
–Perdóname. Es culpa mía que tú hagas todo sólo... Porque soy torpe y distraído –dijo el rubio secándose las lágrimas.
–¡Eso no es cierto! Tú... eres genial. Pero era algo que yo debía hacer –Al notar que le había hecho un cumplido quiso retroceder el tiempo, esa idea se esfumó rápidamente al ver la felicidad en el rostro de su hermano.
–¿Lo soy? –preguntó, y Loki podía ver cómo brillaba, era casi demasiado.
–No empieces –sonrió para voltearse, evitando su traviesa mirada– ¿Vamos a ver a las niñas? No imaginas lo mucho que las extrañé.
–¿Más que a mí? –y allí estaba otra vez.
–Por supuesto –rio.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro