Después que Minos terminó, Albafica quedó en la cama, pensando.

Minos: Te amo, Alba.
Alba: Déjame.
Minos: Ok, sigues asi, te voy a llevar a dormir.
Alba: Quiero ir al baño.
Minos: Es verdad, disculpa.

Lo lleva a la ducha, en lo que se baña.
Minos: me gusta tu cuerpo.
Alba: Déjame solo.
Minos: No
Alba: Cállate entonces.
Minos: Apúrate.
Alba: Ya.

Lo lleva a una habitación pequeña, sin cama, sin ventanas.

Minos: Acá dormiras, mientras te comportes asi.
Alba: Perfecto. Es mejor que estar a tu lado.
Minos: Duerme.
Alba: Déjame.

Minos se entristece, le gusta Albafica, pero no soporta su desprecio. Quiere llorar, quiere decirle que lo ame.

En la pequeña habitación, Albafica llora.
Alba: Por fin, podré llorar, pero nunca me verá llorar, lo odio, me duele todo, me doy asco, soy una escoria de espectro, ese maldito, pero lo mataré por esto.

Minos: Por qué? Por qué me desprecia?
No me merece, está siendo tan cruel, yo, Minos de Griffo un juez de inframundo, siendo despreciado por ese...ese...ese bello caballero.
Se acuesta y piensa en el sabor de sus labios.
Minos: Esos labios, de dulce miel, de aroma de las rosas, ese veneno de rosas malditas, que están entrando a mis venas.

Alba se dice a si mismo
Alba: Es guapo, me gustó como me besó, a pesar que no queria hacerlo con él, fue tierno, dulce y amable.
Que estoy diciendo? Pero, si, yo, si, me gustó.

Ambos, suspiraron y sientieron un alivio en su alma.