CAPITULO 3
CAPITULO 3
El sonido de tintineo podía escucharse al igual que un ligero aleteo. La noche era tan hermosa como siempre y eso, gracias a pequeñas criaturas con alas que se encargaban de darle el hermoso brillo a la noche.
-¿Ya vieron?
El grupo de 4 hadas voltearon hacia donde apuntaba su compañera extrañadas. Notaron como una estrella se encontraba apunto de emerger del cielo, todas dieron un brinco de alegría, menos una. Cuando aquella estrella nació, dio un gran esplendor que maravillo a todas, pero al momento de que emergió otra que se encontraba a la par de ella se encontraba una también, pero su luz era tan tenue que las hadas no se percataron de su presencia, excepto el hada que no apartó la mirada de aquella luz casi invisible.
-Hay no...
El hada soltó con tristeza, sabía muy bien que el momento en que una nueva estrella nace otra tiene que irse. Aquella pequeña luz comenzó a caerse del cielo como si se tratase de un copo de nieve que es arrastrado por el viento. La de alas solo podía dedicarse a observar, esperando el momento en que aquella lucecita comenzara a desaparecer para siempre al momento en que tocara las nubes.
-Como lo siento... -susurro con tristeza.
Pero en su rostro abundo la sorpresa inmediata cuando aquella luz atravesó la nube sin problemas y siguió cayendo mientras bailaba por el aire. El hada se separó de su grupo para colocarse en la orilla de una nube, queriendo ver más con asombro lo que acababa de suceder, pero un extraño brillo de la luna la hizo desviar su mirada hacia ella ocasionando que la emoción de sus compañeras aumentara creyendo que había favorecido a la nueva estrella, pero el hada aparte sabía que no era verdad.
-Hizo lo que pudo, majestad -dijo el hada hacía la luna con una pequeña sonrisa volviendo su vista hacía abajo- que las estrellas te guíen...
Fue entonces que notó un ligero brillo desde el suelo, había logrado llegar a tierra.
El grupo Minimoy había logrado avanzar demasiado que habían podido llegar por fin a la superficie. Arthur no dejaba de preguntarle al joven príncipe sobre sus extraños inventos que llevaba en su mochila, pero Aster rodó los ojos divertido cuando comenzó a escuchar al pelirrojo explicarle la función de su nueva navaja de trecientas funciones. Aun podía recordar los primeros desastres que ocasionó cuando la obtuvo.
-¿Y no habrá algo para cortarte la lengua? -preguntó con seriedad Selenia mientras sacaba su espada.
-No, porque esa es tu función -replicó su hermano.
-¿Siempre son así? -preguntó Arthur hacía el rubio.
-No...-hizo una pequeña pausa antes de continuar- se le llama muestra de afecto en su idioma, te acostumbras.
Ante lo último dicho, Aster le guiño un ojo, ocasionando una sonrisa por parte del peliblanco, pero el momento fue interrumpido ante el repentino gruñido de molestia por aparte del insecto que estaba arriba de ellos. Ambos chicos corrieron hacía Selena con Aster detrás de ellos.
-Corran a mi señal...
La joven princesa espero unos segundos.
-¡Ahora!
Todos brincaron hacía un lado cuando el insecto estuvo a punto de atacarlos. Comenzaron a rodar sobre una roca hasta que lograron parar sin evitar golpearse al momento. Selenia se levantó como si nada estirando ambos brazos.
-Perfecto -sonrió comenzando a caminar.
-Creo que se me doblo un ala... -se quejó el rubio aleteando un poco siguiendo a la pelirroja.
Arthur y Beta tampoco se quedaron atrás, también soltaron algunos quejidos por la fuerte caída que tuvieron, pero aun así, trataron de seguirle el ritmo a Selenia.
Terminus.
Era lo que se leía en el gran letrero que tenían enfrente en lo alto.
-¿Hay alguien por ahí? -preguntó Selenia apoyándose en la ventana del lugar en busca de alguien.
-Por lo visto nadie pasa por aquí.
-Muy pronto entenderás el por qué -respondió Beta.
-Y no te gustara -concluyó el rubio con una mueca.
-¡¿Hay alguien por aquí?!
-O no hay nadie o nos está ignorando -dijo Aster observando el pacífico lugar.
-Yo votó más por la segunda opción -respondió el pelirrojo.
La exclamación de sorpresa de Arthur los hizo voltear hacía él. Al parecer el joven peliblanco había molestado a unos pequeños clientes que estaban esperando también.
-¡Hay no! Perdóname -comenzó a disculparse rápidamente, pero las criaturas se iban molestas sin mirarlo- pensé que eras una campana como tu pareces... no fue mi intención, perdón -se disculpó apenado.
Pero la aparición de alguien detrás del cristal lo hizo soltar otro grito de sorpresa.
-¿Pero que pasa chaval? ¡¿Qué crees que estás haciendo golpeando a mis clientes así?! -exclamó con molestia aquella criatura mayor de gran bigote con un acento peculiar- ¡Josu! Ni que tuviera tantos.
Con una última mirada de enojo se alejó de el para colocarse frente a los príncipes y Aster.
-Soy la princesa Selenia y...
-Ya lo sé -la interrumpió con obviedad apuntado después a Beta- y ese baturro es tu hermano junto a vuestro gran guardián ¿y quién es el tercer comediante que viene dándole tortazos a todos?
El joven extranjero se posicionó a lado de Aster y Selenia.
-Mi nombre es Arthur y estoy buscando a mi abuelo.
-He transportado a tu abuelo hace un par de años -relató comenzando a jalar varias cuerdas- un viejo excéntrico y demente que no paraba de insistir en ser transportado al territorio C -hizo una pausa antes de halar una última cuerda que hizo soltar un poco de vapor- a Necrópolis.
Al momento en que el joven peliblanco escucho aquella descripción estiró con emoción la manga del rubio. Aster le mostro una sonrisa tratando de calmarlo.
-¡Es el! Él es mi abuelo y es ahí donde quiero ir.
El mayor dio la vuelta para encararlos mientras sostenía una cuerda en mano.
-Agotao.
Dicho eso, estiró la cuerda que ocasionó que una persiana cubriera la ventana de cristal cerrando por completo aquel local.
-Necrópolis ¡jum! ¿Por qué no mejor se van a la luna? -bufó con molestia.
Aster le paso su arco y flechas a Beta, el mayor le había hecho enojar por su actitud grosera y por lo último dicho.
-Selenia...tu espada.
-Veo que si te molesto -dijo con diversión entregándosela.
-¿Qué va a pasar? -le susurró Arthur hacía el joven pelirrojo.
-Tu solo mira -le recomendó el menor con una sonrisa extrañando más al peliblanco.
Pero Arthur obtuvo su respuesta luego de ver como Aster destruía aquella ventana de cristal junto con la corteza del árbol, dándoles el paso libre hacía el mayor que miraba la situación sorprendido. Selenia fue la primera en entrar apoyando sus manos en la mesa que la separaba del dueño del lugar.
-No queremos ir a la luna queremos tres boletos a Necrópolis.
Aster dejó caer una bolsa con el dinero suficiente que el mayor no le quedo de otra que seguir con su cara de sorpresa.
-¿Quieres que seamos más claros?
《••••••••• ■ •••••••••》
-Ya podéis entrar.
Una gran nuez hueca se encontraba frente a ellos, para Arthur parecía ser algo simulado o parecido a un transporte así que dudo un poco al entrar. Aster podía notar como el joven peliblanco miraba todo con curiosidad y extrañeza, de verdad que todo era algo nuevo para él fue entonces que una pregunta vino a su mente.
¿Cómo será su mundo?
Pero sus pensamientos fueron interrumpidos al momento en que el mayor se despidió de ellos y cerró la puerta de la nuez dejándolos a oscuras.
-¡Aquí esta!
Una pequeña luz comenzó alumbrar el lugar desde la mano de Betameche contento de a verlo encontrado. Al momento de soltarla esta comenzó a volar en dirección hacia el peliblanco que no podía evitar mirar aquella bolita de luz con asombro.
-Qué bonito -dijo con ternura mientras la luz se posaba en su mano.
-Tengo otra aquí adentro ¿quieres verla? -Arthur asintió con emoción.
Selenia solamente se dedicó a rodar los ojos irritada. En cambio, Aster jugaba con la luz, pero sin perderse la conversación.
-Beta, ya tenemos suficiente luz -exclamo su hermana.
El pelirrojo soltó un chasquido al escucharla para comenzar a mostrarles el mapa de todo los lugares.
-¿Y a dónde vamos?
Aster dejo la luz de lado para enfocarse en el mapa.
-Estamos justo aquí -señalo el de alas- y tenemos que llegar hasta el otro extremo.
Arthur observo bien el lugar del destino.
-¡Conozco este lugar! Esta debajo del tanque de agua.
-Un tanque de agua gigante en las manos de ese malvado pedazo de... ya comienzo a entender -resoplo la pelirroja.
Arthur volteo a verla sin comprender.
-¿De quién estás hablando?
-El más malvado y despiadados de todos -contesto Aster con molestia.
-Ahh ya se, Maltazard.
Los tres minimoys soltaron una expresión de horror al escucharlo decir su nombre, para todos decir el nombre de aquel ser malvado era significado de traer una desgracia o más bien, traía mala suerte cada vez que alguien se atreviera a decirlo en voz alta. La primera vez que Aster lo dijo en voz alta una fuerte lluvia llego a sus tierras poniendo a todos casi en peligro, desde ese momento jamás lo había vuelto a decir. Fue entonces que su transporte comenzó a tambalear repentinamente.
-Por gamalos ¿que no sabes que más calladito te ves más bonito? -se quejó Aster sosteniéndose fuertemente de su cinturón.
-En verdad lo siento mucho -se disculpó el peliblanco.
La nuez hueca fue lanzada por el aire aproximándose a su destino, sin embargo Arthur pudo ver desde una ligera grita de esta como su abuela se encontraba afuera de su casa buscándolo al parecer ya se había dado cuenta de su ausencia, pero lo malo comenzó cuando de un momento a otro un fuerte golpe recibió la nuez al chocar contra un abejorro ocasionando que comenzaran a dar vueltas por el transporte, golpeándose unos a otros. Hasta que al fin lograron aterrizar, aunque algo brusco.
-¿Están todos bien? -pregunto Aster adolorido.
Los demás le respondieron que si entre quejidos. El rubio se levantó como pudo y camino hacia la entrada que, no importase la fuerza que le ponía o los golpes, esta no habría para nada.
-Por las estrellas -bufo al no poder abrir la puerta- estamos atorados.
Un golpe hacia la nuez llamo su atención.
-¿Qué fue eso?
-No tengo idea... -respondió el rubio.
-Pero no creo que debamos averiguarlo -comento Selenia sacando su espada.
-¿Qué estás haciendo? -pregunto Beta temeroso.
-Voy hacer una salida.
Clavo su espada en la puerta de la nuez, pero al momento de hacerlo un fuerte gruñido molesto se escuchó demasiado cercas de ellos.
-¡Sujétense! -grito Aster
Beta sin dudarlo se sostuvo de la pierna de su hermana con todas sus fuerzas a la vez que cerraba sus ojos, en cambio Arthur se sostuvo del brazo del rubio. Fue entonces que un gran golpe llego a la nuez mandándola a rodar con velocidad y comenzando que rodara nuevamente con todos adentro hasta que por fin se detuvo.
-Me agrada más cuando no se mueve -comento más relajado Beta.
-Dilo por ti -se quejó Aster- Arthur está aplastando mis alas.
-¡Huy! Perdón de verdad.
El peliblanco se levantó rápidamente apenado dejando que el rubio también se levantara sacudiéndose.
-Alguien se va a lastimar con esto, mejor yo me la quedo será más seguro así -dijo sacando la espada clavada para luego partir en dos la nuez.
Aster reacciono más rápido alzándose en vuelo observando como Selenia y beta comenzaban a flotar en la nuez partida entrando rápidamente en pánico.
-Hay no.
-¡Aster! ¡Ayúdanos! -exclamaron con miedo ambos príncipes- ¡Arthur! ¡Sácanos de aquí!
El rubio trato de empujar la nuez hasta la orilla, pero la corriente no lo ayudaba para nada.
-¡Ustedes tendrán que sacarme de aquí! Hay un hoyo en mi bote.
-Información nueva -soltó Aster comenzando a volar cerca del peliblanco al no poder tener ningún resultando- Los minimoys no nadamos.
La sorpresa se mostró en todo el rostro del extranjero, eso no era algo que venía en los libros de su abuelo, ahora ya sabría que poner cuando regresara a su casa.
-¡Voy por ustedes! Aster cuídalos hasta que regrese -pidió bajando de la nuez cuando esta logro llegar a la orilla.
-Con cuidado, Arthur.
El peliblanco asintió y ambos tomaron sus caminos separados. El rubio volvió a tratar de empujar nuevamente la nuez hasta la orilla, pero al parecer el agua ocasiono que diera un movimiento brusco mojando la mitad del cuerpo de Aster, incluidas sus alas.
-¡Aster! -gritaron ambos hermanos al ya no ver volar a su amigo.
-¡Me gustaría algo de ayuda!
-Beta quédate aquí, lo ayudare a subir -pidió Selenia acercándose a la orilla con cuidado.
-Cuidado chicos.
La pelirroja sostuvo un brazo del rubio para comenzar a estirarlo y ayudarlo a meterse a la nuez nuevamente. Aster soltó un suspiro de alivio cuando al fin estuvo dentro.
-Si fuera alguien más estoy seguro que ya hubiera vomitado -bromeo con una sonrisa para luego ver sus alas, estaban mojadas claro esta y eso significaba una cosa, no podría volar por un rato hasta que estas lograsen secarse.
-Mira el lado bueno, ahora podrás hacer más ejercicio -dijo Beta tratando de animar la situación, pero solamente se ganó un golpe de brazo por parte de Selenia.
Aster estaba a punto de contestarle, pero la llegada del peliblanco del cielo lo interrumpió.
-¿Ven? No los abandone -sonrió algo adolorido.
Selenia no pudo evitar enojarse.
-¡Qué bueno! Ahora en vez de ahogarse 3 nos ahogaremos los 4 juntos.
-Tranquila Selenia, estoy seguro que encontraremos una solución -alego Aster tratando de tranquilizarla, la situación no era la mejor como para comenzar a gritarse entre ellos.
-Es verdad, nadie se ahogara, Selenia -comenzó a decir Arthur- no dejaras que un riachuelo te asuste ¿verdad?
-No le tengo miedo al rio para que lo sepas -señalo hacia atrás de ambos una cascada que se encontraba a varios metros de ellos- ¡Es a eso!
Los tres varones miraron sorprendidos la situación, sin duda alguna deberían de hacer un plan y rápido.
La situación del riachuelo se solucionó gracias al plan de último segundo de Arthur que hizo admitir a menor de los minimoys que era alguien bastante hábil a pesar de venir de un mundo distinto, Selenia no le dio importancia admitiendo que ella lo hubiera hecho mejor y que el solamente tenía suerte de principiante, en cambio Aster tuvo que convencerla de que al menos hiciera el intento de tratarlo mejor si iban hacer este viaje los 4 juntos y era mejor llevarse bien que en vez de llevarse mal.
-¿Qué le pasan a tus alas?
Desde que salieron del pequeño rio, Arthur noto como el rubio no había volado desde ese momento y tenía que admitir que se preocupaba por si una de sus alas habría salido lastimada durante esos sucesos. Así que con pena se acercó a él para preguntarle.
-Se mojaron con el agua cuando nos separamos -le respondió el rubio con algo de pena en su voz. Trato de aletear, pero solamente pudo alzarse un poco- así que no puedo volar hasta que logren secarse por completo.
-Lo bueno es que no se lastimaron y están bien, son muy bellas como para que les ocurra algo -hablo sin pensar el peliblanco con una sonrisa.
Aster volteo a verlo divertido, parecía a verlo dicho sin pensar y estuvo en lo correcto cuando Arthur comenzó a sonrojarse hasta las orejas al notar lo que dijo hace unos momentos. El de alas soltó una risa al ver la reacción de él. Estaba acostumbrado solamente a entablar conversaciones largas con ambos príncipes y si, si hablaba con la gente del pueblo, pero era más por amabilidad que para lograr entablar una amistad y tenía que admitir que desde que llego cierto nuevo minimoy sentía una gran curiosidad hacia él, además que no podía evitar sentir una extraña sensación de cercanía hacia el nuevo y eso le causaba más intriga.
-Beta, necesito tu navaja -pidió Selenia.
-Enseguida.
-Cuidado -alerto Aster hacia Arthur agachándolo junto a el para evitar un gran abejorro que había pasado sobre ellos.
-Muchas gracias.
El sonido de una llamada de fuego proveniente de la herramienta de Beta asusto a todos, haciendo enojar a su hermana que con molestia le quito el aparato de una vez por todas para lograr usarla ella.
-No la he tenido por mucho tiempo -bufo el pelirrojo.
-Solo desde tu cumpleaños, calabaza -le recordó Aster cruzándose de brazos sin apartar su mirada de la princesa.
-¿Y qué edad tienes?
-Tengo 300 años -respondió el menor como si nada viendo la cara de sorpresa del peliblanco para luego seguir con orgullo- dentro de otros 60 ya seré un hombre.
-¿Y cuantos tiene Selenia?
-Ya va a cumplir mil años junto con Aster.
-¿Tienen mil años de edad? -volvió a sorprenderse mirando incrédulo hacia la joven princesa y luego hacia el rubio quien solo se limitó a darle una sonrisa levantando su hombro en respuesta.
-La edad de la cordura -dijo con tono burlón recibiendo un ligero golpe por parte de Aster- sus cumpleaños son en dos días. Fantástico ¿verdad?
Varias ramas de flor cayeron encima de los tres.
-¿Qué está haciendo? -pregunto Arthur cubriéndose.
-Dándonos un lugar para dormir -le respondió Aster.
Selenia les hizo una seña de que ya podían subir a la flor. Los tres subieron sin problemas, el polen se encontraba esparcido por todo el capullo, beta sin dudarlo se lanzó hacia esta para lograr acomodarse mejor y sin avisar, se quedó dormido.
-Veo que alguien no tiene problemas para dormir -dijo Arthur observando como el pelirrojo se durmió en segundos.
-Es normal -contesto Selenia agitando otra bola de luz.
-Eso es lo que pasa cuando uno aun es joven.
Selenia le entrego la espada al rubio que se acercó a la orilla de un pétalo y corto la soga que los mantenía cercas del suelo, la flor volvió a su figura normal haciendo tambalear a Arthur. La joven princesa se recostó sobre el polen encantada por la comodidad dispuesta a por fin descansar.
-Descansa, Aster.
-Descansa, Selenia -le contesto de vuelta el rubio.
Aster era el único que no se había acostado a diferencia de los jóvenes príncipes, había decidido sentarse por un rato, podía sentir como sus alas aún se encontraban algo húmedas, así que trataría de aletear un poco por unos momentos, pero su atención se fijó cuando vio como salió del polen un Arthur estornudando y quitándoselo de la cara.
-¿Y qué me dices tú? -pregunto el peliblanco acostándose a un lado Aster- ¿De verdad cumplirás mil años dentro de dos días?
El de ojos azules se quedó callado por unos momentos, parecía estar sumido en sus pensamientos y eso no pasó desapercibido por Arthur.
-¿Aster?
-¿Qué? Ah sí, sí. Mil años en dos días -respondió rápidamente rascándose la nuca - fue...el día en que llegue con los minimoys.
-¿Llegaste? ¿No naciste aquí? -pregunto con curiosidad apoyando su mejilla en su mano.
-Es algo complicado, pero en resumen...-hizo una pausa antes de continuar- ellos me acogieron cuando más lo necesitaba... y estaré siempre agradecido por eso.
La mirada de melancolía que podía notar Arthur en el rostro del rubio lo hizo mantenerse callado.
¿Qué fue lo que habrá pasado? Pensó.
Quería preguntarle más sobre ello, pero al parecer era un tema algo delicado de compartir para Aster y el peliblanco respetaría eso, apenas estaban conociéndose y no creía que le contaría su historia así de la nada, así que podía esperar antes de él se fuera. El de ojos azules aleteo por última vez, satisfecho porque sus alas ya se encontraban más secas.
-Al fin podrás volar mañana -exclamo contento Arthur.
-Gracias a las estrellas -agradeció soltando un suspiro de alivio- no sabría qué hacer si no volviera a volar.
-Amm ¿Qué se siente volar?
Aster se acomodó a la par de él acostándose boca arriba.
-Es algo... increíble. Me siento lleno de libertad cuando el aire me guía por los lugares o cuando puedo volar hasta lo más alto para apreciar el cielo nocturno y admirar lo hermoso del bosque -relato con calma, pero la emoción podía percibirse en su voz.
Arthur sonrió ante las palabras del rubio, sin duda alguna le fascinaba el hecho de volar y el brillo en sus ojos al momento de contar sobre ello era la prueba para él, pero un bostezo no pudo evitar salir de su boca para comenzar a cerrar sus ojos.
-Como me gustaría verlo un día...-dijo con voz adormilada.
Aster volteo a verlo al escuchar su voz cansada y sonrió al ver como se había quedado dormido cercas de él.
-Te llevare muy pronto...
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