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🌸 Tres: Sweet Daddy.

🌸 Tres: Sweet Daddy.

— Jungkook solo puedo confiar en ti, por favor, eres el único que puedo pedirle algo así. — suplicaba Woon del otro lado de la línea, su voz temblando de ansiedad y desesperación.

— Woon amigo, sabes que te quiero, pero hace ocho años que no nos vemos y ahora me llamas para pedirme esto. — Jungkook negó con su cabeza, sintiendo su corazón acelerarse al recordar los tiempos más sencillos de su juventud. Las aventuras alocadas que compartieron, los secretos que se prometieron jamás revelar, todo parecía un lejano recuerdo, y ahora, en medio de la inminente crisis, no podía evitar sentir una oleada de nostalgia y preocupación.

—Por favor, es cuestión de vida o muerte, sabes que no puedo confiar en nadie más. Mi hijo es mi mundo. — insistió Woon, la urgencia en su voz sintiendose a través de la distancia que los separaba.

—Yo no sé nada de niños, ¿cómo podría cuidarlo? — se quejó Jungkook, frunciendo el ceño con desagrado, la idea de ser responsable de alguien más, especialmente de un adolescente, lo aterraba. Todo parecía fuera de su alcance, lejos de su vida actual llena de tranquilidad y confort.

—Escúchame bien, Jungkook, si no lo envío contigo, van a matarlo, y Tae ya no es un niño, tiene dieciocho años. — La voz de Woon se volvió sombría, sus palabras gravitaban en el aire como un presagio peligroso, llenándolo de una inquietud creciente.

—Sigue siendo un niño para mí. — murmuró Jungkook entre dientes, recordando los momentos en que Woon hablaba sobre su hijo con tanto amor. La imagen de un bebé con la mirada llena de inocencia se formó en su mente, emitiendo un eco de la responsabilidad que ahora parecía caer sobre sus hombros.

Jungkook estaba entre la espada y la pared. Kim Woon le había salvado la vida hacía unos veinte años atrás, cuidó de él con devoción y, gracias a Woon, había construido una fortuna que le otorgaba estabilidad, aunque hacia diez años, se había mudado a otra cuidad, y a costa de la distancia habían perdido algo de contacto, aún así nunca olvidó la inmensa deuda que tenía con su amigo; el lazo de lealtad que los unía aún latía en su corazón. Con la voz temblorosa de Woon resonando en su mente, se encontró replanteándose su propia situación actual.

—De acuerdo, Woon, yo me haré cargo de tu hijo. — finalmente cedió al pedido de su amigo, aunque una sensación inquietante lo invadía. Sin saber en qué gran lío acababa de involucrarse.

—Gracias, gracias, te pondré como tutor de Tae hasta que tenga veintiuno. Confío en ti para administrar su dinero, de todas formas, él podrá retirar una cantidad exacta por mes para sus gastos. — la voz de Woon era ahora un susurro de alivio.

—Espera, ¿Cuánto tiempo te irás? — preguntó confundido, la avalancha de información lo estaba abrumando. A cada momento, el sentido de urgencia crecía al igual que sus dudas.

—No lo sé, Jungkook. Me involucre con las personas equivocadas, y... temo no salir de todo esto con vida. — La tristeza y el miedo llenaron las palabras de Woon.

—¡Ay carajo, Woon! ¿Qué hiciste? — la frustración y el temor se mezclaban en el pecho de Jungkook mientras empezaba a comprender la gravedad de la situación. La vida de una persona estaba en juego, y él se sentía atrapado en el centro de esa tormenta.

—Eso no importa ahora, tú solo cuida de mi pequeño Tae. ¡Ah!, otra cosa, él es un Omega puro, algo rebelde, pero nada que tú no puedas controlar. — Las palabras de Woon sonaban como si fueran un peso monumental, como si delegara un legado de amor y protección.

"¡Ay carajo! Ahora tendré un Omega revoltoso dando vueltas por mi casa. Tranquilo Jungkook tres años pasan rápido". pensó para sí mismo tratando de darse ánimos en el caos de su mente. Tenía que prepararse para un desafío completamente nuevo, uno que nunca había siquiera imaginado enfrentar.

—Y por favor, cuida que ningún alfa idiota se acerque a él. Cuídalo como si fuera tu propio hijo; Tae aún es muy inocente. — La súplica de Woon resonó en Jungkook, desafiándolo a ser el escudo de protección que nunca pensó que tendría que ser.

Jungkook giró sus ojos con fastidio, ahora también tenía que hacer de niñero. —De acuerdo, Woon, te lo prometo. — dijo, un atisbo de determinación surgiendo entre la tormenta de incertidumbres, sin imaginarse todo lo que vendría y el viaje tal alocado que estaba a punto de emprender.

Woon y Jungkook arreglaron de inmediato la partida del Omega; un chófer del azabache iría por él al aeropuerto a buscarlo, asegurándose de que su llegada fuera lo más cómoda posible. Woon, con el corazón dolido, sabía lo que significaba despedirse de su hijo en tales circunstancias, sobre todo porque como padre estaba haciendo todo lo posible para protegerlo en un mundo que a menudo parecía implacable. Estaba absolutamente convencido de que Jungkook, un hombre con una mezcla de fortaleza y dulzura, cuidaría de su hijo como si fuera su propio tesoro. La confianza que tenía en él era inquebrantable, tal como se encuentra una roca firme en medio de un mar agitado.

Unas pocas horas después, tal como habían acordado, el chófer de Jungkook, un hombre de aspecto sereno y uniforme impecable, lo recogió en el aeropuerto. Al verlo, Taehyung sintió una chispa de emoción y nerviosismo recorrer su cuerpo, preguntándose cómo sería el nuevo capítulo de su vida.

—¿Usted es el señor Jeon? —inquirió el omega con una chispa de curiosidad en su voz, a al ver al hombre sosteniendo un cartel con su nombre.

—No, joven Kim, yo soy su chófer. El señor Jeon se encuentra ocupado, por eso no pudo venir por usted —le explicó el hombre con un tono que no dejaba lugar a malentendidos.

—¡Oh! De todas formas se veía muy grande para ser él  —respondió Taehyung encogiendo sus hombros despreocupadamente, mientras el empleado lo miraba con evidente confusión en su rostro—. Bueno, entonces vamos por mis valijas, quiero darme una ducha. Debo confesar que el señor que iba a mi lado olía horrible. — El chófer, con una leve sonrisa en su rostro, simplemente asintió; pensaba que sin duda aquel Omega sería un soplo de aire fresco en la vida de Jeon.

Después de buscar sus valijas, se dirigieron al vehículo. Durante todo el trayecto, Taehyung no dejó de hablar. Era como si las palabras fluyeran de él sin cesar, compartiendo anécdotas de sus travesuras despreocupadas, llenando el aire del vehículo con risas y una energía contagiosa.

Al llegar al lugar, Taehyung observó con fascinación el imponente edificio, la mansión destacaba como un palacio en medio de la ciudad. El chófer, amablemente, lo invitó a pasar y, con una gran sonrisa, Taehyung cruzó el umbral de la casa, sintiendo que su nuevo hogar podría ser el escenario de una aventura extraordinaria a punto de comenzar.

—¡Woouu, es muy grande! —exclamó, mirando a su alrededor con ojos deslumbrantes que no podían ocultar su admiración.

En ese momento, Jungkook salió de su oficina. Al verlo, abrió los ojos de par en par. Era evidente que el niño que había conocido en el pasado había crecido y se había transformado en un joven que irradiaba confianza, belleza y energía juvenil.

—¡Oh! No sabía que el señor Jeon tenía un hijo tan lindo —soltó Taehyung con una sonrisa sincera al ver a Jungkook.

—¿Qué, hijo? No, yo no soy mi… hijo —Jungkook sacudió la cabeza, intentando organizar sus pensamientos. La idea de ser considerado como un padre lo tomó por sorpresa—. No tengo hijos, soy Jeon Jungkook.

—Wou, me lo imaginaba mucho más arrugado, con un vaso de whisky en una de sus manos y en la otra un habano, y su voz sería toda rasposa... No sé por qué, pero también me lo imaginé con un tono italiano; bueno, ese no es el punto. En fin, se ve muy... fuerte para tener cuarenta años —continuó Taehyung, hablando como si estuviera dando una crítica constructiva.

Jungkook, confundido y un poco nervioso, cerró los ojos y respiró profundo. —No tengo cuarenta, tengo treinta.

—¡Oooh! Ahora tiene más lógica —le sonrió Taehyung con ternura.

Jungkook casi se atraganta con su propia saliva al verlo. Esa imagen del joven frente a él era una mezcla de curiosidad y picardía que lo dejaba sin palabras.

—¿Puedo darme una ducha, señor Jeon? —preguntó Taehyung, mirando las escaleras que parecían conducir a otro mundo de confort y relax.

—No me digas señor Jeon, dime Jungkook —respondió él, intentando sonar tan casual como fuera posible, pero el nerviosismo aún era palpable en su voz.

—¿Jungkook? Suena raro llamar a mi tutor por su nombre de pila. Mmm ya sé, mejor lo llamo "señor papá". ¡Ay no! Suena horrible —bromeó Taehyung con una risa infantil que resonó en el aire como una melodía.

—No me molesta que me digas Jungkook, y mejor te muestro la casa —dijo caminando hacia él, mientras Taehyung levantaba su mentón, buscando alguna forma ingeniosa de dirigirse a su nuevo tutor.

Jungkook se detuvo a su lado y Taehyung giró para mirarlo, con una chispa traviesa en sus ojos. —Ya sé, voy a llamarlo... papi —dijo en un tono seductor, disfrutando del rubor que comenzaba a asomarse en las mejillas del azabache.

Jungkook tragó grueso. —No, no me digas así.

—Sí, lo sé, suena raro. Mejor... "Daddy" —le sonrió levantando las cejas, con ese aire de confianza que parecía inquebrantable.

—No... —Intento quejarse, pero el Omega no lo dejó.

—¡Oh sí! Eres mi "Daddy". Ahora sí, muéstrame la casa —exclamó Taehyung, mientras su risa resonaba en las paredes de la mansión. Jungkook negó con la cabeza. Continuar la pelea sobre cómo debía referirse a él no tenía sentido; pensó en lidiar con eso de "Daddy" más tarde, cuando su mente estuviera más despejada.

Dio un paso adelante y lo guió por las escaleras. —Esta es la habitación de huéspedes, pero puedes quedarte aquí y luego decorarla a tu gusto —le explicó, entrando a la habitación que estaba decorada con un sencillo gusto.

—¿Y tu habitación dónde está? —preguntó Taehyung, claramente interesado en el mundo personal de Jungkook.

—Allí al frente —respondió Jungkook restándole importancia, intentando no dejar que sus pensamientos se desvíen demasiado hacia el joven.

—Tengo una duda.

—¿Cuál? —preguntó Jungkook, con curiosidad.

—Puedo ir a alguna discoteca, es que no conozco...

Sus palabras fueron interrumpidas por un rotundo: —No, tu padre me dijo que cuide de ti, y eso no está en la lista de niños buenos. —dijo Jungkook, intentando sonar como un padre estricto, pero le falló la voz, sonando más bien un poco desorientado.

—¿Niño bueno? ¿Quién dijo que soy un niño bueno? —murmuró Taehyung, deslizando su mano por el fornido brazo del alfa, como si cada toque encendiera pequeñas llamas de desafío.

—Tú... tu padre —logró decir con claro nerviosismo, sintiéndose cada vez más acorralado por la picardía de Taehyung.

—Mmm, veremos si eso es verdad —dijo el joven, su voz baja y tentadora, mientras relamía su labio inferior de manera provocativa.

—Nos vemos en la cena —dijo Jungkook, intentando huir del Omega que, a su parecer, no tenía ni una pizca de inocencia en él. En su mente, una guerra de emociones se desataba; por un lado, la protección que quería brindarle, y por otro, la inquietante curiosidad que Taehyung despertaba en él.

—Sexy... Muy sexy. —susurró Taehyung cuando Jungkook cerró la puerta detrás de él, el eco del cierre resonando suavemente en la habitación.

En cambio, el azabache había comenzado a temblar, como si un rayo de inquietud hubiera cruzado su mente. No podía evitar ver a Taehyung como algo más que el niño inocente que su padre había descrito. Su belleza era extraordinaria, algo fuera de este mundo, que irradiaba un magnetismo que no podía pasar desapercibido para Jungkook. Sin embargo, a pesar de esta atracción, él trataba de pensar en frío, enfrentando la lucha interna entre sus sentimientos y su promesa de cuidar de Taehyung, que ahora se sentía como una carga aplastante.

Se sentó en uno de los sofá de la sala, permitiendo que su mente divagara mientras tiraba su cabeza hacia atrás en el respaldo y cerraba los ojos, intentando dominar los pensamientos turbulentos que lo asediaban. Se relajo al menos unos cuantos minutos, buscando claridad, hasta que los pasos de Taehyung bajando las escaleras interrumpieron su breve momento de paz.

—No traje mucha ropa, ¿mañana puedo ir a comprarme?. —preguntó el Omega desde detrás de Jungkook, su voz suave como un susurro en la noche.

—Sí, mañana te llevo a comprar ropa.— murmuró, abriendo los ojos,  y se encontró con el rostro del Omega a unos escasos centímetros, su cercanía era electrificante y desestabilizadora. Al sentir su respiración tan cerca, mezclada con un aroma dulce a fresas, Jungkook no pudo evitar deslizarse del sofá hasta el suelo, un movimiento casi instintivo para crear espacio entre ellos.

—¿Qué forma tan rara de salir del sofá? —dijo el Omega, acomodándose en uno de los sillones del costado, su risa ligera llenó la habitación.

—Es que... no estoy acostumbrado a que haya más gente, me tomaste por sorpresa. —se excusó Jungkook, mirando al rubio de arriba abajo, cautivado por su apariencia radiante. Taehyung se veía deslumbrante con su cabello húmedo cayendo desordenado sobre su rostro, una remera negra (algo ancha para él) le daba un aire despreocupado, mientras que los jeans de color azul claro resaltaban su figura. Era un estilo sencillo, pero había algo en él que lo hacía parecer extraordinario.

—¿Qué vamos a cenar? —preguntó Taehyung, restando importancia a la tensión que había llenado el aire, mientras Jungkook intentaba volver a sentarse sin parecer un torpe. El corazón de Jungkook latía con fuerza, cada interacción con Taehyung lo dejaba con la mente en blanco.

—No lo sé, ahora le pregunto a la señora Choi. —el alfa se colocó de pie, sintiéndose un poco en control, pero Taehyung lo siguió de cerca, como una sombra.

Jungkook caminó tratando de mantener la distancia, luchando contra la atracción magnética que sentía hacia Taehyung, pero el Omega se le había pegado como una goma de mascar al zapato.

—Mmm, huele muy rico. —murmuró detrás del alfa, su tono lleno de un entusiasmo genuino, y Jungkook no pudo evitar sonreír un poco.

—Señora Choi, él es Taehyung. —lo presentó aún nervioso, su voz temblando levemente.

—Un gusto, joven. —saludó la anciana, su voz cálida y amable.

—Igualmente. —respondió Taehyung con una sonrisa resplandeciente y una reverencia que hacía que sus ojos brillaran. —¿Qué es eso que huele tan rico? —señaló la olla, su curiosidad infantil iluminando aún más la escena.

— Preparé pasta, con salsa y carne de res. —informó la mujer, con un toque de orgullo en su voz, mientras Jungkook observaba la interacción.

—¡Uy, pasta! Me encanta. —festejó Taehyung, dando pequeños aplausos, mientras que Jungkook lo miraba perdido en algún lugar de la galaxia, sintiendo que su vida acababa de tomar un rumbo que ni siquiera podía imaginar.

La cena fue tranquila, aunque una extraña tensión flotaba en el aire. Jungkook no podía apartar los ojos del rubio, que comía haciendo un tierno puchero, cada bocado parecía un espectáculo en sí mismo.
De pronto, sin darse cuenta, Jungkook tomó una servilleta y la acercó a la boca del Omega, quien lo miró sorprendido, sus brillantes ojos ampliándose en incredulidad. Fue un momento suspendido en el tiempo; Jungkook se detuvo a unos escasos centímetros de los labios ajenos, sintiendo la calidez del aliento de Taehyung desvanecerse en el aire.

—Tie...tienes salsa. —le dijo nervioso, su corazón latiendo con fuerza mientras apoyaba la servilleta a un lado del Omega.

—¡Oh!, gracias. —respondió Taehyung, su rostro sonrojándose mientras se limpiaba con torpeza, sonriendo con una inocencia que desarmaba a Jungkook aún más.

Con un gesto decidido, Jungkook se colocó de pie, dejando su plato de comida casi intacto; el revuelo en su pecho no le permitía pensar en otra cosa. —Mañana debo levantarme temprano, así que mejor me iré a descansar. —explicó apresurado, pero su voz temblaba levemente. —Que descanses, nos vemos mañana. —Sin darle tiempo a responder, se retiró del comedor.

Taehyung miró el plato del alfa, casi sin tocar, y un ligero fruncir de ceño apareció en su rostro. —Qué poco come. —murmuró al eco de sus pensamientos, antes de terminar su cena.

Varios minutos después, subió a su habitación y se recostó en la cama, sintiendo una mezcla de inquietud y melancolía.

Jungkook se encontraba acostado en su habitación, luchando contra el insomnio que le provocaba la agitación de sus pensamientos; se sentía ridículo, como un adolescente enamorado, incapaz de comportarse de forma normal ante Taehyung. La imagen de su sonrisa no dejaba de aparecer en su mente. De pronto, unos golpes en la puerta lo sacaron de sus pensamientos y, todavía con el corazón acelerado, Jungkook se levantó. Al abrir la puerta, se encontró frente a Taehyung, que lucía adorablemente desarreglado en su pijama de ositos y abrazaba una almohada con sus manos, como si buscara consuelo.

—No puedo dormir. —se quejó, sus lindos labios abultados dibujando una mueca que solo hacía más difícil mantener la calma.
Jungkook dejó de respirar por unos segundos, embelesado por la ternura que emanaba de Taehyung, su mente se quedó en blanco ante la imagen que tenía frente a él. —¿Puedo dormir aquí contigo? —preguntó con una tierna sonrisa, esperando que Jungkook cediera.

Jungkook negó con la cabeza de inmediato, el pánico brotando en su pecho al darse cuenta de lo que significaba esa propuesta. —No... No, ve a tu habitación. —le ordenó, tratando de sonar firme, pero logrando un rotundo fallo, discutiendo en su mente sobre la absurda atracción que sentía.

—Es que extraño mi casa. —replicó Taehyung, con un puchero que rompía el corazón.

El alfa lo tomó del brazo, sintiendo una mezcla de frustración y anhelo. —No puedes dormir en mi habitación. —le dijo, guiándolo de nuevo a su cuarto, sintiéndose culpable por alejarlo, pero aún así incapaz de ceder ante la tentación. Taehyung soltó un suspiro largo.

El alfa lo introdujo a la habitación, cerrando la puerta detrás de él con suavidad. —Por la Diosa Luna, mantente lejos. —susurró detrás de la puerta.

Jungkook regresó a su habitación con la mente llena de confusos pensamientos, como si un torbellino de emociones lo hubiese envuelto. Se acostó en su cama, ocultando su rostro debajo de la almohada, como intentando silenciar la tumulto de pensamientos que retumbaban en su mente.

Pero para Taehyung, la noche no había finalizado; todo lo contrario, había despertado en él una sed de aventura que no podría saciar fácilmente. Decidido a obtener lo que quería a cualquier costo, el Omega cambió su atuendo, eligiendo una camisa blanca que se ajustaba perfectamente a su figura, levemente traslúcida, dejando entrever la piel que había fascinado a tantos. Se puso unos jeans claros, rasgados en lugares estratégicos, que acentuaban su figura esbelta, y unas zapatillas blancas que añadían un aire despreocupado a su apariencia. Su sonrisa traviesa y segura se convirtió en su accesorio más irresistible, atrayendo las miradas de muchos a su paso.

Taehyung salió de la habitación con el sigilo de un gato, buscando al chófer de Jungkook. Al encontrarlo, le lanzó una sonrisa que irradiaba confianza y una pizca de malicia.

—Necesito que me lleve a una discoteca. — le dijo, su voz rebosante de emoción.

—El señor Jeon no me avisó. — el chofer respondió, confundido por el atrevido pedido.

—Él me dio permiso, además, no vas a ir a llamarlo a esta hora, ya está durmiendo. — explicó Taehyung con tranquilidad, con la certeza de que su plan sería un éxito.

Después de analizar las palabras del rubio unos momentos, el chofer finalmente cedió. —De acuerdo, Joven Kim, lo llevaré a una discoteca. — La sonrisa del Omega se ensanchó, sintiendo que la noche prometía ser memorable.

Varios minutos después, el chofer detuvo el vehículo frente a la discoteca. —¿Está seguro de que quiere que lo deje aquí? — preguntó, claramente preocupado por el entorno bullicioso y vibrante que se presentaba ante ellos.

—Sí, ahora ve y dile al señor Jeon que estoy aquí. — dijo Taehyung, bajando del vehículo con confianza, sintiendo que el mundo era suyo.

—¿Qué? — preguntó el hombre, abriendo los ojos de par en par, incapaz de procesar la situación.

—Es que el señor Jeon no sabe nada. — le explicó Taehyung, alejándose del auto hacia la entrada de la discoteca con paso decidido y un aire de desinhibición.

El chofer tragó grueso, sabiendo que se encontraba en un lío por haber confiado en el rubio. —¡Ay carajo! El señor Jeon se va a enojar. — murmuró para sí mismo, apretando el acelerador mientras se alejaba, decidido a enfrentar las consecuencias.

Unos momentos más tarde el chofer, se encontró frente a la puerta de la habitación de Jungkook, sintiendo una mezcla de temor y responsabilidad. Cerró los ojos, respiró hondo y golpeó la puerta con suavidad, preparándose para enfrentar la inevitable confrontación.

—No, Taehyung, ve a tu habitación, por favor. — respondió el alfa, su voz sonando grave y cansada desde el interior, sin asomo de levantarse de la cómoda cama.

—Señor Jeon, soy ChanJoon. — la voz del chofer salió temblorosa, traicionando su nerviosismo mientras intentaba mantener el tono profesional que se esperaba de él en una situación como esa.

Un murmullo de confusión se escuchó mientras Jungkook se levantó, frotándose los ojos y tratando de despejar su mente de la somnolencia. Apresurado, se acercó a la puerta con determinación. —¿Pasó algo? — preguntó, confundido.

ChanJoon tragó grueso, la tensión en su estómago aumentaba cada segundo que pasaba. — El… El joven Kim está en una discoteca. — logró pronunciar con un esfuerzo, como si le hubiera costado sacar esas palabras de su garganta.

—¿Qué, cómo? — repreguntó Jungkook, su voz ahora cargada de incredulidad, mientras entraba en la habitación, apurado por vestirse. Sacándose la pijama de inmediato, sus pensamientos corrían rápidamente, cuestionándose cómo había sucedido eso sin que él se diera cuenta, y en la primera noche.

El empleado, sintiéndose avergonzado por la situación, optó por darle la espalda a Jungkook para brindarle algo de privacidad. — Es que él me dijo que usted le había dado permiso, y yo lo llevé… — comenzó a explicar, su voz era  apenas un murmullo cargada de la culpa.

Pero la voz estruendosa de Jungkook lo interrumpió abruptamente. —¿Acaso eres idiota?, ¿Cómo no me preguntaste antes de llevarlo? — La ira comenzó a mezclarse con la preocupación en su tono.

—Lo siento, lo siento, señor Jeon, sé que estuve mal. — respondió ChanJoon, su voz ahora temblando, casi al borde de las lágrimas, mientras se daba cuenta de las graves repercusiones que esta decisión podría tener.

—Muévete, llévame a donde está Taehyung. — le ordenó Jungkook con una mirada decidida, comenzando a caminar rápido por el pasillo hacia la salida, su mente ya imaginando los peores escenarios mientras su corazón latía con fuerza. La urgencia de encontrar a Taehyung lo impulsó, sintiendo que cada segundo contaba en su búsqueda.

Mientras tanto, Taehyung se encontraba en el centro de la pista de baile, entregándose al ritmo contagioso de la música, bailando con gracia y energía. Rechazando cortésmente a todos los que intentaron acercarse, disfrutando de la adrenalina que lo rodeaba. Su mirada de repente se iluminó al ver una tarima elevada. Se dirigió hacia ella, su corazón latiendo con fuerza mientras el ambiente lo envolvía.

Pocos momentos después, Jungkook llegó al lugar, apresurándose hacia dentro con la respiración entrecortada, camino entre la multitud buscando al rubio sin tener éxito.

—Baila para nosotros, bonito. — escuchó decir entre los vítores de la multitud y, cuando dirigió su mirada, lo vio. Taehyung estaba en la tarima, moviéndose de forma provocativa mientras el público disfrutaba del espectáculo, animado por su magnetismo.

Instintivamente, Jungkook se acercó al borde de la pista, su pulso acelerándose al ver a Taehyung atraer la atención de todos. —¡Bájate ahora mismo!— le gritó, levantando su voz no solo debido a la música estruendosa, sino a una mezcla de celos y preocupación que lo consumía. Demasiadas personas estaban disfrutando de su encanto, algo que le resultaba abrumador.

Taehyung negó con la cabeza, disfrutando del instante. Jungkook intentó tomarlo del hombro, pero sólo logró agarrar la camisa, dejando el hombro del Omega expuesto, provocando que el público estallara en gritos de euforia al verlo. Taehyung, al notar el alboroto a su alrededor, comenzó a desabrochar los botones de su camisa, entregado al juego y disfrutando de la atención que recibía.

Ante tal escena, Jungkook sintió que la frustración lo sobrepasaba. Sin poder contener sus celos, se subió a la tarima, arrancándose la chamarra y cubriendo a Taehyung con ella, como si fuera un acto de protección y posesión. —Nos vamos ahora mismo. — le ordenó con voz firme, sin espacio para réplicas, lo tomó de la cintura, levantándolo con determinación, subiedolo a su hombro.

Los abucheos no se hicieron esperar, pero a Jungkook no le importó en absoluto. Con determinación, bajó de la tarima, con Taehyung cómodamente instalado sobre su hombro, riéndose y disfrutando del espectáculo.

—Adiós a todos, nos vemos la próxima. — saludaba Taehyung desde la espalda del alfa, con su mano alzada en un saludo efusivo y una sonrisa brillante que iluminaba su rostro.

—Ninguna próxima, y deja de saludar o voy a darte una nalgueada. — amenazó Jungkook en su voz se teñía de un cierto fastidio, como si estuviera lidiando con un niño pequeño que no dejaba de hacer travesuras.

—¡Uuuh eso me gusta! — respondió Taehyung, riendo y disfrutando de la diversión, su expresión llena de picardía. Con un guiño hacia la multitud, continuó con su despedida. —Adiós, gracias a todos. — dijo provocando aún más al alfa, como si el juego entre ellos fuera un espectáculo en sí mismo.

Jungkook negó con la cabeza, sin poder creer lo que estaba sucediendo. Era casi surrealista: el papel de guardián que ahora desempeñaba, llevando a ese Omega tan extrovertido a su lado, se sentía como un desafío a su paciencia.

—Voy a volver pronto. — anunció Taehyung, pero antes de que pudiera terminar su frase, Jungkook le dio una fuerte nalgueada, haciéndolo callar abruptamente, logrando equilibrar la línea entre el juego y la seriedad que intentaba mantener.

—¡Ahmm! Te gusta jugar rudo, a mí también. — exclamó el Omega, mientras se apartaban de la entrada de la discoteca, su voz llena de desafío y diversión, disfrutando del momento con cada palabra que pronunciaba.

—Juro que voy a atarte a la cama para que no te vuelvas a escapar. — amenazó Jungkook, sintiendo cómo su consternación se mezclaba con un indicio de diversión, como si esta relación lo retara de maneras que nunca había imaginado.

—¡Uh! Tienes esos fetiches, sí quiero, pero que las esposas tengan felpa, así no me lastiman. — dijo Taehyung emocionado, el brillo en sus ojos denotando una travesura que solo alimentaba la frustración de Jungkook.

—¡Por la Diosa Luna, ya basta! — se quejó Jungkook, levantando la voz para poder establecer un límite entre la diversión y el caos. Luego, bajó a Taehyung de su hombro, enfrentándolo con seriedad. —Deja de hablar de esas cosas, tu padre me dijo que eras inocente. — dijo, mirándolo directamente a los ojos.

—Soy inocente, tengo la teoría pero no la práctica. — comentó Taehyung con una sonrisa, su expresión traviesa y sexy. —¿Acaso tú quieres ser mi...

Jungkook lo interrumpió de inmediato. —No, ni lo pienses, ahora sube al auto. — se adelantó a responder, ya imaginando cómo se desarrollaría la conversación si dejaba que Taehyung continuara.

—Juro que voy a encerrarte en el sótano. — soltó frustrado, sintiendo cómo la tentación de Taehyung era cada vez más difícil de resistir.

—¡Ey, eso es maltrato animal!... No espera, así no era. — respondía, mientras la risa del Omega llenaba el aire con su tono ligero.

—Ya entra al auto, no tengo sótano. — respondió Jungkook con una sonrisa, un gesto que delataba su resignación ante la locura.

—Aww, yo ya me había imaginado, encadenado en un sótano oscuro lleno de humedad. — continuó hablando Taehyung mientras se acercaba al vehículo, su voz vibrante como un canto de sirena, atrayendo a Jungkook a su juego.

Jungkook cerró la puerta de atrás, decidido a sentarse en la parte delantera, buscando un momento de calma. Pero cuando Taehyung se dio cuenta de su movimiento, abrió la puerta del otro lado como una amenaza juguetona, desbaratando sus planes.

Jungkook golpeó su frente con la palma de su mano, sintiendo cómo su resistencia se desvanecía ante el niño travieso que era Taehyung. Finalmente, se rindió y se sentó en la parte trasera del auto, junto al Omega, quien sonrió satisfecho, como si hubiera ganado una pequeña batalla en su juego interminable de seducción y travesura.

Taehyung iba sentado mirando el cielo como si nada hubiera pasado. En cambio, Jungkook no podía dejar de pensar en cada palabra del Omega que resonaba en su mente, una especie de eco que no podía acallar. Aquella imagen de Taehyung atado con esposas en la cama, totalmente a su merced, solo para él, provocaba que su miembro despertara con una intensidad abrumadora, y a pesar de su esfuerzo por ocultarlo con sus manos, los límites de la resistencia se desvanecían. Este tirante juego entre deseo y auto-control lo estaba llenando de una inquietante frustración.

Al llegar a la mansión, Jungkook soltó un profundo suspiro de cansancio, como si ese simple gesto pudiera liberar un poco de la tensión que llevaba dentro. Se acomodó en uno de los sofás de la sala. Libero un pequeño gruñido de molestia, centró su atención en un punto indefinido de la habitación, intentando no pensar en Taehyung y en cómo su mera presencia alteraba su tranquilidad.

—No quiero dormir en mi habitación solo —se quejó Taehyung, al acercarse y sentarse a su lado, su voz un susurro de desesperación que contrastaba con la firmeza que Jungkook intentaba mostrar en ese momento.

—No puedes dormir conmigo —dijo el alfa con voz firme, tratando de mantener la cordura frente al desafío que representaba el rubio.

—Entonces me voy a volver a escapar —amenazó, cruzando los brazos con un gesto que combinaba picardía y determinación, sus ojos llenos de un brillo juguetón que Jungkook encontró inconfundiblemente tentador.

El alfa masajeó el puente de su nariz. —De acuerdo, pero vamos a colocar almohadas en medio de nosotros. —Era una solución temporaria, pero parecía el único modo de mantener un control precario sobre la situación.

Taehyung al fin tenía lo que quería. Una gran sonrisa iluminó su rostro, como si hubiera ganado una batalla en el juego interminable de tensiones entre ambos.

—Aun así, vamos a poner reglas, que no puedes romper —el Omega hizo un puchero, que a Jungkook le resultó increíblemente adorable, aunque sabía que debía resistir ante sus encantos. —Primero, ambos dormiremos con pijamas; segundo, cada uno respetará su espacio. —Era un intento de regular la intimidad que inevitablemente surgía entre ellos, una ilusión de control en medio de las mariposas que revoloteaban en su vientre.

—Okey —asintió con una sonrisa, sabiendo en el fondo que las reglas estaban destinadas a ser desafiadas.

Esa noche para Jungkook fue la primera de muchas en donde debía tratar de pensar en frío. Acostado en su cama, la luz suave de la luna se colaba por las cortinas, y él sentía como el tiempo se detenía, atrapado entre sus pensamientos y los instintos primitivos que lo llenaban de deseos incontrolables. Para su mala suerte, a pocos minutos de que se acostaron, Taehyung cruzó su mano "dormido" por encima de la almohada, llegando al pecho del Alfa, que parecía una estatua de lo inmóvil que estaba. La calidez de la piel del Omega contra su propia piel lo hacía sentir como si estuviera incendiándose desde adentro. Segundos después, la pierna del Omega se cruzó por arriba de las del Alfa, y Jungkook sintió que el aire escapaba de sus pulmones. En ese momento, a Jungkook le conquistó un fuerte deseo de tomar las almohadas y tirarlas en algún rincón de la habitación, y así caer ante la deliciosa tentación que era Kim Taehyung. El atractivo natural del Omega, su risa siempre contagiosa y esa mirada sexy que parecía decir mucho más de lo que las palabras, lo estaban volviendo loco.

Al amanecer, Jungkook se levantó temprano, intentando alejarse para no caer en el juego del Omega, quien unos minutos después se levantó detrás del alfa, como un gato curioso que se acerca por detrás de su dueño.

—Te... levantaste temprano. — dijo al ver que su intento de mantenerse alejado había fallado, la voz de Jungkook aún sonaba un poco adormilada, pero lleno de nervios por la cercanía de Taehyung.

—La cama se sentía muy fría sin ti, Daddy. — dijo Taehyung, abultando sus lindos labios en una expresión que derretía al alfa, quien no podía evitar sonreír a pesar de sus intentos por permanecer serio.

Mientras desayunaban, disfrutando de unos pancakes esponjosos que había preparado Jungkook. Taehyung le recordó al alfa que debían ir a comprar ropa para él. La idea de salir en público juntos lo incomodaba, lleno de miedo por el qué dirán de aquellos que los conocían.

Camino a la tienda, el Alfa aprovechó para dejar un punto en claro para su tranquilidad. —Si preguntan qué somos, no digas que soy tu tutor, eso suena igual a niñero. — Taehyung asintió, aun con una sonrisa traviesa, acotando la orden.

Caminaban uno al lado del otro por los grandes pasillos del shopping, el Omega a cada instante se detenía a observar las grandes vidrieras como un niño pequeño que acababa de descubrir el mundo de los juguetes. Jungkook observaba y lo acompañaba con una pequeña sonrisa, sintiendo que era un privilegio ser testigo de esa emoción pura. Cada vez que Jungkook iba solo, siempre hacía lo mismo; se dirigía directo a su tienda favorita, apresurado por regresar al trabajo, sin disfrutar de observar a su alrededor. Ahora, con Taehyung, todo parecía diferente, como si estuviera inmerso en un nuevo mundo más divertido, lleno de nuevas cosas y posibilidades infinitas.

—Esta es mi tienda favorita, aquí venden ropa de muy buena calidad. — le explicó el alfa con orgullo, recordando las veces que él mismo había encontrado prendas perfectas para su estilo.

—Me encanta. — dijo Taehyung, tomando del brazo a Jungkook e ingresando ilusionado, su mirada brillando como un niño en una tienda de dulces.

El rubio no tardó en revisar algunos percheros en busca de algo de su agrado y talla, cada prenda que tocaba parecía encajar perfectamente en su personalidad vibrante y alegre.

—¡Buen día, señor Jeon! ¡Qué bueno volver a verlo! — saludó muy amablemente una de las empleadas, acostumbrada a ayudar al alfa. —¿Necesita ayuda?.

—¡Buen día! Por el momento estoy observando, cualquier cosa la llamo. — respondió Jungkook sin apartar la vista del Omega, que parecía escurrirse entre los pasillos de ropa, maravillado por la variedad.

La mujer volvió a su lugar, y el dueño de la tienda salió de su oficina, notando la presencia de su cliente regular y el intrigante Omega que lo acompañaba. —Yo los voy a atender personalmente. — le dijo a la mujer quien asintió, y el hombre fue en busca del rubio.

—¡Buen día! ¿En qué puedo ayudarte? — le dijo, parándose frente al Omega con una postura profesional, pero Taehyung, despreocupado, no alcanzo a responder, Jungkook se adelantó a hablar.

—No necesitamos su ayuda... — respondió rápidamente el alfa, molesto de ver por primera vez a ese nuevo "empleado".

Sus palabras se perdieron en el aire, el hombre se adelantó a hablar de nuevo, mirando directo a Taehyung, quien seguía explorando el lugar. —Soy el dueño de la tienda.

—¡Uy, eso debe ser divertido! Tener toda esta ropa a su disposición es un sueño. — dijo finalmente Taehyung observando al hombre, sus ojos brillando de emoción.

—Yo podría hacerte un descuento. — le sonrió, intentando llevar la conversación hacia un terreno más amistoso.

—¡Eso me gusta! Así me ahorro algo de dinero. — festejó Taehyung con la alegría que lo caracterizaba, ignorando la ligera incomodidad que se formaba a su alrededor.

Jungkook se acercó por detrás, pegando su cuerpo a la espalda del Omega, estableciendo una barrera que le otorgaba seguridad y posesividad al mismo tiempo. —No necesitas ningún descuento, yo voy a pagar por toda tu ropa, será mi regalo de bienvenida. — anunció con firmeza, su voz resonando en su pecho.

Taehyung se giró para verlo a los ojos, con una gran sonrisa brillando en sus labios. —¿De verdad? — Jungkook asintió con una sonrisa amplia. —Eso sí es una bienvenida. — festejó feliz, como si recibiera el mejor regalo de cumpleaños.

—Lo siento, no sabía que eran pareja. — habló el hombre, sorprendiendo a Jungkook, quien no podía creer lo que había escuchado.

Taehyung abrió grandes sus ojos mirando a Jungkook, quien negó con su cabeza, sintiendo como la presión aumentaba en su pecho. En ese momento, el Omega se dio vuelta y le respondió. —No somos pareja, es mi niñero.

—¿Qué? — soltó Jungkook atónito, su rostro enrojecido por la mezcla de sorpresa y molestia por aquella respuesta, pero Taehyung no lo dejó seguir reclamando, su tono se tornaba juguetón.

—Me gustaría comprarme remeras, camisas, ¡Oh! Y algunos jeans de varios colores. — le decía al dueño de la tienda mientras se alejaban, dejando a Jungkook furioso, sintiendo que había estado dejando que su dignidad se evaporara como el vapor de un caldero hirviendo.

Comenzó a seguirlo por detrás, casi explotando de celos, que aquel hombre estuviera tan cerca del rubio y compartieran risas de complicidad que claramente deseaba que le pertenecieran solo a él. De pronto, la mano del hombre se deslizó sutilmente por la espalda de Taehyung, y antes de que lograra tocarlo, un pequeño click hizo en la cabeza de Jungkook, encendiendo un fuego en su pecho y provocando que la preocupación por lo que estaba pasando se transformara en un ardiente deseo de proteger lo que era suyo. Sin pensar, se acercó por el costado y tomó la mano del Omega, atrayéndolo hacia él de una forma brusca, sorprendiendo a Taehyung por aquella acción inesperada.

—¿Qué... qué haces? — preguntó nervioso por el cambio de actitud del alfa, notando la intensidad en su mirada.

—No soy tu niñero. — pronunció, dejando que la seguridad en su voz lo llenara de confianza, mientras pasaba su mano por la cintura del Omega. Se acercó a su oído para susurrarle, su aliento cálido llevándole electricidad por todo el cuerpo. —Soy tu Daddy. — Taehyung tragó grueso, quedando en shock, su corazón latiendo a mil por hora, mientras toda su confianza comenzaba a esfumarse frente a la nueva actitud posesiva de Jungkook, que parecía ocupar cada rincón de su ser.

El dueño de la tienda, quien había estado observando la dinámica entre ellos, viró sus ojos con fastidio, sintiendo que la atmósfera estaba cargada de un tipo de tensión que no esperó ver durante su jornada laboral, como si acabara de ser atrapados en un juego que no era el suyo.

Jungkook deslizó su mano con delicadeza, tomando la del Omega con un firme propósito, entrelazando sus dedos de manera casi posesiva. —No te alejes de mi lado. — le ordenó, su voz un susurro lleno de autoridad, Taehyung asentía con la cabeza, incapaz de articular palabra.

Después de explorar varias opciones, ambos decidieron que era hora de entrar al vestidor. El dueño de la tienda, aguardaba cerca del vestidor, ansioso por observar cómo los atuendo elegidos le quedarían al Omega, mientras Jungkook se mantenía a unos escasos pasos de distancia, vigilante y lleno de anticipación.

—¿Qué opinas? —dijo Taehyung, mientras corría rápidamente la cortina, su rostro iluminado por una sonrisa amplia. Se había probado una camisa roja vibrante, que contrastaba perfectamente con su piel, acompañada de unos jeans negros que ajustaban su figura de manera favorecedora. El color parecía desafiar al mundo, gritando confianza y belleza.

Jungkook quedó con la boca abierta, completamente aturdido y sin lograr decir nada. En su mente, no había duda: el rojo era definitivamente el color de Taehyung, un tono que realzaba su esencia y lo hacía aún más deslumbrante. La admiración en sus ojos era evidente, una mezcla de amor y deseo que lo dejaba sin aliento.

—Te ves muy hermoso. —dijo el dueño de la tienda, haciendo que Jungkook volviera de su trance. De manera casi instintiva, se acercó rápidamente, tomó a Taehyung por la cintura con una dulzura posesiva y lo condujo de nuevo al interior del vestidor, cerrando las cortinas tras ellos con determinación.

—Solo yo puedo verte. —le ordenó, el tono de su voz era suave pero firme. Taehyung sonrió, y sus mejillas se tornaron de un color rojo intenso, los nervios comenzaban a bailar en su interior, cambiando de lugar, mientras Jungkook, ahora más confiado, irradiaba una energía protectora. Por primera vez, era el rubio quien experimentaba esos nervios frente al alfa.

Cada vez que se probaba una prenda nueva, Taehyung no podía evitar llamar a Jungkook desde detrás de la cortina con un suave susurro, "Daddy", un término que ahora hacía sonreír al alfa. Era un sonido que electrificaba el ambiente, una nota perfectamente afinada en la melodía de su relación.

Una vez que eligió las prendas que deseaba, el dueño llevó las elecciones a la caja. Jungkook observaba con una expresión de contento, emocionado de salir de aquella tienda que había comenzado a sentirse de otro mundo, donde el tiempo se había detenido para ellos.

—Ya podemos irnos. —dijo Jungkook, una chispa de felicidad iluminando su rostro, aliviado de que esa fase de la aventura ya estaba por concluir.

—Aún no, vi algo... que me gustó para ti, espérame aquí. —dijo Taehyung con una expresión traviesa y salió en busca de la prenda. Poco después, regresó con una camisa negra de seda que brillaba sutilmente. —Creo que esta camisa te quedará muy bien. —susurró con una mezcla de emoción y timidez.

—De acuerdo, voy a probarla. —respondió Jungkook, tomando la prenda con una sonrisa que iluminó su rostro mientras se adentraba en el cambiador. En cuestión de segundos, abrió la cortina, dejando ver al Omega con su encantadora figura.

—Así no. —dijo Taehyung acercándose al alfa con un aire juguetón. —Quedaría mejor dentro del pantalón. —con una suavidad casi mágica, comenzó a meter la camisa por el borde del pantalón del alfa, quien no podía apartar la mirada, embelesado por la cercanía. —Y las mangas quedan mejor remangadas. —continuó, ansioso por perfeccionar cada detalle, como un artista esculpiendo su obra maestra. Cada movimiento hacía que la atmósfera se cargara de una tensión palpable.

—Y en el pecho, dos botones desabrochando. —murmuró, mientras desabrochaba con delicadeza los botones superiores de la prenda. La respiración de Taehyung se tornó pesada cuando el sutil aroma a chocolate amargo del alfa se esparció en el aire, atractivo y envolvente. El corazón de Taehyung comenzó a palpitar con fuerza, todo a su alrededor parecia desvanecerse.

Jungkook pasó su mano por la cintura ajena, atrayéndolo hacia él de una forma suave pero posesiva, sus ojos se encontraron en un instante de conexión profunda. La segunda mano del alfa se posó en la mejilla del rubio, acariciando su labio inferior con su pulgar, un gesto que hizo que Taehyung cerrara los ojos, entregándose a la dulzura del momento.

Jungkook comenzó a acercar su rostro despacio, el pulso acelerándose en su pecho. —Eres hermoso. —susurró a escasos centímetros de los labios ajenos, su voz impregnada de emoción, un secreto compartido en la penumbra del vestidor.

—¿También va a llevar esa camisa? —lo interrumpió el dueño de la tienda, con clara intención de molestar.

Jungkook giró los ojos, claramente enojado. Desde que había visto a ese hombre, solo deseaba golpearlo, y ahora estaba a punto de perder la compostura, si no fuera porque sabía que ese no era el lugar indicado para hacer una escena de celos. Trataba de mantener la calma, pero la irritación crecía.

—Sí, voy a llevarla porque a mi Omega le gusta. —respondió Jungkook, dirigiendo una mirada de complicidad y ternura hacia Taehyung, con una sonrisa orgullosa en sus labios. —Vámonos a casa. —finalizó, sintiéndose aún más determinado a proteger lo que consideraba suyo.

El camino de regreso fue silencioso, pero la atmósfera entre ellos estaba cargada de emociones. Parecía que el Omega ahora estaba perdido en algún punto de la galaxia, su mente divagando con lo ocurrido.

Por su parte, Jungkook se encontraba en una tormenta de emociones, confundido por su actuación tan celosa y posesiva, pero no arrepentido; había llamado a Taehyung su Omega, y eso lo llenaba de una felicidad inesperada que no podía ignorar. Sin embargo, una parte de él luchaba con la idea de que todo estaba mal, que tal vez era demasiado grande para Taehyung, y que estaría mal visto ante la sociedad. Sacudió la cabeza, intentando despejar esos pensamientos negativos, recordando que quizás al final, todo valdría pena.

Continuará ...


🌸Hola Dulces Obsesionadas por el KookV / Taekook.

🌸 Este mini relato es un Two shorts, en un rato subo la segunda parte...lleven agüita 🤣

🌸Espero que les haya gustado.
Los quiero.

🌸 Nikki 🌸

🌸

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