🌸Cuatro: Juguete Sexual (parte dos).
Apoyó la lapicera sobre la mesa, levantó su rostro con curiosidad brillando en sus ojos: —¿Cuándo comienzo?
—En unos días, el estudio aún no está listo para recibirte adecuadamente. — respondió Jungkook, mientras se colocaba de pie. —Por el momento, voy a mostrarte tu habitación. Aquí puedes comer todo lo que quieras y también puedes ir a ver a tu hermano. En este espacio, eres libre de explorar y disfrutar de tu tiempo. Sin embargo, hay una regla importante: no puedes salir solo. — La seriedad en su voz hacía que la advertencia pareciera casi palpable.
—Me gustaría ir a buscar mis cosas, y las de mi hermano a la casa de mi padre. — dijo Taehyung casi suplicando, abultando sus labios.
—No necesita nada de allí, yo iré a comprarte todo lo que necesites. — le explicó Jungkook, apoyando suavemente su mano en la cintura del doncel para guiarlo.
—Solo quiero ir por su osito de felpa, y algunas fotos, por favor. — juntó sus manos en forma de ruego, sus ojos implorantes añadían un peso emocional a su petición, como si esos objetos representaran recuerdos y la conexión con su pasado.
Jungkook se quedó en silencio pensando unos minutos, con la idea de que Taehyung regresara a su hogar le provocanba una gran preocupacion en su interior. Finalmente, dijo: —Min irá contigo, solo toma lo necesario y regresa de inmediato. — No quería arriesgarse a que el padre de el doncel dijeron algo de más.
—Lo prometo, y gracias. — festejó Taehyung con una amplia sonrisa, sintiendo que había ganado un pequeño triunfo. —¡Oh! Una cosa más, ¿puedo ir al parque a bailar...?
Jungkook, sin dejar que terminara la pregunta, apoyó su dedo índice en los labios del rubio. —Bailarás solo para mí. — Con su mano libre, señaló el contrato que aún descansaba sobre la mesa. Taehyung asintió, mientras soltaba un suspiro de resignación.
—Vamos a tu habitación. — dijo Jungkook, cambiando de tema con un aire de autoridad, sin darle tiempo a reclamos.
Al entrar a su habitación, Taehyung quedó sorprendido; era un lugar tan amplio, solo para él, que parecía un sueño. Los rayos del sol se asomaban por el gran ventanal, iluminando todo el lugar con un brillo cálido que casi se podía sentir en su piel, y el aire fresco parecía invitarlo a dejarse llevar por la emoción de su nueva vida.
—Tienes baño propio, y un vestidor. — le explicó con entusiasmo mientras gesticulaba para resaltar cada detalle. —Aquella pequeña puerta. — añadió señalando con su mano. —debe estar siempre vacía, allí recibirás tus atuendos de baile. — El tono de su voz transmitía la importancia de aquel lugar.
—¿Cómo, aparecerán de la nada, como si fuera magia? — Taehyung hizo unos movimientos con sus manos, imitando a un mago en pleno acto, mientras un brillo travieso iluminaba sus ojos. En su mente, comenzó a imaginarse ropas brillantes y elegantes emergiendo de la nada, como si el propio vestidor tuviera vida propia.
—Tal vez. — respondió el azabache con una sonrisa, disfrutando del asombro de Taehyung.
—Bien, en unos momentos Min vendrá por ti. — añadió abriendo la puerta de la habitación. —Nos vemos a la cena. — se despidió saliendo del lugar, dejando al Doncel sumido en sus pensamientos.
Taehyung se recostó en la cama, sintiendo el suave roce de las sábanas entre sus dedos, pero su mente estaba muy lejos de la tranquilidad que le ofrecían. Comenzó a llorar, sintiendo cómo las lágrimas deslizaban por sus mejillas. Todo había sucedido tan rápido, que sus emociones estaban mezcladas; no sabía si sentirse feliz o triste. Había esperado por tanto tiempo un cambio en su vida, una oportunidad, pero la realidad se había convertido en un caos. También se sentía un idiota por cómo habían ocurrido las cosas, ahora estaba atrapado en un contrato que prometía sueños y esperanzas, pero que también venía atado a pesadillas y compromisos que le parecían aterradores. Sabía que lo único que debía hacer para salir pronto libre era no caer en la tentación de Jeon Jungkook, algo que en ese momento le pareció bastante fácil, casi ridículo, porque nunca había sido del tipo que se dejara influenciar por la atracción física.
Decidido a no rendirse, secó sus lágrimas con la palma de su mano, siguiendo un mantra que había aprendido de su madre: “No dejes que nadie te vea caer”. Fue a ver a su hermano, su pequeño refugio en medio de la tormenta. Ahora tenían tiempo de disfrutar juntos, sin miedo a lo que podría pasar más tarde, sin las sombras de los problemas acechando constantemente. Dos horas después, el sonido de los pasos de Min resonó en el pasillo.
—Voy a buscar a tu osito, y regresaré pronto. — le prometió al niño mientras le daba un fuerte abrazo, sintiendo la calidez y la inocencia que sólo un niño podía ofrecer.
—¿Lo prometes por el meñique? Mira que si no cumples se te cae el dedo. — el pequeño bromeó.
—¡Ay no, qué horror! ¿Te imaginas que no tenga más mi dedo favorito? Eso no me gusta. — bromeó, haciendo que ambos rieran, y en ese instante, Taehyung sintió que quizás la vida podía ofrecerle momentos de felicidad incluso en medio del caos. —Por el meñique. — prometió y cruzaron sus dedos, sellando un pacto de confianza inocente y puro.
Yoongi observaba la escena, su semblante serio, como siempre, pero su mirada revelaba una preocupación profunda. No apoyaba para nada la idea de Jungkook. A pesar de que Jungkook era su amigo, también era su jefe, y no podía oponerse a las decisiones de él, aunque sabía bien que sus ideas no eran las más sensatas del mundo.
Ambos iban camino a la antigua casa de Taehyung en silencio, un silencio cargado de pensamientos y tensiones no habladas. El doncel pensaba en el gran lío en el que se había metido, un laberinto emocional que no sabía cómo navegar. Mientras tanto, Min reflexionaba sobre su responsabilidad, preocupado por cómo manejar su tarea designada, que consistía en evitar que el padre de Taehyung dijera algo que comprometiera a Jungkook, consciente de que estaba lidiando con un hombre impredecible.
Al llegar, el hombre parecía aún dormido, casi como si la noche anterior le hubiera dejado secuelas. Taehyung se apresuró a entrar al pequeño cuarto que compartía con su hermano, buscando en la penumbra algunas cosas que le traían recuerdos.
Yoongi se mantenía cerca y alerta, la adrenalina pulsando en sus venas y su mente preparándose para cualquier eventualidad. El ambiente se sentía tenso, como una bomba que amenazaba con explotar en cualquier instante.
Taehyung tomó una mochila, cargó el pequeño osito de felpa, un recuerdo de su infancia inocente que se aferra a los momentos de alegría. Luego buscó en el cajón de la mesa de noche unas fotos. Después tomó un par de prendas de ropa, tanto de él como de su hermanito. Miró con nostalgia una última vez el cuarto, su refugio y cárcel al mismo tiempo, y se retiró, llevando consigo recuerdos pero también la esperanza de un futuro mejor.
—Ya estoy listo para volver. — le dijo a Yoongi, y en ese momento su padre apareció de la nada, saliendo de su habitación con un aspecto desaliñado. Su rostro estaba golpeado y adornado con varias cortaduras, los efectos visibles de su propio infierno personal.
—¡Maldito, todo esto es tu culpa! — gritó con furia, cada palabra salía de su boca como un veneno corrosivo. —Debí matarte como lo hice con ella. — Su confesión dejó en el aire un silencio cortante, un eco de aquellos recuerdos dolorosos.
Taehyung se quedó inmóvil del miedo, su corazón latía intensamente y los ojos se le llenaron de lágrimas al escuchar lo que su padre confesaba. Min se movió rápido colocándose delante del doncel, convirtiéndose en su escudo protector.
—Señor Kim, regrese a su habitación por favor. — dijo calmado, mientras sacaba de su chamarra una pequeña navaja, mostrándosela al hombre como advertencia, consciente de lo frágil que podía volverse esa situación.
El hombre comenzó a temblar, dando pequeños pasos hacia atrás, como un animal acorralado. —Juro que vas a pagar por esto, Taehyung. — añadió mientras se replegaba, volviendo a su cuarto, encerrándose en su propio mundo de enojo y autodestrucción.
—Vámonos de aquí. — lo apresuró Min, tomando su brazo con firmeza, haciendo que Taehyung regresara a la realidad, rompiendo el hechizo del terror. El rubio asintió, agradecido por la presencia de Yoongi, y ambos partieron hacia la mansión de Jeon, su destino parecía incierto pero al fin lejos de aquel infierno.
Los días comenzaban a pasar lentamente, y Taehyung pasaba gran parte del día con su hermano. Jungkook solía ignorarlo la mayor parte del tiempo. Esta indiferencia hacía que Taehyung se sintiera extraño, como si su presencia allí fuera en vano, una sombra que no despertaba ningún interés. La soledad comenzaba a calar en su corazón, llenando su mente de inseguridades sobre su lugar en la vida de Jungkook.
Una mañana, después de acompañar a su hermanito a su nuevo colegio, una sensación de aburrimiento lo invadió. Buscando un poco de alegría, se colocó su buzo rosa, que siempre le había parecido un refugio reconfortante, tomó su celular y se dirigió al jardín de la mansión. Al llegar, colocó su música favorita, cerró los ojos y dejó que el ritmo lo envolviera, comenzando a moverse con gracia y libertad, perdiéndose en su propio mundo.
Levantó uno de sus brazos, sintiendo la ligereza en su movimiento, y con el segundo comenzó a acariciar suavemente su piel desde la muñeca hasta descender hacia su abdomen. Con una suave vuelta, sintió la música fluir a través de él, cuando de repente, el eco de unos aplausos rompió la magia del momento. Abrió rápidamente los ojos, sintiendo una mezcla de sorpresa y nerviosismo.
—Señor Jeon —habló, su voz un poco temblorosa, mientras el rubor se extendía por sus mejillas.
—Extrañaba verte bailar. Y es aún más fascinante verte yo solo —dijo Jungkook con una gran sonrisa, mirando al doncel desde abajo hacia arriba, sus ojos brillando con una mezcla de curiosidad y deseo.
Taehyung apretó nervioso el borde de su buzo con sus manos, sintiendo que la mirada de Jungkook lo desnudaba, una sensación desconcertante que le robaba el aliento.
—¿Por qué siempre usas esa ropa para bailar? —preguntó Jungkook, acercándose con una actitud tan insinuante como provocadora, la cercanía inesperada lo hizo sentir vulnerable.
—Es... que era de mi madre —respondió Taehyung titubeando, una punzada de nostalgia atravesó su pecho al mencionar a su madre, mientras sus dedos jugueteaban nerviosamente con la tela.
Jungkook pasó su mano por la tela, sintiendo la suave textura con admiración. —Te queda perfecto —complementó, y luego se giró de inmediato. —Por cierto, te estaba buscando para avisarte que ya está listo el estudio, sígueme que te lo enseño —explicó, comenzando a caminar con confianza, el doncel lo siguió, comenzó a sentirse ansioso y expectante; aquella pequeña caricia lo había hecho estremecer de una forma que no esperaba.
Jungkook llegó frente a una puerta y la abrió, revelando unas escaleras que llevaban a un sótano. Ambos bajaron, y Taehyung tragó grueso al ver aquel lugar.
Al ingresar, su mirada se detuvo en un caño de pole dance que se erguía en medio del gran salón espejado, mientras que un elegante equipo de música parecía esperar ser encendido. En una de las paredes, vio dos puertas. —Este es el baño común —le explicó el azabache con tranquilidad. —Y esta es una habitación —añadió, apoyando su mano en el picaporte.
—¿Habitación? —preguntó confuso, su mente comenzando a imaginar un sinfín de posibilidades.
—Sí —afirmó Jungkook, girando lentamente el picaporte.
Taehyung tragó grueso al ver el interior, sus ojos se abrieron de par en par, reflejando una mezcla de sorpresa y asombro.
Una gran cama roja resaltaba en la habitación, provocativa y hermosa, acompañada por un sofá tantra del mismo color. En una estantería, vio esposas y otros objetos que no lograba identificar, cada uno sugiriendo un mundo de secretos y deseos. En un rincón, había una ducha toda vidriada y un jacuzzi que parecía sacado de un sueño. Su corazón latía con fuerza mientras absorbía la escena, sintiéndose abrumado por lo que veía.
—En esta habitación solo podemos entrar tú y yo... Si el contrato cambia —le explicó, en un tono serio.
—No entiendo. ¿Acaso alguien más va a venir a este lugar? —preguntó asustado, sintiendo que su estómago se encogía con la sola idea.
—Sí. Como no podrás estudiar hasta dentro de unos meses, decidí contratar un profesor particular para que puedas ir practicando, pero esta habitación permanecerá cerrada —aclaró.
Sin darse cuenta, superado por la alegría que lo invadía, Taehyung le dio un abrazo repentino. —Gracias, señor Jeon —dijo con una sonrisa, sus ojos llenos de lágrimas que comenzaron a asomarse de la emoción desbordante.
Jungkook se alejó despacio, como si necesitara espacio, su mirada se posó en Taehyung un instante más. —No me des las gracias, dije que pagaría por todo, así que solo cumplo con mi parte del contrato —respondió, el doncel asintió, sintiéndose apenado por su acción fuera de lugar. —Ahora ve a descansar, esta noche bailarás para mí, lo que usarás ya está en tu habitación —le explicó, saliendo del lugar, dejando a Taehyung con una sensación amarga. La frialdad de Jungkook lo desconcertaba, dejándolo con la incertidumbre de cómo interpretar esos momentos de cercanía que compartían.
Taehyung subió a su habitación con pasos pesados, aún sintiendo el eco de la frialdad de Jungkook en su pecho. Se dio un largo baño, dejando que el agua caliente acariciara su piel y suavizara sus nervios. A pesar de ello, una oleada de ansiedad se mantenía en su interior, como un tambor que retumbaba en su corazón. Al salir del baño, se secó rápidamente el cabello, el cual aún goteaba, y se dirigió hacia la puerta. La abrió lentamente, conteniendo la respiración, y para su sorpresa, encontró una gran camisa blanca a rayas y un pequeño pantalón negro perfectamente doblados.
—Creí que sería peor —murmuró con una sonrisa al notar la simplicidad de las prendas, sintiéndose un poco aliviado. Mientras tomaba el conjunto, una nota salió volando entre las prendas. Taehyung la atrapó en el aire con destreza, sintiendo su corazón acelerar un poco más.
Nota:
Ve al salón vestido normal, y cambiaste en la habitación del sótano.
—Tiene lógica, no me gustaría que los empleados de este lugar me vean vestido con un diminuto shorts — murmuró el rubio, aún sonriendo, sintiéndose un poco más seguro de sí mismo.
Una vez cambiado, y con su cabello aún desordenado y mojado, comenzó a bajar las escaleras, sintiéndose extrañamente ligero, a pesar de la inquietud que lo acompañaba. Al llegar a la sala, se cruzó con Jungkook, quien lo miró por encima de sus gafas de leer con una expresión seria.
—En quince minutos bajo —anunció Jungkook, su tono era firme.
—Yo no sé... usar ese... caño —explicó Taehyung, nervioso, sintiendo que las palabras se trancaban en su garganta.
—No importa, pronto aprenderás, por ahora solo muévete como sabes —respondió Jungkook, bajando su mirada a unos papeles que sostenía con suavidad, mientras su mente parecía estar ligeramente distraída en la imagen de Taehyung.
El rubio asintió, sintiendo que el ritmo de sus latidos se aceleraba, y continuó su camino. Jungkook volvió a elevar su mirada hacia el doncel, observándolo con atención, mientras mordía su labios inferior.
El rubio se sentía fuera de lugar, girando en la habitación, mirándose al espejo varias veces; la imagen que le devolvía parecía casi ajena, se sentia extraño con tanta piel expuesta. De pronto, un sonido melodioso de música alcanzó sus oídos desde el salón de baile, sacándolo de sus pensamientos.
—Es hora —murmuró nervioso, sintiendo mariposas en el estómago.
Abrió la puerta, y se encontró con un salón iluminado por luces rojas que danzaban en su piel, creando un ambiente intencionalmente seductor. Jungkook estaba sentado en una silla junto a una pequeña mesa, un vaso de whisky en su mano que brillaba al reflejar los destellos rojos, su postura relajada contrastando con la tensión que Taehyung sentía.
Con cada paso que daba hacia Jungkook, Taehyung sintió como si el mundo a su alrededor se tornara borroso, la única claridad era la figura del azabache frente a él. Caminó temblando, con el corazón golpeándole en el pecho hasta quedar frente a Jungkook quien tenia una sonrisa en sus labios, y sus ojos brillando intensamente.
El doncel respiró profundamente, sintiendo cómo la ansiedad les cedía el paso a sus instintos, cerró los ojos y comenzó a bailar lento, dejando que los suaves acordes se apoderaran de su cuerpo, moviéndose de una manera sutil pero cautivadora.
Durante varios minutos, Taehyung bailó sutilmente, sus movimientos eran fluidos y elegantes, como si estuviera deslizándose sobre el aire, cautivando la atención del azabache. Pero de pronto, se acercó a Jungkook, quien no pudo evitar relamerse los labios al tenerlo tan cerca. El doncel, con una sonrisa nerviosa pero seductora, metió su mano por su hombro, deslizando su palma suavemente hacia abajo, dejando al descubierto un poco más de su piel, la cual brillaba suavemente bajo la tenue luz, atractivo e irresistible.
Jungkook tomó el control remoto que estaba aún costado de la mesa, su expresión se tornó seria mientras apagaba la música. Con un ligero toque, cambió las luces a un tono más común, creando un ambiente menos íntimo. Taehyung abrió sus ojos sorprendido, la confusión reflejada en su rostro, incapaz de entender el abrupto cambio de Jungkook.
—¿Hice algo mal? —preguntó, su voz entrecortada, tratando de desentrañar la actitud distante de Jungkook, quien, con un sorbo a su bebida, lo miró intensamente.
—Mira cómo estoy —dijo, señalando su entrepierna, donde su miembro estaba claramente erecto, dificultando disimular su creciente deseo. Taehyung tragó largo. —Voy a buscar a alguien que me complazca —anunció, levantándose con una determinación que hacía eco en su voz.
—¿Qué? —soltó Taehyung, entrecerrando sus ojos, inseguro y sorprendido por la reacción del azabache.
Jungkook, levantando los hombros en un gesto despectivo, se dio la vuelta y se retiró del lugar, dejando a Taehyung sintiéndose frustrado y abandonado, como si las palabras no fueran suficientes para expresar lo que sentía. Caminó hacia la habitación, sintiendo el peso de la confusión aplastándolo. —No lo entiendo —susurró al aire. Desabrochó su camisa, revelando su piel canela, y se quedó allí acostado, perdido en un océano de pensamientos confusos que no parecían tener solución.
Mientras tanto, Jungkook se encontraba en su habitación, observándolo desde su móvil, con una mirada de intensidad y deseo. Gracias a la pequeña cámara oculta que había colocado en esa habitación y en el salón de baile, cada gesto de Taehyung estaba al alcance de su mirada. —Muy pronto caerás en mi juego, bonito —susurró, su voz suave como un hilo de seda, con una sonrisa que prometía tanto placer como complicaciones.
Al otro día, Taehyung intentaba acercarse al azabache, pero este se alejaba una y otra vez, como un gato esquivo. Solo se acercó a él para presentarle a su profesor y luego lo dejó solo en el salón.
Dos noches más tarde, volvió a suceder lo mismo: Jungkook se levantaba de golpe, casi como si estuviera huyendo, y se retiraba del salón, dejando a Taehyung confundido y con una sensación de abandono que aumentaba con cada interacción fugaz.
Por varios días, Jungkook se mantuvo lejos. Los encuentros eran mínimos, casi inexistentes; a penas se cruzaban en la casa y ni intercambiaban palabras. Taehyung, sintiéndose molesto, intentaba a su manera comprender que solo era un trabajo, que no había nada más entre ellos.
Una mañana, mientras practicaba con su profesor, quien había comenzado a ser más cercano para el doncel.
—Hoy vas a aprender a bailar tango —le dijo, acomodando sus zapatos con firmeza, mostrando un aire de autoridad.
—Ese baile es en pareja, profesor Park —dijo, con un toque de incredulidad en su voz, confundido, ya que hasta la fecha solo habían practicado bailes en solitario, donde la conexión física era mínima.
—Ya te dije, que me llamaras Bogum — con una sonrisa encantadora y juguetona, lo instó a relajarse—. Y si es en pareja, será divertido.
Taehyung tragó largo, sintiendo que no estaba acostumbrado a la cercanía, los nervios comenzaban a burbujear en su interior. —No tengo tacones —se excusó, buscando una salida a su incomodidad.
—No importa, bailarás descalzo, sentirás el suelo bajo tus pies —respondió con seguridad.
El doncel suspiró profundamente, dejando escapar su resistencia, y finalmente cedió a la orden de su profesor.
—Voy a pasar mi mano por tu cintura —explicó, captando la atención de Taehyung, quien asintió nervioso, el pulso acelerándose ante la proximidad—. Yo daré un paso hacia adelante con mi pie derecho y tú lo darás hacia atrás con tu pie izquierdo —le explicó.
Durante varios minutos practicaron los pasos que Bogum le había indicado, sintiendo la tensión y la química entre ellos crecer, hasta que Jungkook decidió ver las cámaras, como lo hacía cada día, ansioso por descubrir qué hacía Taehyung.
Se sentó en la silla de su escritorios, prendió un cigarrillo, y luego deslizó su móvil. Sus ojos se abrieron de par en par al ver lo que sucedía.
Bogum lo sostenía por la espalda y Taehyung se tiró suavemente hacia atrás, levantando su pierna izquierda, el profesor, deslizó su mano desde la pantorrilla hasta el muslo del doncel, apretándolo sutilmente, mientras que sus labios se apoyaban en el cuello del rubio.
Jungkook le dio un golpe al escritorio con los puños cerrados, apagó el cigarro y se colocó de pie, comenzando a caminar al sótano furioso. Al entrar, se vio totalmente tranquilo, con una falsa sonrisa en sus labios. Al verlo, Taehyung se alejó rápidamente, con la mirada llena de confusión y miedo, mientras que el profesor relamía sus labios, completamente a gusto en su juego.
—Profesor Park, por favor sígame. — le ordenó sutilmente, apretando los dientes.
—La clase aún no termina. — dijo el hombre, desafiando con su voz muy tranquila.
—Lo sé, pero no se preocupe por eso, debo hablar de algo importante con usted. — la paciencia de Jungkook se desvanecía poco a poco, y su mirada fulminante atravesaba al profesor. Giró su rostro para mirar al doncel con una sonrisa que no alcanzaba a ser amable. —Por favor, quédate aquí. — Taehyung asintió, completamente confundido pero obediente.
—De acuerdo, vamos. — finalmente cedió Bogum, con un tono casi burlón.—Ya vuelvo. — le dijo al doncel guiñándole un ojo, el gesto no pasó desapercibido para Jungkook, quien sentía que sus entrañas se retorcían.
Park seguía a Jungkook por detrás. —¿De qué quiere hablar? — preguntó con desdén, subestimando la tensión que había en el ambiente.
—Aquí no, en mi oficina. — respondió cambiando su tono de voz, más firme y amenazante.
Al entrar al lugar, lo invitó a tomar asiento, su expresión era de aparente calma. —Bien, ¿qué es lo que quiere hablar? — volvía a preguntar.
—No mucho. — dijo Jungkook abriendo un cajón de su escritorio, mostrando su determinación. —¿A usted no le enseñaron a no tocar lo que no le pertenece? — preguntó calmado, aunque su mirada ardía en desprecio.
—No sé a qué se refiere, yo no toqué nada de su casa. — respondió con una sonrisa ladina, como si se divirtiera, a pesar de la situación tensa.
—Sí tocó, a mi Doncel. — dijo sacando un arma con silenciador del cajón, y le apuntó a la cabeza, la calma de Jungkook chocaba con la desesperación del profesor.
—¿Qué? Yo no lo toqué. — dijo entrando en pánico, su voz tembló mientras su mente buscaba una salida.
—¿A no? ¿Acaso no acarició su pierna y se dio el lujo de luego apretar su muslo, y tampoco apoyó sus asquerosos labios en su piel? — preguntó con sarcasmo, cada palabra era un puñetazo.
—Yo... solo le estaba enseñando a bailar tango. — sus ojos se llenaron de lágrimas, su voz se arrastró, casi suplicante.
—Entonces, enseñe tango en el infierno. — habló con una sonrisa cruel y apretó el gatillo, y el sonido del cuerpo golpeando contra el piso se escucho en todo el lugar. Guardó el arma como si nada hubiera ocurrido, y llamó a Min para que se encargara de la limpieza de su oficina.
—Estás yendo demasiado lejos, Jungkook. — le advirtió Yoongi. A lo que Jungkook decidió ignorar.
—¿Te deshiciste del padre de Tae? — le preguntó cambiando de tema rotundamente, queriendo pasar la página.
Jungkook había dejado con vida al padre de Taehyung hasta asegurarse de que este firmara el contrato, de esa forma lo tendría contra la espada y la pared; si lo eliminaba antes, el doncel sería libre y podría no haber firmado.
—Sí, y también pude obtener algo de información de la que me pediste. Taehyung tuvo un novio a los diecisiete años, pero cuando su padre lo supo, lo golpeó y lo obligó a dejarlo.
—¿Hasta dónde llegaron y quién era el novio? — preguntó mirando con desdén el cuerpo inerte frente a él.
—El padre no sabía si habían estado juntos, pero sí me dio el nombre del chico: es Lee MinHo. — le informó Min, conteniendo la inquietud en su tono.
—Búscalo y averigua hasta dónde llegaron. — le ordenó, su voz grave era un mandato. — ¡Ah! Y dile a tu novio que a partir de mañana trabaja para mí.
—No, no metas a esto a Mimi. — con la voz entrecortada, Min suplicó, consciente del peligro.
—¿Acaso quieres que te recuerde quién lo salvó de aquel lugar? — la mirada de Jungkook se volvió peligrosa, una chispita de locura brillaba en sus ojos.
—No. — dio un suspiro resignado, la derrota se notaba en su semblante. — Está bien, él va a estar feliz de enseñarle.
—Perfecto. — dijo finalizando la llamada con una satisfacción que lo invadía, cada pieza del rompecabezas caía en su lugar.
Jungkook se dirigió muy tranquilo al sótano. Al ingresar, su mirada se movió por la habitación vacía, y un ligero nerviosismo comenzó a apoderarse de él al no ver a Taehyung. Sin embargo, su atención fue rápidamente capturada por la melodiosa voz que provenía de la habitación. Se asomó a la puerta, y cerró los ojos, permitiendo que la armonía de la voz de Taehyung fluyera a través de él, disfrutando de cada nota como si fueran suaves caricias en su piel.
“Es tiempo de que lo aclaremos.
Dame un minuto si no es muy tarde.
Suena bien, esto no puede ser forzado, bebé.
No debería sentirse así
Ya duele demasiado
Quédate conmigo hasta el final del día.
Quizás podríamos estar bailando
lentamente hasta la mañana
Podríamos ser románticos
Toda la noche”.
Jungkook abrió los ojos y sonrió, luego dio un suave golpe a la puerta, dejando que su rostro asomara lentamente.
Taehyung, sorprendido, se colocó de pie rápidamente, su nerviosismo palpable en el movimiento apresurado de sus brazos y su expresión. Su rostro se tornó rojo como un tomate, y no pudo evitar morderse el labio inferior.
—Cantas muy bonito —le dijo Jungkook con una sonrisa, su voz suave y alentadora, iluminando el ambiente.
—Yo... lo siento —replicó Taehyung, sus mejillas aún sonrojadas mientras miraba hacia el suelo, incapaz de mantener el contacto visual, manifestando su evidente timidez.
—No te disculpes, no hiciste nada malo —afirmó Jungkook, acercándose un poco más.
—¿Y el profesor Park? —preguntó Taehyung, apretando nerviosamente el borde de su remera, una pequeña señal de su ansiedad que no pudo ocultar.
—¡Ah! Le surgió un asunto urgente, así que decidió irse antes. Mañana vendrá un profesor nuevo —le explicó Jungkook. —Ahora ve a descansar, a la noche quiero verte —añadió. Taehyung asintió. Mientras salía de la habitación, su mirada se desvió hacia las cosas del profesor que aún permanecían en el salón de baile
Se acostó en su cama, el cansancio del día lo envolvía, y pronto se sumergió en un sueño profundo. Sin embargo, al despertarse, la ansiedad se apoderó de él al notar que solo faltaban treinta minutos para su encuentro con Jungkook. Apresuró sus movimientos, saltando de la cama y corriendo hacia el baño. Luego se cambió rápidamente, y al buscar el atuendo para esa noche, sus ojos se abrieron de par en par ante las prendas que encontró.
~Min Yoongi.
—Para su mala suerte, confío en la persona equivocada —dijo el joven recordando con una sonrisa sarcástica. —“Su mejor amigo” esparció por todo el colegio su pequeño secreto —soltó una risa irónica. —Yo simplemente quise saber qué se sentía estar con alguien que humedecía su trasero, así que endulcé sus oídos, pero él se resistía.
—¿Y qué sucedió? —preguntó Yoongi, con el ceño fruncido y la rabia acumulándose en su interior.
—No mucho, logré tocarlo un poco por encima de su ropa, haciéndolo entrar en calor, y parecía que ese día se me daba, pero su padre llegó, y me escapé por la ventana, como un ladrón. —dijo levantando sus hombros, como si el hecho no le importara en lo más mínimo. —Al otro día llegó al colegio todo golpeado, me llevó al baño y me dijo que me terminaba. Intenté forzarlo, pero su llanto de nenita me quitó las ganas —dijo, soltando una carcajada que resonó despectivamente en la habitación.
—Gracias por la información —Min se colocó de pie, le dio una sonrisa que no reflejaba ninguna alegría sincera y metió su mano en su chamarra. —Si no lo hago yo, mi jefe lo hará por mí.
—¿De qué habla? —preguntó el joven Lee MinHo, confundido, pero sin mediar más palabras, Yoongi sacó su arma y le disparó entre medio de los ojos.
—De eso —le respondió, saliendo de la casa sin mirar atrás, dejando a su paso un aire pesado.
~
Taehyung daba vuelta en la habitación del sótano, mirando aquellas prendas sobre la cama. Sus ojos se detenían en cada detalle.
— Maldición, me quedan tan solo cinco minutos, y... — mordió su labio y pasó sus manos nerviosas por su cabellera rubia, sintiendo cómo el sudor comenzaba a acumularse en su frente. — No importa Taehyung, solo son unas prendas más de ropa, esto no es muy diferente a un shorts o una camisa. — Tomó una de las prendas, y la levantó frente a él, examinándola con incredulidad. — ¡Ay carajo, estas medias red son muy diferentes! — exclamó, su voz resonando con un dejo de frustración. Suspiró profundamente, tratando de calmar su agitación. — Ya basta, Taehyung, no seas cobarde. — se regañó a sí mismo con un tono casi definitivo, y comenzó a vestirse, el roce de la tela sobre su piel sentía como un escalofrío. Luego se miró al espejo; su reflejo mostraba una imagen que le hacía sentir expuesto. — Esta pequeña tanga no deja mucho a la imaginación, — murmuró con sus mejillas rojas como si una chispa de fuego hubiera tomado control de su ser. — Y esta remera es más transparente que el agua cristalina. — negó con su cabeza, su mente aún luchando con el dilema. En ese momento, la música sexy comenzó a sonar del otro lado de la habitación, envolviéndolo en un ambiente inquietante.
Tomó aire, llenando sus pulmones de determinación, y caminó hacia la puerta, asomando su rostro con cautela. Allí estaba Jungkook, sentado en la silla como siempre, con un vaso de whisky en una mano y un cigarrillo humeante en la otra. El aire parecía electrificarse al instante. Mordió su labio al verlo, su corazón latiendo con fuerza al notar cómo la camisa negra ceñida a su cuerpo acentuaba cada uno de sus músculos, con tres botones desabrochados que dejaban al descubierto su pecho impecable. — Es sexy el desgraciado, — murmuró, antes de darse un poco de valor y finalmente salir del cuarto.
Se paró frente a Jungkook, quien mordió su labio inferior al verlo, sugiriendo un interés latente mientras sus ojos brillaban intensamente. Taehyung sonrió nervioso antes de comenzar a mover sus caderas lentamente, un movimiento que buscaba provocar, una danza sensual que hacía que el tiempo se detuviera. Luego, dejó que sus manos bajaran suavemente, acariciando una de sus piernas hasta llegar a su pecho, sintiendo el poder de su propio cuerpo en cada movimiento. Subió hasta su rostro, sus dedos acariciaron sus labios con delicadeza.
Luego abrió sus ojos y lo miró fijo, mientras caminaba lentamente hacia él, acercándose un paso a la vez. El azabache apoyó el vaso de whisky en la mesa y rápidamente apagó el cigarro, su atención completamente centrada en Taehyung.
Apoyó su mano en el respaldo de la silla, acercando su rostro a unos escasos centímetros del de Jungkook. — ¿Le gusta lo que ve? — susurró, su voz suave y seductora. El azabache respondió solo con una sonrisa, levantando una ceja en un gesto de desafío. — ¿Tal vez no le gusta? — dijo, distanciándose un poco, y luego se giro, dejando su redondo y perfecto trasero cerca del rostro del Jungkook, moviendolo lento y sexy, la expresión del azabache se tornó intensa mientras apretaba sus puños, tratando de mantener sus manos quietas.
Se dio la vuelta nuevamente, apoyando la punta de su pie en la silla, justo entre las piernas de Jungkook. Luego, acarició lentamente su pierna, sintiendo cómo el aire se tornaba pesado con cada toque.
En ese momento, Jungkook intentó tomar el control remoto para apagar la música, su mirada casi desesperada. El doncel se dio cuenta de su intención y se apresuró a tomarlo, luego lo colocó dentro de la media red que llevaba puesta.
— ¡Sácalo de ahí! — le ordenó, su voz firme contrastando con la atmósfera cargada entre ellos, a lo que Taehyung negó con la cabeza, desafiándolo. — De acuerdo. — dijo Jungkook, apoyando su dedo índice en la pierna del doncel, comenzando a acariciarla muy sutilmente antes de llegar al control. Entonces, Jungkook colocó su dedo por uno de los agujeros de la media, tironeando uno de los hilos con sutileza. Sacudió su cabeza, retirando su mano, frustrado por la situación. — Dame el control, por favor. — volvió a decir, su voz un poco más exigente.
Taehyung bajó su pierna, pero Jungkook se movió rápido, cerrando sus piernas para evitar que el doncel volviera a apoyarse. Taehyung sonrió con picardía, y sin que Jungkook tuviera tiempo a reaccionar, se sentó sobre su regazo con las piernas abiertas en V, desafiando cualquier intento de control. El azabache, sorprendido, alejó sus manos de inmediato, se sentía incapaz de resistir la tentación que lo rodeaba por mucho tiempo más.
—El contrato dice que usted no puede tocarme, pero no dice que yo no pueda tocarlo. — murmuró Taehyung al oído ajeno, su aliento tibio acariciando la piel de Jungkook, quien sintió un escalofrío recorrerle la columna. La sonrisa traviesa del doncel jugaba en su rostro.
Jungkook, sorprendido por la audacia de Taehyung esbozó una sonrisa nerviosa; no había tenido en cuenta ese detalle. —Tienes razón, aún así, este es un juego muy peligroso para ti. Estas yendo más allá. — dijo, intentando mantener una voz firme, pero su tono se volvió seductor mientras le hablaba al oído de la misma forma que lo hizo el doncel.
—No quiero que se vaya, podríamos jugar sin que me toque. — propuso, su mirada fija y ardiente, llenando el ambiente con un deseo palpable.
—¿Y eso cómo sería? — preguntó Jungkook, la confusión dibujándose en su rostro, pero fascinado por la intensidad de la propuesta.
—Quiero que se masturbe mientras yo bailo para usted. — la declaración salió como un susurro cargado de promesas, la provocación colgando en el aire. Jungkook dudó ante esa opción, su mente aún procesando el giro radical del juego. Aún así, un impulso atrevido lo invadió. —De acuerdo, pero antes déjame tocar tu pierna, para sacar el control remoto. — sugirió, su mano acercándose con cautela.
Taehyung lo pensó unos momentos, un brillo travieso en sus ojos. —Solo para tomar el control. — respondió, mordiendo su labio inferior.
Jungkook apoyó su mano en la rodilla del doncel, y lentamente la subió, su toque envuelto en firmeza, recorriendo la piel suave hasta llegar al muslo, apretándolo con intensidad. Un jadeo se escapó de los labios de Taehyung, delatando la mezcla de sorpresa y deseo que lo atormentaba. Este sonido solo encendió aún más las llamas del deseo en Jungkook, quien finalmente, con un gesto decidido, bajo la media del doncel, retirando el control remoto con un movimiento preciso que acentuó la tensión entre ellos. Luego bajó la música.
—Vamos a la habitación. — le dijo, una nota de urgencia en su voz mientras Taehyung se colocaba de pie, su corazón latiendo con fuerza. —Quiero que camines adelante mío. — le ordenó con firmeza, y el doncel asintió, comenzando a caminar con una gracia provocativa, mientras Jungkook se deleitaba con la vista de su figura esbelta que se deslizaba con cada paso.
Finalmente, dentro de la habitación, Jungkook bajó las luces, iluminando el espacio con un suave tono rojo que creaba un ambiente íntimo y cargado de sensualidad. Se sentó en la cama, su mirada fija en Taehyung, y dijo: —Baila para mí. — mientras bajaba el cierre de su pantalón.
Taehyung lo observó unos segundos, su labio mordido revelando la lucha interna de su deseo. Sintiéndose embriagado por la atracción que había estado ocultando, comenzó a moverse sin dejar de mirar a Jungkook, cada seductor movimiento de su cuerpo una invitación. Jungkook dejó ver su gran miembro erecto, su forma gruesa y venosa resplandecía bajo la luz tenue, y la punta brillaba del presemén, mientras comenzaba a masajearlo lentamente. Su mirada permanecía fija en el cuerpo de Taehyung, embelesado por la danza que se desenvolvía ante él.
El doncel se acercó a él y se inclinó hacia su rostro, la cercanía intensificando el deseo entre ellos. —Quiero que acabe sobre mi trasero. — le murmuró, sus palabras un destello de lujuria que avivó el deseo de Jungkook. Este lo tomó de inmediato de la cintura, sus manos firmes y decididas. —Tus deseos son órdenes. — respondió, y se colocó de pie, dándole vuelta en un movimiento brusco que lo acostó boca abajo. Taehyung soltó un gemido involuntario, la sorpresa y la anticipación fusionándose en un solo sentimiento. Jungkook se colocó con las piernas abiertas, su miembro rozando los cachetes del trasero ajeno. —Maldición. — dijo entre gruñidos, luchando por mantener el control mientras su cuerpo ansiaba el contacto. Sin poder resistirse, apoyó una mano libre en uno de los cachetes, comenzando a apretarlo con intensidad, mientras la otro mano continuaba masajeando su propio miembro, deseando poder entrar en el cuerpo del doncel con toda su fuerza. Cada jadeo que escapaba de sus labios evidenciaba su creciente placer, se acercó a la entrada del doncel con la punta de su miembro, tomo la delgada tela moviendola a un costado y finalmente dejó caer su esencia blanquecina, liberando una mezcla de deseo y satisfacción que llenó el aire a su alrededor.
Con su respiración agitada y el corazón latiendo con fuerza, se acostó al lado de Taehyung boca arriba. —Acabamos de romper todas las reglas del contrato— dijo, girando su rostro para verlo a los ojos.
—Lo siento, me dejé llevar por el momento— respondió el doncel, su voz temblando ligeramente. —Cada vez que se va, me siento frustrado— confesó, eludiendo la mirada, pero finalmente cruzando sus ojos con los de Jungkook, buscando respuestas.
—¿Frustrado, por qué?— inquirió Jungkook.
Taehyung ocultó su rostro entre sus brazos. —Más bien celos, yo lo excito y usted va con alguien más— dijo con un susurro, la sinceridad en sus palabras resonaban en el aire.
Jungkook sonrió, complacido al ver que su juego había funcionado. —Entonces, ¿quieres que te toque, o algo más?,— preguntó, su voz cargada de insinuación.
—Sí quiero que me toque— confesó Taehyung, su rostro aún oculto, por la vergüenza que sentia.
—Bien, pero eso no quita que yo salga en busca de alguien que me dé, ese algo más— dijo Jungkook con una sonrisa traviesa.
—No es justo— se quejó Taehyung, la indignación brotando de él como un río contenido.
—¿Por qué no es justo, bonito?— preguntó Jungkook, colocándose de costado, su mano cálida apoyándose suavemente en la espalda del doncel.
Taehyung salió de su escondite, sus ojos se encontraron a los de Jungkook. —Porque... no es justo para mí, si accedo a tener relaciones, usted lo hará solo por un contrato— explicó.
—¿Crees que no siento nada por ti?— preguntó Jungkook, mirando al doncel sin desviar la mirada, buscando ver más allá de la inseguridad que lo envolvía. El doncel asintió avergonzado, finalmente logrando articular lo que sentía. —¿Y quién te dijo eso?— insistió, su voz suave, casi acariciadora.
Taehyung frunció su ceño, confuso, tratando de descifrar las palabras de Jungkook . —No entiendo, dijo que esto solo era un contrato— murmuró.
—¿Quieres que te demuestre que estás aquí más allá de un contrato?— “Que inventé para tenerte a mi lado”. Pensó Jungkook.
Los ojos del doncel se abrieron de par en par ante la sorpresa, y asintió lentamente, sin comprender del todo las implicaciones de las palabras de Jungkook, su corazón latiendo con fuerza como si quisiera liberarse de su pecho.
El azabache se sentó en la cama, y el doncel hizo lo mismo, creyendo que Jungkook diría algo más. Pero, en un movimiento rápido, Jungkook se colocó sobre él, acostándolo boca arriba, tomando sus manos en las suyas y entrelazando sus dedos, una prisión dulce y acogedora. Se acercó a su rostro, su aliento cálido acariciando suavemente su piel, y murmuró con fervor:—Estás aquí porque me vuelves loco, hace meses que me tienes pensando solo en ti— sus palabras eran un fuego que iluminaba la habitación.
—¿Meses?— susurró Taehyung confundido, sus sentidos abrumados por la intensidad de la revelación.
Jungkook deslizó suavemente su mano hasta el rostro del doncel, acariciando sus labios delicadamente, cada roce enviando ondas de deseo por su cuerpo. Taehyung cerró sus ojos, disfrutando del momento, sintiendo que sus defensas se desmoronaban. —Sí, meses, bonito— respondió Jungkook, antes de finalmente besarlo con lujuria, un beso posesivo, lleno de deseo, como si quisiera reclamarlo para sí, explorando la suavidad de sus labios con una mezcla de ternura y ansia, hasta que susurró: —Ahora finalmente eres mío... mi Juguete Sexual— afirmó, la última palabra pronunciada con un tono que encendió aún más su deseo, antes de volver a besarlo.
Continuará...
🌸Hola Dulces obsesionadas por el KookV/Taekook.
🌸Espero que el capítulo les haya gustado🤭 en el próximo capítulo se viene el gogogo potente, preparen agüita🤣
🌸 Esperó que tengan una linda navidad. Los quiero.
🌸Nikki🌸
🌸
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