De tiempos pasados
(Universo alterno/ Escolar/ Sobrenatural)
*Advertencia sobre mención de suicidio.
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Al principio, no estaba realmente convencido de ir a aquel viaje escolar, debido a su renuencia a la socialización y su desagrado por permanecer periodos largos en lugares concurridos.
Había considerado innumerables excusas para no unirse a sus compañeros en la fecha acordada, pero al tratarse de su último año de preparatoria, los profesores se negaron a aceptar ninguna de ellas. Insistieron en que su presencia como estudiante ejemplar sería necesaria ante los anfitriones que les ofrecerían hospedaje durante esa visita.
Decidió no resistirse más y accedió a las peticiones para librarse de las constantes llamadas a la oficina del director, prometiendo asistir sin falta.
Desde principios de año, se había estado planeando la estadía en el extranjero y, tras las votaciones del grupo, se eligió un país oriental. Se establecieron conexiones entre la administración y profesores en diferentes puntos de Japón para facilitar la preparación de un recorrido turístico a cualquier destino que se eligiera.
Aunque Poe no mostraba gran interés en el lugar, ya que su preferencia en la votación había sido más bien europea, su curiosidad se mantenía despierta ante lo que la ciudad portuaria de Yokohama pudiera ofrecerle.
Al haber llegado temprano, el grupo de alumnos pudo prolongar el camino hacia su lugar de hospedaje, haciendo varias paradas en los lugares que llamaban su atención. Así llegaron a la posada tradicional poco después, no sin antes informar a los caseros.
El ambiente antiguo sorprendió a muchos, e incluso Edgar se sintió bastante reconfortado con la tranquilidad que inspiraba cada rincón de la amplia casona: desde el sonido del agua en la pequeña fuente hasta el viento moviendo el frondoso cerezo en el jardín, pasando por el eco de sus pasos sobre el piso de madera.
Además de ellos, parecía haber otro grupo de estudiantes, no extranjeros como en su caso, ya que claramente eran japoneses. La mujer que los conducía hacia las habitaciones les explicó que la mayoría de ellos trabajaba a tiempo parcial en la casa, mientras que otros pertenecían a la familia.
Distraído un poco del resto de lo que parecía estarles explicando, la mirada de Poe continuó apreciando la extensión del jardín, un lugar que le había atraído sobremanera desde el instante en que llegaron.
La atención que tenía puesta en ese punto no le impidió sentir un escalofrío por el ligero contacto que recibió en uno de sus brazos, un roce que le hizo volver la vista al pasillo, donde apenas pudo ver a la persona que se alejaba en dirección contraria. Era un chico ligeramente más bajo que él, con el cabello negro y un poco desordenado. Sus ojos también tenían un interesante color verde que se fijaron en su presencia durante unos segundos en ese breve encuentro. Después de eso, el chico se limpió la boca de un modo infantil usando la manga de su yukata y continuó comiendo un durazno de perfecto color rosa con matices naranja mientras retomaba el camino.
Allan reaccionó al escuchar la voz de uno de sus compañeros llamándolo, notando que se había quedado atrás, y no tardó en apresurarse para reunirse con ellos. Sin embargo, la sensación que surgió después de lo ocurrido no lo abandonó hasta la caída de la noche.
Las habitaciones estaban dispuestas para ser compartidas por tres personas cada una, lo que hizo que Edgar no se sintiera del todo cómodo. A pesar de eso, logró conciliar el sueño casi a medianoche, una vez que se acostumbró a la falta de altura y a la dificultad para encontrar una posición óptima para dormir, desafíos propios de su primera vez usando un futón.
El arrullo de las cigarras se mezclaba con el sonido de las ramas de los árboles movidas por el viento, mientras el débil eco del agua cayendo constantemente traía imágenes de un paisaje oriental extrañamente familiar a su subconsciente en medio de su sueño profundo.
La oscuridad apenas permitía ver su entorno, y la luz de la luna que caía sobre el claro no le permitía reconocer nada más allá del jardín.
Sin embargo, el traqueteo provocado por un plato de cerámica dejado sobre la superficie de madera, que formaba el amplio escalón en el que estaba sentado, captó la atención de la persona a su lado, quien terminó de comer el último trozo de fruta en forma de luna.
—Hace frío, ¿verdad?
La voz suave y la mirada esmeralda que se presentaron ante él agitaron su corazón, extendió entonces los brazos para rodearlo y sintiendo así al otro suspirar.
—Podemos volver adentro —Le propuso de inmediato pero recibió una negativa que le confundió.
—Durante el día pasas todo el tiempo allí —Le explicó el más bajo casi en un susurro, manteniendo su rostro oculto—. Este es el único momento en que puedes tener un poco de libertad, ¿está bien?
Las manos ajenas se aferraron a su ropa, una disculpa silenciosa que él respondió reforzando el abrazo que los unía.
—Pero tienes frío —Insistió, empeñado en la idea de llevarlo de vuelta al interior.
—No hay problema —Buscó tranquilizarlo, apartándose lo suficiente para mostrar una sonrisa astuta—. Conoces la mejor manera de hacerme entrar en calor.
La respuesta que escuchó le hizo exhalar rendido, permitiendo que sus dedos apartaran los mechones azabache que obstruían la vista del joven que esperaba alguna palabra suya.
—¿Qué voy a hacer contigo? —Fue lo único que escapó de su boca tras una risa que se ahogó cuando descansó el rostro en el hombro contrario, aspirando el fragante aroma de duraznos recién cortados.
Un olor dulce...
Y también bastante familiar.
Despertó ante la sensación de cierto peso sobre él, por lo que, en medio de la penumbra, se incorporó alarmado. La luz nocturna que se filtraba en la habitación le permitía ver a aquel que mantenía una mano sobre su pecho en una petición silenciosa para que se mantuviera quieto al notar su estado de alerta.
Edgar aún respiraba un poco agitado por la sorpresa y se inclinó hacia delante dispuesto a exigir una explicación sobre su presencia en ese lugar a altas horas de la madrugada. Sin embargo, el chico puso el dedo índice sobre sus propios labios, dándole una señal de silencio, mientras lanzaba una mirada fugaz a aquellos que compartían el espacio y seguían dormidos en ese momento. Eso fue motivo suficiente para que tratara de calmarse, sintiendo después al otro alejarse un poco.
Una vez pasado el susto, quiso observar mejor a ese intruso, identificándolo como aquel con el que había tenido esa efímera fricción a su llegada. No entendía qué pudo haberlo llevado hasta ahí, pero su presencia no le incomodaba. De hecho, si pudiera ser más específico, diría que la tensión que solía sentir al tratar con desconocidos por primera vez no se manifestaba.
Intentó hablar para hacer alguna de las preguntas que rondaban incesantes por su cabeza, pero un nuevo contacto le erizó la piel. Observó cómo el chico le tomaba la mano, envolviéndola entre las suyas sin permitirle tiempo para reaccionar. No le resultó difícil al otro notar su titubeo, pero su agarre se mantuvo firme.
—¿Quieres salir? —Le preguntó en voz baja—¿Quieres venir conmigo?
—¿S-Salir? —El tartamudeo se le escapó sin que pudiera evitarlo, pero el efecto de su simple cercanía le llevó a una inmediata expresión afirmativa.
Recorrieron el pasillo en silencio, con el chico de cabello azabache guiando el camino y Poe siguiéndole de cerca. Después de pensarlo durante el trayecto, este último se decidió a intentar cuestionarle de nuevo.
— Tú vives aquí, ¿cierto? —Comenzó, tratando de usar un tono bajo que evitara delatarlos en el silencio de la posada.— Escuché que los empleados se van antes de que caiga la noche y los únicos que permanecen aquí son los miembros de la familia dueña del lugar.
—Esta es mi casa.—Fue la respuesta sencilla que obtuvo.
—Entiendo —Aunque la información proporcionada no fuera mucha, se dedicó a su siguiente pregunta. —En ese caso, ¿podría saber tu nombre? Creo que no lo has mencionado y...
Decidió callar cuando algo en la expresión contraria marcó el ambiente con un notable pesar. Realmente no tenía idea de lo que pudo haber dicho para generar aquello, pero no estaba dispuesto a continuar.
—Edogawa Ranpo—La voz tranquila devolvió la calma al ambiente que parecía haberse vuelto tenso.
Edgar frenó de golpe cuando el más bajo se dio vuelta para mirarlo. En un par de pasos, ya estaba justo delante y la acción tan repentina le hizo saltar el corazón.
—¿Puedes decirlo?
—Ah...—Dudó por un momento, pero al final decidió intentarlo.—Edogawa Ranpo.
—Sólo Ranpo—Murmuró con una leve sonrisa.
El más alto contuvo el aire en sus pulmones, y sus mejillas se tiñeron de un tenue rubor. Fue invadido también por una calma inusual que hizo que sus hombros, anteriormente tensos, se relajaran.
—R-Ranpo...
El nombrado soltó una risita, complacido al escucharle, y no tardó en tomar de nuevo su mano para avanzar lo que restaba de camino. Al cabo de un par de minutos rodearon la casona llegando así hasta el patio trasero, lugar que generó en Poe un sentimiento de familiaridad.
Cuando sus pasos se habían detenido cayó en el hecho de que la unión de las manos de ambos se mantenía; la duda sobre soltarle o no inquietó su mente por unos segundos pero el sentir como Ranpo enlazaba de una forma más segura sus dedos en aquel agarre le hizo olvidarse de ello. El simple contacto con su piel era reconfortante y si el otro no parecía tener inconveniente entonces se mantendría tal y como estaba. Aún así su falta de experiencia en el trato con la gente era más que evidente en una situación como esa, estaba nervioso y confundido por la facilidad con la que ese chico había podido llevarle hasta ese punto.
—Ellos han cambiado muchas cosas de este lugar.—Le escuchó decir cuando su mirada estaba fija en el claro del jardín, visiblemente inconforme.—Pero aún te gusta, ¿Verdad?
Aunque le resultó extraña la manera en que formulara esa pregunta terminó por asentir al ver lo mucho que parecía esperar una respuesta positiva, encantado después por la alegría expresada al recibirla.
—Es bueno saberlo, creí que te decepcionaría encontrarlo así.
Edgar se pierde en el color verde de aquellos ojos que destacan el oscuro cabello y la clara piel del menor, este parece querer decir algo más pero se ve interrumpido por el repentino viento que los envuelve y le hace tensar su cuerpo después de un leve escalofrío. El estudiante perdió el aliento ante la encantadora imagen de Ranpo, su expresión y la manera en que sus manos unidas recibieron una mayor presión buscando seguridad. Cegado por las emociones acumuladas desde su llegada le tomó por la cintura en medio de un jadeo bajo, acción que no parecería sorprender al otro quien suspiró con alivio al recibir ese beso impulsivo.
Algo en él reconocía el dulce sabor de esos labios fríos, su agradable olor e incluso la complexión de su cuerpo al tenerlo entre sus brazos.
Cuando se apartó, apenas consciente de sus acciones, pudo ver la sonrisa satisfecha de Ranpo quien no tardó en abrazarle por el cuello manteniendo sus rostros cerca.
—Bienvenido.
El sonido de su voz al susurrar aquello le erizó la piel dándole a su vez una satisfacción que le motivó a tomar de él otro beso que fue correspondido con gusto.
—No me dejes de nuevo.—Murmuró el menor suavemente rozando sus labios.
Sin comprender totalmente el significado real de esas palabras sólo negó, recibiendo la emoción por la respuesta como un beso profundo y Ranpo apegándose más a él. Sintió poco después las manos que habían estado acariciándole el cabello apartarse de ese sitio para bajar por su pecho alcanzando los brazos que se mantenían alrededor de la cintura del azabache, sus dedos se deslizaron hasta conseguir liberarse del agarre.
—Estuve esperando que regresaras a mí.—Habló tomando sus manos.—Dijiste que la próxima vez te quedarías conmigo, ¿verdad?
Allan asintió observando después al otro retroceder tirando de aquella unión para incitarle a avanzar con él, sin pensarlo le siguió los pasos cruzando de este modo el jardín para adentrarse a la parte donde la luna dejaba de iluminar con su tenue luz.
—Me hace tan feliz que pudieras volver.—La voz suave le mantenía encantado sin dejarle sentir el tiempo que había pasado aferrado a sus manos ni reconocer los detalles de su alrededor.—Te esperé tanto...
El avance se detuvo y el chico le soltó poco a poco, parecía no encontrar cómo continuar y se quedó en silencio cambiando su ánimo dejando ver cierto pesar.
La luz de luna filtrándose entre las ramas de los árboles le permitió a Edgar tener otra perspectiva, sintió un escalofrío al percatarse por primera vez de esa extraña marca alrededor del cuello de Ranpo teniendo la certeza de que antes no había señal de ese detalle.
O quizá estuvo demasiado concentrado en sus emociones como para verlo.
Después de notarlo llevó ambas manos a esa zona, tocando apenas la piel rojiza antes que el más bajo le detuviera aún si no hizo nada por apartar el contacto en realidad. Los dedos se enlazaron en silencio, ninguno dijo una sola palabra al respecto pero mantuvieron sus miradas fijas dividiendo sentimientos de preocupación y arrepentimiento.
—No pude creerte.—Volvió a hablar el azabache.—No pude confiar lo suficiente, y me condené a este lugar por eso.
—Ranpo...
—Has vuelto, tal como prometiste mientras yo sólo me rendí.
Las tristes palabras son calladas y esos labios temblorosos reciben el cariñoso contacto de los de Allan, un débil gemido que amenazaba volverse llanto se ahogó en el tierno beso.
—La próxima vez estaré aquí, lo juro.—Llevando las manos al rostro del más alto sonríe con seguridad a la vez que éste mira su figura desvanecerse lentamente entre cálidas flamas de una brillante y blanca luz.—Así que espera por mí.
Los ojos de Poe se humedecieron, las manos trataron de retener a Ranpo consigo, el corazón le dolió por no haber podido comprender a tiempo la razón de su presencia y el valor del juramento otorgado en otra vida.
—La próxima vez no volveré a dejarte ir.
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Bueeeeeeno
Sé que estoy haciendo algo de trampa aquí pues esto es un trabajo que ya se había subido individualmente hace un tiempo, sin embargo lo saqué de la vista pública para corregir unos detalles y al final lo olvidé en borradores.
Entonces pensé que en vez de dejarlo aparte podía mejor incluirlo aquí para que le haga compañía al resto de one shots.
La verdad, mientras le daba su debida edición a este texto me di cuenta de las pequeñas diferencias que ha adquirido mi manera de escribir, lo subí hace unos años y ya había cosas que leía extrañas a mi modo de narración actual.
Cómo cambian las cosas.
No quería quedarme sin aportar algo para este día y si bien no es lo que tenía planeado en un inicio espero que les guste.
Quizá lo leyeron en su momento o es la primera vez que lo ven, de cualquier modo muchas gracias por acompañarme hasta aquí. ❤️
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