Tony Stark #2
Capítulo dos: Viene a por ti.
Este nuevo día te despertaste igual que ayer. Con una sonrisa y con ganas de volver al trabajo. Solo que hoy te dolían los pies y los tenías hinchados.
Te levantaste y te metiste en el baño, a tomar una ducha refrescante. Al salir ya te habías medio despabilado, pero necesitabas tu taza de café para estar completamente despierta. Te echaste una crema hidrante y saliste a la habitación con la toalla rodeando tu cuerpo. Elegiste un traje de americana blanca y pantalones blancos. Debajo de la americana te colocaste una camiseta blanca básica. Te pusiste la ropa pero en vez de elegir unos tacones blancos, te colocaste unos mocasines blancos con la suela de color negra. Después, volviste a entrar al baño para hacerte un recogido informal, echarte colonia y el maquillaje. Fuiste más atrevida esta vez y te hiciste una fina raya superior.
Saliste de tu habitación y entraste en la cocina. Mientras la cafetera hacía su labor del día preparando café, leías los correos electrónicos que habían mandado a la cuenta de la empresa. Leías cada uno lentamente. La mayoría eran de personas que querían hacer negocios con Stark, o que querían una cita con él en persona para acordar planes. Había muy pocos de Tony, y solo trataban para que le recordara lo que tenía que hacer hoy.
Le enviaste un correo diciéndole cada cosa que tenía que hacer y su hora (habías revisado antes su agenda). Después cogiste la taza de café y cuidadosamente bebiste de ella para no manchar tu traje blanco.
A las ocho y veinte terminaste de desayunar. Metiste el Ipad en el maletín y una botella de agua para estar en la oficina. Saliste de tu casa rumbo al metro.
A las nueve menos cinco ya estabas en frente del edifico Stark. Te acordaste de la tarjeta de identificación y hurgaste en el bolsillo del maletín para colocártela encima del pecho. Entraste al edificio, sonreíste al segurata y él te devolvió la sonrisa. Caminaste directamente hacia el ascensor y esperaste a que las puertas se abrieran.
Cuando las puerta se abrieron, púlsate el número dieciséis y antes de que se cerraran. Pepper se acercó corriendo y entró contigo.
- Buenos días señorita Pots - la saludaste.
- Buenos días - respondió rápidamente. – Solo quería decirle que el señor Stark tiene nuevas tareas que hacer así que le pido que se las recuerde. De mí suele pasar.
- Por supuesto – te ríes con ella. – Tengo que preguntarte una cosa.
- Dime - Pepper te miró atenta, esperando que le dijeras.
- ¿Puedo traer algún cuadro o alguna planta para decorar la oficina? – preguntaste.
Tu oficina era demasiado grande y espaciosa, pero... No tenía nada de decoración. Y tú amabas los cuadros y las plantas.
- Por supuesto que sí. Puedes traerte cualquier cosa. – Estuvo de acuerdo Pepper. – Yo tengo un conejo gigante que me regaló el señor Stark.
- ¿Un conejo gigante? – preguntaste incrédula.
- Sí. – Se rió ella. – Le regaló uno a cada persona que trabaja en la empresa, incluso a Happy se lo regaló.
Asentiste, aunque no sabías quién era ese tal Happy.
- Happy es el guardia de seguridad – te aclaró Pepper. – El que te obliga a llevar las tarjetas de identificación. Realmente molesto con eso.
Asentiste esta vez, ahora comprendiendo quién era. Las puertas se abrieron en tu planta y saliste. Pepper se despidió y las puertas se cerraron.
Te acercaste al escritorio y dejaste el maletín sobre la silla del despacho. Te agachaste a recoger lo papeles en el suelo. Ayer no habías apagado la impresora cuando te fuiste, y hoy había más de diez hojas por todo el suelo.
Las recogiste todas y las dejaste sobre el ordenador. Antes de ponerte a trabajar decidiste que lo mejor que ibas a hacer sería colocar todas las carpetas en la estantería.
Colocaste las tres carpetas que tenías en el quinto estante empezando por arriba. Después te acercaste al escritorio y quitaste el maletín del asiento para sentarte tú. Sacaste del maletín el Ipad y dejaste el maletín en el suelo. Dejaste el Ipad a la derecha del portátil y cogiste los papeles que había encima de él.
Antes de leer las hojas, cogiste las gafas para leer. Ordenaste las hojas y leíste una a una.
Todo lo que venía en esas hojas era cosas relacionadas con las energías renovables (al parecer se trataba de un prototipo de energía que utilizaba la Torre Stark) y algunos temas relacionados con la torre en sí. Los papeles que el señor Stark los dejaste en la carpeta de color crema.
Y por fin llegó la hora del descanso. Dejaste las gafas encima del portátil y sacaste del maletín tu monedero blanco y tu móvil. Te levantaste y caminaste hasta el ascensor. Pulsaste el botón y no tuviste que esperar mucho ya que el ascensor no tardó en subir.
Entraste y pulsaste el botón de la planta baja. En el espejo del ascensor te retocaste un poco el moño para que no parezca muy desaliñado. Cuando las puertas se abrieron, caminaste hasta la salida y sonreíste a Happy. Él te devolvió a sonrisa y rápidamente se llevó la mano al oído y la otra muñeca a su boca y se puso a hablar mientras te miraba salir por las puertas. Eso fue raro, pensaste.
Saliste de la torre y cruzaste la calle, caminaste todo recto hasta Subway. Hoy había menos cola que ayer por lo que rápidamente pediste el mismo menú que ayer. Al no haber tanta gente, conseguiste sentarte en una mesa libre bajo una sombrilla afuera del restaurante.
Te colocaste una servilleta en el regazo para prevenir cualquier mancha. Le diste un pequeño mordisco y gemiste de placer. Con otra servilleta te limpiaste las comisuras de los labios. Dejaste el bocadillo en la bandeja y encendiste el móvil para ver si tenías algún correo.
Y en efecto, tenías uno de Pepper que en el asunto decía "cuidado que va para allá". Y nada más.
Te pareció bastante raro (incluso más raro que lo de Happy) y te entró un escalofrío por la espalda. ¿Quién iba a venir?
Levantaste la mirada del móvil y miraste a todos los lados, pero no veías nada. Bueno sí, veías gente por todos lados pero nadie sospechoso. Le diste otro bocado al bocadillo aún preocupada. Ibas a responder ese correo preguntando quién iba a venir cuando oíste un poco de barullo y miraste de nuevo hacia arriba.
Tony Stark estaba intentando esquivar a los transeúntes de un lado a otro. Empujaba a la gente que no se movía de su camino. Zigzagueó por toda la terraza de Subway hasta llegar a tu mesa y sentarse en la silla en frente tuya con mucha normalidad.
Te limpiaste varias veces la boca antes de bajar la servilleta.
- Buenas tardes – saludó Tony. Frunciste el ceño pero después lo quitaste.
- Buenas tardes.
Apagaste el móvil y te quedaste mirando a la nada, pensativa. ¿Era él de quién te advertía Pepper? Seguro que no.
- ¿Y qué tal en la empresa? – preguntó desinteresadamente Tony, como que quería hacer conversación contigo y conocerte.
- Bien, está todo muy bien – respondiste educadamente. Le diste un pequeño bocado al bocadillo e intentaste tragarlo rápidamente.
- Es tu segundo día, ¿no? – preguntó por lo que tú asentiste.
Pero solo podías pensar en por qué estaba él aquí, contigo.
Diste otros dos bocados antes de hablar.
- Tengo que hablar contigo sobre unos informes que debes firmar – le comentaste. Te acababas de acordar de esos dichosos informes.
- Por supuesto – estuvo de acuerdo. – Ahora mismo no tengo nada que hacer. Cuando termines de comer, iremos a mi despacho.
- Bien – asentiste. - ¿Usted no come nada?
- Oh no. Solo sigo una dieta basada en el shawarma.
Asentiste, sin sabe qué era eso.
Después de esa conversación (esa rara conversación), terminaste el bocadillo. Le diste un sorbo a tu botella de agua y ambos os levantasteis. Dejaste las servilletas sobre la bandeja.
Tony y tú caminasteis en silencio hasta la torre.
- Buenas tardes señor Stark – saludó Happy a Tony. – Y buenas tardes señorita.
- Buenas tardes – respondiste educadamente. Stark solo asintió.
Caminasteis hasta el ascensor y él pulsó el botón. El ascensor se abrió en ese instante y ambos entrasteis.
- Tengo que recoger primero los archivos de mi oficina –. Él asintió y pulsó el botón dieciséis.
Esperasteis en silencio hasta que él habló:
- ¿Has probado alguna vez el Shawarma? – preguntó. Tenía las manos unidos por delante de él y miraba al frente.
- No – respondiste simple.
- Deberías probarlo – dice. – Ha perdido la gracia con el tiempo pero debes probarlo.
- Tomo nota – sonríes. Él levanta la comisura del labio.
En ese momento el ascensor se para y las puertas se abren. Sales del ascensor y te diriges a la estantería. Coges la carpeta fina de color crema. Tony se quedó en el ascensor, esperándote. Guardaste el monedero y el móvil en el maletín y de él sacaste el Ipad.
Caminaste de vuelta al ascensor y Tony te sonrió. Después pulsó el botón número diecisiete y esperasteis menos de un minuto hasta que las puertas se abrieron de nuevo. Stark fue el primero en salir y se dirigió rápidamente a su silla. Tú saliste un poco más tarde, observando el despacho con detenimiento.
Las paredes eran blancas, había cuadros alargados de color negro y abstracto con marcos de madera oscura. Había grandes ventanales detrás del escritorio, justo como tu oficina. El escritorio era casi como el tuyo, solo que era mucho más amplio. También había un portátil de Apple. Había extrañas figuras a ambos lados del ordenador. También había un segundo ascensor, y te gustaría saber a dónde llevaba. Diste dos pasos hasta estar en el centro de su despacho. Sin duda, este despacho era mucho más grande que tu oficina.
- Siéntate aquí – habló él.
Había colocado una de las sillas al lado de su silla. Palmeó el respaldo y después se sentó en su silla. Te acercaste rápidamente y te sentaste en la silla. Dejaste el Ipad apoyado sobre la mesa y abriste la carpeta.
- ¿Fuiste a las reuniones de esta mañana? – le preguntaste.
- Ehhh... Sí. Bueno, en realidad, no.
- Solo tenías dos, y eran clientes – suspiraste, pero no podías quitar la sonrisa de tu cara.
- La señorita Pots asistió por mí a la segunda – respondió rascándose su barba. – Estuve en la primera, pero como Pots también estuvo no hice mucho caso.
Negaste con la cabeza, divertida.
- Creo que debería prestar atención en las reuniones – le aconsejaste.
Sacaste de la carpeta el primer taquito de folios y los dejaste en frente de Tony.
- Pues bien, empecemos – empezaste a hablar. – Las acciones no paran de subir, lo cual, está bien. Cada vez cuestan más
Pudiste notar con Stark te daba miraditas. Sí, ese tipo de miraditas que los chicos utilizaban en las discotecas para ligar. Aunque dudabas que fuera eso.
- Se estima que Industrias Stark ha generado más de mil puestos de trabajo en los últimos años, lo cual, también es bueno. Y-
- Tienes los ojos completamente verdes - te interrumpió Tony. - Ah, no. Tiene pequeñas motas marrones.
Te quedaste callada, sin saber muy bien qué decir. Tony tenía apoyado el codo sobre la mesa y la cabeza apoyada sobre su mano. Te miraba con una sonrisita y realmente no sabías qué hacer.
¿Estaba coqueteando contigo? No, no podía ser.
- Y entonces solo tiene que firmar en estas dos hojas y-
Paraste se hablar cuando Tony firmó las hojas.
- Creo que debería leerlas antes de firmarlas – le recomendó.
- Ah, bobadas. Me fío de lo que me has contado – dice despreocupadamente. – Seguramente te necesite en la reunión de mañana. Pareces entenderlo incluso mejor yo.
- Eso es mentira - negaste, cogiendo las hojas que acababa de firmar y las metías en la carpeta. - Sé muy poco de esto, la verdad. El tema de las energías no es mi fuerte.
- ¿Y qué es tu fuerte? - preguntó interesado.
Antes de que pudieras responder, las puertas del ascensor se abrieron, mostrando a Pepper.
- Tony, los clientes de Tokio han venido. Quieren hablar sobre el prototipo de-
- Ya, ya, ya – le cortó Tony. Se irguió y sacudió la mano. – Ya sabes que no quiero negociar con esta energía.
- Y tú sabes que hay que hacerlo.
- Pero es mi energía – dijo Tony. Reprimiste una sonrisa.
- Tomaré esto como una señal para irme – dijiste mientras te levantabas. Recogiste el maletín y la carpeta ya con todos los papeles firmados.
Tony te miró con ganas de decir algo, pero no habló. Pepper entró al despacho, con el sonido de sus tacones repiqueteando en el suelo. Tú entraste en el ascensor y pulsaste la planta dieciséis. Antes de que las puertas se cerraran, viste como Stark te guiñaba un ojo y te sonreía. Te sonrojaste levemente mientras bajabas hasta tu oficina.
Ese mismo día, ya en tu casa a punto de dormirte, recibiste un mensaje en tu Ipad. Cogiste el Ipad (que se estaba cargando) de la mesilla de noche y lo encendiste. Era un mensaje de Tony.
22:43.
Para: [email protected]
Asunto: Buenas noches.
¿Qué tal le fue este día?
Tardaste varios minutos en responder (no encontrabas las palabras para responder):
22:45
Para: [email protected]
Asunto: RE: Buenas noches.
Bueno, me siento a gusto en este trabajo, aunque echo de menos el café a media mañana.
Se lo enviaste, con las manos temblorosas de la expectación. ¿Responderá? ¿No? Parecías una adolescente.
22:46
Para: [email protected]
Asunto: RE: Buenas noches.
Por supuesto que hay cafetería. Mañana le enseñaré donde está. Hay muy buenos cafés ahí.
Buenas noches.
No decidiste responder. Dejaste el Ipad en la mesilla y finalmente te tumbaste en la cama.
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