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Scott Lang #1

Prólogo:

Scott es muy desorganizado. Si un huracán pasara por la casa ahora mismo, no lo dejaría tan desordenado como cuando Scott estaba en casa. De una escala del 1 al 10 de desorden, él llegaba al número 11.

Puede parecer una exageración, pero no lo es.

Scott siempre ponía la misma excusa por las noches: "Por la mañana lo hago". Y cuando era el día siguiente, se iba a trabajar –sin recoger– antes de que Addison se despertara y pudiera regañarle por no haber recogido.

Y así todos los días.

Normalmente no se molestaba en recoger, porque era Scott quien tenía que recoger sus cosas. Pero si ella no hacía nada, estaba claro que Scott tampoco hacía nada. Entonces, en pocos días, podían estar viviendo en un mar de desorden y basura. Y Scott ni se inmutaría. Pero Addison sí, entonces, siempre acababa recogiendo.

Addison recogió prendas de ropa del suelo y las iba metiendo en el cesto de la ropa sucia, que iba arrastrando por el suelo. Cuando se encontraba su ropa interior sucia, tiraba encima una camiseta –también suya– y recogía ambas prendas, sin haber tocado los calzoncillos.

Había ropa en el baño, pasillo, cocina, salón y en la habitación. Una vez dentro de la habitación que los dos compartían, suspiró. Varios cajones de la cómoda estaban abiertos y dentro de ellos había ropa metida de forma descuidada. Como si hubiera tenido muchas prisas en meter la ropa.

Addison dejó el cesto en el suelo y fue a cerrar los cajones, doblando la ropa con cuidado. En el suelo había un reguero de calcetines y unos cuantos envoltorios de comida (Scott y Addison deberían hablar seriamente más tarde sobre el orden en casa).

No solían verse mucho, sus trabajos impedían que coincidieran, y eso impedía que Addison le regañara por el gran desorden en el que se convertía la casa. Addison era camarera en un bar, volvía siempre sobre las tres o cuatro de la mañana y, a esa hora, Scott estaba durmiendo. Cuando Addison se despertaba –siempre más tarde del mediodía–, Scott ya se había ido a trabajar. Scott trabajaba como informático (o algo así, Addison no sabía mucho sobre el tema) para una buena empresa, Industrias Pym, creía recordar.

Addison se alegraba de que Scott hubiera encontrado un trabajo. Conocía a Scott desde el instituto, cuando Luis les presentó. Bueno, iban al mismo instituto pero nunca coincidieron. Se conocieron fuera del instituto y después se juntaban dentro del instituto.

Se enteró de que entró en la cárcel (gracias a Luis) y que había salido de ella (también gracias a Luis). Y en una parte entre esos dos momentos que se había divorciado de su mujer (de nuevo, Luis la informó). Sabía que Scott quería tener la custodia compartida de su hija, Cassie, y para eso tuvo que encontrar un trabajo. Pero al ser un expresidiario le fue muy difícil encontrar trabajo. Pero finalmente lo encontró y Addison no podía estar más contenta por él.

Scott apareció en la puerta de su casa alrededor de unos seis meses. Le explicó que no tenía ningún lugar en dónde quedarse y que necesitaba ayuda urgente. Addison inmediatamente le ofreció su ayuda y le acogió en su casa, porque eso era lo que hacían los amigos, ¿no? No es como si hubiera tenido un flechazo por él desde el instituto...

Aunque nunca llegó a preguntarle por qué necesitaba ayuda urgente. Cada vez que Addison intentaba sacar el tema de forma discreta, Scott siempre la pillaba y cambiaba de tema. Pero tampoco le importaba mucho (sí, era una curiosidad pero podía vivir sin saberlo) por lo que tampoco insistía demasiado en el tema.

Addison se agachó con un bufido para recoger todos los envoltorios. La cama estaba deshecha, como si Scott hubiera tenido una mala noche y hubiera estado dando vueltas toda la noche: las sábanas estaban desperdigadas por el suelo, e incluso habían acabado debajo de la cama. Addison dejó los envoltorios en un montoncito y empezó a tirar de la sábana para sacarla de debajo de la cama. Suspiró frustrada al ver más basura debajo de la cama. Addison acabó tumbada y se metió debajo de la cama para sacar todo eso.

¿Qué le pasa a Scott? ¿Tenía el síndrome de Diógenes?, Addison se preguntaba a sí misma mientras sacaba más envoltorios de comida. E incluso llegó a sacar un periódico.

Frunció el ceño cuando tocó algo que no se parecía a basura o ropa sucia. Parecía ser una mochila. Lo siguió tocando, llegó a tocar algo duro y frío, le dio un golpe e incluso sonó, como si fuera de metal. Siguió tocando y giró la cabeza para ver qué había tocado. Debajo de la cama no había mucha luz, por lo que Addison no podía ver muy bien. Veía una mancha negra y supuso que era una bolsa, tal vez de deporte. La cogió del asa y la sacó de debajo de la cama. De rodillas, Addison miraba con el ceño fruncido la bolsa. La bolsa estaba medio abierta, y lo que había tocado era una especie de casco (que impedía que la bolsa se cerrara correctamente). Lo sacó de la bolsa con las dos manos y lo puso a la altura de sus ojos, observándolo.

Era de color plateado y las lentes eran rojas. Era la primera vez que veía un casco de este tipo, y lo que más le extrañaba era que tapaba toda la cabeza, la cara incluida. Dejó el casco a su derecha y abrió del todo la bolsa. Su ceño se acentuó más al ver lo que había dentro.

Era una especie de traje, de cuerpo entero de color gris y rojo. Addison lo cogió por la parte de los hombros y lo sacó de la bolsa, para verlo mejor. Era un traje bastante grande, seguramente para hombre.

Nada tenía sentido. ¿Qué hacía Scott con un traje viejo de motorista escondido? ¿Y por qué lo escondía? ¿Lo habría robado? Ni siquiera sabía qué era este traje o para qué servía.

Addison se fijó que en los guantes había un botón, a la altura de los nudillos. La curiosidad le picó pero a la vez tampoco quiso saber por qué iba a estar puesto eso ahí.

Addison lo volvió a meter, junto con el casco. Lo cerró un poco, justo como se lo encontró y lo volvió a dejar donde lo había encontrado: "escondido" debajo de su cama. Cuando Scott volviera, Addison iba a tener una charla con él sobre el orden y la limpieza, y sobre ese traje.

Volvió a meter todos los envoltorios debajo de la cama, para que pareciera que nadie hubiera descubierto la bolsa. Cogió el periódico y fue a meterlo cuando leyó Ant-Man en uno de los titulares. Eso le hizo parar y volver a sacar el periódico.

¿Qué era Ant-Man? ¿El nombre de un exterminador de plagas cutre?

Empezó a leer la pequeña noticia.

La noticia trataba sobre lo que ocurrió en uno de los aeropuertos de Berlín hace nada más ni nada menos que un año. Las cámaras del aeropuerto habían grabado la impresionante pelea entre Los Vengadores y esas grabaciones se habían emitido por todos los canales de todos los países del mundo. Como Máquina de Guerra caía desde una gran altura después de haber sido golpeado por el de rojo, el de su mismo equipo –aunque más tarde se supo que estaba bien–. Como otro se hizo gigante. Como uno con un traje rojo y azul echaba telarañas a través de su muñeca. Como una de las torres del aeropuerto era destruida por el de rojo y casi impide que el Capitán y el Soldado de Invierno escapen. O como la Bruja Escarlata empezó a tirarle coches a Iron Man.

Ya había pasado un año de lo que ocurrió y ya no se oía hablar tanto sobre ello. Sí, el equipo del Capitán América aún seguía desaparecido pero ya no era noticia nueva; la prensa ya había pasado a otra cosa. Aunque sí que era vedad que la prensa estaba atenta a cualquier persona que supiera sobre la ubicación del equipo del Capitán América.

A veces en el trabajo, Addison escuchaba clientes hablar sobre el tema. La mayoría no se creía que el Capitán América fuera un delincuente, aunque si había unos cuantos que lo tachaban de lo peor de la sociedad. Addison, al igual que casi todos, admiraba al héroe americano. Estudió todo lo relacionado con él y los Comandos Aulladores cuando estaba en el instituto –ya que era historia obligatoria sabérsela–, y cuando se hizo pública la noticia de que el Capitán América había vuelto, que estaba vivo, muchos se emocionaron de tener al héroe americano de vuelta. Y luego ocurrió lo de Nueva York y la admiración creció más. Y sí, puede que lo que ocurrió con esa ciudad de Europa del Este y lo del aeropuerto de Berlín estuviese mal, pero, para Addison, el Capitán América seguía siendo un héroe y no un fugitivo de la ley.

Al parecer, Ant-Man no era un exterminador sino un nuevo superhéroe, de parte del equipo del Capitán América. Un superhéroe del que nadie había oído hablar y que no había estado relacionado con los Vengadores. Pero él no aparecía en la foto que había en la pequeña noticia.

El periódico era de hace siete meses, o sea que la noticia no fue publicada inmediatamente después de lo que ocurrió en Berlín. ¿Qué hacía Scott con un periódico antiguo?

Con el ceño fruncido escondió el periódico debajo de la cama y se levantó del suelo.

Todo esto era tan confuso para Addison. Para ella, nada tenía sentido. Ni el traje ni el periódico de hace siete meses.

Se llevó el cesto de la ropa sucia y salió de la habitación. Fue hasta el salón y cogió las llaves para salir del piso con el cesto de la ropa sucia. El edificio tenía el cuarto de lavandería en el sótano y Addison tenía pensado hacer un día de colada solo para poder pensar (y, aunque ella no lo reconociera, para no caer a la tentación de probarse el traje).


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