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LCDUGI #7

Capítulo siete.

Pierce le dejó un besa a Isabella en su frente y se fue a la cocina. Isabella había permanecido callada durante todo el día y lo primero que hizo al llegar a casa fue meterse en la cama. Pierce salió de allí, caminó por el pasillo hasta llegar a la cocina.

Sacó de la nevera el brick de leche y lo dejó sobre la encimera. Cuando levantó la mirada, se encontró con el Soldado de Invierno y con su doctora, sentada en uno de los taburetes.

- Me marcho ya señor Pierce – dijo una voz femenina. – ¿Necesita algo antes de que me vaya?

- No, nada, Renata. Puedes irte – respondió Pierce y segundos después se escuchó la puerta abrirse y cerrarse.

- ¿Quieres leche? – Pierce le preguntó al soldado pero no obtuvo una respuesta. – El programa ha cambiado. Tenemos poco margen.

Pierce se bebió el vaso de leche. Y se acercó hasta sentarse en un sofá, en frente de los otros dos.

- Dos objetivos de nivel seis. Y uno del nivel 4. Ya me han costado la mente de Zola, los quiero muertos antes de dos horas.

- Perdone señor Pierce – le interrumpió una voz femenina; la misma que minutos atrás se había marchado por la puerta. Aquella mujer miró a Valëzka, pero sobre todo, al soldado. – He olvidado mi móvil.

- Oh Renata – Pierce se lamentó pero aún así cogió una de las armas. – Haber llamado a la puerta.

Le disparó dos veces y ella, cayó al suelo; muerta.

Ni Pierce ni el soldado parpadearon, pero Valëzka, la doctora sí que frunció el ceño. Después, dirigió su mirada a Pierce.

- Veo que el Capitán América sigue suelto – comentó ella.

- Cuando el Soldado de haga cargo de esto, dudo que lo siga estando. Créeme – sonrió Pierce.

El soldado y su doctora se fueron y Pierce volvió a su cama, donde se encontraba Isabella, medio dormida. Cuando notó que la cama se hundía a su lado, se giró para ver que era Pierce. Pierce se arropó y susurró un "buenas noches".

- Pierce – le llamó ella. Pierce abrió los ojos y giró la cabeza para mirarla. – Marinette lo sabe.



Cuando Emma se despertó, Sam ya se había levantado para irse a correr. Se levantó de la cama tras pasarse diez minutos sin hacer nada. Se colocó unas zapatillas de estar por casa y salió de su habitación rumbo a la cocina.

Apenas estaba amaneciendo, por lo que Sam había salido hace poco, y por lo tanto, tardaría en volver.

Sacó de la nevera un poco de leche y de uno de los armarios un bote con café. Preparó la cafetera y se apoyó sobre la mesa, esperando que se hiciera el café. Como tardaba tanto, acabó sentándose en una silla y empezó a dibujar en su bloc.

Emma no sabía cuánto tiempo se pasó dibujando, pero la puerta se abrió y apareció Sam sudando e intentando recuperar el aliento. Su camiseta morada tenía manchas de sudor por el pecho y espalda. Nada más entrar, abrió la nevera y cogió una botella de zumo y bebió de ella. Cuando terminó, se acercó hasta Emma y después de susurrar un "buenos días" le dejó un beso sobre los labios.

En ese momento, después de darle un beso, la puerta de la entrada fue golpeada. Sam se separó de ti para abrir la cortinilla y ver a alguien que no se esperaba. Emma se levantó y se colocó detrás de él. Abrió los ojos como platos al ver que era Steve, pero bastante sucio.

Sam les abrió la puerta porque el capitán no iba solo. Estaba acompañado por una mujer pelirroja (seguramente la Viuda Negra) y por otra mujer con el pelo negro.

- Hola tío.

- Antes de nada perdónanos – dijo Steve, quien sí que estaba sin aliento. – Necesitamos escondernos.

- Todo el mundo intenta liquidarnos.

- Todo el mundo no – dijo Sam y les dejó pasar al trío.

Una vez que entraron, Sam cerró la puerta y bajó de nuevo la cortinilla.

- ¿Necesitáis ayuda? Vendas, tenemos de todo – dijo Emma, tratando de ayudar. Vio los nudillos de Raven y se acercó a ella. – ven conmigo, te voy a curar esa herida muy fea.

Raven siguió a Emma, pero la primera les habló a los otros dos antes de desaparecer.

- Hay dos baños, utilizarlos si queréis.

Emma la guió hasta uno de los baños y le señaló el lavabo.

- Limpia la herida primero, después la curaré – le dijo Emma y Raven fue rápidamente fue a hacerlo. – ¿Te has desangrado mucho?

Emma se puso a buscar el botiquín de primeros auxilios, mientras esperaba la respuesta de la chica herida.

- No mucho, solo es un corte muy feo.

- ¿Qué ocurrió? – le preguntó Emma sacando el botiquín de su escondite en uno de los cajones.

- Nos estaban persiguiendo. Colocaron un misil de corto alcance y raro es que estemos vivos – respondió Raven.

Emma asintió, impresionada.

- Por cierto, soy Emma.

- Raven – se presentó la otra.

Emma tiró los algodones manchados de rojo a la basura y la sonrió.

- Ya está vendado y curado. Deberías refrescarte y quitarte la suciedad – le dijo Emma y se fue del baño, dejando sola a Raven ahí.

Emma volvió a la cocina, donde estaba Sam. Sam estaba haciendo el desayuno, con la botella del zumo a su lado. Emma se acercó hasta él hasta dejarle un beso sobre el hombro y después, se sentó en una de las sillas.

- No había visto a Steve esta mañana. Me preguntaba por qué no venía a correr – dijo Sam, sin dejar de cocinar.

- Esto lo explica todo.

Sam asintió.

En ese momento, la mujer pelirroja entró en la cocina. Se veía que estaba magullada y cansada. Pero al menos se había quitado la suciedad del cuerpo y del pelo. Entró a la cocina y se sentó en una de las sillas, en frente de Emma.

- ¿Quieres un paracetamol o algo? – le preguntó Emma.

La pelirroja negó con la cabeza.

- Pronto me recuperaré – negó con la cabeza.

- Ah claro, porque eres una Vengadora y no necesitas esas cosas como nosotros – dijo Sam y eso logró que le sacara una sonrisa.

- Y, ¿dónde están Steve y Raven? – preguntó Emma.

- Raven se fue a la habitación donde está Steve – se encogió de hombros Natasha.



Raven entró a la habitación, donde estaba el capitán. Steve estaba sentado sobre la cama, con un trapo sobre sus manos. Cuando oyó las pisadas levantó la cabeza y miró a Raven.

- ¿Qué tal está? – le preguntó, refiriéndose a la mano.

- Está mejor. Y no he sangrado mucho – Raven respondió, sentándose a su lado. Raven suspiró, cerrando los ojos. – ¿Qué está ocurriendo Steve?

- Sabemos un secreto y nos quieren matar por ello – respondió esta vez Steve. Raven volvió a suspirar mientras agachaba la cabeza. De seguro le estaba empezando a aparecer una migraña.

Steve, en vez de seguir hablando, frunció el ceño. El capitán veía una mancha negra en el cuello de Raven. Levantó la mano para remover los cortos cabellos de Raven. En su nuca había un tatuaje.

Robin.

En el momento que Raven notó los dedos del capitán en su nuca, donde estaba su tatuaje, se removió, alejando su mano.

- ¿Quién es? – preguntó el capitán.

- No todos hemos tenido una buena infancia – respondió Raven cerrando los ojos.

- ¿Y quién dijo que yo sí? – preguntó el capitán.

Eso hizo que Raven abriera los ojos y se girara para mirar al capitán.

- ¿El capitán tuvo una mala infancia?

- No siempre fui el Capitán América, ¿sabes? – comentó Steve. – Solamente era un chico de Brooklyn, pequeño y con asma.

- Vaya – dijo Raven sin creérselo. – No te imagino a ti así.

En ese momento apareció Sam por la puerta, eso hizo que Steve y Raven se giraran para mirarle.

- He preparado el desayuno si es que, vosotros coméis si eso.

Steve y Raven caminaron hasta la cocina y se sentaron en las sillas, con una taza de café en frente de ellos.

- Bien, ¿quién en SHIELD podría lanzar un ataque con misil a nivel local? – preguntó Natasha.

Sam estaba de pie, con una tostada en su mano, Raven bebiendo de su café y Emma estaba sentada sobre la encimera.

- Pierce – maldijo Steve.

- Que ocupa lo más alto del edificio más seguro del mundo – rodó los ojos Raven.

- No trabaja solo. El algoritmo de Zola estaba en el estrella de Lemuria.

- Al igual que Jasper Sitwell – dijo Natasha.

- La verdadera pregunta es cómo las tres personas más buscadas de Washington secuestran a un agente de SHIELD en pleno día.

Sam miró por un momento a Emma antes de desaparecer de la cocina. Y Emma sabía perfectamente qué iba a hacer,

- La respuesta es: Vosotros no – dijo Sam. Los tres agentes de SHIELD le miraron con el ceño fruncido. Sam dejó sobre la mesa una carpeta.

- ¿Qué es? – preguntó el capitán.

- Digamos que un currículum – respondió Sam. Emma escondió una sonrisa al beber un poco de café.

Steve, Natasha y Raven se leyeron todo, bastante impresionados.

- ¿Qué usaste? ¿Algo especial? – preguntó Natasha.

- Esto – les enseño la carpeta.

- Dijiste que eras piloto – dijo Steve.

- Nunca dije que fuera piloto – se rió Sam.

- Sabes que si encuentran tu coche inmediatamente sabrán dónde estamos, ¿verdad? – le comentó Emma a Raven, ambas en el coche de la última.

- Lo sé – dijo ella bebiendo un poco de café. – Por eso le cambié las matrículas.

- Pensé que los agentes eran personas respetables y buenas.

- Oh vamos. Luego le devolveré la matrícula al otro coche – ambas se rieron.

En frente de ellas podían ver a Sam sentado en una terraza, hablando por teléfono. A la derecha se encontraba Jasper Sitwell, quien minutos antes se había reunido con el Senador.

Después de quince minutos, Sam había desaparecido. Jasper también. Aparecieron el cuarteto y entraron en el coche de Sam. Raven arrancó el coche y les siguió, dejando un poco de espacio entre los dos coches.



Bella se encontraba todavía en la sala de controles, observando las cámaras hasta que uno de los que había presentes observó algo.

Pierce se acercó a él. Todos en la sala podían notar que Pierce estaba muy enfadado. ¿Por qué? Nadie lo sabía.

Pierce dijo algo a Rumlow, quién estaba a su lado. Este asintió y fue rápidamente a la salida, pero antes se paró en frente de Bella. Bella levantó la mirada para mirarle.

- Vienes conmigo – ordenó. Bella se levantó rápidamente y le siguió fuera.

- Prepárate. Tenemos una misión – le dijo Rumlow. Este se adelantó para llamar a su equipo. Bella giró en un pasillo para ponerse el uniforme de misión y no ir con su traje de trabajo.

En la sala de los uniformes ya había una persona dentro. Le sorprendió encontrar a su hermana, María Hill, ahí. Se estaba cambiando de ropa, colocándose el uniforme también. Bella se acercó a ella y le susurró:

- ¿Qué demonios haces aquí?

- Voy a ocupar tu lugar.

- ¿Qué? – susurró confusa Bella.

- Tres personas van a morir y soy la única que les va a poder salvar.

- No, voy a ir yo María – Bella estaba cansada de que siempre María intentara quitarle siempre su trabajo y misiones.

- Bella, por favor. Esto es más importante que un estúpido juego.

Bella, reticente, asintió. Tal vez fue por la seriedad de su hermana. Pero se volvió a cambiar a su traje y escapó de allí, sin ser vista.



Pierce se encontraba en su despacho, con el gesto serio. En ese momento aparece Isabella, también con la cara tensa.

Desde que ayer por la noche Isabella le contara que Marinette lo sabía, Pierce se encontraba serio. Sabía que Marinette podría entrometerse en el plan, y a Pierce le revolvía el estómago saber que había dejado cabos sueltos.

- Pierce, no la mates – le pidió Isabella.

- ¿Y por qué no debería? Lo sabe todo – respondió Pierce, serio. – ¿Cuánto tiempo ibas a esperar hasta contármelo?

Isabella se quedó callada, sin responder.

- En el momento que STRIKE acabe con el capitán, acabarán con ella – dictaminó Pierce.

- Y si – empezó a hablar Isabella. – mantenemos viva a Marinette. Ella confía plenamente a mí. Me contará cada cosa que ocurra o cada plan que tenga. Además que me contará quién más está de su parte. Es mejor así.

Esta vez fue Pierce quien se quedó en silencio, convencido.



Raven y Emma seguían de lejos al coche negro de Sam. Todo iba normal, estaban por la autopista cuando de repente, algo negro salta encima del coche de Sam. Rompe uno de los cristales y el hombre calvo es lanzado fuera del coche. En ese momento ambas fruncen el ceño, un todoterreno negro pasa por su izquierda. Los que están dentro sonríen a las dos mujeres y uno saca la pistola y dispara.

Raven, como acto reflejo, gira el volante. Las balas no tocan a ninguna pero su coche choca contra una de las paredes de la carretera, y otros coches chocan contra ellas.

- ¿Estás bien? – pregunta Emma, desabrochándose el cinturón y observando más allá de Raven, donde en ese momento una de las puertas del coche de Sam sale disparada, con el trío encima de ella.

- Sí, lo estoy – Raven hacía lo mismo que Emma.

Emma sacó su pistola de su funda, abrió su puerta y salió del coche, a gatas para no ser vista. El resto de coches que habían chocado unos con otros se encontraban vacíos; la gente corría despavorida.

Raven salió por la puerta de Emma y siguió sus pasos, a gatas. En ese momento sonaron unos disparos y una especie de bomba. Alguien estaba disparando el coche de Raven.

Raven y Emma estaban apoyadas contra un coche, alejado del de Raven. Emma sujetaba su arma con las dos manos, con el dedo en el gatillo.

- No tengo un arma – maldijo Raven. Normalmente no necesitaba un arma, su trabajo era simple papeleo.

- Tú tranquila – dijo Emma. – Te conseguiré una.

Emma sacó un poco la cabeza, para poder mirar.

El todoterreno tenía las puertas abiertas; estaba vacío. Varios hombres habían saltado, a lo lejos. Uno que se disponía a saltar fue interrumpido por Sam quien le atacó y se quedó su arma. Eso dejó respirar más tranquila a Emma; saber que estaba bien. Había otro hombre armado, acercándose al coche de Raven.

Emma se levantó y le disparó dos veces, en el hombro. El hombre se giró y levantó el arma, en dirección a Emma, pero antes de que uno de los dos pudiera hacer algo, el hombre cayó, muerto. Detrás estaba Sam, con el arma en alto.

Emma salió del escondite por lo que Raven también. Raven fue al cuerpo muerto y le cogió su arma. Mientras tanto, Sam se acercó a Emma y le dejó un abrazo con lel brazo que no sujetaba el arma.

- Vamos – le susurró Sam.

Los tres corrieron hasta llegar a un punto. En la calle abajo, también reinaba el caos. En ese momento empezó a sonar una metralleta. Estaba disparando a un autobús. De él salió Steve, quien cogió su escudo. El trío que se encontraba arriba dispararon a los hombres vestidos de negro, acabando con ellos uno a uno.

- ¡Corre! ¡Nosotros nos encargamos! – gritó Sam.

Entre los tres pudieron acabar con los hombres armados. En ese momento, Sam le dejó el arma y se ue andando. Raven se quedó vigilando desde arriba mientras Emma seguía a Sam.

- ¿Sam ¿ ¿A dónde vas?

- A por mis alas.

- Yo también voy a ayudar – Emma se apresuró.

Sam se giró y miró a la cara a Emma.

- Debéis iros. Las dos.

- ¿Qué? – preguntó confusa Emma.

- Iros en otro coche. Sea quien sea ya habrá mandado unidades aquí, vamos a estar atrapados, pero vosotras podéis escapar. Debéis.

Emma no dijo nada más, solamente le dejó un beso en los labios y se acercó de nuevo a Raven.

- Raven hay que irnos – le dijo Emma y Raven asintió. Se veía que quería discutir, pero huir era lo más sensato.

Trotaron hasta el coche negro, donde gracias a dios encontraron más armas. Se llevaron unas cuantas pistolas y cuchillos. Después corrieron hasta uno de los coches que había en la carretera con las llaves puestas. Emma se colocó en el asiento del piloto, Raven en el del copiloto y salieron de allí lo más rápido posible. Rezando para no ser vistas.



Anne-Marie estaba sentada al lado de su pareja, Rumlow, en una de las furgonetas negras.

- No estaba Raven con ellos – dijo Anne-Marie. – En cambio, sí que estaba donde Zola.

- Pudo haber muerto ahí, Ann – respondió Rumlow.

- No encontramos su cuerpo ahí.

- Había toneladas de escombros, seguro que está enterrada en algún lado – dijo Rumlow.

En ese momento la camioneta se paró. Estaban en un sitio alejado, donde no llamarían la atención con lo que iban a hacer. Rumlow y Anne-Marie salieron de ella rápidamente y se dirigieron a la segunda furgoneta, donde se encontraban el Capitán América, la Viuda Negra.

- Tres hoyos, a cavar – ordenó Rumlow.

Dos hombres abrieron las puertas de la segunda camioneta. Rumlow y Anne-Marie apuntaron dentro de la camioneta pero inmediatamente bajaron las armas al ver qué había dentro.

Nada.



¿Me echasteis de menos? Je.

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