LCDUGI #3
Capítulo tres.
- ¿Tienes una misión? – le preguntó Rumlow a su novia.
- Sí. Una en solitario – decía la chica mientras llenaba una bolsa.
- ¿De qué trata?
- Solamente tengo que interrogar a alguien en la otra punta del mundo – bufó Anne-Marie. – Pero volveré pronto.
- Te estaré esperando – dijo él con un tono meloso (totalmente fingido) y ella se rió. – Yo estaré en el helipuerto todo la tarde.
- ¿El soldado viene hoy? – Anne-Marie dejó de mirar la bolsa para dale una mirada a Rumlow.
Rumlow asintió.
- Pierce quiere que sea su niñera hasta que esté en un lugar seguro.
Anne-Marie se rió de él y de su misión.
Ambos salieron de la habitación y tomaron caminos diferentes. Anne-Marie se iba al helipuerto y Rumlow prefería antes estar con su grupo que quedarse en el helipuerto todo el día.
Raven llegó a su destino casi cuando era bien entrada la tarde. Aparcó el coche dos calles más abajo y subió toda la calle hasta llegar a un edificio. Subió las escaleras hasta que llegó al piso donde tenía que parar. Se acercó a una puerta y sacó de su bolsillo una llave (esa llave estaba en la carpeta). Abrió la puerta con ella y entró dentro de la casa.
La casa estaba casi completamente vacía. Había una mesa con un par de sillas. La cocina tenía una nevera (Raven la abrió y comprobó que tenía comida dentro) y encimeras y una de las habitaciones había una cama y encima de ella había varias cosas: un portátil, ropa, un cesto de la ropa sucia (Raven no tenía ni idea de para qué) un walkie-talkie y una pistola.
Se acercó varios pasos hasta llegar y comprobó que esa ropa era ropa como de... enfermera.
Dentro de esa habitación había un baño (con ducha y servicio). Todo era bastante simple así que se alegró de que la misión no fuera a durar mucho.
Dejó la carpeta a un lado y cogió el portátil que tenía una pequeña nota.
Mantener siempre abierto el ordenador
Raven levantó la tapa del ordenador y esperó a que este se encendiera, pero no lo hizo. Confundida, lo dejó abierto sobre la cama. Cogió la ropa de enfermera y se encerró en el baño. Prefería tomar una ducha antes.
Steve subió los tres escalones y llamó a la puerta. Eran casi las ocho y media y él tenía entre sus manos una botella de vino.
La puerta se abrió y mostró a Emma, con una sonrisa.
- ¡Steve! Has venido – ella le abrazó y se podía ir un resoplido detrás de ella. – ¿Recibiste el mensaje de Sam?
Sam se negó a que Emma tuviera el número del capitán. En cambio, ellos dos intercambiaron los números.
Steve asintió.
Emma le dejó pasar y Sam le estrechó la mano.
Emma se había puesto unos vaqueros con una camiseta holgada de color verde militar que encontró por ahí (no quería reconocer que la camiseta era de Sam). Sam también llevaba unos vaqueros y se había puesto una camiseta de color blanca. Y Steve, aparte de llevar la botella de vino, llevaba unos vaqueros oscuros, camiseta negra y una chaqueta.
Emma se llevó la botella a la mesa, donde había una hamburguesa en cada plato (solo sabía cocinar lo básico). Sam y Steve entraron poco después y cada uno se sentó en una silla.
- Espero que te gusten las hamburguesas.
- Sí – sonrió Steve. – Las probé hace poco y realmente estaban bien.
- Me alegro – Emma le sonrió y Sam la fulminó con la mirada.
- ¿Y vosotros? ¿Vivís juntos?
Emma asintió.
- La historia es más complicada que eso, pero sí – dijo Sam. Como Emma ya había empezado a comer las patatas, no habló. Steve le miró para que continuara. – Es mi casa, pero ella vive conmigo.
- Eh, eh, eh – no pudo evitar decir Emma. – Te ayudo a pagar las facturas, así que también cuenta como mi casa.
Steve se rió por el dueto.
- ¿Y sois pareja?
- Amigos – dijo Sam y Emma asintió.
Steve se quedó desconcertado pero lo dejó pasar.
- ¿Ya has visto Avatar? – le preguntó Emma.
- Es una friki de la ciencia ficción, perdónala – rodó los ojos Sam.
- Cuando encuentre un hueco en mi agenda, lo haré – prometió Steve.
- Porque la agenda de un capitán está muy ocupada, entiendo – asintió Emma. Y Steve se rió.
La cena se basó en eso, en conversaciones y bromas, como si los tres eran amigos desde siempre. Eran las diez cuando Steve pensó que era mejor irse. Se levantó de su silla y Sam y Emma le acompañaron hasta la puerta.
- Y ya sabes, si necesitas algo, siempre puedes contar nosotros – dijo Sam, estrechándole la mano.
- Siempre estaremos aquí – la siguió Emma.
- Gracias chicos – sonrió Steve. Bajó las escaleras, se subió a su moto y desapareció de allí.
Sam cerró la puerta y entre los dos empezaron a recoger la mesa.
Anne-Marie bajó las escaleras del jet en Argel iba seguida de tres agentes armados hasta los dientes. Había un coche negro esperándoles. Los cuatro entraron y fue Anne-Marie quien condujo hasta el "piso franco" donde se encontraba Batroc escondido.
Fue fácil entrar en el piso. Este estaba completamente desierto a excepción de un colchón en una habitación y una mesa y una silla en otra. Batroc era el único que estaba allí. Les fue fácil inmovilizarle en la silla. Se colocó una cámara en la mesa, en frente suya. Y empezó la interrogación.
Batroc no habló por las buenas, así que acabaron llegando a las manos hasta que finalmente habló.
Batroc acabó diciendo todo lo que Pierce sospechaba. En la carpeta que le entregó, además de estar la dirección del piso franco, estaba lo que Pierce sospechaba. Y todo era cierto. Cogió el móvil con línea segura, y aunque estuviera a millas de Estados Unidos, le envió a Pierce un mensaje haciéndole saber lo que él ya sabía.
Brock Rumlow estaba sentado en una pila de cajas, aburrido. Llevaba sentado en ese mismo sitio desde la tarde. Pierce se había acercado un momento al helipuerto para ver si ya habían llegado, pero como no lo hicieron, se fue junto con su mujer a una cena.
Eran las once de la noche cuando las compuertas se abrieron y un avión negro aterrizó dentro de él. Cuando los motores se apagaron, Rumlow saltó de la pila de cajas y se acercó a la puerta del avión, esperando a que esta se abriera.
Cuando la puerta se abrió, salieron un montón de agentes, con el traje de SHIELD. Después, bajó el soldado estrella de Pierce y detrás de él sus médicos, entre ellos la doctora Mirak
- Diez horas justas, os felicito – fue lo que dijo Rumlow. La doctora Mirak, le ignoró. – Tenéis un hueco reservado en una parte de la ciudad. El coche ya tiene la dirección puesta en el GPS.
- Entonces nos iremos ya – fue lo único que dijo la mujer.
En el helipuerto ya había un coche esperando a los doctores, el soldado y a algunos agentes. Todos ellos entraron y el coche desapareció.
Rumlow, junto con algunos del equipo STRIKE, salieron del helitransporte, cada uno a su respectivo cuarto.
- No puedo creer que hayáis podido venir – sonrió Isabella. – Cuando leí el mensaje no lo podía creer.
Marinette sonrió.
- No podría fallarte – dijo Marinette y ambas amigas se dieron un abrazo.
Pierce y Nick Furia estrecharon las manos y se mantuvieron en silencio. Nick parecía un poco incómodo. Se llevaba genial con Pierce e Isabella, pero ahora no estaban las cosas tan bien como para quedar fuera con ellos.
- Este restaurante es nuevo, lo abrieron la semana pasado. ¿Entramos? – preguntó Pierce y las dos mujeres asintieron. El cuarteto empezó a andar.
- Tenemos hecha una reserva a nombre de Pierce – se adelantó Pierce para hablar con el camarero que estaba en la entrada. Este asintió y les guió por el restaurante, que parecía bastante lleno.
El cuarteto se sentó en una mesa situada al fondo, era una redonda y tenía un mantel a cuadros.
- ¿Y cómo encontrasteis este restaurante? – preguntó Marinette.
- Unos amigos nuestros nos hablaron muy bien de él – sonrió Isabella y Pierce asintió.
- Además, queríamos estar alejados por un momento de todo el trabajo y de los proyectos que tenemos por delante – dijo Pierce y se quedó mirando a Nick Furria. Este, le devolvió la misma mirada.
Las dos mujeres veían a los hombres, y una atmósfera tensa empezaba a crecer.
- Bienvenidos a Pomodoro, ¿ya sabéis que vais a pedir? ¿O empezamos con las bebidas? – apareció el camarero, y esa atmósfera se evaporó.
- Las bebidas mejor – sonrió Marinette.
- El mejor vino de la casa, por favor – dijo Pierce. El camarero lo escribió en su libreta y desapareció.
Marinette cogió uno de los menús y lo colocó entre ella y Nick, para que este dejara de mirar a Pierce. Pierce, en ese momento, recibió un mensaje. Lo leyó, con el móvil bajo la mesa, y puso una mueca. Levantó la mirada para mirar a Nick Furia, pero este ya le estaba mirando fijamente.
Si esto seguía así, iba a acabar muy mal.
Pierce e Isabella llegaron un poco tarde a su casa a las afueras de Washington. La cena que habían tenido había sido tensa, y duró demasiado, o al menos eso le pareció a Pierce.
Isabella ya estaba metida en la cama. Pierce, con el pijama ya puesto se metió en el lado izquierdo de la cama. Apagó la lámpara de la mesilla y en el momento que cerró sus ojos, su móvil vibró.
Abrió los ojos de nuevo, y con cuidado (ya que su mujer estaba dormida a su lado) encendió el móvil. Era un mensaje, de Anne-Marie.
Pierce suspiró porque ya sabía lo que tocaba ahora. Nadie debía interponerse en sus planes y proyectos. Le escribió un mensaje a la doctora Mirak (quien ya había llegado a territorio norteamericano) para que fuera preparando al soldado.
La doctora Mirak se encontraba sentada en un escritorio, leyendo algunos papeles cuando su móvil, que se encontraba encima de la mesa, vibró. La doctora Mirak dejó a un lado los papeles para leer el mensaje. Al ver que era de Pierce (y lo que decía) se levantó de la silla y salió de aquella habitación.
Ya en el pasillo, abrió la puerta de barrotes con una llave que tenía ella. El soldado de Invierno estaba en una silla junto con dos doctores con bata blanca.
- ¿Qué tal estás soldado? – le preguntó la doctora Mirak, como siempre hacía. Aunque nunca solía recibir una respuesta. – Espero que estés listo y preparado porque ya empiezas mañana.
La doctora le enseñó una foto de su próxima misión. Un negro calvo y con un parche. Sería fácil encontrarle, ¿no?
El soldado veía la cara de aquel hombre sin pestañear e impasible. Después, miró a la doctora.
- Esta es tu próxima misión – le volvió a decir ella.
A la mañana siguiente, Raven se despertó con el uniforme de enfermera todo arrugado y varios envoltorios de helados a su alrededor. Se levantó de la cama para estirarse.
- Buenos días, agente – habló una voz. Eso hizo que Raven pegara un bote y se girara.
En la pantalla del portátil (la cual estaba encendida), estaba Nick Furia. Iba vestido como siempre (de negro), y parecía que estaba en su oficina, aunque esta parecía un poco oscura.
- Buenos días – respondió Raven, sentándose de nuevo en la cama y poniendo el portátil en su regazo.
- ¿Estás preparada? - preguntó él, pero sabías que él no necesitaba una respuesta. – Esta noche, el capitán Rogers entrará a la puerta de al lado de su mismo piso. Vas a tener que vigilarle.
- ¿Por qué?
- Todavía no sé si puedo confiar en ti plenamente – respondió tajante. – Solo vigílale.
- Eso es... ¿Lo único que me vas a decir?
- Afirmativo – y en ese momento, la pantalla del ordenador se volvió oscura.
Raven se quedó un poco pensativa. No entendía qué estaba pasando, o qué le ocurría a Nick Furia. ¿Qué tenía que ver el capitán con esto? Se le ponían los pelos de punta al saber que estaba a menos de diez metros de la casa del capitán.
- Activando protocolo de cifrado de comunicaciones.
- Abre la línea segura cero cuatro cero cinco – habló Nick Furia.
- Confirmado.
- Póngame con la Agente Hill – mandó Nick Furia.
- Aquí Hill – habló inmediatamente la agente Hill.
- La necesito urgentemente aquí, en Washington. Y escuche, condiciones de sombra profunda.
- Deme cuatro horas.
- Tiene usted tres.
La llamada se apagó ahí.
Nick Furia estaba en su coche, frenó debido a que el semáforo estaba en rojo. A su lado, había un coche de policía. Los dos agentes del coche, llevaban gafas pero no paraban de mirarle. Nick les saludó, y cuando el semáforo se puso en verde, Nick arrancó el coche.
Lo que no se esperó fue que otro coche de policía le embistió por detrás, haciendo que quedara atrapado entre ese coche y el otro coche de policía por el otro lado. Un tercer y cuarto coche de policía le embistieron para que no pudiera escapar.
El airbag había saltado, aunque igualmente se había fracturado un brazo y dado con el volante en la nariz.
- Fractura detectada. Recomiendo inyección anestésica – decía la voz masculina robótica.
Nick Furia hurgaba en uno de los cajones del coche para encontrar la inyección. Mientras, veía como un coche negro y blindado se acercaba a su furgoneta. El coche policía que estaba en la parte izquierda se fue, e inmediatamente varios agentes (que salieron del furgón blindado) le apuntaron con sus metralletas.
- Los datos de la policía no muestran unidades en esta zona – dijo la voz robótica.
Nick encontró la inyección y sin pensárselo dos veces se la clavó. En ese momento la lluvia de balas comenzó, pero menos mal que las ventanas aguantarían por un momento.
- Sácame de aquí – ordenó Nick Furia.
- Desconectado sistema de propulsión.
- Reinícielo – ordenó Nick Furia.
La bala de lluvias cesó y Nick intentaba ver por las ventanas agujereadas qué demonios estaba pasando. Del furgón blindado aparecieron cuatro hombres con una máquina para romper la ventana. Se colocaron delante de la puerta de Nick Furia.
- Alerta. Integridad de ventanillas comprometida – avisó la voz robótica.
- Ah, ¿sí? – bufó Nick. Este se fue al asiento del copiloto. – ¿Y la propulsión?
- Calculando reinicio – dijo la voz robótica.
Y en ese momento, la máquina empezó a golpear la ventanilla.
El coche dio una enorme sacudida, Nick se golpeó la cabeza con la ventanilla, pero estaba bien.
- Integridad de ventanillas 31% Desplegando contra medidas.
- Paraliza esa orden – ordenó Nick Furia.
Otra enorme sacudida envolvió el coche.
- Integridad de ventanillas 19% Se aconsejan medidas ofensivas.
- ¡Espera!
Otra sacudida envolvió al coche.
- Integridad ventanillas 1%
- ¡Ahora! – gritó Nick Furia.
Del asiento del piloto apareció una ametralladora, y con ella, Nick Furia consiguió acabar con todos los policías y los de SWAT.
- Sistema de propulsión conectado.
- Máxima aceleración – ordenó Nick Furia. El coche inmediatamente dio marcha atrás y después salió escopetado de esa calle. – Inicie despegue vertical.
- Sistema de vuelos dañados.
- Pues activa las cámaras de guiado – Nick Furia se colocó en el asiento del piloto (una vez que la ametralladora desapareció). – Dame el volante.
Nick Furia zigzagueó por la carretera, esquivando a los coches.
- Ponme con la agente Hill.
- Matriz de comunicaciones dañado.
- ¿Qué es lo que no está dañado?
- El aire condicionado funciona perfectamente.
Nick Furia consiguió deshacerse de los que le perseguían en un cruce. Miró un momento por el retrovisor para ver que los dos coches policía habían chocado con un camión. Cuando volvió la vista al frente, había una mancha negra borrosa. Tuvo que enfocar la mirada para ver que se trataba de una persona con un arma en alto. Disparó y un dispositivo fue lanzado por debajo del coche de Nick Furia. Explotó y su coche dio una vuelta, con el capó en el suelo y las ruedas en el aire.
Aquel hombre se acercó con pasos rápidos a la furgoneta volcada, pero en ese momento Nick ya estaba intentando escapar de esa trampa.
Cuando aquel sujeto quitó la puerta del piloto, pudo observar que Nick Furia había escapado.
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