Escuela de mutantes #8
Epílogo:
- Que os parece si hacemos borrón y cuenta nueva – propuso Charles. – Como si esta primera semana de clases jamás hubiera existido.
Hank, Eric, Ororo y Logan asintieron de acuerdo.
Eni había permanecido en su habitación cuando el pelotón apareció. Y vio por la ventana cómo se llevaban a Brock pero no a Leyla.
Días más tarde, se rumoreaba que Brock no era en realidad un mutante y que era hermano de Sisa.
Entonces tenía sentido por qué se llevaban a Brock –si es que ese era su nombre real–; era humano. Mientras que a Leyla no se la habían llevado, por ser mutante. A Leyla la habían encerrado en una celda del sótano –no sabía que la escuela tuviera celdas–. Eni no entendía por qué a ella no la habían encerrado como a Leyla. Había tenido la misma culpa que ellos; y gracias a ella, un estudiante había muerto.
Decidió visitar el despacho del profesor Xavier porque necesitaba saber por qué ella no estaba encerrada o teniendo algún castigo.
- ¿Te arrepientes de lo que has hecho? – le preguntó Charles.
Eni asintió.
- Si hubieras sabido que moriría alguien, ¿le habrías ayudado? – volvió a preguntar. – Y sé sincera.
Eni se mordió el labio, pensativa.
Había aceptado ayudarle porque Brock le prometió hacer algo por ella. Pero él no lo hizo. Todo hubiera cambiado si le hubiera dicho que alguien iba a morir –fue una suerte que solamente una persona muriera. Podrían haber muerto muchos más–. No habría aceptado el trato aunque le hubiera hecho algo a Pierre o le hubiera prometido algo mejor.
Nadie debería haber sufrido porque ella estuviera celosa, pero, aceptó el trato porque estaba llena de celos.
Finalmente, Eni negó con la cabeza.
- Entonces no deberías estar encerrada como Leyla. Ella no quiso admitir que se equivocó. Tú sí pero, además, sé que no volverás a hacer algo parecido. Confío en ti.
Después de salir del despacho, se dirigió para hablar con Pierre. Le debía una disculpa. No debería haberle hecho eso en el comedor. Pierre aceptó las disculpas e incluso, cuando se veían por los pasillos o tenían clases juntos, se hablaban.
Las clases acabaron ese día muy rápidamente, o eso le pareció a Charlotte. Esa mañana se había despertado con una nota en el suelo de su cuarto. La cogió y la leyó.
Lo siento otra vez, E.
Iba acompañado de un juego de llaves de un coche. Fue a clases y se esperó hasta que acabaran de comer para ver el coche. Como tradición, invitó a sus amigos a estrenar el coche haciendo un viaje al centro comercial.
Se volvió costumbre coger el coche e irse con sus amigos fuera de la escuela por unas horas.
Charlotte arrancó el coche y miró por el espejo retrovisor.
- ¿Alguien tiene que bajar al baño? Porque no pienso parar en el viaje – preguntó Charlotte.
Todos miraron a Peter Maximoff, que estaba sentado en el asiento del copiloto. Él se cruzó de brazos.
- Solo fue una vez – masculló. – Y fui rápido.
- Estuviste fuera cinco minutos – le recriminó Pierre al final del coche.
- ¿Vais todos bien? – preguntó Charlotte una vez fuera del colegio.
- La próxima vez Peter no se sienta en el medio – dijo Marylin.
Charlotte se había sentado en el asiento del conductor, Peter a su lado. Pierre y Cassandra estaban en la fila de asientos al final y eso dejaba a Marylin, Hela y Peter en el centro. Marylin y Hela se habían pedido ventana por lo que Peter se sentó en el medio. Peter no era pequeño y cada vez que Charlotte giraba el coche, Peter se iba a los lados –por inercia–, aplastando a Marylin o a Hela.
Hela asintió, de acuerdo.
Todos menos Hela, Peter y Marylin se rieron.
No era su descapotable rosa chicle, ni un descapotable blando. El nuevo coche no era descapotable y era de color rojo. Además, tenía siete plazas.
Gala, quien se había encerrado en su habitación toda la primera semana, fue saliendo poco a poco. Fue recobrando la confianza en sí misma y controló mucho mejor su habitación.
Puede que ese curso no empezara con un buen pie pero fue, sin duda, el mejor de todos. Los estudiantes no solo aprendieron a controlar su mutación o las matemáticas. También aprendieron a valorar a los humanos. Aunque no tuvieran su mutación, podían ser igual de peligrosos que un mutante (al fin y al cabo fue un humano quien hizo todo eso). Y, lo más importante, algunos aprendieron a pelear, a defender. Los X-Men había sido una leyenda en la escuela y en este curso, la leyenda se hizo realidad.
Aunque, el mundo aún desconocía que los estudiantes se estuvieran preparándose para ser X-Men. Puede que aún nadie confiara en ellos pero si el mundo se encontraba en problemas, ellos ayudarían.
Aquí el final de esta mini historia, espero que os haya gustado. Y si os gustó este tipo de mini historia, donde creáis los personajes, se avecinan más historias de este estilo :D
La próxima mini historia es de *redoble de tambores* ¡Scott Lang!
Sinopsis:
Si Addison tuviera que echarle la culpa a alguien, sería a Scott. Le echaría la culpa por tenerlo todo desorganizado, por no haber guardado bien su traje de Ant-Man. Porque si lo hubiera escondido mejor, ella nunca lo habría encontrado. Si no lo hubiera encontrado, Addison nunca se habría puesto el traje y si nunca se hubiera puesto el traje, nunca habría desaparecido en el mundo cuántico porque sin querer tocó el regulador del traje.
ATENCIÓN: Esta mini historia menciona uso de drogas.
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