Capítulo 5
Por los laberínticos pasillos del Hospital General de Seúl, usando mascarilla y gafas de sol, Park Minhyuk se dirigía a la Unidad de Cuidados Intensivos. Había tratado de ser lo más sigiloso posible, y aun así, le pareció ver un par de reporteros percatarse de su presencia en la entrada y seguirlo unos pasos. Más tarde tendría que inventar alguna historia de donación a la beneficencia o algo así. Aunque, si tenía en cuenta lo que tuvo que pagar al director de la institución para mantener el asunto de Jimin bajo la alfombra y llevar a cabo lo que tenía planeado, no era del todo falso.
Desde la noche anterior, cuando su secretaria lo había localizado de emergencia, no había pegado un ojo. Tenía mucha evidencia que eliminar y cabos sueltos que atar, gracias a la incompetencia de sus subordinados. Jamás debió confiar en simples pandilleros, por más que su asistente personal los vanagloriara, para algo tan importante.
Jimin siempre había sido su vergüenza. Siempre culpó a su esposa por dar a luz a un hijo defectuoso. Debía ser culpa de ella; él, un alfa dominante y poderoso, jamás fecundaría un recesivo. Durante años, aguantó, tratando de hacer a su primogénito lo más decente posible. Hizo hasta lo imposible, lo prohibido, para arreglarlo. Sin embargo, en su afán, no hizo más que acabar de romperlo. Si antes se avergonzaba de su existencia, ahora era una humillación andante, por su culpa. Lo había transformado en su peor error.
Sintió terminado su calvario cuando Jisung, su segundo hijo, se presentó como alfa unos meses atrás. Ya no tenía necesidad de mantener a Jimin con vida. Aprovechando su postulación y candidatura en curso para la alcaldía, se desharía de él y lo usaría como publicidad. El lema de su campaña era: «Por una ciudad segura». Seúl era una ciudad violenta. Su hijo, débil e inferior, sería víctima de secuestro y asesinato y él, como padre afligido y comprometido con el deber, llevaría su campaña a todo lo alto. Era matar dos pájaros de un tiro, ¿qué mejor?
Con paso firme, derrochando elegancia y porte, entró en la habitación a la que lo guió la enfermera. Nomás entrar, los aromas le hicieron arrugar la nariz. Más allá de los antisépticos, podía percibirlos.
—Padre —tanteó Jimin, bajito—, yo…
—¡Cállate! —interrumpió tajante—. ¿No te basta con avergonzarme con tu sola existencia, para que también me hagas pasar por esto? ¿Cómo crees que podré dar la cara en sociedad, teniendo un hijo perdedor y marcado?
—No sé qué pasó, me fui en tu auto a la universidad, con el chofer, luego…
—¡No te he dado permiso para que hables! —lo volvió a cortar, sus feromonas aplastando toda posibilidad de negación—. ¿Sabes cuánto dinero y conexiones he tenido que usar para mantener esto en secreto? Este es un momento crucial en mi carrera, no puedes arruinarlo. ¡No lo permitiré!
—¿Qué hay de mí? —El joven paciente, con un tono bajo, pero evidentemente enojado, murmuró, casi inaudible para su padre.
—¿Qué dijiste? No te escucho. Habla alto, si es que te queda algo de hombría para hacerlo.
—¡¿Qué hay de mí?! —gritó, encontrando sus miradas—. Todo lo que hablas es de ti y tu reputación. ¿Qué hay de mí? ¿No te preocupa que tu hijo pudiera haber muerto?
—No recuerdo haber criado una puta sometida, que apesta a más de diez alfas diferentes. —Resopló, tratando de disipar la molesta mezcla de aromas—. ¡Te lo di todo! Lo único que pedí a cambio fue fortaleza, y ni eso pudiste mostrarme.
—Toda la vida, lo único que he hecho es tratar de complacerte, hacerte sentir orgulloso, pero para ti nunca nada fue suficiente. —Su voz se apagó, pero no perdió el rencor. Su garganta comenzaba a doler.
Con los puños apretados e hiperventilando de la rabia, Jimin observaba de reojo a su padre, con ira contenida. Se sentía tan decepcionado como podía estar un ser humano. ¿Por qué, luego de tantos años de rechazo y desamor, pensó que algo sería diferente? ¿Cómo fue tan ingenuo de creer que por estar al borde de la muerte, su padre mostraría un ápice de cariño o compasión por él?
—Desde el inicio de tu desaparición, preparé todo para que pareciera que estás en un viaje. —Minhyuk prosiguió la conversación, a su ritmo, haciendo caso omiso de las palabras de su hijo—. Gestioné un permiso justificante en tu universidad, tienes dos meses hasta que necesites volver.
Jimin escuchaba las palabras de su padre como si de un eco lejano se tratase, el enojo bullendo sin control en su interior. Todo lo que había vivido en las últimas semanas, sumado a la reacción y comportamiento de su progenitor, había derramado la copa de su tolerancia. Quizás estaba irritado en exceso por su impotencia, tal vez las palabras crudas y crueles lo habían sacudido más de lo que pensaba. No sabía a ciencia cierta lo que le estaba sucediendo, pero no dejaba de preguntarse cómo había estado tan ciego por todos esos años.
¿Cuál había sido su móvil para desear complacer a ese hombre y hacerlo sentir orgulloso? ¿Acaso pensó que alguna vez sería reconocido y aceptado? Lo odiaba. Lo detestaba tanto. ¿Cómo era posible que tuviesen relación consanguínea? La adrenalina parecía empezar a drenarse de su cuerpo, recordándole cuán cansado y lastimado se encontraba. Pareciera que haber identificado y aceptado sus sentimientos le había quitado de encima un peso más grande del que imaginaba.
—Vete de aquí —gruñó, enojado, y miró a su padre con ojos inyectados de sangre por la rabia—. ¡Largo! —Su voz de mando hizo eco en la habitación, la usó antes de poder detenerse a pensarlo dos veces.
Park Minhyuk ni siquiera se inmutó, solo alzó una ceja, displicente, con un tic de incomodidad en uno de sus ojos. La orden no había surtido ningún efecto, por supuesto, era un alfa muy superior. Su mirada evaluadora se fijó en su hijo, intensa, seguida de un despliegue de feromonas aplastante. Jimin se sintió pequeño en su sitio, doblegado e impotente.
—¿Te atreves a usar tu voz, conmigo? —Dio un paso al frente. A pesar de su apariencia calma, exudaba peligro—. De rodillas —demandó, imponente.
Fue demasiado. El poder de aquella voz era indiscutible, era un alfa demasiado poderoso para poder rehusarse. El cuerpo de Jimin comenzó a moverse contra su voluntad. No podía controlar sus movimientos, a pesar de los horribles dolores que le provocaba cada uno. Los vendajes de sus brazos y piernas comenzaron a mancharse de sangre, su frente empezó a sudar por el esfuerzo y su ceño se arrugó. Gemidos de dolor se escapaban con cada gesto tembloroso.
Se incorporó, arrancando los electrodos al tirar de ellos, las máquinas comenzaron a emitir pitidos de alarma. Jimin quedó arrodillado en la cama, acuclillado, con el tronco inclinado hacia adelante y la cara y las manos apoyadas en el colchón, como en una posición japonesa de dogeza. Le costaba respirar, cada bocanada por aire era dolorosa, sus extremidades estaban resentidas, sangrantes otra vez hasta el punto de manchar hasta la sábana, las contusiones resentían sus músculos con cada acción.
—Eso es lo que obtienes por pensar que puedes desafiarme —escupió con desdén—. ¿Creíste que podrías superarme? Ni en tus sueños más…
—¿Qué está pasando aquí? —Jiwoo entró corriendo a la habitación, pero se detuvo en seco.
La activación de la alarma de enfermería al desconectarse las máquinas de signos vitales, hizo a la joven omega correr al lugar. La escena frente a sus ojos no era lo que esperaba encontrar. Jamás pensó que un padre sería capaz de mirar y tratar con tanta crueldad a su hijo. Quería intervenir, pero el peso de las feromonas y la dominación de ese alfa eran tales, que se sentía asfixiada. ¿Qué podía hacer una simple omega? ¿Cómo podría soñar siquiera con enfrentarse a un alfa como ese? Pero tenía que hacer algo, Jungkook estaba en otra habitación y Jimin estaba sufriendo demasiado.
—Señor Park —llamó con voz suave y la cabeza gacha, mostrando sumisión—, lamento interrumpir, pero necesito volver a acostar al paciente y colocarle los electrodos, necesitamos monitorear su estado. —Su voz temblaba tanto como sus rodillas, estaba aterrorizada.
El alfa mayor desvió su atención a la omega, observándola de arriba abajo. Aspiró su aroma descaradamente, saboreando la dulzura de las azucenas y el jazmín en su paladar. Sonrió ladino y se acomodó la corbata, en un intento inefectivo de ocultar su interés. Se sentía bien después de usar su voz y doblegar a un oponente más débil. Si no estuvieran en un hospital…
—No se preocupe, enfermera… Jung. —Miró su nombre en la identificación—. Ya he terminado lo que vine a hacer. —Cambió su atención hacia Jimin—. Ya hice los arreglos, más tarde vendrán a recogerte. Espero sepas comportarte.
—Pero, el paciente no está en condiciones de trasladarse. No hemos recibido orientaciones de que…
—Es algo entre el director y yo. Tengo preparado un departamento equipado con todo lo que necesita, incluida una enfermera encargada de sus cuidados las veinticuatro horas. —Miró la hora en su reloj—. Si me disculpa, tengo otros asuntos de relevancia de los que encargarme.
Park Minhyuk salió de la habitación con paso firme y andar elegante. Siempre le sentaba bien doblegar a otro alfa, aunque se tratase de su propio hijo. Con todos los cabos atados, solo faltaba volver a poner en marcha su plan. Un poco antes o un poco después, el resultado era el mismo, un dos por uno. Si, como siempre, actuaba con cuidado y dejaba que otros hicieran el trabajo sucio, todo saldría de acuerdo a su plan.
En el estacionamiento trasero, lejos de periodistas y ojos curiosos, sacó un celular prepago y marcó el número previamente registrado. No llegó al final del segundo timbre, cuando la llamada fue contestada.
—¿Señor? —cuestionó la voz del otro lado, a la espera de órdenes.
—Ya he arreglado tu desastre. Espero que esto no se vuelva a repetir, sabes que no me gusta involucrarme directamente.
—Lo lamento, señor.
—No lo lamentes. Agradece a tu larga trayectoria de trabajo eficiente conmigo. No habrá una próxima vez, ¿está claro? —enfatizó, la amenaza evidente en su voz.
—Sí, señor.
—Lo recogerás esta tarde. No vuelvas a meter la pata. —Colgó.
En cuestión de segundos, el chofer se bajó de un auto negro de cristales tintados y le abrió la puerta trasera. Se marcharon veloces y en silencio, dejando atrás el hospital.
Jungkook ocultaba su presencia detrás de una pared. No solo había sido testigo de la conversación en la habitación de Jimin, ya que había dejado un micrófono oculto, sino que también había escuchado esta llamada telefónica. Sin importar qué estuviese planeando Park Minhyuk, una cosa era clara: el hospital ya no era seguro para Jimin. No tenía forma legal y oficial de intervenir para evitar que se lo llevaran, pero no lo dejaría allí.
El detective se miró la palma de las manos, la marca de sus uñas y la sangre seca permanecían ahí, acompañando al dolor. Mientras estaba en la estación de enfermería, ocultando su presencia a una distancia prudente, Jimin había sido humillado y maltratado otra vez. Ya había fallado en protegerlo dos veces, teniéndolo frente a sus narices. ¡No volvería a pasar!
Sacó su teléfono y marcó el número de Seokjin. Se demoró bastante en contestar, pero lo hizo.
—¿Qué pasa? ¿Todo bien con Jimin?
—Hyung, tenemos que hablar. ¿Dónde estás?
—En urgencias, ¿qué pasa?
—Tiene que ser en persona, voy para allá. Dime un sitio específico para encontrarnos.
Con la ubicación dada, Jeon se dirigió lo más rápido posible hacia allí. En cuanto sus ojos se encontraron con los del médico beta, tiró de él al cuarto de curaciones frente al que lo esperaba.
—Tengo que llevarme a Jimin del hospital —soltó sin más, con la respiración todavía agitada.
—Haz bromas que tengan gracia, no digas locuras como si nada —rebatió Jin, pero pareció recapacitar al instante—. ¿Por qué me pides eso?
—Ya no es seguro aquí para él.
—¿Tiene que ver con la visita de su padre?
Jungkook asintió, en silencio, con la amargura filtrándose por su piel.
—Te dije cuáles son mis sospechas y acabo de confirmarlas. No es como que tenga evidencia, pero lo que vi y escuché es suficiente prueba para mí.
—¿Crees que está involucrado en el secuestro? —susurró, acercándose a él.
—Podría hasta ser el responsable. Llámame loco, pero creo que ese hombre se trae algo peor que un secuestro entre manos.
—¡Santo Cielo, Jungkook! No digas esas cosas tan a la ligera.
—No es a la ligera. Hizo arreglos con el director del hospital, va a mandar a alguien para que se lo lleve más tarde a quién sabe dónde. ¡No puedo permitirlo!
—Y no lo permitiremos —aseguró—. Tenemos que...
—No. Lo haré solo. No puedo involucrarte a ti, ni a Jiwoo, en nada de esto. Dime cómo, yo me las arreglaré para sacarlo. Tampoco es conveniente que los relacionen de alguna manera con esto, cuando explote.
Seokjin pareció meditarlo por un momento, considerando negarse, pero no encontró ninguna solución posible. Jungkook tenía razón, si él se involucrara directamente, no haría más que dificultarle las cosas a largo plazo. Además, si se auxiliaba de Jiwoo y algo le sucedía a ella, no tendría cara para mirar a cierto beta del departamento policial de narcóticos.
—Te prepararé una ruta de salida y un disfraz para lograrlo, solo dame algo de tiempo. También te prepararé una versión extendida y explicada de las indicaciones médicas de Jimin, que debes cumplir al pie de la letra. No servirá de nada si su condición empeora.
—Gracias, hyung. Te debo una demasiado grande con esto.
—No dudes que tengo todo anotado en mi lugar mental de favores a cobrar a Jeon Jungkook, pero eso no viene al caso ahora. En cuanto mi turno termine y si las aguas se calman, te echaré una mano. ¿A dónde planeas llevarlo?
—A mi departamento. Es el único sitio seguro en el que puedo pensar ahora mismo, que tiene las condiciones mínimas para sus cuidados.
—Confirmo. Si pudimos salvarte allí de heridas de bala, esto será pan comido —coincidió Jin. Él y Jungkook tenían un largo historial de locuras—. Lo haremos funcionar.
—Iré con Jiwoo, para también ponerla al tanto.
Cuando Jungkook entró a la habitación, la omega estaba terminando de cambiar los vendajes, los anteriores yacían en un cesto, llenos de sangre. Jimin estaba dormido, su respiración y los signos vitales en la pantalla se mostraban estables, al menos la parte que podía comprender. No llegó a ver qué tanto se habían empeorado las lesiones con lo sucedido, pero le alegraba que se hubiera podido estabilizar de nuevo.
—¿Cómo está? —Se acercó un poco más.
—Tuve que sedarlo, el dolor era más de lo que simples analgésicos podían manejar. —Se abrazó a sí misma, sin dejar de mirar a Jimin—. La mirada en su rostro, debiste verla... Nunca había visto tanto rencor y odio en una mirada. —Sus ojos se cristalizaron y su voz tembló—. ¿Qué puede hacer a una persona odiar así? Su cuerpo había sobrepasado el límite, pero su mente no se apagaba. Sufría. Fue tan doloroso de ver.
Jungkook había esperado mover alguna emoción en Jimin, algo de que sostenerse para salir adelante después de lo sucedido. No esperaba que fueran estas, ni tan intensas, pero la visita y las palabras de Park Minhyuk tampoco estaban en planes. No sabía de qué manera evolucionaría todo esto, pero solo quedaba salir adelante.
—Él es fuerte, se repondrá.
—Jungkook. —Se volteó a mirarlo—. Ese hombre, Park Minhyuk, es peligroso. A su propio hijo, él fue capaz de... Sálvalo, Jungkook, por favor —rogó, rompiendo en llanto.
—Lo haré —prometió, a ella y a sí mismo.
Jeon la abrazó, consolándola. Sabía que aún estaba sensible, su olor era más dulce de lo normal, a pesar de que los supresores controlaran las feromonas residuales, permitiéndole trabajar normalmente.
—Tranquila, todo estará bien. No es bueno que te alteres así, no estás recuperada del todo. —Se separó, su mano acariciándole el cabello—. ¿Cómo has estado? Entre tantas cosas, no te había preguntado.
—Bastante bien, gracias a ti. Este último celo fue el más intenso que he tenido, si no hubiera sido por ti... —Un escalofrío la recorrió, recordando los intensos dolores que experimentó antes de que Jungkook pudiera llegar—. Gracias, de corazón, por ayudarme.
—No podría negarme, no sabes lo difícil que fue tener a Hoseok llorando por toda la estación. —Le restó importancia, para no hacerla sentir incómoda.
—Sé que te lo pidió porque confía en ti, no esperábamos que la persona que siempre me ayuda estuviera fuera de la ciudad. —Sonrió con suavidad—. Ahora yo también confío, pero no te preocupes, fue cosa de una sola vez.
—Si vuelves a necesitarme, no dudes en llamar. Sé que para ustedes es muchísimo más doloroso que para nosotros y con supresores solamente es difícil de pasar.
—Hablas como que estás muy informado.
—Siendo soltero y con esta edad, lo menos que puedo hacer es ayudar a quienes estén a mi alcance. He visto varios escenarios.
—Ni siquiera llegas a treinta, no hables como si fueras un viejo.
—Que falte un mes para cumplirlos no hace mucha diferencia. —Se encogió de hombros—. Pero, cambiando de tema. —Su expresión se enserió—. Me tengo que llevar a Jimin de aquí.
—¿Qué?
Jungkook le explicó a grandes rasgos la posibilidad de la amenaza y el segundo secuestro, omitiendo los detalles del anterior. También le dijo que había contado con Jin para ello y el plan que estaba en proceso. Ella, a pesar de haber sido testigo solo de una ínfima parte del contacto de Jimin con su padre, comprendió de inmediato la envergadura de la situación.
—Siendo así, no podemos perder tiempo. Haré todas las curas hoy, para facilitarte las cosas un poco, y te enseñaré lo básico para la preparación y administración de los medicamentos. Puede que ahora mismo no pueda ayudarte, pero sabes que puedes llamarme a la hora que sea.
—Lo sé, y te lo agradezco infinitamente.
Así lo hicieron. Jiwoo se encargó de curar y medicar a Jimin con todo lo correspondiente, además de preparar un botiquín para llevar, con todo lo necesario para los cuidados. Jungkook pensó seriamente que había cambiado su profesión a enfermero, o médico. Eran toneladas de información, pero grabó, repitió e imitó todo lo que pudo, para hacerlo lo mejor posible.
A medida que las manecillas del reloj avanzaban, el detective se ponía nervioso. No fue hasta una hora y media más tarde, cuando su teléfono sonó y vio el nombre de Jin en la pantalla, que pudo respirar nuevamente.
—Dime que ya nos podemos ir.
—Todo está preparado. Ven con Jiwoo, les explicaré el plan.
¡Holiwis! Después del retraso por los apagones y mi viaje, aquí está el capítulo prometido. Perdón por los retrasos. La cosa va algo angst, pero espero que les esté gustando. 💜
¿Abrimos encuesta de piscinazo para el papá de Jimin? (Quienes leyeron Over Lies saben a qué me refiero jajaja).
Chao chan 😘
Hasta el próximo jueves.
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