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27. Expectativas.


Yixing estaba teniendo un sueño fantástico en el que se encontraba en los brazos de un hombre absurdamente apuesto que parecía saber exactamente en dónde debía tocarlo para llevarlo al delirio.

—Junmyeon...

—¿Si?

Yixing abrió los ojos y la consciencia luchó por desprenderse del sueño, pero no pudo. Le tomó un par de segundos percatarse de que en realidad sí se encontraba atrapado entre las extremidades de Junmyeon. Miró hacia las puertas corredizas al fondo de la habitación y notó que el día apenas empezaba a clarear.

—¿Qué haces? —Yixing preguntó en un murmullo.

—Nada.

Nada. Junmyeon estaba pegado a su espalda, le acariciaba la cadera y no paraba de repartir besos en su cuello y hombro. Yixing se estremeció.

—Pues deja de hacer nada y vuelve a dormir.

La mano que acariciaba su cadera se deslizó hacia su pierna y se la levantó un poco, Junmyeon metió una pierna entre las suyas y se pegó un poco más a él. Yixing pudo sentir su erección.

—La verdad es que intento seducirte —Junmyeon musitó, rozando sus labios sobre la nuca de Yixing—, pero no se si está funcionando.

Yixing soltó un tembloroso suspiro y tomó la mano de Junmyeon para dirigirla a su entrepierna; sí, definitivamente estaba funcionando, él se encontraba en la misma situación.

—¿Siempre eres así? —Yixing soltó un gemido cuando Junmyeon hizo presión sobre el glande—. No mencionaste nada de esto cuando me engatusaste para mudarme contigo.

—No lo tenía previsto, pero me pone duro tenerte así —Junmyeon confesó sin una pizca de vergüenza—. ¿No te gustan los mañaneros?

Mientras preguntaba, su mano se coló bajo la ropa interior y tomó el miembro de Yixing con firmeza. Empezó a tirar de una forma lenta mientras empujaba su propia erección contra el trasero de Yixing.

Yixing gimió contra la almohada.

—¿Por qué carajo no te divorciaste antes?

—Seguramente lo habría hecho si me lo hubieras pedido —Junmyeon murmuró mientras empezaba a quitarle la ropa interior—. ¿Has estado deseándome?

—Cállate.

Junmyeon rio suavemente.

—¿Has estado mirándome lujuriosamente? —insistió.

—Sí —Yixing confesó conteniendo el aliento.

Junmyeon se alejó por un momento y de pronto el olor a fresas llenó la habitación. Yixing esperó impaciente mientras sus dedos se aferraban a las sábanas.

—La próxima vez compra uno de uvas —pidió mientras Junmyeon lo preparaba—. Ya me dio hambre.

—Espera un poco, ya vas a comer —Junmyeon murmuró.

—Hablo de comida —Yixing aclaró.

—No, no pienses en eso en este momento —Junmyeon le pidió y retiró sus dedos para penetrarlo lentamente. 

Yixing empuñó las sabanas y exhaló sobre su almohada mientras una deliciosa descarga de placer recorría su cuerpo. Junmyeon se pegó a su espalda, podía escuchar su pesada respiración, sentía sus labios sobre los hombros y su mano enroscandose alrededor de su miembro una vez más.

Yixing no podía contener los gemidos, estaba en éxtasis. Presionó la palma sobre el colchón y jadeó. Sus pies se rozaron contra los de Junmyeon y por alguna razón aquel pequeño contacto bajo las sábanas le encantó. Los brazos de Junmyeon lo aprisionaban de nuevo y mientras alcanzaba su orgasmo pensó que podría acostumbrarse a despertar de aquella manera.


🌸


Junmyeon tomó un plato de la alacena y lo observó pensativamente.

—Si quieres, podemos comprar algo distinto —ofreció suavemente.

Yixing le quitó el plato de la mano y acarició los dibujos en él.

—Aunque si te gustan mucho puedes conservarlos, no tengo problemas...

Yixing sonrió, pero no era una sonrisa para nada feliz.

—Los odio —anunció—, pero te los regalan cuando compras algunos productos del supermercado. Estos venían con el cereal, esos cubiertos siempre vienen con la salsa de tomate o con el bote de chile o con la mayonesa —añadió mientras los señalaba, pareciendo cada vez más molesto—. El idiota de Kris se mi vajilla de porcelana, también la licuadora y el microondas... Se llevó incluso el papel higiénico, la pasta dental, el jabón de baño, el champú...

—¿Que acaso no trabajaba? —Junmyeon preguntó intentando contener sus propias emociones.

—A veces, pero la mayor parte del tiempo era un maldito vividor.

—¿Por qué no lo echaste antes?

Yixing apretó los labios, tenía los ojos cristalizados y parecía tan furioso que Junmyeon temió que empezara a romper cosas. Sin embargo, Yixing fijó su mirada en algún doloroso lugar en el pasado y tomó una profunda respiración antes de responder.

—Porque a pesar de todo lo quería y además tenía miedo de quedarme solo de nuevo. Temía volver del trabajo y encontrar una casa vacía, volver a estar solo en mi cama... temía que nadie más pudiera tolerarme.

—Yixing...

—Decía que nombrar a las plantas era infantil, que mi comida siempre quedaba simple, sino salada, que mis intereses eran banales y mis gustos aburridos, que mi risa era desagradable, que no estaba lo suficientemente delgado y que cualquier otro era más atractivo que yo...

—Yixing... 

—Llegué a pensar que tenía razón, que tal vez por eso mis amigos y mi familia se habían distanciado de mí...

La voz de Yixing fue apagándose hasta desvanecerse y, como si su pequeño arranque no hubiera sido suficiente, un par de lagrimas escaparon de sus ojos. Maldición, había prometido no llorar por eso nunca más. El silencio llenó la cocina y la certeza de que Junmyeon estaba molesto lo hizo sentir peor.

—Ese imbécil debió darse cuenta de que nunca estaría a tu altura, por eso intentó apagar tu brillo —Junmyeon dijo tranquilamente.

Yixing alzó su mirada.

—¿Y como podría una rata de su calaña estar a la altura de alguien con un coeficiente como el tuyo? —Junmyeon continuó, presionando su índice suavemente entre las cejas de Yixing—. Debió sentirse aterrado al no poder procesar tu intelecto y tus gustos tan versátiles como los de cualquier genio, todo eso sin contar con que seguro moría de celos cada vez que salías de casa a trabajar. ¿Cuántas personas podrían quedar cautivadas por tu encantadora sonrisa, por el brillo en tu mirada o por tu belleza? ¿Y si de pronto alguien mucho mejor que él intentaba conquistarte?

Yixing, con sus mejillas levemente coloreadas de rosa, apartó su mirada. Junmyeon le limpió las lágrimas y lo atrajo hacia su pecho, suspiró y besó su cabello. Quería buscar a ese imbécil para obligarlo a venir de rodillas a pedirle perdón por meterle ideas tan estúpidas en la cabeza.

—Solo empaca tu ropa y tus plantas —le pidió sin deshacer su abrazo—. Te regalaré una vajilla nueva.

—¿Puede ser negra?

—¿Por qué no?

—¿Y podemos tener unas copas elegantes?

—Es indispensable —Junmyeon sonrió—. Pero nada de vino, ni de brandy, ni de nada con alcohol hasta dentro de unos meses.

—De acuerdo.

Junmyeon lo liberó e intentó alejarse, pero Yixing seguía aferrado a él, así que volvió a abrazarlo.

—Sí, quiero —Yixing sollozó de pronto.

—¿El qué? —Junmyeon preguntó confundido.

—Mudarme contigo. Quiero vivir contigo, quiero intentar hacerte feliz, como tú me haces feliz.

—Espera, ¿antes de este momento no estabas seguro?

—No —Yixing confesó—. Acepté porque sabía que tenías razón, pero temía no llenar tus expectativas y...

—Ah, Yixing —Junmyeon sonrió—. Desde que te conozco has estado sobrepasando mis expectativas, solo sigue siendo tú. El que debería preocuparse soy yo.

—Tú ya eres perfecto.

—¿Podrías creer que nunca he planchado nada en mi vida?

Yixing sonrió.

—No te preocupes; yo voy a planchar y tú vas a lavar los platos.

—Hecho —Junmyeon accedió—, pero ahora suéltame, dame un beso y sigamos empacando o nunca vamos a acabar.

—Pero ya casi es hora de almorzar.

Junmyeon rio y buscó sus labios para depositar un beso en ellos.

—Tú ve a empacar, yo me encargo del almuerzo.


🌸

Gracias por leer!

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