Capítulo 6
29 de Noviembre del 2015
—Hanna, no tienes que irte—me dijo Anna mientras se sentaba a mi lado en el sofá.
Tenía mi laptop en mis piernas, mientras veía páginas de bienes raíces en Nueva York. Hace unos cuantos meses que me había graduado, y tenía dos meses en mi trabajo como psicóloga de una escuela. La verdad es que me iba muy bien y adoraba mi trabajo. La idea de mudarme surgió desde hace unas pocas semanas, mientras hablaba con Chris. No, para nada me iba a mudar con él. Necesitaba algo para mi sola. Vivir con Sara era genial, pero ambas estábamos graduadas, y ella aún se traía a chicos a nuestro piso para enrollarse con ellos. Necesitaba mi espacio.
—Creo que llego el momento de abrir las alas y volar, mamá—dije entre risas y Anna fingió llorar.
— ¿Es que ya no me amas?
Puse los ojos en blanco y bufé con fastidio.
—En serio, necesitas dejar de leer los libros de Nicholas Sparks, al igual que sus películas. Te estas volviendo peor de dramática. Me siento en Gossip Girl.
— ¿Y quién soy? Ese es un secreto que nunca diré. Xoxo. Gossip Girl.
Anna soltó una carcajada y rodé los ojos. Tocaron a la puerta y Anna se levantó de inmediato, probablemente creyendo que era alguno de sus chicos, con el cual tenía miles de citas. Mi sorpresa fue enorme al ver a Christopher frente a la puerta. Él estaba evidentemente molesto.
—Hola, Chris—lo saludo Anna y él simplemente movió la cabeza como un saludo.
Christopher entró y se dejó caer en el sillón, probablemente había tenido algún problema en el trabajo y necesitaba desahogarse conmigo, le hice una seña para a Anna para que nos diera un momento. Ella inmediatamente se fue a la cocina. Dejé mi laptop en la mesa de centro y Chris no tardo en acostar su cabeza en mi regazo mientras suspiraba pesadamente. Definitivamente algo lo molestaba y le preocupaba. Lleve mis dedos a su cabello y lo acaricie.
— ¿Qué pasa, Chris?
—Tuve una pelea—murmuro.
— ¿Fue otra vez el inútil de Roger? Mira que si no deja de intentar hacerte caer escondiéndote los documentos que necesitas...
—No—me interrumpió, él se giró para verme e hizo una mueca—fue con mis padres.
Sentí que mi mandíbula casi tocaba el suelo. ¿Christopher peleo con sus padres? Sé que es normal que un hijo discuta con sus padres, ¿pero discutir al grado de que Chris estuviera así? Me parecía imposible, ni siquiera podía imaginar el motivo por el cual podían pelear.
—Pero... ¿Por qué?
Christopher se levantó sentándose de manera correcta en el sofá, él tomo mis manos entre las suyas y me miró con seriedad en su mirada.
—Hanna, quiero que vivamos juntos.
— ¡¿Qué?! —me solté del agarré de sus manos.
—Hanna, somos jóvenes maduros, ambos sabemos. Sé lo que quiero. Quiero vivir contigo. —Me mordí el labio inferior con nerviosismos mientras sopesaba la idea. —Considéralo como si cambiaras de compañero de piso, solo que sería un compañero de piso que amas, es más lindo, ordenado y no trae todas las noches alguien nuevo y escuchas como su cama rechina contra el piso y la cabecera golpea repetidamente contra la pared.
Aquello hizo que una enorme sonrisa se dibujara en mis labios.
— ¡Te escuche! —gritó Anna desde la cocina.
Vi una manzana volar desde la puerta que tenía como objetivo golpear la cabeza de Christopher. Él fue más rápido y pudo esquivar el golpe de aquella fruta. Chris y yo estallamos en sonoras carcajadas mientras Anna nos miraba con los brazos cruzados sobre el pecho, los labios fruncidos y una mirada asesina. Ambos dejamos de reír y miré a Chris a los ojos, aquella mirada tan dulce que me regaló me hizo estremecerme y sonreí ampliamente. Algo se volvía derretir dentro de mí, algo que solo él lograba hacer.
—Están bien, Chris. —Él sonrió mientras me miraba confundido. —Viviré contigo.
Christopher me tomo en sus brazos y nos levantó del sofá para comenzar a dar vueltas por todo el lugar.
—Prometo que no te arrepentirás.
Días después Christopher y yo nos pusimos a buscar casas. Habíamos encontrado una pequeña casa, pero era hermosa, con dos habitaciones, una para él y otra para mí. La casa estaba a la distancia perfecta entre su trabajo y el mío.
Nos encontrábamos bajando algunas cajas de su camioneta, para llevarlas a la nueva casa. Deje la última de las cajas en el suelo, mientras acomodaba algunos mechones de mi cabello, que se habían salido de su lugar, vi a Christopher arrodillado frente a una caja y sonreí.
— ¿Qué haces, amor?
Me acerque a él y giró su rostro para verme, Chris tenía dibujada una enorme sonrisa. ¿Qué rayos estaba viendo? Fruncí el ceño cuando vi que entre sus manos tenía el marco de una foto.
—Estoy viendo a la niña más hermosa.
Me arrodille a su lado y mi corazón se detuvo cuando reconocí la foto. Era una foto de mi familia. En la foto yo acababa de cumplir cinco años, mis padres aún se veían felices y supuestamente enamorados.
— ¿Ellos son tus padres?
—Sí—murmure con cierto dolor y rencor.
—Se ven muy felices.
—En ese tiempo todavía no peleaban, de hecho esa foto la tomaron cuando cumplí cinco años.
Mientras más le contaba a Christopher la historia detrás de la foto, el dolor inundo mi pecho y los recuerdos me golpearon.
Mami me había hecho una rica avena con fresas. Me encantan las fresas. Mami dice que no puedo comer fresas solas, que tengo que comerlas con algo más... ¿sa-lu-da-ble? Lo bueno es que sabe rico. Mami está lavando los platos que ocupamos para la comida. Mientras lo hace, está cantando. Me encanta cuando mami canta, tiene la voz de un ángel. Uy, me manche. Espero que mami no se enoje. Intente limpiar la mancha de mi blusa cuando escucho el ruido de un carro. ¡Papi llego! Volteo a ver a mami, ella siempre sale corriendo a recibirlo, pero esta vez solo se queda mirando por la ventana. Tal vez no sea papi. Mami está secando un plato, pero... tiene cara de enojada. Dejó el plato a un lado y vi como el trapo salía volando lejos. Mami estaba muy, muy enojada. La puerta de la casa se abrió.
— ¡Amor, princesa! ¡Ya llegue! —gritó papi.
— ¡Papi!
Creí que mami saldría corriendo para besar a papi, pero no lo hizo. No importa, por primera vez voy a ganarle. Me baje de un salto de la silla y corrí hasta la puerta. Ahí estaba papi. Él se puso de rodillas y abrió sus brazos. Corrí y corrí y al chocar con él lo abrace por el cuello. Papi me abrazo y cargo.
— ¡Amor! —dijo emocionado al ver a mami salir de la cocina. Papi me bajó y fue con mamá para darle un besito pero ella se movió. ¿Qué tenía mami?
—Hanna, ve a terminar de cenar, papá y yo tenemos que hablar.
No dije nada, tenía miedo que mi mami me regañara si se daba cuenta de la mancha de avena. Apenas llegue a la cocina cuando la escuche.
— ¿Qué pasa, amor? —Pregunto papi— ¿Por qué estas molesta?
— ¿Quién era esa mujer que te trajo?
¿Papi vino con otra señora? ¿Por qué?
—Es una compañera del trabajo.
—Ah, una compañera. ¿Por qué no te viniste en tu auto?
—Se descompuso, ella simplemente se ofreció a traerme a casa.
—Mira, ella es bien amable.
—Por favor, Deb. Ella está casada.
—Eso no le impide tener un amante.
¿Qué es un amante? Me asome por la puerta y vi a mis padres muy enojados. ¿Por qué estaban peleando? No lo entiendo.
— ¿Qué? ¡Estás loca, mujer!
— ¡No! ¡No estoy loca!
Me tape mis oídos y me escondí detrás de la pared. Mami nunca había gritado tan feo.
— ¡¿Crees que me acuesto con ella?!
— ¡Estoy segura de que lo haces!
Mis papis se gritaban demasiado horrible. ¿Por qué? ¿Qué estaba mal? No entiendo nada. Comencé a llorar. No quiero que mis papis peleen.
Un sollozo ahogado me sacó de aquel terrible recuerdo. Christopher me tenía abrazada, mi cabeza estaba recargada en su pecho y mi cuerpo temblaba mientras yo lloraba. Era la primera vez que Christopher me veía así, tan rota, tan débil.
—Amor—murmuró Chris, tomo mi rostro entre sus manos y con sus pulgares limpió mis lágrimas. —Te prometo, te prometo que nunca cometeremos los errores de tus padres.
Sonreí levemente ante su dulce promesa. Era bueno tener aquellaesperanza. Pero aún tenemos muchas cosas que aprender. Somos jóvenes y el amora veces puede ponerse difícil.
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