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SO GOOD


El chisme de cada mañana le esperaba con una taza de café.
Su profesor amigo le contaba 'lo último' de la escuela. Resulta que la profesora de música le gustaba soltar notas altas con el profesor de física.
Gracias a la acústica del salón, se pudo escuchar todo el barullo y el pequeño profesor fue de los primeros en saber de primera mano todo el chisme.
Él no se limitaba sólo a contar. No, sus gestos y hasta la voz imitada, salían de su actor frutado interior.

-Te digo, era una cosa cero excitante. Y dejame decirte que de esos temas yo conozco como si de propio mi cuerpo se tratara.

-Bien.

-No, no está bien. ¡Cómo se puede gemir de esa manera! Está en contra de todo lo que de sexo se dice. Esa basura auditiva no pone a nadie, es más, baja la emoción y corta cualquier rollo sensual.

-Byun, el gurú del sexo ha hablado.

Su amigo se limitó a asentir con su claro ceño fruncido. Todo el día le mantuvo con las mismas críticas. Pero lo que importa es sacar frustración. Si tienes donde meterla, lo demás no importa. Claro, su amigo se mantenía refutando. «Gracias al cielo me gustan grandes y largos» y si, su amigo no hablaba de mujeres.

Al parecer el rumor no sólo había quedado entre maestros. Los alumnos se la pasaban haciendo gestos 'vulgares' a la profesora de música. La mayoría de adolescentes se mantenía moviendo las caderas al aire o jugando con sus lenguas. La maestra pasaba por los pasillos como si con ella no fuera el asunto, pero muy en el fondo JongIn sabe que la tipa disfrutaba de la atención. Ya habrán futuros rumores. Lo sabe.

Ya que el asunto de la maestra estaba de primera plana, él se preguntaba cómo sería la experiencia, pero al instante recordaba la peculiar escena vivida con su alumno. Y los demonios saben que le costó mucho no fantasear con una cabellera roja. Gracias a la existencia de su fiel y confiable amigo, puedo sobrellevar la situación y disfrutar un poco también.

Si hablamos de su amigo, podríamos decir que ha estado en 'sus mejores momentos'. Han compartido lujuria y desenfreno, soledad y compañía. Eran un concepto diferente de amistad.

Así, entre divagaciones, se preparaba para su siguiente clase, pero no contaba con toparse cierta escena molesta.
Su querido alumno estaba demasiado cerca con cierto rubio. El rubio hablaba al oído del otro y rozaba su mano con la cadera del rojo. Lo curioso era que el pequeño se mantenía con un semblante tranquilo y hasta distante. Sin embargo, al notar la presencia de su profesor, casi favorito, posó una mano sobre la que tocaba su cadera y con un leve movimiento, estuvo a punto de rozar sus labios con los otros que trataban de morder su oreja.

-¡VAYAN A SU SALÓN!

Los alumnos no se asustaron, sin embargo, si se separaron. KyunSoo fue quien se quedó sosteniendo la mirada de su profesor ya que el rubio había escapado diciendo que esperaba verle pronto 'donde siempre'.

JongIn podía sentir el aroma a canino por no decirle otra cosa, pero a quien le importa su estúpida opinión si el maldito mocoso se distrae a sí mismo mirándole de pies a cabeza. JongIn no quiere sentirse intimidado y tampoco excitado, pero si el niño se la pasa mirando su entrepierna con ese movimiento de lengua sobre sus labios, pues no, así no se podía. 

-Señor Kim, no debería fruncir tanto el ceño. Se podría quedar así de manera permanente y si, puede ser sexy, pero atentaría demasiado contra los demás- KyungSoo soltaba las palabras de manera suave. Era como si éstas se deslizaran sobre una fina tela de seda. Una tela de seda roja. El pequeño no quería dejar sólo palabras flotando, por eso, levantó su mano para poder tocar el ceño que se marcaba. Y a medida que se acercaba a invadir el espacio ajeno, JongIn le retaba; no obstante, él mismo golpeó la mano que se acercaba.

-A tú salón- ordenó.
-No quiero. Obligame.
-¿Quieres ganarte más castigos?
-Oh, claro. Castigame.

Su sonrisa socarrona se fue con él. Desapareció al girar el pasillo y JongIn no le volvió a ver en el día.

///

Dos, tres, cuatro, cinco. Cinco saltos más sobre su regazo fueron suficientes para que llegara a la cúspide del placer.

Los jadeos y el olor a sexo estaba por toda la habitación. El sudor se paseaba por sus cuerpos y los fluidos se mantenían en el interior y exterior de cada cuerpo.

-Fue bueno.
-Algo.
-Puede ser mejor.
-Superate.
-Voy a sorprenderte.
-Eso espero.
-Deja todo en 'mis manos'.

La repetición dio paso a más de una y la noche se disputaba entre el sueño y las ganas de soltar la excitación acumulada durante la semana. Y si, acumulada por culpa del chiquillo que no hacía más que caminar con pantalones aún más entallados. Pero no, empecemos por su maldito comportamiento.

Después de su pequeña charla en el pasillo, el mocoso no se había aparecido en su clase ni en las demás. Su imaginación le decía lo que probablemente estaba haciendo, pero no quería imaginar a detalle porque 'su propio detalle viril' se iba a ver comprometido y no.
Si le veía era porque el condenado se paseaba campante por los pasillos, parecía una pasarela que sólo le exhibía a él. Su caminar te llamaba a verle marcar el paso y su contoneo de caderas te decía que las tomes y hagas de él lo que desees, pero la moral y ética te golpeaban el rostro y te ibas derechito a la mierda.

La mayoría de alumnos se sentía atrapado y cómo no. Esos pantalones dibujaban cada músculo y más que nada los glúteos. Esos gloriosos glúteos que se marcaban al andar. Se podía apreciar el inicio y fin de cada glúteo y se veía realmente erguido. Siempre miraba sobre el hombro, dibujaba su odiosa sonrisa que terminaba en la mordedura de su labio inferior. Después, el agraciado muchacho paseaba sus dedos por sus cabellos y terminaba la secuencia por un poco de aire que brotaba de esos mismos labios rojos. Sus cabellos volarían un poco y el aspecto salvaje de su rojizo sólo terminarían por derrumbar los estándares de belleza exo(eró)tica.

Él sabe que llama la atención y se empeña en querer tener todos los focos en él. Si, los ojos del maestro poco a poco se concentraban en él y los jodidos estragos estaban comenzando a darse. Empecemos por el coqueteo sutil en el receso.

JongIn suele pasear un momento por los jardines y casualmente, siempre se encuentra con el pequeño que, de la misma manera, toca su hombro y pide disculpas. O, se agacha a recoger una moneda. Pero esa manera de agacharse no es sana. Él deja su piernas rectas y sólo deja caer el torso, dejando pase a la bella vista que es apreciada por cuanto enfermo pase. Wait...

Se estaba viendo afectado por el mocoso de hormonas alborotadas y se dio cuenta del hecho porque, el jueves por la tarde, después de verle juguetear con el pico de una botella; tuvo que llamar a su fiel amigo quien ni corto ni perezoso se apresuró a llegar en su ayuda. Las cosas se calentaron desde el primer momento, su amigo se había lanzado a su regazo y había hecho el trabajo de maravilla, pero cuando trató de tocar la bragueta de su pantalón, una pálida mano fue lo que vio. Los susurros no eran como la usual voz chillona, ahora eran pesadas pero elegantes. Las manos se sentían más traviesas y la mirada cambió. No veía ojos pequeños, los veía grandes. De pestañas rizadas, cejas oscuras y ojos color lujuria. El cabello azabache paso a rojo fuego y el caldero de pasión comenzó a resbalarse en el quinto salto y en las siguientes repeticiones.  «Me cago en Do».

///

JongIn se sentía pleno esa mañana. Había levantado de buen humor y eso le favorecía. Cuando uno se levanta de buen humor, se ve radiante, por ende, más atractivo.
El sexo le había ayudado a calmar sus emociones, pero aún tenía el bichito morboso que le llamaba a probar.
Alistó sus pertenencias y pasó a arreglarse. Su cabello se veía pulcro, los dientes del peine habían quedado marcados en el cabello gracias al gel y la loción se había adherido a la perfección en su piel y ropa. La camisa estaba remangada hasta los codos y la corbata no era necesaria. Los zapatos de charol brillaban y el saco en su mano descansaba.

El trayecto no fue pesado, pero si tenía sabor a expectación.
Byun le esperaba con lo 'caliente' de la semana, ya se había acostumbrado a todo el parlamento que soltaba, pero lo que no era tan usual eran las marcas en su cuello o las heridas en sus labios. Sin embargo, al querer preguntar, fue desviado a otro chisme 'más actual'.
La campana les volvía a recordar que no estaba en una junta de amigos en un bar, que estaba en horas laborales y debían enseñarle a esos idiotas con excremento en el cerebro. «Injusta vida»

Sus clases no eran sino hasta el tercer periodo ya  que el estúpido maestro de deportes había pedido un cambio de horario. No le molestaba el cambio, lo que le molestaba era la maldita preferencia. Ese tipo no hablaba más de cinco idiomas, sólo era un troglodita que se emocionaba por una pelota. En fin, ese no era su principal disgusto. El asunto es que los alumnos venían con menos disposición de la usual y otros, como Do, no siquiera se dignaban a aparecer o se limitaban a llegar a quince minutos de terminar la lección. Pero resaltemos que, el infame mocoso había aparecido con su uniforme deportivo. Los pantalones estaban doblados hasta las rodillas, la camiseta blanca era casi traslucida y se podía aprecian dos puntitos llamativos. «FUCK»

-Detención.
-¿Por qué? No he hecho nada.
-Exacto. Llega cuando quiere y hace lo que se le viene en gana. Ha perdido e interrumpido mi clase sin el menor reparo. 
-Su mierda inglesa no le sirve a nadie.
-Vas a perder el curso gracias a mi mierda inglesa.
-Ve, es mala.
-No juegues conmigo, mocoso.
-Puedo jugar cuando quiera.
-Te quedas hasta que yo lo diga. DE-TEN-CIÓN.

Jongin había dejado clara su posición y no pensaba dejarse amedrentar por un mocoso sin respeto por la autoridad. Debía ser fuerte.
Su opción estaba en pedirle a Byun cuidar del chiquillo hasta que termine de hacer lo que habían desarrollado en clase, mas no contaba con que el traidor le diría «Sorry, but I can't» ¿No que odia el inglés?

Los salones y pasillos estaban desiertos. Sólo quedaba el personal de limpieza y él en su nefasto salón. Estaba cansado y necesitaba una buena ducha, pero el mocoso debía cumplir con su sanción y ahí estaba, entrando con su mochila colgada en un brazo y con la misma ropa llamativa. «Hello nipples»

El chiquillo tenía un aura de seducción a su alrededor, pero ni siquiera reparó en él. Pasó de largo hasta lograr sentarse en el pupitre que se encontraba casi al final del salón, sacó una paleta de su mochila y un libro con una cartuchera. Su comportamiento era extraño, pero si se mantenía callado, todo iba a resultar de maravilla. JongIn estaba en su escritorio, leyendo un libro de un autor austríaco, sin prestarle mucha atención al niño, pero no fue hasta que salió por la puerta que se percató de su remota existencia.

Se fue sin decir nada y dejando sus cosas en el dichoso pupitre. Dejando la curiosidad abierta a la mirada del maestro, esperó a que el mocoso regresara y continuara su pena, pero diez minutos pasaron sin su aparición y el pensamiento de escape estaba rondando su mente, pero si se hubiera escapado, ¿por qué dejaría sus cosas?. La curiosidad le dijo que echara un vistazo, uno chiquito para ver en que trabaja el niñato.

Se acercó con cautela, esperando encontrar el libro de texto o un cuaderno de apuntes, sin embargo, encontró lápices de colores y un dibujo propiamente coloreado. No habían lineas fuera de las marcadas y ¡MIERDA! ¿Qué pretendía?
«Mr. Kim, let's play» estaba escrito al pie del dibujo

Soltó el papel como si le estuviera quemando la carne. Corrió a través de los pasillo y se dio cuenta que no sabía donde buscar. Caminó un poco más y vio una zapatilla en la puerta del servicio.

Sus ojos se ampliaron un poco, y su curiosidad olía el olor a gato encerrado.

Tenía imágenes de ese baño y si cree que es lo que imagina, va a odiar eternamente al pequeño gato que se esconde dentro. Pero...

Cuando giró la perilla, esperaba encontrar alguna escena parecida a las anteriores, pero no había nada. Lo único igual era lo vacío del lugar y los excitantes gemidos...

Si, alguien trataba de amortiguar los jadeos que salían de algún cubículo.

«Ugh~ uhm~ uhm~ ahf»

«S-si. Ugh

«¡A-ah»

JongIn estaba respirando lentamente. Sus oídos estaban más que sensibles al sonido y podía asegurar que salían del último cubículo.
Sus pasos fueron lo más sigilosos posible para no delatar su posición. Todo estaba realmente extraño. Extraño en el buen sentido, su fetiche con los baños estaba tomando forma a partir del primer día y se iba a consagrar con el descubrimiento tras la puerta semi abierta del cubículo.

Su mano derecha se encargo de empujar la puerta. Un movimiento lento que hacía palpitar más su corazón que parecía andar en su pecho y piernas. El odioso chirrido de la puerta sólo le dio más énfasis a su curiosidad que se revelaba con un gemido de sorpresa  y una bella imagen. Una erótica.

JongIn estaba con los ojos dilatados, dejando de producir saliva y sintiendo el incremento de calor en su cuerpo. Las pulsaciones desenfrenadas le decían que la imagen era demasiado exquisita para desperdiciarla. Quién no querría encontrar tal tesoro, tan dispuesto y ansioso.
Tan obsceno y erótico. Tan KyungSoo.

«Mgh, ah, Señor Kim. Así, m-ás»

¡MIERDA!

El mocoso era capaz de modular palabras en ese estado. Así, tan excitado y sin control de si mismo, en busca de alguien que le mime y de una mano o dos.
Asi, sentado en el retrete, con las piernas abiertas a más no poder. Con el pantalón colgando sólo en una pierna, la camiseta siendo sujetada por sus dientes mientras su mano izquierda juguetea con su pezón derecho, con la mano derecha frotando su erección, esa carne erguida de color rosa y limpia de vello. Húmedo y necesitado. Su cabeza se movía de un lado a otro cuando sus manos se pasaban de traviesas e indagaban entre sus testículos. Cuando esa mano derecha dejó de tocar y pasó a dejar los fluidos en su boca. Con los dedos entre los dientes y los ojos semi abiertos. Con esa sonrisa que le decía 'ayudame'. Pues, así cuando decía 'Kim' o cuando sus dedos bajaron por su cuello, abdomen y falo, para poder levantar las piernas y dejar el anillo de músculos a la vista del espectador recién llegado. Su mano apretó sus testículos y tanteo terreno en su trasero, hasta tocar la pequeña hendidura. Y dijo, «Here» antes de meter el dedo índice sin mucho cuidado. «¡Ah, Señor Kim¡» el dedo entraba y salía mientras su ojos le miraban y su lengua se paseaba por sus labios. «Ven»...

Sus mejillas rosadas le ordenaron ultrajar cada parte de ese usado cuerpo. Dejó que el mocoso se metiera cuanto dedo quiso y sin aviso, tomo su falo y lo movió con convicción. Arriba y abajo, KyungSoo se estaba deshaciendo.

La cabeza estaba dejando salir un líquido muy propio de la ocasión y el lascivo cuerpo no le daba tregua. Obligó al pequeño a retirar su dedos para poder meter los propios en el ansioso culo que se contraía, que esperaba por más.

Así pues, metió sus tres dígitos entre las paredes del joven y éste se limitaba a verle y tocar sus pezones con locura. Sus dos manos trabajan en aprisionar y retorcer a su antojo, mientras JongIn seguía masturbando el falo del pequeño.

Kyungsoo estaba por colapsar, JongIn lo podía sentir, pero el jugo recién había comenzado. Es por eso que, cuando ya le sentía a punto de llegar, apretó la punta con su dedo y no dejó que el semen explotara. KyungSoo se veía frustrado sin embargo, la sorpresa llegó con el toque brusco de su maestro. JongIn había levantado sus piernas y abierto aún más. Dejó casi recostado al muchacho que le miraba con lujuria pura. La sonrisa de deseo se estaba estableciendo en su rostro  y su cinturón ya estaba siendo desabrochado. No vio la necesidad de desnudarse, sólo bajó un poco su pantalones y ropa interior, liberando su órgano viril. A KyunSoo se le secó la boca al ver tremenda maravilla. Estaba ansioso, quería que eso le profanara hasta lo más recóndito. Y así fue.

JongIn tomó sus piernas, acercó su rostro al pequeño agujero y escupió antes de lamer y pasear su lengua por la superficie. El agujero se contraía y los dedos de KyungSoo se movían con anhelo.

«Ya-h, más. Por favor, yahhh»

Le lengua de JongIn se escabullía, sus labios absorbían y besaban el hueco. KyungSoo se moría en jadeos y más aún cuando la lengua se paseo por sus testículos.  Su mano quería tocar su pene y frotarlo hasta que salga toda su frustración, pero JongIn golpeó su mano y le dijo,
«Sin hacer trampa o habrá castigo».
«¡CASTIGAME, MIERDA, QUIERO QUE ME AHHH

JongIn le iba a enseñar que el árbitro, la autoridad y el único con poder sobre el juego era él.

«uhm, so good»

Las estocadas le llevaban al cielo. Golpeaba su punto como quería. No se había tomado el tiempo de indagar, pero le parecía conocer. Sus pieles chocaban dejando sonoros golpes y marcas. Los jadeos de 'perra necesitada' estaba llenando el ego de JongIn. «D-dame más de eso-h», pero JongIn sabe que hay que jugar bien las piezas y que debe dar pie a otra partida.
Con rápidos movimientos de cadera golpeo como quiso a su alumno. Sus testículos chocaban contra los glúteos exuberantes y con el simple sonido y olor a sexo, llegaron a lo que se le llama orgasmo.  Claro, JongIn salió antes de, haciendo que KyungSoo se sienta vacío, pero la sensación estaba ahí.

KyungSoo estaba hecho un desastre en todo sentido. Había sido el mejor orgasmos y revolcón de su corta vida. Seguía en la posición que JongIn había adaptado para él, no obstante, antes de poder tener un charla post sexo, su maestro se acomodaba los pantalones y se agachaba a morder, jalar y besar un pezón.

«Nada mal para un niño» maldijo el susurro de su maestro. Las siguientes partidas prometían...

HEY THERE~
¿No me demoré? Qkdkkals milagro. Pidan un deseo !!! Bueno, estas cosas definitivamente no se me dan. Una vez que termine de publicar MYM me olvidaré y no volveré a subir lemmon ;; no es lo mio.

Mil perdones~~~
Maria_Escalona02 wickedgxme las consiento. Aquí está!! :)

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