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SLOW


Quedaron agotados, pero la llama del deseo sólo había crecido, no se apagaría fácilmente.

Estaban recostados, con las sábanas enredadas en sus cuerpos y las respiraciones agitadas. Buscaban una respuesta al descubrimiento pasional que habían experimentado, pero no había respuesta, sólo gozo y placer.
Los ojos de KyungSoo miraban en su dirección, estaban entrecerrados, tenía sus labios semiabiertos, el cabello enmarañado y las mejillas tono rojo. El contraste de su ser con las blancas sábanas daba origen a una nueva adicción por esa obra de arte.
La posición de su cuerpo le permitía ver su torso cubierto, dándole una imagen de pureza a una persona que era todo lo contrario. Del otro lado, su espalda estaba totalmente expuesta hasta el inicio de sus nalgas. Si se pudiera definir pecado, JongIn diría que es Do KyungSoo, que pecado es la persona que está recostada junto a él en su cama. Esa persona que aparenta pureza, pero es el infierno mismo, te hace arder en sus llamas, mas no es doloroso, es placentero al límite.

KyungSoo observaba todo lo que su ángulo le permitía. Los pectorales de su maestro, que subían calmadamente y descendían sin apuro. Observaba las marcas que había dejado en  la parte donde nace su cuello. Veía su perfil, sus rasgos duros, fuertes e imponentes, esa mandíbula que había besado numerosas veces. Sus labios... Sus labios habían sido el descubrimiento de su vida. Nunca había besado a nadie aparte de aquella persona, se había dejado guiar por el instinto que le ilustraba a besar con premura.

Los labios de JongIn eran suaves a diferencia de su rostro, eran cálidos como una tarde de verano y sabrosos como los chocolates de alta calidad que ha comido en su vida. JongIn era dulce, lo que le resulta extraño viniendo de una persona que se comportado como el mayor patán del universo, pero eso no quita que haya disfrutado de cada segundo junto a él. No se va a engañar, le había encantado. JongIn se llevaba por mucho el primer lugar en la cama. Pero aún y con todo lo que ha pasado, no pensó ser él quien iniciará un beso. No creyó que fuera un recurso válido en su posición, un manotazo de ahogado a su molestia. No se arrepiente, mas sí le sorprende. Pero que el otro haya correspondido a su acción... Eso le hace sentir de una manera diferente.

Él sigue siendo un adolescente, un humano después de todo. Un humano con un corazón joven que vuelve a despertar después de estar enfrascado. Que lo haga o no con la persona correcta es otro tema, pero eso no impide que la enredadera en su órgano no comience a desaparecer, no impide que ese órgano vuelva a latir.
Tiene la necesidad de tocarle, de saber que es real y no es como en sus sueños. Por eso estira su brazo para con sus dedos hacer contacto con el pecho de su maestro. Sus dígitos delinean sus pectorales y forman figuras sin sentido en el centro de su torso, provocando que el mayor ría con naturaleza. Definitivamente estaban desnudos, no solo físicamente.

Esa pequeña risa había sacado una sonrisa en el alumno. Sus ojos se miraba soñadores.

JongIn estaba disfrutando de las inocentes caricias, se sentían bien, no tenían la carga sexual acostumbrada que con su compañero habitual.
Giró hasta estar frente a KyungSoo, quien abrió los ojos y sonrió de costado, le había dado un poquito de vergüenza. Eso no había pasado desapercibido ante los ojos del mayor. Le pareció tierno. Estaban en un extraño ambiente donde no de disputaba o querían arrancarse la ropa. Era un tiempo entre todo eso.

JongIn acercó su rostro con tranquilidad, dirigió sus labios a las mejillas de su alumno y las besó en seguidas ocasiones. Era natural, ese mocoso odioso había ido a dormir y dejado a una niño tranquilo sin afán de corromper su alma. Las mejillas de KyungSoo quemaban, pero le gustaba. JongIn prosiguió con los labios, le gustaba lo sedoso que eran y el sabor exótico que estos tenían. Su alumno correspondía e incluso se dedicaba a besar sólo su labio inferior. KyungSoo estaba poniéndose a trabajar de nuevo.
Había comenzado con un besos sin segundas intenciones, pero los labios de JongIn le enviaban chispas que encendían la mecha de su deseo. Por eso decidió jugar con su lengua, hacer que estas se encuentren y disfruten de sus toques. Claro, JongIn no sen iba a quedar quieto, hizo que su mano se deslizara por toda la columna y enviara espasmos a su menor. Su mano traviesa siguió en tramo de su figura, la deslizó dos veces por esa blanca espalda, luego delineo su cintura bajo el retazo de sábana que cubría su torso y por último, regresó a su columna, pero no término su recorrido hasta llegar a sus nalgas; no hasta que sus palmas sintieran lo ovalado de estas, hasta que las estrujara y que sus dedos se paseen por la división de las mismas.
Uno de sus traviesos dígitos le dio encuentro a su culo. Lo frotó y dibujó con cuidado, mas no insertó sus falanges. Sólo escuchaba los cálidos suspiros de su alumno y sentía como este movía sus caderas para encontrar su sexo con el de él. Las frías manos del pequeño estaban puestas en sus pectorales, sus labios seguían besando los suyos y las caricias creaban candela de lo que ya se había apagado muchos minutos antes. Sin embargo, nada más pasó. Sólo se frotaron mutuamente y dejaron que el placer sea a base de caricias subidas de tono. Y puede que se deba a que JongIn no quería lastimar demás al otro ya que lo bestia que fue en las sesiones pasadas a la actual le iban a jugar en contra a él y a su ya alumno favorito.

KyungSoo se ducho solo a pedido de su maestro. En realidad no quería hacerlo, pero llegar a su casa apestando a sexo no era nada ideal, menos si su madre estaba cerca. No demoró bastante en ducharse, lo que hizo que tomara más de lo acostumbrado fueron las marcas le saludaban cuando se paró frente al espejo.
JongIn le estaba esperando cambiado en la sala, su ropa era diferente a lo usual, cosa que le gustó al menor.

—Demoraste mucho. Vamos, te dejaré en casa—dijo JongIn tomando las llaves de su auto.

—Woooah, está siendo muy caballeroso. Es sorprendente viniendo de su parte—respondió KyungSoo con verdadera sorpresa, sorpresa disfrazada de ironía.

—¿No era lo que querías? Vamos, apurate. Wait, siempre he sido un caballero.

—Claro, cómo diga—KyungSoo rió.

KyungSoo había instruido a su maestro, quien no se asombró al saber en qué lugar de la ciudad vivía su alumno.
El tramo fue calmado, sólo ellos y el sonido de las calles. No conversaron de lo que fue o lo que será, seguían en tiempo muerto.

JongIn estacionó su auto frente a la casa del pequeño. Silbó al ver lo enorme de la construcción, en ese lugar de la ciudad todo parecía hecho para gigantes.

Había llegado el momento de despedirse.

KyungSoo no sabía como hacerlo. Naturalmente se hubiera ido al llegar a la cúspide, pero ahí estaba, siendo dejado en la puerta de si casa. JongIn era ajeno, él seguía entretenido en las construcciones aledañas y las grandes dimensiones. Y entonces a KyungSoo se le ocurrió una manera de mantener al mayor pensando en él.

Le sacó de su nube exploradora, sus dos giraron la afilada mandíbula y sus labios se encontraron en una colisión de sabores. KyungSoo le besaba con parsimonia, le decía que le había gustado lo que pasó, que no se hubiera querido levantar de su cama y que podían repetir lo ya vivido. JongIn dejaba al otro guiar porque sus labios eran manjar. El bajo continuó hasta que vio como el otro quería quitarle el poder, de limitó a morder levemente la lengua que quería invadir su cavidad, le sonrió al alejarse y al bajar del auto le guiño el ojo.

—Hasta mañana, Señor Kim. Que tenga dulces sueños.

KyungSoo entró a casa, saludó a su madre con una sonrisa y se perdió en su habitación mientras tocaba sus labios y se preguntaba aquello que de cuando en cuando aparecía en su mente. Qué era...

Por otro lado, JongIn manejaba con un especie de vértigo en su estómago. Necesitaba darse una buena ducha al llegar a casa y despertar de ese hechizo que había pasado a ser eterno.
Cuando entró a su edificio, saludó con educación e ingresó a su departamento como la persona normal que era. Sin embargo, cuando estaba desvistiéndose para tonar su baño, unas manos se posaron sobre las suyas y unos labios besaron sobre su ropa. Estas manos le ayudaron de deshacerse de las prendas, era un toque conocido. Pero el los toques pararon cuando las prendas ya no estaban cubriéndole.

—JongIn, has estado jugando solo por ahí—no preguntaba, afirmaba su frase con molestia pura.

—Ah, puede ser.

—¿Con quién? ¿lo conozco?—exigía

—No y no tienes porqué pedir explicaciones. Tu y yo no somos aquello que imaginas.

—¿Cómo que no? Dime quien es.

—Deja tus escenas, ¿quieres?

—Lo dejaría pasar, pero no me gusta esto. Tienes la espalda arañada y marcas por doquier. Prácticamente están reclamandote y declarandome la guerra.

—¿En serio? Esa cabeza tuya da para tanto... Te declararían la guerra si fuéramos algo, pero, como ya sabes, no lo somos. Ahora deja que tome un baño.

—JongIn, sabes que no me gusta compartir, ¿verdad?

—Para compartir algo, ese algo debe ser en primera tuyo y no, precioso, no lo soy. Ahora, ¿puedes preparar la cena? Muero de hambre...

—Tenlo en mente, JongIn. Lo digo en serio.

—Como digas. Ahora prepara la cena, por favor.

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HOLAAAAAAAAAA, CREO QUE LXS ESTOY MAL ACOSTUMBRANDO.
ESPERO QUE LES GUSTE~
*este es uno de mis caps favoritos uwu claro, los que siguen me gustan más. No todos, pero algunos.
Muchas gracias por los comentarios y el apoyo.
Besos sabor sandía y muchos abrazos para ustedes.
¿Debería actualizar otra cosa?





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