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El matiz entre el disgusto y el conformismo estaba tan presente como difuminado.
La ausencia de KyungSoo marcaba una clara diferencia en su cotidianidad. Era como esperar a que apareciera de atrás y le asustara como antes. Él podía mantenerle cálido en las noches frías. Hacerle reír con sus comentarios ácidos salidos de la nada. Y puede que así como sus comentarios, sus sentimientos hayan brotado de la misma manera. De la nada.
El extraño sentir que algo falta es asfixiante. No hay una cintura que tomar o cabellos que revolver. La casa se siente tan vacía sin su presencia que se siente terriblemente afectado. Ha replanteado mucho en sus días de completa soledad. Ha recordado y dicho qué hacer, pero se mantiene sentado, tocando el sofá donde varias veces han descansado o hecho el amor.
Porque eso es lo que hacían. Recién se percata.
Es decir, fue tanto sexo disfrazado de lascivia pura, pero de momento a otro ya no sólo estaba el deseo de la satisfacción propia, había cierto gusto en hacer sentir bien al otro, en dejar sus huellas en el cuerpo contrario, de decir; “Conmigo sientes todo eso. Es por mi”. Causar un completo desorden en su compañero era parte de su cúspide. Le encantaba ver cómo se deshacía en sus toques, como decía su nombre y sobre todo, cómo se acurrucaba en él al terminar. Lo más importante era la sesión de besos al despertar y los mimos que KyungSoo requería para no andar con el mal humor a cuestas. Era fascinante tener que prepararle algo, llenar su estómago y disfrutar de su compañía hasta que el reloj indicara que debía dejarle ir.
Pero el asunto cambiaba junto a su actitud. Si bien le encantaba el KyungSoo que solo se mostraba con él, también está a la contra parte de esa persona. ¿A quién más le habrá mostrado ese lado?¿Cuántos secretos puede esconder su piel?¿KyungSoo puede sonrojarse así con otros?¿KyungSoo puede reír de esa manera sin él?¿Por qué se estaba convirtiendo en un maldito egoísta? De momento a otra comenzó a desear que KyungSoo fuera sólo para él, pero el amor no se trata de eso. Y a fin de cuentas, ¿de qué se trata? Lo más cercano a relación es lo que tuvo con su buen amigo y lo que ha sentido como una ha sido aquella que sostenía con su alumno, pero ¿el sentir provenía de las dos partes?¿debía hablar?¿pedir explicaciones tal vez? Pero cómo hablar con quien no puede y como escuchar si él es sordo en cuanto a oír la razón de sus labios acorazonados.
Estar sentado con un vaso de alcohol en la mano no ayuda en demasía. Todo lo contrario, le hace desear no saber nada, quiere tenerle con él y abrazar cada parte de su existencia. Llenarle de besos y decirle que le encanta el KyungSoo que ve. ¿Desde cuándo piensa así? Puede que desde hace mucho, tal vez desde que sus toques comenzaron a ser más suaves como su piel, cuando ya no quiso causar daño sino placer y gusto puro.
Ah, pero ahí está KyungSoo, hablándole al oído, jugando con sus dedos y sentándose en sus piernas. KyungSoo le arrastras por el sendero de aquello con A. KyungSoo le dice que puede quedarse junto a él hasta que sus ojos se abran en la mañana, KyungSoo le dice que le ha extrañado, que quiere que esté a su lado y le consienta de todas las maneras existente. Le invita a probar de sus manjares y endulza su oído con frases que ha deseado escuchar. Besa su corazón y toca cada parte de él, apropiándose de sus latidos y de su exhalación. Todo es de KyungSoo, KyungSoo es todo.
Pero el alcohol ha sido rociado en la alfombra y su posición es la misma que la noche anterior. No hay nadie a su costado y las palabras fueron tan efímeras como su sueño.
Su puerta se abre y por un momento cree que es una cabellera roja la que irrumpe, pero es el cabello de los últimos días. Una sonrisa le dice que el día de otra persona es bueno, y el suyo, el suyo solo es un día más.
Es preocupación lo que los otros ojos reflejan y a la vez evitan sacar conclusiones que ya tienen una, con nombre y apellido, pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.
TaeMin se anima a conversar y reír amenamente de de su imagen un tanto demacrada, esa que ha tenido en los últimos días. El recién llegado corre a la cocina a tomar un trapo mojado para tratar de sacar la suciedad de la alfombra. Le alcanza un vaso de agua y le pide que vaya a bañarse con un “Tu trabajo debe ser muy agotador, pero no es razón para beber. Al menos llámame”. Y si, se queda a cuidar de él, a prepararle la comida y a conversar de su día que, poco o nada, le importa porque él está sentado extrañando como un loco a quien no está. Qué bueno es para lamentarse.
TaeMin habla sin parar, pero su mente no está en ese lugar, sigue pensando y preguntándose cosas. Hay un nombre que revolotea en su cabeza.
Su amigo decide marcharse no sin antes abrazarle por un buen rato, con la esperanza de que su esencia quede impregnada en su cuerpo y pueda olvidar el aroma de ese mocoso, pero hay cosas que no son posibles en esta vida.
JongIn ha pasado los días con el mismo nombre en mente mezclado con recuerdos que quisiera se repitiera.
La mañana de trabajo es casi tan cansada como los días pasados, BaekHyun no hace más que quejarse de su relación clandestina, que por cierto sigue negando. Ni siquiera él puede sacarle de su estado nublado.
JongIn trata de buscar entre los alumnos a quien tiene llamas por cabellos, pero es un mar castaño y negro.
Los primeros días se notaba su ausencia y con el pasar, su asiento estaba siendo ocupado por una mochila ajena. KyungSoo había dejado de presentarse en la escuela.
Cada que pasaba asistencia, tenía que tachar el recuadro del apellido Do. No había justificaciones ni certificados médicos. Sólo estaba ausente en sus clases.
Estaba preocupado.
Veía a su alto amigo solo o saliendo del salón de ciencias, no había rastro de el otro haciéndole compañía.
Pensó que sólo estaba ausente en sus clases, eso le llevó a preguntar a los otros maestros y estos le respondieron que el alumno Do había dejado de asistir sin motivos.
No se atrevía a preguntar por él ni a marcar su número, pero le invoca con su pensamiento.
Pasaron días y su ausencia era aún más notable. Antes no le tenía a su lado, pero ahora ni siquiera le tiene a su alrededor. Su cabeza dolía de imaginar tanto porque en su mente KyungSoo había volado hacia otro balcón.
TaeMin seguía visitando su casa con frecuencia, trataba de ignorar el hecho de su presencia. TaeMin fingía que sí era escuchado, jugaba al dueño de casa, al comedido, porque él sí era útil. TaeMin era lo que JongIn necesitaba, o al menos eso era lo que se decía a sí mismo.
JongIn salía a comer con su amigo y el otro comía “con gusto” y una mueca, que según él, reflejaba lo mucho que le gustaba lo que JongIn pedía por él. Iban al cine y disfrutaban de filmes que no eran de su género favorito, pero JongIn se había tomado la molestia de buscar algo que le guste. Iban a la librería y él hojeaba libros al azar mientras JongIn le recomendaba libros que por obvias razones no iba a leer.
El hoyo en el que estaba metido era tan profundo. Se supone que no iba a verse involucrado en el tejido de ese niño, pero su habilidad y su ser le habían cautivado de una extraña manera.
TaeMin sabe. Sabe que las cosas no están funcionando. Por más que en su mente todo sea un cuento y la situación se de como quiere, sabe que la realidad es otra. Porque esos ojos no le miran, esas manos no le tocan y esa mente no piensa en él, pero está bien. Hay personas que se enamoran con un beso o un enlace de manos. ¿Cuántos besos tiene que darle a JongIn? TaeMin sabe qué tiene que hacer.
Sus esfuerzos parecen no ser de mucha ayuda, pero al menos ya puede quedarse a pasar la noche en casa de JongIn. Puede cenar junto a él en la mesa y apagar a luz antes de dormir. Puede hacer eso, él sí puede. Puede hacerlo, así como puede obviar las veces que a JongIn se le ha escapado un nombre que no es suyo. “So—Tae, mañana vamos a cenar pasta”, “¿Quieres pastel, Soo?”. Puede.
A TaeMin no le falta maña para poder escabullirse en la habitación principal. No es difícil abrir la puerta y mucho menos subir con sigilo la cama. No le toma mucho sacarse la parte superior de su vestimenta. No le demora destapar a JongIn ni apoderarse de su parte baja. Se siente bien estar en esa posición. Puede moverse y disfrutar del rostro de su amigo, si, está dormido, pero parece gustarle. Él mismo toma sus protuberancias y las presiona mientras su pelvis se ondea sobre la otra, pero dos manos le sorprenden al tomar sus muslos. Las manos aprietan y guían la danza, le gusta. Suspira porque él ha puesto a JongIn de esa manera. Sin embargo, el sueño de JongIn es otro, su conciencia va despejándose y el sueño se espanta de a pocos. Es un cuerpo que no espera, pero que desea sea el suyo, lo desea tanto que susurra su nombre con un gruñido. Lo susurra más de una vez y contribuye con el movimiento de caderas. Su torso se levanta y busca prender sus dientes en el cuello que tanto ama, no sin antes susurrar su nombre con éxtasis, pero el movimiento se detiene y es alejado. Alguien tiembla sobre él. Alguien no tiene los labios que desea besar, alguien es pelinegro.
—¡NO SOY KYUNGSOO!¡SOY TAEMIN!¡TAEMIN!¡SOY YO, JONGIN!¿ENTIENDES?¡SOY YO!
—¿Qué haces en mi cama?
—¿ESO ES LO PRIMERO QUE PREGUNTAS? JONGIN, QUÉ TE PASA.
—No grites y por favor, vístete.
—¿SOLO VAS A DECIR ESO?
—TaeMin, podr—
—¡ESO! GRACIAS POR ACORDARTE DE MI NOMBRE. NO SOY KYUNGSOO, NO ME GUSTA LO QUE A ÉL, ¡NO SOY ÉL!
—¿Puedes calmarte?
—¡NO! MALDITA SEA JONGIN, ESTOY AQUÍ PARA TI. YO ESTOY AQUÍ. YO. MIRAME BIEN, ¿TE GUSTO?
—TaeMin, haces unas preguntas…
—¿POR QUÉ NO RESPONDES? DIME, ¿POR QUÉ? ¿QUÉ TIENE?
—Estás desvariando. Te llevaré a casa.
—NO, NO NECESITO QUE ME LLEVES A NINGUNA PARTE. NECESITO QUE ME RESPONDAS. JONGIN, YO ESTOY PARA TI.
—Tae, cálmate—el alto se aproximaba.
—NO TE ACERQUES. NO JONGIN, NO. AHORA NO. DEJA QUE ME CALME. TODO VA A ESTAR BIEN. TÚ TE VAS A OLVIDAR DE ESA COSA Y YO DE LO QUE ACABA DE PASAR. SI, ESO VAMOS A HACER. YO PUEDO SOLO. DÉJAME HACERLO A MI MANERA. YO PUEDO, YO PUEDO.
El ambiente pesado dura por unos minutos eternos en los que TaeMin se viste y se despide con un beso y una sonrisa a JongIn. “Vengo después, ¿si?” TaeMin también le recuerda a un muñeco, pero a uno triste y sin dueño.
Son días los que pasa sin saber de su alumno ni su amigo. Sabe que ha faltado ya bastante y también sabe que su alto amigo no sabe nada del bajo. Quiere animarse a llamar, pero qué podría decir. No hay palabras para expresar cuanto le extraña ni hay una para definir su estupidez. Pero aún así sigue de brazos cruzados.
Sus días siguen siendo sin color, no hay rojo en ellos. Son días de lluvia, a veces piensa que lo que haya sido creado junto a KyungSoo haya desaparecido con la lluvia que cae sobre la tierra. ¿KyungSoo estará bien? Quiere asegurarse que está bien porque le importa. Maldita sea, le importa.
Han sido días de agonía y de sentimientos descubiertos en su máxima expresión. Quiere que esté a su lado, junto a él en la cama que tiene, en el sofá, en el suelo, en la misma mesa, en la librería, en el cine, en todo lugar. El vacío tiene otro significado gracias a KyungSoo, la noche no es la misma. Las estrellas ni la luna brillan con intensidad y todo es causa de su ausencia. ¿Para qué llamar cuando puede ir en persona?
Es de noche y tiene claro lo que va a hacer, es tan idiota al no haberlo hecho antes.
Su vehículo está estacionado frente a la casa de su alumno, sabe que en algún momento saldrá o entrará.
El momento no llegaba y las horas avanzaban. La tarde se había pasado en la espera al igual que la noche y parte de la madrugada. Y la mañana… No hay resultado. Sólo es él con la misma ropa del día anterior y con la preocupación encima.
Repite su cometido en tres oportunidades y recibe el mismo resultado. No hay KyungSoo.
Es un día igual de lluvioso en el que se anima a tocar el timbre y preguntar por el fingiendo ser un compañero de salón. “KyungSoo no está, por ahora está con su hermano” Y hasta donde sabía KyungSoo era hijo único.
Ahora tiene más dudas y un terrible sentimiento en el pecho. Hay algo que no está bien y duele. Extrañamente duele.
Se marcha a casa con la esperanza destrozada y el presentimiento en alerta.
Su casa sigue igual de vacía, no tiene qué hacer en un lugar sin vida. Le queda recostarse a pensar. Y es que un problema más es la poca comunicación que existía entre ellos dos. Tal vez si hay un hermano y nunca lo supo porque se la pasaban en otro plan y ahora, está varado sin saber qué hacer ni dónde buscar. No obstante, siente que va a escupir su corazón cuando su puerta de abre lentamente y ve rojo en la coronilla.
Lamentablemente no era quien esperaba.
—¿Te gusta?¿me veo bien? Dime, ¿ahora sí puedes verme?
—Qué te hiciste…
—Un cambio de look. Hice lo posible para que quedara en el color que quería. Cierto, ¿qué tal la ropa?
—…
—¡Si! te he dejado sin palabras. ¿Qué deberíamos hacer ahora, Nini?
—¿Estás bien?
—Si, si, perfecto. Dime si te gusta.
—No sé que decirte…
—¡SOLO DIME QUE TE GUSTA!¡DIME QUE NO HICE ESTO EN VANO!—no había más que silencio—NO JONGIN, NO ME MIRES ASÍ.
—TaeMin, vamos a calmarnos y a conversar.
—NO QUIERO. QUIERO QUE DIGAS QUE TE GUSTO Y QUE AHORA SÍ TENGO OPORTUNIDAD. YA ESTOY COMO QUIERES.
—Eres TaeMin…
—TÚ NO QUIERES QUE LO SEA. ESTOY HACIENDO LO QUE QUIERES.
—Quiero que mi amigo esté conmigo.
—PERO YO NO QUIERO SER TU AMIGO. JONGIN, QUIERO ESTAR CONTIGO. MÍRAME, ME VESTÍ ASÍ, ME PINTE EL PELO, CAMBIE, JONGIN. LO HICE POR TI.
—No te he pedido que lo hagas.
—DIME POR QUÉ TE GUSTA. DIME POR QUÉ ÉL Y NO YO. DIME, ¡RESPONDE!
—Hay algo en él…
—¿ALGO QUE NO TENGO? DIME QUÉ ES Y LO ADQUIERO. PERO DIME
—Es él.
—JongIn, tú eres mi héroe, tú eres para mi. NO HE DEJADO A… NO LE HE DEJADO IR POR LAS PURAS. NO LE HE DEJADO POR NADA.
—TaeMin, eso fue en secundaria… Escúchame, yo te quiero. Si, te quiero, pero no así. Perdón.
—NO LO DIGAS. QUE LO DIGAS NO LO CONVIERTE EN VERDAD.
—Pero lo es.
—YO SOY PARA TI.
—Creo, no, me gust—
—ME VOY A MATAR, JONGIN. NO LO DIGAS. SI LO DICES LO HAGO. NO ES VERDAD. POR MÁS QUE LO DIGAS NO LO CONVIERTE EN VERDAD. NO LO ES, NO LO ES, NO LO ES.
—KyungSoo es—
—TE ESTOY DICIENDO QUE ME PUEDO HACER DAÑO ¿Y NO TE IMPORTA?¿QUIERES QUE VAYA A LA COCINA Y LO HAGA FRENTE A TI?¿QUIERES ESO? ¿TAN MAL ME QUIERES VER?
—Sé que no lo vas a hacer.
—A MÍ ME CONOCES NO A ÉL. CONMIGO VA A FUNCIONAR.
—Y quién dice que con él no.
—NO PUEDES. NO LO HAGAS, POR FAVOR. POR MI. NO LO HAGAS.
—Te llevaré a casa.
—NO ME QUIERO IR. QUIERO QUEDARME CONTIGO. AQUÍ, ME GUSTA ESTAR AQUÍ. NO ME DEJES JONGIN.
Y sólo basta que le abrace para que pueda llorar a sus anchas. Para que golpee su nombre pecho y le reclame todo lo que se le ocurra. Para calmarse e irse con la mirada apagada, solo y triste “No va a funcionar, él no te quiere como te quiero yo. Nadie puede quererte más que yo”. Y eso es querer, no amar.
Hay vacío en el vacío mismo, ya no hay nadie más, sólo su móvil y michos recuerdos. Quiere llorar porque un amigo se ha ido, pero era necesario. Es urgente que las cosas regresen a su lugar y las personas a donde pertenecen.
Una llamada temerosa es la que hace y una respuesta fría es la que recibe.
“Este ya no es el número de KyungSoo. Por favor, ya no llame”.
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HOLA(? BUENO, YA CASI SE TERMINA Y BUENO, LES DIJE QUE NO TENÍA PIES NI CABEZA :’( GRACIAS POR ESPERAR Y ESPERO LES HAYA GUSTADO AL MENOS UN POQUITO. HE ESTADO MUUUUY OCUPADA Y EN SERIO NO HE TENIDO TIEMPO OARA RESPIRAR. ASÍ QUE, LO SIENTO.
GRACIAS POR EL CONSTANTE APOYO QUE NO MEREZCO Y POR SIEMPRE ESTAR AQUÍ PARA RECIBIRME. GRACIAS POR LEER ESTE Y LOS OTROS ESCRITOS.
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