JERK (me off)
La noche para KyungSoo no había sido plácida en lo absoluto. Estaba repasando los sucesos del día y todo parecía normal, como siempre, hasta que llega a la parte final de la jornada escolar. Es decir, ese bastardo había hecho que sus rodillas temblaran y su voz cambiara totalmente. Y no, esta vez no era como las demás. Esta era real. Real en todo el sentido de la palabra.
Gemidos reales, sensaciones reales, peticiones reales, todo era real. Real.
Sorprendente.
Y la parte más importante, ese bastardo había vuelto a rasguñar su orgullo porque destrozarlo jamás. Podría dejarlo pasar, si seguía siendo tan real como ahora, pero su orgullo pasaría de un rasguño a una grave herida o tal vez desaparecería sin dejar cicatriz. Pero, era diferente a sus juguetes, ahora parecía entrar al verdadero juego, uno donde al parecer no era empleador sino empleado...
Estaba siendo difícil conciliar el sueño. Sus recuerdos jugaban de una u otra manera con él. Recordaba los toques y las amargas palabras. Cómo le ponía. Era extraño tener calor, "ese" tipo de calor, en la noche. Una sensación completamente extraña era la que le atravesaba cada fibra de su cuerpo. Nunca ha recordado los toques de sus compañeros, pero, por una extraña razón, el toque del profesor dejaba marcas que quemaban y a la vez pedían ser tocadas, lastimadas, una y otra vez. Si, el juego había comenzado desde que el tipo curioso se había aparecido en su camino, pero no le gusta estar mucho tiempo con los muñequitos de plástico. Ahora, aparte de tener pensamientos cargados de "sensaciones conocidas y a la vez no", tenía preguntas sin respuesta y sinceramente, odia la incertidumbre en él.
Es noche, KyungSoo soñó con una cama, sábanas bañadas en sudor y cuerpos que se recorrían como si de desconocidos se tratase.
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El señor Do puede ser, de vez en cuando, un poco molesto. Y muy molesto cuando se trata de asistir a eventos sociales. El hombre insistía, siempre, en tener la compañía de su hijo, pero este se negaba incluso antes de que su padre pronunciara palabra alguna. era de por sí tedioso tener que escuchar la emoción en la voz de su padre, porque en esos lugares un podía hacer conexiones blah, blah, blah.
Las conexiones se pueden establecer en una sola noche y con una cama de por medio.
Por eso era tan pesado ir cada mañana con su padre. Siempre salía con invitaciones que no le importaban en lo absoluto y después de hacer enfadar a su padre venía el silencio sepulcral. Vaya familia.
Una despedida silenciosa, caminar unas cuadras y esperar a ver al entrometido maestro. Nada parece haber avanzado más allá y de cierto modo, hiere su orgullo. Para todo el tiempo que ha pasado, el maestro ya debería estar comiendo de su mano, buscándole desesperadamente y siendo rechazado, pero se estaba convirtiendo en un juego con diferentes reglas.
Ahí estaba, bajando de su automóvil, arreglando su cabello como siempre y sonriendole a la maestra Yang. Eso era nuevo.
Su charla no había durado casi nada, pero la maestra se mantenía batiendo sus pestañas postizas como si tuviera un ataque nervioso. Sin embargo, las risas y una silenciosa comodidad les acompañó por los pasillos hasta el salón de maestros. Eso, definitivamente, era nuevo.
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Había estado asistiendo a clases con regularidad, pero sin hacer movimiento alguno. Se decía a si mismo que el otro vendría a buscarle, siempre le buscan. Y prueba de eso eran los continuos mensajes y llamadas que recibía, incluso las propuestas en clase, pero por ahora, extrañamente, no tenía ganas de jugar con todos esos ilusos
Últimamente se sentía desganado.
Tenía muchos pensamientos.
Preguntas.
Aún era divertido jugar con aquellos que querían una aventura, pero no sirve si él no lo desea apropiadamente. Así no era tan divertido. Eso era todo, no había más.
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La semana se había pasado entre puro aburrimiento y expectativa. Claro, a mitad de la misma tuvo cierto desliz con el rubio acostumbrado, pero le supo a mierda todo. Lo peor de todo era que nadie podía llenar si quiera un poco sus expectativas. Y quien tal vez podía, estaba ocupado regalando sonrisas. Si, le había estado observando con paciencia, algo raro pero veraz.
El maestro Kim le ignoraba por completo. Asistía a sus clases y le mostraba mucha coquetería, porque ya se había cansado un poco de esperar y para atraer a la presa hay que usar carnada. No obstante, el pasaba de largo, no sostenía su mirada y cuando lo hacía sólo levantaba sus cejas con superioridad y maldito sea el imbécil porque ese gesto le traía recuerdos que debían mantenerse sellados.
A veces le encontraba por los pasillos mas él obviaba sus sonrisas socarronas. Cuando le entregaba las hojas de práctica en clase, sólo soltaba la hoja en su pupitre. Ni siquiera le daba opción a rozar sus dedos. Desaparecía de su vista con frecuencia y cuando le encontraba tenía compañía.
La maestra Yang.
Cada "rechazo" golpeaba aún más su magullado orgullo. Pero ahí se encontraba, dejando que froten su antebrazo, que le regalen miradas de perra en celo o que finjan dulzura cuando en realidad la maldita se acuesta con todo el mundo. "No Kim, no eres importante", decía en su mente. Se lo decía al estúpido maestro, pero un voz del pasado le susurraba que el mensaje era para sí mismo.
De cierto modo le irritaba cada sonrisa que el otro regalaba. Era molesto tener que presenciar el coqueteo barato de esa mujer. Peor aún, detestaba cuando se pegaba a el como una lapa. frotaba sus pechos en el brazo del maestro y sonreía la muy puta. Su risa, esa risa chillona de mocosa, que por cierto, por esa edad ella ha pasado hace mucho tiempo. Que decir de las faldas entalladas y los escotes que usaba solo para el señor Kim. Esos botones pedía auxilio.
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Soportó con mucho esfuerzo dos semanas. Dos malditas semanas. Si, ha sudado en tres camas en todo ese lapso y en ese mismo no dejaba de pensar. Nadie iba a arruinar su juego, nadie podía meterse con sus juguetes, salvo que él los regale o deseche. Por eso, después de haber jugado un poco con su lengua y haber pensado lo suficiente, estaba dispuesto ha retomar el control. Sin embargo, por casualidades del grandiosos destino, cuando salía del baño, por mera curiosidad siguió los ruidos del salón de ciencias. Caminó despacio y con cierto morbo. Quién podría ser la tan idiota de ir a ese salón, de ahí de puede escuchar todo. Absolutamente todo.
Se detuvo en la puerta, empujó solo un poco de esta y ¡oh, sorpresa! su buen amigo Park estaba penetrando sin parar a la "señorita" Yang.
Sublime.
Era asqueroso escuchar a esa tipa pidiendo por más, incluso superaba los golpes de las pieles al chocar. Asco total. Pero se quedó hasta el final, hasta que escuchó el gruñido de Park y el fuerte grito de esa tipa y bueno, tampoco había perdido el tiempo, había guardado material para la prosperidad.
Park fue el primero en salir, le saludo con un "¡Hey!" y desapareció con su corbata entre las manos. Esperó tres minutos y la susodicha salió acomodando su falda. La muy idiota se llevó la sorpresa de su vida al verle ahí de pie. Incluso se atrevió enviarlo a clase, pero la negativa y semblante de KyungSoo decía otra cosa.
Posó su móvil en sus labios, besando la pantalla y apuntando con la cámara a la maestra. KyungSoo se veía tan tranquilo, sus ojos cerrados le daban cierto aire angelical, pero el demonio estaba por salir. Abrió lentamente los ojos para enviarle una mirada cargada de superioridad. Sonrió de costado y pronunció.
-Yo... no creo que al director le agrade ver el comportamiento de una docente a su cargo. No. No creo que esto sea del agrado de las autoridades... ¿Se imagina los encabezados? "Maestra obliga a alumno mantener relaciones sexuales". No, no, "maestra viola al hijo del empresario Park". ¡Vaya problema! Yo le recomendaría desaparecer porque... si la veo en mi camino, usted, no, tu vas a padecer, cariño.
Ver la palidez de Yang había sido por mucho su recompensa.
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Los días habían vuelto a la normalidad. Veía a Kim sin regalar sonrisas y con su misma actitud de mierda, pero al menos ya todo era normal. No había tenido oportunidad de acercarse o jugar un poco porque el maldito seguía en su campaña para evadirle. Estaba colmando su escasa paciencia.
Supone que había llegado el momento de contraatacar.
Ya se había desecho de un peón. después de todo.
Iba a encontrar la oportunidad perfecta para acorralarle. Ya sea en el baño, en la sala de maestro o en el mismo infierno, pero lo iba a hacer. Sin embargo, siempre alguien estropeaba sus planes. Ya se estaba hartando... sin embargo, una brillante idea llegó.
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Había llegado realmente temprano a la escuela. Y gracias a su grandioso amigo Park había adquirido el horario del señor Kim. El tipo tenía clase con los de primer año.
Se escabulló antes de que el alumnado llegara, divisó su grandioso escondite y desapareció antes de que el bullicio de esos niños iniciara. Todo iba bien hasta que escuchó el silencio repentino de los alumnos. Tembló.
La voz un poco rasposa de la mañana golpeó sus oídos, su corazón palpitaba. Desde su lugar pudo ver los zapatos del maestro y a continuación como la silla era alejada para poder tener las piernas de ese sujeto frente a él.
Ya estaba sudando con anticipación.
Dejó que pasaran unos minutos. El maestro se paró por un momento y luego regresó a su siento, con el aviso de estar observando que los alumnos no hicieran trampa. Era la señal.
Posó sus manos en las rodillas del maestro y a cambio recibió rigidez. Deslizó las mismas por el suave pantalón de tela hasta llegar al cinturón. No había resistencia de la otra parte y es por eso que continuó con su hazaña. Con mucho cuidado de no hacer ruido, liberó la hebilla de la correa, desabotonó el pantalón y disfrutó del sonido de cierre al ser bajado. Observó la ropa interior y con dedos ansioso liberó la erección que se encontraba detrás de ellos. Pasó sus dedos por la base y suspiró en ella. Trató de tocarlo con paciencia para hacerle agonizar, pero el moría por hacerle enloquecer. Sus dígitos masajeaban la dureza y recorrían las venas que se habían formado. Su palma pasó a frotar de manea desentiende y el pulgar a tocar el inicio que escurría un poco de líquido. Líquido que se desperdiciaba entre sus dedos y manchaba la ropa interior del maestro. Líquido que no estaba siendo probado.
Acercó sus mejilla y tocó con la misma la erección. Su cabeza giró dando encuentro a su mejilla y nariz con la dureza para que al final su boca terminara besando la cabeza del falo. Unos cuanto besos de mariposa y la lengua decidió recorrer todo aquello que estaba expuesto. Desde las protuberancias hasta los testículos. Quería gemir y tocarse, pero ya llegaría su momento después, de eso estaba seguro. Abrió su boca, formando un óvalo y descendió con cuidado de no rozar sus dientes con esa delicia. Se sentía lleno de aquello que estaba buscando, estaba saciando su hambre y gozando de los pequeños espasmos del maestro, tal vez tenía una expresión que desearía ver... Su lengua seguía jugando dentro de su boca, le aba el encuentro a lo que invadía su espacio. Sus mejillas hacían presión y engullía a más no poder. Quería saciarse por completo.
De momento a otro, una mano tomó sus cabellos y le hizo mirar hacia arriba, dándole la vista de una expresión llena de satisfacción y gozo. Una sonrisa le decía que continuara, los movimientos pélvicos le animaban y una mano le obligaba a seguir con su trabajo, pero ahora manteniendo contacto visual. Cuán lasciva era la situación. Kim mordía su labio inferior y él trataba de mantener la cordura y aferrarse a su expresión, no quería cerrar los ojos por completo, quería ver como funcionaba su plan.
El maestro se movía como si no estuviera dando clases, y él trataba de contener los murmullos de placer. Pero la expresión en Kim le informaba que estaba por terminar esa fantasía sexual, iba a recibir todo, no iba a desperdiciar absolutamente nada, ni una sola gota, pero cuando creyó haber bebido todo, Kim llevó su mano su sensibilidad, jugó con ella y desparramó un poco más de su esencia en el rostro juvenil.
Qué inicie la partida.
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Hola, ha pasado mucuuuucho tiempo desde que vine por aquí y perdón. Siempre termino pidiendo perdón, pero me encuentro reconsiderando este escrito. No sé, no tiene pies ni cabeza, y el final, todo, es raro. En serio me gustaría darles algo bueno para leer, pero tengo MYM y siento que no es lo que me gustaría darles a personas tan lindas como ustedes. Me da cosa que esperen bastante de esto y que no sea lo que ustedes esperaban. No es lo que acostumbro a escribir y eso incrementa más mi preocupación. Tal vez ya nadie le preste atención a mis palabras y está bien, yo entiendo, me lo he ganado. De todas maneras, agradezco enormemente que me hayan dado la oportunidad.
Bueno, dejando de lado mis penosas palabras, quisiera recomendarles que pasaran por 100Eclipses hay lindos retos, traducciones, galletas y leche. Pero sobretodo, todo lo que se publicar ahí está hecho con mucho amor.
Eso es todo por hoy. Saludos.
Beevit~
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