HOLD ME TIGHT
Su destino era la estación de tren, pero hizo varias paradas para contemplar los huecos maniquíes de las tiendas del centro. ¿Acaso él era como ellos? Se podía vestir con la toda la ropa de alta costura, usar accesorios de precios elevados y seguiría estando hueco. Su expresión sería plana como la de esos moldes de humano. Se estaba sintiendo como uno de ellos repentinamente.
Primero todo el asunto sin resolver con su maestro, su padre y sus invitaciones a más fiestas y las visitas de WooBin a su casa. El idiota siempre llegaba acompañado de su padre y se quedaban en el despacho a conversar. Siempre dejaba sueltas sus miradas coquetas y sus roces ligeros al cruzarse, pero él trataba de evitarles. En primer lugar porque han tenido un pasado que no ha sido grato y en segundo porque se siente ligeramente culpable por su desliz de alcohólico y claro, todo eso era culpa de JongIn. Si el idiota no hubiera querido contestar esa llamada, no hubieran estado peleados. Si el idiota no hubiera estado con otro en lugar de él, su noche con WooBin nunca hubiera pasado. No, si JongIn no hubiera aparecido, él ni siquiera tendría esta inestabilidad.
JongIn, JongIn, JongIn. Todo terminaba siendo JongIn.
Su cabeza iba a explotar.
Había sido suficiente de darle vueltas al asunto y también de dar vueltas por el centro. Debía regresar a casa y replantear su actitud. Ordenarle a su cerebro que reaccione y a su corazón que se estabilice.
La estación de tren estaba llena de estudiantes, civiles y uno que otro sujeto con terno. Ni siquiera sabe porqué va a irse en tren si igual tiene que caminar hasta llegar a su casa. Estaba siendo idiota. Ya estaba ahí, no se iba a ir como si nada.
El tren llegó y al abrir las puertas de los vagones, las personas se amontonaron para poder entrar. Pensaba que sólo las horas punta eran de temer, pero se había equivocado enormemente. Logró entrar con mucho esfuerzo, la gente estaba más que junta y eso incomodaba. Terminó frente a la ventana de una puerta, casi apegado a ella. Todo iba bien, el tren era estable, había aire acondicionado y tenía un pequeño espacio para estar cómodamente. Se pintaba bien hasta que sintió como alguien le rozaba desde atrás. Puede excusarle por el modo en el que se encontraba el vagón, pero no había tanto movimiento, tampoco tenía porqué pasear sus manos por su espalda o dejar que una de ellas reposara en su cintura. Por eso odia los trenes. Pero no esperó que ese decrépito pusiera sus labios en su oreja o que le pidiera hablar. Tampoco esperó oler esa esencia o reconocer esa voz... «hablemos» Su imaginación estaba jugando sucio, no podía ser posible, pero sus ojos no mentían. Sus ojos se encontraron en el reflejo del vidrio del vagón. Cuatro latidos.
JongIn respiraba cerca a su cuello y dejaba que su quijada encajara en su hombro. Se miraban gracias al vidrio, se sentían cercanos y a la vez lejanos. JongIn movía su palma delineando la cintura de su alumno y el último se mantenía tratando de controlar su respiración. JongIn seguía susurrando; «hablemos» pero KyungSoo le ignoraba. Ni siquiera tenía ganas de contestarle. Trató de empujarle con el codo, pero JongIn respondió con el doble de fuerza al apegarse hasta arrinconarle en el vidrio. «KyungSoo, ¿puedes hacerme caso?» lo estaba pidiendo e incluso había sonado amable, pero eso no es suficiente. No va a caer.
Sólo suspira y voltea, si le ignora todo va a ser más fácil mas no contaba con que JongIn es casi tan insistente como él. «Te estoy hablando» no se movía de su cuello, hablaba con ligereza, dejaba que sus labios rozaran, que la otra piel se escarapelara, dejaba incertidumbre por sus acciones, confusión y muchos latidos.
—Alejate.
—¿Por qué?
—¿No es obvio? No te quiero cerca.
—Qué pena. Necesitamos hablar.
—Uhm, no, yo no lo necesito.
—No entiendo.
—¿Crees que yo si? No entiendo nada y tampoco te entiendo.
—KyunSoo, eres la persona menos indicada para decir eso. Quien no te entiende soy yo.
—Entonces no te acerques.
—Entonces no me invites a acercarme.
—Nunca lo he hecho. Y hazme el favor de alejarte. Nos vemos extraños así—dijo fastidiado.
Y JongIn se sintió ignorado. No lo iba a dejar como si nada, simplemente le haría estremecer para que recuerde con quien estaba hablando. Su cuello estaba libre para ser besado con cuidado. Sus manos de encogían cuando las suyas paseaban por su torso y jugaban por él. El vaho se marcaba con el calor que provocaba el maestro en KyungSoo y terminaron de una manera que no era esperada. «No haga eso, nos van a ver» pero no importaba. «Habla conmigo» pero sólo hablaban sus toques y suspiros.
El tren estaba lo suficientemente lleno para pasar desapercibidos. KyungSoo podía suspirar con libertad y JongIn de permitía tocar a sus anchas sobre la ropa. Si, existía contacto de su parte inferior con el trasero de su alumno, pero eran cosas que estaban permitidas en su momento.
KyungSoo temblaba, estaba siendo consentido de una manera extraña, una manera que ligeramente le gustaba. JongIn estaba siendo tierno a su manera. Le estaba prestando atención como quería... Puede que eso le haga un poco feliz.
Sus acciones tuvieron que parar ya que estaban a nada de llegar a su parada. KyungSoo trató de calmarse y fingir indiferencia.
Caminaba dejando de lado a su maestro, adelantaba unos pasos para "perderle", pero JongIn estaba pisándole los talones. No decía nada, sólo le seguía en silencio.
KyungSoo sonreía, mordía su labio inferior para controlar esa curvatura, pero le era imposible. Tan imposible como controlar el vértigo en su estómago.
El camino a su casa era un poco largo, pero llego pronto entre sonrisas contenidas y cuadras nada eternas.
Pronto habían llegado a la puerta de la gran casa y el silencio estaba entre ellos. Invitarle a pasar o cerrarle la puerta en la cara, era entre lo que se debatía el menor, pero siempre, siempre, siempre interrumpen sus pensamientos.
—Hijo, pensé que ya habías llegado. Me alegra que podamos almorzar juntos—dijo su mamá.
—Buena tarde, señora Do—saludó JongIn sin ser si quiera presentado.
—Disculpe, no me había percatado—reaccionó con sorpresa— Qué dirá de mi. Usted me conoce y yo estoy totalmente desentendida. ¿Me podría decir su nombre? ¿Busca a mi esposo acaso?—le sonreía abiertamente.
—Es mi maestro—dijo primero—Señor Kim, mi madre. Madre, el señor Kim.
—Es un gusto—le ofreció la mano, gesto que JongIn correspondió—pero no nos quedemos aquí. Por favor acompañenos en la mesa.
La casa de KyungSoo era el lujo hecho realidad. Todo parecía de primera. La decoración, la construcción, hasta el aromatizante. JongIn estaba sorprendido.
La mesa era enorme, tal y como en un filme de la realeza. La vajilla parecía haber sido diseñada con extremada delicadeza y las flores sacadas de algún bosque encantado. Era perfecto. Pero no más perfecto que KyungSoo apareciendo por la puerta del comedor. Era nuevo verle con ropa casual, no tenía más el uniforme que le hacía tener cierto cargo de conciencia. Ahora se veía más relajado, pero fino como su hogar.
El almuerzo era ameno, la señora Do hablaba con confianza y sonreía sus parar. Su risa llenaba el comedor y hasta le contagiaba esas ganas de reír. La señora le agradecía el cuidado que tomaba de su hijo y no iba a sentirse culpable, no lo haría. Le contaba sobre sus experiencias en el colegio y compartían uno que otro chascarrillo. Los dos parecían felices. Se veían a gusto mientras conversaban y disfrutaban de los potajes. Se estaba sintiendo molesto. Su madre nunca había mostrado esa parte burbujeante con nadie.
—Me alegra tanto que mi KyungSoo este a su cuidado—La señora había puesto su mano sobre la del maestro.
KyungSoo se exaltó.
—KyungSoo no necesita que le cuiden. Es bastante independiente.
Lo normal hubiera sido retirar la mano, pero ahí volvía el idiota de siempre. KyungSoo llevó su mano traviesa por la pierna de su maestro. Su palma tocaba la rodilla y sus duros muslos. JongIn había reaccionado rápido al tomarle la mano, pero KyungSoo la alejó y presionó su intimidad. Era una llamada de atención. Mientras más hablara con su madre, más le tocaría. Así terminaron el almuerzo.
La señora Do quería seguir con la charla en la sala, pero KyungSoo lo evitó alegando que JongIn le ayudaría en unos temas de la escuela. Su madre iba a ofrecerles la biblioteca para estudiar, pero KyungSoo tomó la mano de JongIn y le guió escaleras arriba.
—Querías hablar... Habla—susurró
Pero esa imagen entre tierna y molesta hizo que JongIn olvidara las palabras que antes quería expresar.
JongIn empujó y giró la perilla de la puerta e invadió el espacio de su alumno sin consentimiento alguno. Fue dilicado al cerrarla con un leve empujón de su pie. No quería que les descubrieran. Sus manos tomaron la cintura de su menor y no tuvo tiempo de pensar adecuadamente porque sus labios ya estaban envueltos con los de KyungSoo.
JongIn traía a cuestas las ganas de besarle, de tocar y saborear cada parte de su alumno. Había extrañado eso en esos días sin si quiera su mirada. Para KyungSoo no era diferente, pero también carga con cierta molestia. Por qué todo resultaba así, por qué no podía controlarse y controlar al otro. Por qué sus brazos se envolvían en el cuello ajeno o por qué era él quien le.empujaba hasta su cama. Quería y no hablar, no estaba seguro de querer escuchar las la palabras de su maestro o las excusas que no tienen porqué ser dadas. Era toda una conjetura.
Estaba seguro de sentir incomodidad cuando veía a alguien rondar a su maestro, no importaba quién fuera, JongIn no podía ser rodeado por nadie más que él. JongIn no podía apartar su mirada como si nada, JongIn estaba obligado a verle; quiera o no.
El adulto seguía besando sus carnosidades, las mordía levemente y succionaba con cuidado. Le encantaba ser el causante de la hinchazón en los labios agenos. Estaba atento a las reacciones de su alumno, prestaba atención a sus suspiros y disfrutaba de sus gemidos cuando lamía sus orejas y cuello. «No hagas tanto ruido. Tu mamá puede subir y si nos descubren se acaba todo. O quieres que le invitemos a participar» JongIn no sabía cuando cerrar esa estúpida boca, pero KyungSoo podía gruñir y dejar en claro que era suyo. En ese momento era enteramente de él. El pequeño empujó a su maestro hasta hacerle recostarse en su amplia cama para así poder quitarse los zapatos y trepara hasta acomodarse en su pelvis. KyungSoo se agachó y besó sus labios y mandíbula, le encantaba su mandíbula. Desabotono la camisa para poder besar el pecho marcado y después, con una simple sonrisa y un leve ligero toque en su cabello, se acomodó y sacó su camiseta. Su movimiento de caderas empezó lento, quería torturar a JongIn, pero se veía torturado también en el proceso. Se agitaba cuando quería marcar el ritmo, pero tampoco quería correrse derrepente. Entonces JongIn se deshizo del pantalón del otro, levantó su torso para encontrarse cara a cara a su alumno. Le hizo levantarse un poco para deslizar el apretado pantalón, mientras lo bajaba, le susurraba lo suave que eran sus piernas, que lo pálido de su piel era un contraste perfecto en ese momento con la suya. Y KyungSoo se derretía.
Los dos terminaron sin prendas de por medio, era el encuentro de sus cuerpos desnudos. JongIn jugo con su lengua y sus protuberancias mientras KyungSoo mantenía su mano sobre sus cabellos y presionaba la cabeza de su maestro contra su pecho. El falo del mayor de alanza detrás de las nalgas de su menor y él último creaba movimientos ondulantes para poder rozar la dureza contra él. «Uhm, me gusta, me gusta esto. ¡Más! Quiero más... » pero JongIn no pensaba ir más allá. Sí, quería hablar con él y darle unos cuantos mimos. Aparte, el hecho de estar a un piso de la madre de su alumno no ayudaba. Si, le excitaba, pero también corrían peligro. KyungSoo ya sabía por donde iba el asunto. JongIn no iba a calentarle así y luego irse con las manos limpias. No.
Ya estaban desnudos, sólo quedaba consolidar el acto. No le iban a rechazar.
KyungSoo le dio la espalda, levantó su pelvis y con cuidado fue moviéndose una vez más. JongIn tenía plena vista de todo. Es más, se había recostado para ver el espectáculo de su alumno. El menor levantó sus caderas y con su.mano derecha guió el falo hasta su entrada. Bajó lentamente hasta que la dureza desapareció en su interior. JongIn se sentía absorbido y editado por lo visual de esa acción. KyungSoo comenzó con el vaivén, se levantaba y bajaba. Ondeba sus movimientos y cuidaba de tomar todo de su maestro. El último gruñía despacio, le encantaba esa posición y lo audaz de su alumno. Sus manos se movieron hasta encontrar las nalgas del menor. Las tocó sin mesura, las separó y se deleitó al ver su falo siendo devorado por la rosada entrada. «Uhm, si, así. Tocame más. Tocame» y JongIn lo hizo, toco en especial los pequeños surcos que se formaban en la parte baja de su espalda. Ese pequeño detalle volvía aún más sexy a su alumno. Llegó el momento en el que no aguantó. Ayudó con sus manos y caderas a llevarle placer a KyungSoo. Se enderezó y buscó con sus labios cada lunar de ese cuerpo. Besó las manchas y mordió nuevos lugares. KyungSoo ya había hecho mucho por esa vez. Por eso JongIn volvió a tomar el control y a arremeter contra él bajo su cuerpo. KyungSoo no desaprovechó, se dedicó a arañar la espalda, a morder su cuello y a besar muchas marcas de propiedad silenciosa. Soy mejor que tu novio. A él no le va a gustar que hayas sido mío. No le va a gustar nada que te haga mío.
El ritual terminó con los dos exhaustos. El sudor corría por sus cuerpos y de uno resbalaba la semilla del otro. Pero estaban tranquilos, habían saciado su sed de el otro.
JongIn estaba sentado, con la espalda apoyada en la cabecera de la cama y KyungSoo estaba sentado en su regazo, con el cuerpo apoyado en su pecho. Respiraban con cierta agitación, sus corazones no sólo latían por la faena, latían por el otro. KyungSoo movió su brazo y se dedicó a pasear su palam por el fornido de JongIn.
—Teníamos que hablar...
—Hablemos entonces—el brazo derecho de JongIn envolvía el menudo cuerpo.
—No sé de qué —decía suavemente.
—Empecemos por lo que pasó.
—No recuerdo nada. No ahora.
—Así no vamos a poder conversar.
—Pero podemos hablar de otras cosas...
—¿Cómo cuales?
—Uhm... Por ejemplo—se calló un momento—Por ejemplo de las cosas que me desagradan.
—¿Y cuales son esas cosas?
—Me desagrada compartir. No me gusta que miren a otros que no sean yo. No me gusta que miren algo que... Bueno, eso no me gusta. Tampoco me gusta que me ignoren o que me cambien por alguien, que obvio no es mejor que yo. No me gustan las sorpresas como enterarme de relaciones y eso. Odio qu—Y la risa de JongIn resonó—¿Te estás burlando de mi?—KyungSoo levantó un poco su cabeza
—No, es que ahora si pareces un niño caprichoso—JongIn se agachó levemente—Si compartir es el problema, no lo hagas. Llama la atención. No dejes que los ojos de otras personas se aparten de ti. Es eso.
—¿Tienes idea de lo que estás diciendo?
—Algo.
—En serio eres un idiota.
—Sigo siendo mayor que tú. Respetame.
—Estás en mi cama. Se hace lo que yo digo.
—No tienes remedio.
—Soy un niño caprichoso. Qué eperabas—rieron y KyungSoo se aproximo a recibir un beso y volver a matar el cuerpo de su maestro.
///
JongIn se había cambiado y arreglado un poco para poder marcharse, pero KyungSoo continuaba jugando por ahí. Logró deshacerse de él con un beso, pero el menor, con lo travieso que era, había mordido su labio hasta dejarle sangrando. Al menos para que le recuerde cuando sangre.
Los dos estaban cambiados y ya despidiéndose con un beso en la puerta. JongIn desapareció en un taxi y KyungSoo cerró la puerta principal con una sonrisa de oreja a oreja.
—¿Ya se fue JongIn?
—Dile profesor Kim, madre.
—Es lo mismo, hijo. ¿Terminaron de estudiar?
—Uhm... Si, practicamos mucho...
—Ay, pero el pobre se quedó hasta tan tarde. Le hubieras invitado a cenar con nosotros.
—Lo hice, pero tenía cosas que hacer.
—¿A esta hora? De seguro tiene una cita. ¿Sabes si está comprometido o tiene novia? No recuerdo haberle visto un anillo.
—No. No está comprometido y si es que tiene novia, imagino que debe ser una muy celosa—sonrió con maldad.
—Debe ser. Es muy apuesto.
—Supongo, madre. Me retiro. No tengo hambre, cena sin mi.
///
JongIn estaba llegando a su departamento. Iba a dormir el resto de la noche, se encontraba agotado.
Su habitación estaba a oscuras y no le apetecio encender las luces. Estaba quitándose las prendas para poder dormir, pero una lámpara fue encendida y una manos le saludaron, mas los reclamos comenzaron al ver su cuerpo marcado.
—Te lo dije. Esa persona piensa que puede hacer contigo lo que quiere. Tú lo permites, JongIn. ¿Qué se supone que significa esto? ¿Cómo debo tomarlo?
—En serio, estoy lo demasiado cansado como para soportar esto. Retirate, ¿si? O si no tienes dónde pasar la noche, puedes usar el sofá. Ahora, sal de mi habitación que quiero dormir.
JongIn todavía tenía presente la reviente tarde. Estaba fresca como la herida en su labio.
///
Hey~ les dije que pronto.
Bueno, ahora si nos vemos el próximo año.
<3
Disculpen si está rato. Copiar de Doccx es toda una hazaña.
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