Capítulo 10
Había terminado mis clases de la mañana, estaba terminando de recoger mis cosas para marcharme a casa.
Estaba impaciente por llegar. El momento de Mario Kart durante la mañana había estado en mi cabeza durante todo el día, moría de ganas por volver y jugar unas partidas con Shin.
¿Quién me iba a decir a mi que iba a llevarme de esta manera con él? Cuando lo conocí pensé que seria muy complicado mantener una conversación no incomoda. Emitía un aura amenazadora, parecía ser un chico poco expresivo y antisocial, alguien a quien no le gustaba demasiado el contacto humano.
Sentía que mantenía una guardia constante, vigilando todo a su alrededor y tratando siempre de estar alejado de la multitud. Al principio parecía incomodarle el contacto, porque siempre que lo tocaba para ver su temperatura o retirarle la comida de las manos, daba un brinco y alejaba rápidamente sus manos. Sentí que me odiaba y que quería marcharse lo antes posible de mi alrededor.
No he sido una chica que esté rodeada de personas, desde muy pequeña siempre me moví en un mismo círculo. No conocía personas nuevas y tampoco me llamaba la atención conocerlas, sobre todo a los chicos. No es que les tuviera miedo o no me gustaran, era algo distinto. Me sentía incómoda cerca de ellos, pensaba que no podría llegar a gustarles, por ser una chica. Un ser diferente, con quienes no acostumbran a tratar. Tal vez era mi baja autoestima y mi inseguridad.
Desde pequeña siempre había estado en un grupo de chicas, mientras que los chicos solo se juntaban con chicos. Ya sabéis, típicos grupos de chicas haciendo cosas de chicas, y chicos haciendo cosas de chicos. Aunque eso no se mantuvo así por mucho tiempo. Las chicas de mi clase comenzaban a juntarse con los chicos y yo no me sentía muy cómoda con eso, no hablaba y casi siempre estaba callada cuando se acercaban.
Lo raro es, que no me pasaba eso con mi hermano o cualquier miembro varón de la familia, ni con hombres adultos desconocidos, solo me pasaba con niños de mi edad. Supongo que esa confianza tiene que ver con ser familia o con adultos hechos y derechos con los que no tenía que mantener una relación o una conversación casual.
Me obligue a mi misma a tratar de superar esa inseguridad. No avance mucho, la verdad. Hasta que llegó el día donde conocí a la doctora. A partir de entonces la idea de intentarlo se esfumó de mi cabeza y olvide dicho problema. Seguía sintiéndome de esa manera cuando un chico se me acercaba y me hablaba. Pero no le prestaba atención, estaba demasiado ocupada estudiando a Ignaz Semmelweis como para prestarles atención.
Con el tiempo deje de ser interesante para la gente de mi alrededor. Me decían que era una empollona o que no levantaba la cabeza de los libros. No sufrí acoso o bullying, simplemente no era alguien de interés.
Después conocí a Sara, la persona que se convirtió en mi mejor amiga y la que me sacó de la burbuja antisocial que yo misma había inflado.
Me saco de comprar, de fiesta y a las discotecas. Me presento a sus amigos y a amigos de sus amigos. No negaré que fue horroroso al principio, y no me sentí más incómoda en mi vida. Pero bastó su personalidad abierta y espontánea para darme cuenta que la única que ponía barreras era yo misma. Hice muchos amigos, sobre todo amigos hombres. Comencé a abrirme y sentirme cómoda con mi alrededor.
Ver como Shin mantenía cierta distancia conmigo me hizo recordar esos momentos de inseguridad. Aunque era raro, parecía incomodarle mi presencia, pero a la vez parecía relajarse con ella, lo que me hizo estar aún más confusa.
Al final me di cuenta que solo necesitaba tiempo para acostumbrarse. Parecía un polluelo recién salido del cascarón, que necesitaba acostumbrarse a la luz y a los colores de un mundo nuevo.
Me sentí feliz cuando nuestra relación llegó al punto de hacernos bromas o hablar con sarcasmo, fue un aire muy alentador.
Mientras metía mis libros en mi bolso me di cuenta de algo que sobresalía de un bolsillo interno, lo saque. Era una de las fotos que nos habíamos tomado en el camarógrafo del centro comercial hacía unas semanas. La miré, ver nuestras expresiones sonrientes y cómodas la una al lado de la otra me hizo sonreír con más fuerza.
El repentino sonido de mi móvil sonando me sacó de mi ensoñación. Volví a meter la foto y a buscarlo para contestar la llamada.
- ¿Si?
- ¿Cariño?
- ¿Mama? ¿A qué debo tu inesperada llamada?
- Hola cielo, ¿Cómo estás? ¿No interrumpo nada?
- No mama, acabo de terminar por hoy ¿Qué pasa?
- Solo quería avisarte que nos han llamado desde el hospital donde está tu tío, ya le dejan recibir visitas y quería decírtelo para que lo supieras y fueras a hacerle una visita. Nosotros tardaremos en ir a la ciudad por trabajo de tu padre y estaría bien que fueras a ver como se encuentra
- ¡¿Enserio!? ¡Eso es genial! ¡claro que iré a verlo! Es más iré ahora mismo
- Seguro que está encantado de verte, hace mucho que no te ve. Anda tan ocupado
- Si
- Mándale besos de nuestra parte y dile que iremos a verlo en cuanto podamos.
- Entendido
- Bueno te dejo cielo, besos mua mua
- Besos a ti también
Mi tío había salido al fin de peligro, eso me aliviaba mucho. Hacía años que no lo veía, su trabajo siempre lo tenía muy ocupado y casi nunca estaba en casa, pero hace unos meses tuvo un accidente y acabó en el hospital. No nos dejaron verlo por su estado tan grave, tuvimos que aguantar la preocupación y las ganas de entrar en su habitación, y ahora después de esas semanas de angustia, al fin le dejan recibir visitas.
Me apresure a recoger todo, tenía que ser rápida en llegar al metro, el tren que pasaba por el hospital donde estaba ingresado no tardaría mucho en salir.
Llame a casa para avisarle a Shin que tardaría un par de horas. No tenia teléfono, lo que me parecía muy raro sumado a muchas otras cosas que le había visto, pero no quise preguntarle para no incomodar.
No recibí respuesta, volví a llamar y nada ¿habrá salido? No le di más importancia y guarde mi teléfono, lo llamaría en un rato a ver si había llegado.
De camino a la estación pase por una pequeña tienda y compre la delicia que volvía loco a mi tío. Bollos suizos. Debía haber tenido una dieta estricta a causa de su gastritis, sabia que no seguía los consejos de los doctores y que comía cosas que no debería. Al entrar en el hospital esos pecaminosos manjares serian rechazados al instante. Así que para alegrarle un poco y sabiendo que ya estaba recuperado opte por dar un pequeño regalo.
Por suerte este dulce no era dañino para su gastritis, lo que mejoraba aun mas el hecho de que fuera su postre favorito.
Llegue justo a tiempo a la estación. Nada mas llegar al hospital pregunte en recepción, me dijeron la habitación y fui hasta allí.
Al estar frente a la puerta de su habitación, pude escuchar voces dentro. Reconocí al instante la voz de mi tío. Di unos golpecitos a la puerta y cuando escuche un "adelante" abrí y entre.
- ¿~A quien le dejan recibir visitas~?- canturreé mientras entraba
- ¡Sachiko!
Mi tío mostro una gran sonrisa cuando me vio traspasar la puerta. Deje la caja de dulces en una silla cercana y fui a abrazarlo.
Ambos nos fundimos en un cálido abrazo. Sentí sus fuertes brazos y su musculatura, ahora un poco descuidada, por los días de reposo. Tenia algunas nuevas cicatrices desde la última vez que lo vi. Su mirada mas envejecida y con mas arrugas. Había cambiado mucho desde la última vez que nos vimos.
- ¡Oh, deja que te vea bien!
Dijo mientras me apartaba del abrazo para verme. Yo di una vuelta completa para que me viera bien y sonreí.
- Estas muy grande, y que guapa te has puesto- sonrió
- Bueno, ya no tengo 15 años.
- Si, ahora eres toda una mujer
- Vaya sobrina mas guapa tienes Ray
Mire a un costado encontrándome con la enfermera que estaba sentada en una silla cerca de la cama de mi tío. Asique estaba hablando con ella.
- Sachiko esta es Carolina, la enfermera que me atiborra a pastillas y analgésicos- bromeo
- Si no te metieras en accidentes como estos, no te harían falta- regaño juguetona
Le extendí mi mano en forma de saludo y ella me correspondió. Era una chica joven, tal vez 32 años, pelo castaño y morena de piel, ojos avellana y con un pequeño lunar en la mejilla izquierda.
- Gracias por cuidar de mi tío, siento si a sido difícil.
- Para nada, se queja mucho pero al final deja hacer.
- Me estas poniendo en evidencia Carol
- No me tires de la lengua, Raimundo
Mire su pequeña conversación, daba gusto ver que mi tío seguía siendo igual que hace cuatro años. Tome la caja de dulces y se la ofrecí.
-Ten tío te he traído un pequeño regalo, espero lo disfrutes
Él tomo la caja y sus ojos brillaron cuando vio los pequeños dulce de leche.
- Algo duce e inofensivo para tu gastritis- informe con arrogancia
- ¡Bollos suizos! ¡Al fin una comida decente!
- No seas exagerado.
- Sin ofender, pero la comida de este sitio esta muy sosa Carol
- No, Si por ti fuera echarías el vote entero de sal a la comida.
Me reí. Al parecer habían formado una bonita relación de enfermera/paciente.
- Bueno me voy, os dejare solos para que os pongáis al día- dijo levantándose de su sitio
- Gracias Carolina- me despedí
- Un placer cielo
Una vez estuvimos solos me senté donde había estado Carolina.
- Veo que te encuentras bien
- Maravilloso cielo, estoy como nuevo- dijo tomando un bollo y comiéndoselo de un mordisco
- Bueno, casi- apunte a su pierna, aun enyesada
Él se rio y asintió con ganas.
- ¿Y que hay de ti? Pensé que tardaríais unas semanas en venir a verme ¿Y tus padres?
- Bueno mis padres tardaran en venir, mi madre dijo que papa tenia mucho trabajo. Yo he podido venir porque da la casualidad que estoy viviendo aquí.
Sus ojos se abrieron como platos y me miro. La desventaja de no vernos en cuatro años, era que no estaba enterado de todo lo que había pasado en ese tiempo.
- ¿Te independizaste?
- Si
- Vaya, si que vas rápido conejita- escuchar el apodo cariñoso con el que me llamaba, me hizo sonreír con añoranza.
- Bueno me aceptaron en la universidad que quería y no era muy cómodo desplazarme todos los días hasta aquí, asique decidí alquilar un piso y vivir sola.
- ¿Y vas bien? ¿Has tenido problemas?
- No, la gente es muy amable y la señora del piso de arriba a veces me trae tapers con comida, asique no me falta de nada.
- Me alegro
Estuvimos hablando durante una hora. Le conté muchas anécdotas sobre las cosas que se había perdido durante estos años. Cuando me di cuenta de la hora ya debía marcharme. No había llamado a Shin y seguramente estaba esperándome en casa para comer.
- Vaya, ya debo irme tío
- ¿Tan pronto? ¿Has quedado o algo?
- Mi compañero de piso me esta esperando
- ¿Compañero de piso? ¿vives con alguien?
- Si, su nombre es Shin. Es un gran chico
-¿¡Chico?! ¿¡Vives con un chico!?
-Si- sonreí
- Sachiko- su tono de voz cambio a una más serio- ¿No vas demasiado rápido como para vivir juntos?
Mis mejillas tomaron un color rosado cuando entendí la suposición de mi tío
- ¡No! ¡No estamos juntos! ¡Solo es un amigo!
- Aun así, no me consuela que vivas sola con un chico.
- No te preocupes, el no es malo y no aria daño ni a una mosca- le sonreí para calmarlo
Recogí mi bolso y me puse mi chaqueta. Una vez estaba lista me acerque a su cama y le bese en la mejilla como despedida.
- Me voy, volveré mañana.
- Ten cuidado al volver a casa.
- Adiós- me despedí con la mano y salí
Hoy había sido un día productivo y encantador. Estaba realmente contenta. Llegue al ascensor y entre, mientras esperaba llegar a la entrada pensé que podría hacer de comer.
-¿Tal vez pueda hacer estofado? No se si a Shin le guste, debería preguntarle
Sali del hospital, me estire un poco, tenia los hombros algo cargados.
-Debería llamarlo, puedo pasar por el mercado de camino para comprar lo que necesito, eso si me dice que le gusta.
Saque mi teléfono mientras dejaba el hospital a mis espaldas. El teléfono seguía comunicando y no llegue a pasar el muro del hospital cuando hubo una explosión.
Los gritos de pánico y miedo inundaron mis oídos. La gente que había en el patio comenzó a correr alejándose del lugar de la explosión. Me gire, vi como empezaba a salir humo del último piso del hospital.
Dé repente otra explosión.
La gente comenzó a empujarme mientras trataba de salir. Yo me quede mirando el lugar de la segunda explosión. ¿Qué fue eso? ¿Qué había pasado?
Escuche un grito cercano a mi. Baje mi mirada y vi como un señor mayor había caído al suelo debido a un empujón. Corrí hacia él
- ¿Se encuentra bien?- lo tome por debajo de las axilas para levantarlo, un señor se acerco a mi y me ayudo a levantarlo y juntos lo alejamos.
BOOOM
Una tercera explosión. Esta vez a dos pisos por debajo de la primera. Caí en el horror cuando me di cuenta que las explosiones estaban a solo dos pisos de donde estaba la habitación de mi tío.
Me horrorice.
A lo lejos pude escuchar como una mujer llamaba a los bomberos y un hombre llamaba a la policía. Sabia que llegarían de un momento a otro y que ellos arreglarían la situación.
Conocía las pautas que seguían los hospitales tras un accidente. Sacarían a todos los pacientes por las salidas de emergencia y los pondrían a salvo, no debía preocupare. El sonido de otras explosión me saco de mis pensamientos, y entonces entre en pánico.
Pensar que un ser de mi familia estaba en una situación de vida o muerte, otra vez, me hizo actuar.
Solté el hombro del hombre mayor que ya había logrado sentarse en un banco cercano, y sin pesarlo, corrí dentro del hospital. Escuche como un hombre me gritaba por las espaldas y como corría hacia mi para detenerme.
Cuando esta apunto de traspasarla puerta, sentí que me agarraban del hombro y me detenían.
-¿¡Que haces!? ¡no puedes entrar hay, es peligroso!- me dijo
- ¡Mi tío esta dentro!
Un repentino temblor seguido de otra explosión hizo callar al hombre. La fuerte sacudida nos hizo perder el equilibrio y caímos al suelo. Escuche el sonido de como los escombros comenzaban a romperse, levante mi mirada viendo como la pared de la puerta de entrada sobre nosotros comenzaba a recrebrajarse.
-¡CUIDADO!
Fue lo único que logre decir antes de empujar al hombre fuera del edificio y evitar que la montaña de escombros nos callera encima.
Tosí, el polvo de la caída había entrado en mi boca. Mire al frente, había conseguido apartarlo a tiempo de la caída, pero yo había quedado atrapada dentro del hospital.
Aparte mi atención de, ahora, la bloqueada salida y me levante dispuesta a salir corriendo en busca de mi tío.
Los pasillos estaban vacíos, no había rastro de nadie. Me asome a las habitaciones y nada, ni rastro de pacientes o médicos ¿Los habrán sacado a todos?
Pensando que al ser la primera planta los pacientes habían sido mas fáciles de trasladar, acelere el paso hasta el séptimo piso. En mi cabeza trataba de darme ánimos y esperanzas de que estaría bien. No quería perderlo, no ahora que había vuelto a casa.
Corrí hasta las escaleras, sabiendo que el ascensor no era una opción. Mire la inmensa cantidad de escalares que se cernía sobre mi cabeza. Aun así, no iba a rendirme. Subí corriendo cada peldaño, a veces saltándolos de dos en dos. Debía tener cuidad, pues algunas paredes tenían pinta de desprendimiento.
Mientras subía los mismos pensamientos de perdida, miedo y e ignorancia llenaban mi cabeza. ¿Y si no lo encontraba? ¿Y si lo ha pillado un desprendimiento? Sin ayuda de nadie el no podría moverse libremente. Sacudí mi cabeza de un lado a otro. No, no podía pensar en eso. No quería pensar en lo peor.
Me detuve un momento para coger aire. Podía diferenciar el pequeño cartel que indicaba el séptimo piso a tan solo unos cuantos escalones de donde yo estaba.
- Solo un poco mas.
Me reincorpore, dejando de apoyar mis brazos en mis piernas y di los últimos pasos hasta aquel piso.
Mire a mis lado, ni rastro de gente. Volví a correr camino a la habitación donde lo había dejado hace solo unos minutos.
- ¡TIO!- grite al correr la puerta y entrar desenfrenada
Pero no había nadie. Mire hacia la esquina, donde pude notar una silla de ruedas esta mañana. Ahora, la silla no estaba en aquel lugar ¿Eso significa que salió?
Volví hacia el pasillo y corrí tratando de buscarlo por ese piso. Nada, no había nada.
-AAAAAH
Entonces escuche un grito. No se porque, pero rápidamente se me asemejo a la voz de Carolina ¿Tal vez?
Sin pensarlo demasiado corrí hacia el sonido de aquel grito. No volví a escucharlo , pero solo un grito hizo a mis sentidos afilarse hasta el punto de no necesitar volver a escucharlo para saber con seguridad de donde venia.
Llegue hasta la sala de ese piso que serbia como lobby y pude ver una escena que me aterro.
Carolina estaba tirada en el sueno una estantería le atrapaba las piernas. Pero eso parecía no importarle, sus manos estaban tapando su boca que expresaba horror. Mire hacia donde ella y pude ver que la tenia tan asustada.
Tal vez la adrenalina que corría por mi cuerpo me hizo ver ilusiones. No podía creer lo que mis ojos estaban viendo.
.
.
Shin
.
¿Era él?
Pero....no parecía él.
Estaba allí de pie, levantando por el cuello a mi tío, quien se resistía y trataba de soltarse de su fuerte agarre. Vi el estado tan gran que tenia mi tío, cubierto de sangre, con su cara magullada y la nariz rota, incluso pude ver trozos de cristal en sus brazos y piernas.
Volví mi mira hacia Shin y lo que más me aterro, fue su cara.
Aquella sonrisa y aquellos ojos llenos de ternura, que hasta hace solo unas horas me miraba con diversión y algo de picardía, ahora tenia una expresión iracunda, de puro odio. Sus ojos fijos en mi tío, mirándolo con la mirada de mil demonios y una rabia que comenzaba a salir a flote.
¿Ese era Shin? no, no podía ser él. Él no era así.
Note como mi tío luchaba por soltar el agarre que poco a poco lo dejaba sin aire, mientras Shin solo apretaba con mas fuerza, como si quisiera romperle el cuello con las manos desnudas.
-¿Shin?- susurre con voz débil
Dudaba que ese susurro casi mudo pudiera llamarle la atención, pero al momento de salir de mi boca sentí esos ojos mirarme y perforarme el pecho.
Jamás había sentido lo que era temer por tu vida, hasta que vi esos ojos.
Di un paso atrás instintivamente.
Pareció sorprendido al reconocerme, pues su mirada cambio completamente. Esos ojos demoniacos pasaron a ser de sorpresa, su boca antes cerrada y con los dientes apretados paso a abrirse con sorpresa.
Nuestras miradas quedaron clavadas la una a la otra. Sentí que solo estábamos nosotros dos.
Su mirada sorprendida, cambio a una de miedo, tal vez, porque había visto lo que estaba haciendo. La mano que sostenía a mi tío se abrió dejándolo caer de bruces al suelo, pero pareció no notarlo. Solo me miraba a mi.
-¿Sachiko?- pronuncio
.
.
.
Continuara....
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