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Un acercamiento especial


Su alma se iluminó de alegría cuando observó ese rostro y sus ojos viéndola fijamente. Le fue imposible no sonreírle, a pesar de sentir todo aquel dolor punzante en su cuerpo.

―Mina...―La voz de Rain sonaba angustiada.

―Hola Rain. ¡Qué gusto poder verlo!

Rain mostró una sonrisa, mientras aquel rostro parecía mortificado al verla.

―Mina, estaba muy preocupado por usted, acabo de suturar una herida casi del tamaño de su palma. Pero si tomamos en cuenta como está Haru, Masahiko y Hikaru, usted se ve bien, muy bien. Me da mucho gusto tenerla conmigo.

Mina no le hizo bien recordar de qué modo habían combatido, estaba segura que Rain tenía razón.

―En verdad no fue mi intensión lastimarlos...

―Eso les pasa por meterse con usted― Rain respiró profundamente. ―Sin embargo, lograron herirla, está muy lesionada, Mina.

―Se ve peor de cómo se siente, en realidad nada en mí ahora podría compararse a lo que sentí al saber que, no volvería a ver esa mirada suya. Tiene una mirada preciosa.

Rain ensanchó esa sonrisa al oírla.

―Entonces... ¿Si me cree atractivo?

Mina no pudo más, soltó una risa, aunque se estremeció ante el dolor cuando sintió su piel encogerse por la que sería una carcajada.

―Seré honesta, sin tomar en cuenta esa mirada sublime, esa sonrisa perfecta, ese cuerpo descomunal y esa alma libre de maldad, no creo que sea lindo...

Rain soltó una carcajada.

―Sí lo dice así, creo que suena muy bien.

Ambos reían. A Mina le encantó ver que aquella preocupación se alejaba de ese rostro tan querido para ella.

―Nunca pensé que llegarían a tanto. Pero ahora saben que usted Mina es una auténtica guerrera, no creo que se les pase por la mente volver a desconfiar de usted, menos de provocarla a tener un enfrentamiento.

Rain tomó su mano sujetándola con fuerza, una fuerza que a ella le llegó al alma.

―Escuché muy bien lo que me dijo.

El corazón de Mina se estremeció.

―Mina yo también la amo, y es la única persona en todo lo que existe en quien confío. Ahora por favor recupérese, estaré al pendiente de usted hasta que esté bien completamente, y pobre de aquel que quiera tomar mi lugar.

Mina apretó su mano.

―Gracias por ser mi familia, y sangre de mi sangre...

―Hasta la muerte, Mina.

Rain no le confesó que, al despertar, la vio tendida a su lado desangrándose. Se sumió en el recuerdo.

Rain al despertar se sentía mareado y pensó que quizá estaba soñando. Pero al sentarse y sobarse los ojos supo que la realidad estaba en su contra.

La tomó en brazos, y no podía creer que Mina estuviera agonizando a su lado. Los ojos de Rain se llenaron de lágrimas, algo que no iba para nada con él, había sido entrenado para ignorar el dolor. Pero aquel dolor de perder a la única persona en la que él confiaba y amaba, le desgarró el corazón. Sin pensarlo la recostó sobre el tapete donde él estuvo descansando y tomó el Kusarigama de Mina, le clavó la vista a su padre, quien estaba al frente viéndolo seriamente.

― ¿Qué le ocurrió a Mina?

―Se enfrentó a su peor miedo, sabes que todo Ninja debe tener esa prueba...

Rain lo observaba sin parpadear.

― ¿Asesinándola? Eso no es una prueba. Sabes que ella no es como nosotros, apenas llegó hace un tiempo. Escuché todo, y también sacrificaste a otros de mis hermanos con tal de comprobar su lealtad. Esto no es una familia, simplemente somos soldados para tu conveniencia, si ella muere, sabes bien lo que pasará conmigo y contigo...

Elevó aquella cadena, mientras le temblaban las manos por el ardor de defenderla.

―Rain, si la suturas ahora no morirá, cuida de ella. Ahora sé muy bien qué clase de guerrera es esa hermana tuya.

Se dio la vuelta, sin mencionar nada más. Ayudó a sus otros hermanos y estuvo con ellos, suturando heridas y sanándolos.

Rain cargó en brazos a Mina y la llevó a otra sala, allí con mucha pena tuvo que desvestirla, pero tuvo mucho cuidado de no observar su desnudes, lo hizo siempre colocando algo sobre su pecho para no ver más allá de lo debido. Se trataba de su hermana y la respetaría siempre así.

Le llevó trabajo coser aquella desagradable herida, un poco más y le atraviesan varios huesos de las costillas. También observó magulladuras, golpes. Elevó varias plegarias a sus ancestros suplicándoles que no dejaran marchar a su única aliada y amiga. Pasaron varias horas, hasta que Mina reaccionó quejándose.

Para Rain fue el cantar de las aves ante el sol de la mañana, el dolor era signo que sentía y que estaba aliviándose poco a poco.

Rain ahora más que nunca desconfiaba de todos en especial de su supuesto padre. Nunca pensó que llegaría a tanto para probar el honor de Mina. Ahora más que nunca estaba dispuesto a huir de su clan, no quería ser parte de una familia que en realidad no lo era, y había condenado a Mina a seguirlo. No permitiría que Mina volviera a estar en peligro con ellos.

Mina volvió a quedarse dormida cuando Rain le dio a beber una infusión que la hacía adormilarse.

―Es fuerte. Su espíritu se aferra al tuyo...

Rain se volvió ceñudo a su padre quien estaba al frente observándolo. Se acercó a ella y al tomarla de la mano, varias de aquellas heridas se unían pegándose poco a poco. Rain sabía que su padre era un guerrero de las montañas y practicaba el Shugendo. Era ya natural para él mirar que su padre hiciera eso con los guerreros que estaban muy mal heridos y así ayudarlos a sanar rápidamente.

Cuando soltó a Mina aquellas heridas ya estaban muy mejoradas, casi cicatrizadas.

―No hay más dudas entre tus hermanos.

―Eso espero, porque estuvo a punto de morir.

Rain por primera vez, desde que lo conocía observó que el monje sonreía.

―Es una mujer fuerte, digna de llamarse guerrera. Viste en ella el mismo coraje que hay en las aguas. El agua es fluida y hermosa, pero si no observas su fuerza, podría someterte sin problema alguno. Devastador para quien quiera llevarle la contraria.

Rain sonrió también.

―En dos días estará andando.

Se alejó yendo hacia fuera. Mina siguió dormida.

―Gracias Mina, su presencia era necesaria en este lugar― Susurró acariciando sus cabellos dorados.

La segunda noche, envió a Miya, para saber de Ryu y de Midori. Rain estuvo al lado de Mina de noche y de día, sin permitirle a nadie que ni siquiera alzará la vista hacia donde ella. Aquel escrito decía que Kyota estaba trabajando para el emperador como nunca antes, lo hacía con todo su esfuerzo, velando por el bien común. Nunca volvió a preguntar por Mina, menos por intentar buscarla.

Rain lo supo desde el día que lo vio quedarse en el palacio con Mina. Ningún hombre le teme a las batallas, hasta que su corazón le dice que si muere jamás volverá a ver a la mujer que ama. Es donde el guerrero siente miedo, y duda sobre su propia gloria. Su meta cambia, lucha con todas sus fuerzas por sobrevivir no por la gloria a la conquista, sino por el deseo de volver a encontrarse con esa persona que lo inspira en cada paso que da, y que anima a su corazón a no rendirse. Su recompensa es seguir con vida.

―Hola Rain, parece pensativo...

Rain sonrió al verla tan recuperada tal como había dicho su padre, en dos días Mina estaba como si nada.

―Un poco. ¿Cómo se siente?

―Muchísimo mejor. Bien dicen, que lo que no te mata, te hace más fuerte.

―Es muy cierto. ―Le contestó Rain sin dejar de verla.

Mina se sentó a su lado.

―Mina, puedo preguntarle algo...

―Sí por supuesto que sí.

― ¿No pasó nada más entre Kyota y usted?

Mina se sorprendió a más no poder en cuanto escuchó aquella cuestión.

―No, por supuesto que no. Accedí únicamente a lo necesario para que no desconfiara de mí. Pero nada más pasó entre ambos.

―Sin duda alguna, tal como lo dijo Midori, es toda una Kunoichi.

Mina observaba el rostro de Rain que parecía pensativo como nunca antes.

―No es normal ver esa preocupación en su mirada.

―No, no es preocupación Mina, me siento muy contento al verla mejor.

Ambos sonrieron y fueron a comer con todos. Miró a Haru, Masahiko, Hikaru, comiendo con ellos como si nada hubiera pasado. Mina se dio cuenta que varios de sus hermanos hacían falta entre ellos, Midori y Ryu.

Nadie tenía permitido conversar cuando comían. Al terminar fueron a los campos a labrar y cosechar. Después de cumplir con sus labores, tenían que entrenar.

Rain entrenaba con vendas en los ojos, movía increíblemente su espada sin ver. Cuando fortalecía sus músculos hacían entrenamientos y ejercicios increíbles suspendido en el aire con cuerdas, o con una varilla en lo alto de los árboles. Mina también entrenaba fuertemente al lado de su hermano del alma. Mina fue hacia un riachuelo para beber agua, tomó hasta calmar su sed. Al ponerse de pie, observó al señor Hiromasa a su lado. Mina se estremeció ni siquiera lo escuchó llegar. Se puso en seguida de pie. Mostró una venia respetuosa, como era la costumbre. Él la observaba del mismo modo que hacía Rain, con una serenidad amable.

―Eres alguien que se ha ganado mi más profundo respeto. ―Susurró haciendo una reverencia también.

Mina se quedó atónita sin saber que responder.

―Alguien digno de tener el cariño y aprecio de mi hijo Rain. Que nunca se aparte de ti esa fortaleza ni tu honor.

Se dio la vuelta sin agregar nada más. Mina se quedó observándolo hasta que lo vio alejarse entre el bosque. Rain de inmediato llegó con ella.

Rain al verla tan pensativa observando hacia la arboleda, comprendió que había conversado con su padre. 

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