Tentativa
La dejaron salir del castillo. Unos hombres iban llegando a la entrada montados a caballo. Mina ya había escondido los rollos bajó su traje amplio. Se hizo la desentendida caminando a prisa con la vista inclinada. Todos aquellos hombres llevaban una armadura que le suscitó mucha admiración, con máscaras en forma de casco reluciendo de modo intimidante en sus rostros.
Ninguno de aquellos hombres la detuvieron, Mina siguió con su camino descubriendo que ya estaba por amanecer. Iba por el camino siendo muy cuidadosa de no ser seguida. Mientras avanzaba por el bosque, recordó que su hermano estaba recluido por protegerla, también se le atravesó en su cabeza una duda, en su angustia por lo ocurrido en su hogar olvidó que Midori había sido herida. Había algo en todo eso que no le parecía normal, muy dentro de su corazón Mina sabía que le había ocurrido algo a Midori, algo que la había hecho actuar ilógicamente al querer escapar.
Llegó a las faldas de la montaña y se introdujo en la cueva, después de un rato llegó a su hogar. Caminó hacia la arboleda que estaba detrás de la casa. Allí la esperaba el monje Yamabushi.
―El señor Kyota ha aceptado el acuerdo, me entregó los rollos con la información.
Mina deslizó los rollos a las manos del monje.
―Además me dijo que su deseo es ser protegido por mí, y que si se lo conceden otorgará mil libras de oro más. También me dijo que uno de los líderes de los soldados del norte de los samuráis, están intentando ponerse contra el emperador.
―Sí, Mina, quizá la suerte de esta familia sea pronto estar el castillo del emperador para proteger al Shogun. En ausencia de Rain, tú deberás estar en el castillo con Kyota, para evitar cualquier tragedia. Tu misión está aprobada irás con él.
Mina lo observaba aún enmarañada, jamás creyó que la enviarían de nuevo al castillo, para estar cerca de Kyota.
―Creí que enviarían a alguien más...
― ¿A qué le temes Mina?
Su pregunta la hizo sentirse aún más desconcertada.
―No, no temo. Es que no puedo estar lejos de mi hogar.
― De Rain, querrás decir.
Inclinó la vista, apretando los labios para no sonreír.
―Sí, de Rain. Es mi culpa que él esté allí, sin comer ni beber.
El monje pensó un momento antes de responder.
―Hisashi está en el dojo. Ve llévale algo de beber a Rain. Luego de eso irás a hacer lo que te corresponde en tus deberes, por la noche volverás con Kyota.
Mina asintió con la cabeza, fue buscar agua en un recipiente. Y lo más aprisa que pudo llegó al pozo. Por los agujeros observó a Rain de pie con los ojos cerrados.
―Rain, soy yo Mina.
Rain abrió los ojos de golpe, acercando su mirada a los agujeros.
― ¿Mina, que está haciendo aquí? Si la ven la torturarán.
―Su padre me autorizó venir.
―No importa quien, Mina, no se ponga en peligro.
Mina le sonrió con lágrimas en los ojos.
―Le traigo agua, por favor acerqué sus labios.
Rain pensó un momento y luego se estiró lo más que pudo. Mina dejó caer el agua en uno de los agujeros y Rain recibió la caída del agua con la boca. La bebió hasta calmar su sed.
―Gracias Mina.
Sus ojos denotaban gratitud.
―Rain es mi deber.
Mina supo que debía aprovechar para contarle lo que hacía. No tenía el valor de volver con Kyota sin decírselo.
― Rain su padre me envió a proteger a Kyota.
En los labios de Rain se asomó una sonrisa traviesa.
―Estará muy cerca de su tentación.
Rain parecía adivinar lo que Mina sentía.
― ¿Por qué me dice eso? ― Cuestionó desconcertada.
―Porque ese hombre la ama de verdad, aún cuesta trabajo reconocer el monstruo que fue. Sé que estará muy complacido con tenerla cerca. Mina somos hermanos, y lo que sea que su corazón desee, siempre y cuando la haga feliz, sabe que lo apruebo. Sólo cuídese mucho, o Kyota morirá por mis propias manos.
Mina le sonrió ampliamente.
―Rain, estaré allí solamente porque su padre me lo pidió.
―Es normal sentirse tentado de vez en cuando, eso confirma que somos seres vivos, guerreros que deben enfrentarse con sus peores miedos. Protéjalo Mina. Quizá apoyándolo a él podremos salir de este encierro y obtener una verdadera libertad.
Mina le asintió con la cabeza y se alejó sintiendo un nudo en la garganta. A un lado estaba el monje Yamabushi.
―Vuelve a lo tuyo Mina, o no podré evitar que te hagan daño.
Mina asintió con la cabeza yendo hacia dentro. Se la pasó todo el día, haciendo sus labores. Por la noche volvió a vestirse muy bien para ir a ver a Kyota, con disimulo se paseó por todo el lugar con intensión de hablar con Midori, pero parecía desaparecida. Inexistente y nadie mencionaba nada al respecto. Mina quería preguntárselo al padre de Rain. Lo haría en un momento oportuno.
Estaba siendo vigilada de nuevo por aquellos guerreros veteranos. Mina se vistió como solía cuando era concubina en el castillo. Pero se sorprendió mucho al ver a Ryu esperándola en el sendero que conducía a la cueva.
―Se me ha pedido que te acompañe.
Mina asintió con la cabeza. Ryu llevaba un caballo, lo sujetaba de las riendas. Mina no era capaz de decir algo, no confiaba en nadie y ahora lo hacía con el padre de Rain porque no tenía otra opción. Ninguno de los dos mencionó nada.
Al salir de la cueva hacia el bosque por las faldas de la montaña, Ryu le hizo señas de subirse. El caballo trotó a todo galope hasta llegar muy cerca del castillo. Mina tuvo que llegar sola a la entrada. Una vez más volvió a decir que el Shogun había pedido verla.
La dejaron entrar, y esta vez el Shogun la esperaba en el comedor. Mina ingresó como siempre con la vista inclinada. Kyota salió a su encuentro muy contento. La sujetó de una mano llevándola a la mesa. Mina comió con él y fue atendida como una reina.
Al terminar de comer, Kyota la tenía sujetada de una mano. Mina se sentía muy tentada, tal como Rain le había dicho.
―Naomi es tarde. Porque no vamos a mi alcoba, me sentiré más tranquilo al verte dormir cerca de mí. Prometo no acostarme en la misma cama que tú.
―Mi señor, estoy para protegerlo es usted, quien debe dormir.
―Contigo a mi lado Naomi será imposible.
La tomó de la mano y Mina se dejó llevar hasta la fina y encantadora habitación del General. Kyota se había prometido así mismo no besarla, para que ella descubriera que su amor por ella era real, de modo que él sólo haría algo si ella se lo pedía. Pero aquella promesa parecía evaporarse al tenerla consigo en aquella habitación.
Mina por su parte se sentía muy tentada a dormir en los brazos del Shogun, ella sabía que aquel hombre estaba profundamente enamorado de ella y concedería lo que ella quisiera con tal de agradarla. De pronto todo tuvo sentido para ella, aquel monje probaba su voluntad al amor.
―Naomi, me alegra que hayan aceptado que seas mi escolta.
Ella le sonrió.
―Para mí también fue una sorpresa, mi señor.
―Entonces... ¿Pasarás toda la noche conmigo?
Mina asintió con la cabeza.
― ¿Por qué lo evitas?
Mina lo veía desconcertada.
― ¿Evitar?
―Sí. Sabes que mi vida te pertenece, que te amo con mi alma, pero te niegas a mí, a pesar de que sabes que jamás te quitaré tu libertad. Tarde o temprano me dejarás, y evitas que...
Se acercó a ella al estar en frente, deslizó sus dedos en sus mejillas hasta su garganta.
―Que el amor funda nuestros corazones. Una noche, Naomi para que descubras que siempre seré para ti.
Mina lo observaba sin poder mencionar palabra alguna. Kyota no pudo con aquella promesa y la besó apasionadamente y sin temores al mañana. Mina sintió lo mismo en su corazón.
Si toda la vida sería una guerrera, que podía ser malo si amaba una sola vez a un hombre porque ella así lo quería. Igual Rain había aceptado que ella hiciera lo que su corazón le pidiera.
Ambos se aferraron con fuerza, ella sujetándose a sus hombros y Kyota a su cintura.
Kyota se sentía libre y extasiado en cada beso que él le daba poniendo su corazón en el alma de Mina, la acariciaba por la espalda hasta deslizarse por sus hombros y brazos. La sostenía como si Mina fuera algo tan delicado y precioso en sus manos.
Mina deslizó sus manos sobre el pecho fornido del general y sintió que el corazón del general latía frenéticamente. Mina descubrió que no podía haber nada más satisfactorio y complaciente que tener el corazón de un hombre enamorado hablando en los hechos más primitivos. La cargó con ternura recostándola en la cama. Y aquellos besos se deslizaron sobre sus mejillas, su cuello, su garganta.
A pesar de que Kyota la amaba con su alma, no quería ir tan deprisa, quizá sería la única vez que tendría la oportunidad de amarla. Mina sabía que lo que siempre evitó estaba por pasar. ¿Qué pensaría su hermano al darse cuenta que se había dejado llevar por el amor de un hombre, él mismo que ella no sentía por él?
Con ternura hizo por desacomodar el Kimono que Mina llevaba, Mina sintió que los besos de Kyota se extendían por debajo de su garganta. Pero de pronto Mina percibió el olor a arena y pólvora, y comprendió que sus hermanos estaban allí. Mina pegó un brinco.
―Mi señor, están atacando el castillo.
Kyota estaba pasmado en la piel de la garganta de su amada que no notó nada más que el brinco de Mina.
―Naomi ¿Hablas en serio? ― Preguntó sorprendido.
―Sí...
Mina se compuso el traje, y en un fardel llevaba su traje Shozoku, se dio prisa, y no le importó vestirse ante Kyota, igual casi la ve así y por otras razones. Kyota la observaba, sin poder dejar de respirar frenéticamente. Mina le parecía la mujer más hermosa que sus ojos jamás hubieran visto. Supo que viviría únicamente para amarla. En instantes Mina asomaba sus ojos claros cubierta completamente de negro.
Tal como Mina lo imaginó abrieron por la fuerza la puerta e ingresaron varios de aquellos soldados que Mina había visto la noche anterior al marcharse. Kyota tomó su espada que estaba envainada al lado de la cama. Aquellos soldados se abalanzaron sobre ellos con intención de matarlos. Mina batallaba con ellos con su espada, sin darles oportunidad a nada.
Fue la primera vez en su vida que mató para defenderse a sí misma y al hombre que la había hecho sentirse toda una dama.
Kyota estaba extasiado observando a tan hábil guerrera batallando, casi por cuentas no tuvo mucho que luchar. A fuera estaban varios de sus hermanos impidiéndole a aquellos soldados que llegaran ante el emperador. Kyota la guío a una parte del castillo trasera para convocar a sus demás solados que descansaban, en instantes Mina iba con Kyota liderando un gran montón de hombres listos para pelear.
Aquella batalla se volvió sangrienta y no pudieron evitar que el joven emperador fuera asesinado por sus propios escoltas de turno. Lo habían matado antes de que fueran hacia Kyota. La única esperanza de Kyota se mantenía en que los guerreros Shinobi vencieran a los temidos samuráis que estaban en contra de él como General y varios de sus soldados también samuráis.
Mina sabía que Rain seguía en aquel pozo, pero no podía dejar que Kyota muriera. Mina supo que, si sus hermanos en conjunto con aquellas tropas no podían derrotar a los samuráis que se habían vuelto contra el emperador, tendría que llevarse a Kyota.
Mina combatía con todas sus fuerzas protegiéndolo. Pero mientras muchos estaban peleando al frente, Mina prefirió sacar al Shogun, sabía que en ausencia del emperador y al no tener esposa ni familia por ser tan joven, Kyota sería el único para ser elegido como el próximo emperador. Mina le pidió que ya no peleará, sino que huyeran de allí.
―No puedo irme Naomi, no puedo dejar a mis soldados peleando solos, no puedo dejar mi honor.
―Señor, no puedo permitir su muerte.
Kyota la observaba afligido, pero Mina recordó que tenía un artefacto en el cuello para adormecerlo, lo sopló y Kyota cayó desfallecido. Lo arrastró hasta un lugar donde podría dejarlo, pero varios fueron hacia ella combatiendo.
Mina luchaba con toda valentía, pero eran demasiados, de pronto sintió un corte en un brazo, luego en una pierna, la arrinconaron, entre varios, hasta que vio una cadena deslizarse al frente la cual dejó heridos a dos. Al alzar la vista observó a su adorado hermano, sólo su presencia la llenó de energía. Observó en todo el tejado a muchos más guerreros Shinobi, lanzado flechas con fuego hacia aquellos soldados.
Rain logró ayudarla, ambos lograron sobrevivir ante aquellos soldados, los cuales eran excelentes guerreros. Rain cargó a Kyota sobre sus hombros. Y Mina observó a muchos guerreros Shinobi volverse una escalera humana, entre todos ayudaron a subir el cuerpo de Kyota.
Rain y Mina siguieron combatiendo hasta que lograron ganar la batalla, junto con los soldados del Shogun.
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