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La prueba

Mina y Rain pasaron con aquellos monjes durante varios días. Su viaje continuó cuando Mina menos lo pensó. Ya habían bajado las grandes colinas, iban a trote lento yendo entre la maleza. Pero Mina sintió su pecho oprimido, una sensación abrumadora y rara. Estaba por decírselo a Rain, cuando observó a alguien dar una voltereta hasta caer frente a ellos.

Estaba cubierto como solía hacerlo Rain. Les impidió seguir con su camino.

―Tu misión termina aquí.

Mina lo observaba muy confundida. ¿Podía existir la posibilidad que existieran guerreros Shinobi que no pertenecieran al clan de Rain?

Rain no respondió nada. Mina seguía observando todo y fue imposible que su corazón no se encogiera dentro de ella al observar que estaban rodeados por quizá veinte o veinticinco de aquellos guerreros. Si Rain podía desmembrar, paralizar y asesinar a tantos él solo. ¿Cuánto daño causarían veinticinco?

Supo que pelear contra ellos sería inútil. Mina intentaba canalizar todos sus pensamientos y temores, quería tener un estado de paz mental para actuar en caso de empezar un combate.

Varios de aquellos guerreros se aproximaban lentamente. Rain permanecía callado, solamente observando como lo hacía Mina.

En instantes varios se abalanzaron sobre ellos, Rain peleaba cuerpo a cuerpo luchando, evitando que aquellos guerreros no atacaran directamente a Mina. Pero al estar el ocupado con varios, otros hicieron por acometer.

Mina recordó que la mente debía estar limpia de pensamientos, y fue como respirar, de inmediato reaccionó a las intenciones de ataque, defendiéndose limpiamente. Pero no contaba con que uno de aquellos guerreros soplaría algo que llevaba en el cuello, sintió ahogarse, carraspeaba tratando de respirar, y en cuanto logró hacerlo su cuerpo no le respondió. Sintió la dura caída al suelo, y lo último que observó fue a varios guerreros acercarse a ella.

Cuando abrió los ojos, estaba en un navío. Iba atada y tenía cubierto el rostro, la manta no era muy gruesa podía ver a duras penas el mar, y el sonido de las gaviotas graznar. Estuvo consciente un rato, hasta que el vaivén de la embarcación le provocó náuseas. Sintió que, en uno de sus brazos, algo la había pinchado. Una vez más, volvió a quedar desfallecida.

En sus sueños recordaba a Rain, su sonrisa, y esa mirada llena de bondad. Su hermano se había ganado problemas por acogerla y cuidarla. Mina suplicaba a Dios que le hubieran perdonado la vida. Estaba dispuesta a luchar sin miedo y hasta la muerte si descubría que Rain había muerto.

Al estar consciente de nuevo, percibió que su rostro seguía cubierto por una manta sólo que ésta tenía los tejidos más gruesos y no podía ver nada. Se sentía muy débil y cansada a pesar de haber estado inconsciente o dormida por mucho, tenía sed y mucha hambre. Sentía su cuerpo ir en una especie de carreta, escuchaba las ruedas ir en el camino, girando sin clemencia.

Por fin se detuvo, sintió que la cargaron y la dejaron de rodillas sobre el suelo, cuando le quitaron aquella manta, sintió que la luz del sol se volvía demasiado brillante y fuerte.

Cuando logró enfocar bien su visión, observó a un hombre mayor, sin barba, ni cabello. No se veía muy mayor, quizá su edad oscilaba entre los cuarenta y cinco años, con una apariencia fuerte y tenía un traje de color amarillo, y la observaba fijamente. Mina notó que ya no estaba atada.

Se puso de pie a cómo pudo, sin dejar de verlo, a su alrededor estaban todos aquellos guerreros tan al pendiente de sus movimientos como ese hombre.

― ¿Dónde está el sin nombre? ― Susurró Mina con voz débil.

Observaba a su alrededor, pero únicamente veía altas montañas, y la hierba por doquier con la verde naturaleza.

Mina al ver detenidamente una hermosa casa de madera con una construcción tan diferente a las que ella conocía; muy parecida al hogar de aquellos monjes, comprendió que había sido llevada al hogar de Rain. Todo aquello parecía tal como se lo había descrito el sin nombre. Mina volvió su vista al tipo que la veía.

―Bienvenida Mina― Ella abrió los ojos a más no poder. Ese sujeto hablaba su idioma.

― ¿Bienvenida yo?

Aquel hombre tenía los brazos hacia atrás y su mirada le recordó al sin nombre, él la veía con bondad, no como todos los hombres que ella había conocido.

―Has sido acogida por uno de mis hijos, eso te hace parte de mi familia, Mina. Has sido aceptada en nuestro Clan. Este viaje ha sido tu prueba. Sobreviviste, eres una de nosotros.

Los ojos de Mina se llenaron de lágrimas, se sentía dichosa, pero no podía dejar de pensar en Rain, y porque los habían atacado. Estaba por preguntárselo, cuando observó que de entre todos los guerreros, uno caminó al frente hasta quedar al lado de aquel hombre que le había dado la bienvenida. Con sutileza se quitó lo que le cubría y observó el precioso rostro de Rain. Su rostro tenía cicatrices y moretones, pero era él, estaba vivo. Rain la observaba dichoso y Mina no podía estar más feliz.

Mina mostró una reverencia ante aquel hombre y todos le devolvieron el saludo. El hombre se dio la vuelta, y con él todos aquellos guerreros. Rain fue hasta ella, y para Mina fue imposible no abrazarlo, ella no tenía aquellas costumbres. Él la sostuvo con ternura.

― ¡Rain está vivo! ¡Gracias al cielo! Creí que...

―No se preocupe estoy bien. Lamento mucho la clase de iniciación que eligió mi padre.

Ella sonrió sin soltarlo.

―Nada de eso importa. Estamos en casa.

Ella se apartó de Rain al recordar que quizá esa costumbre de abrazarlo podría darles problemas o que los demás mal interpretaran aquel cariño honesto que había entre ambos.

―Mina, soportó con éxito dos semanas de viaje, sin comer ni beber. Se ha ganado el respeto de mis hermanos, y el de mi padre. Ahora sígame, que ya no habrá más pruebas.

Mina lo siguió, y en la entrada Rain se quitó los zapatos y los dejó en la entrada antes de subir la pequeña grada donde estaba el vestíbulo. Ella hizo lo mismo.

Dentro, todos aquellos guerreros estaban en círculo sentados en el hermoso piso de madera, había un pequeño espacio para que se acomodará Mina y Rain. Ellos tomaron su lugar haciendo lo mismo.

―Somos como una mano, una mano está conformada por dedos, todos trabajando fuerte somos un puño, si a un puño le falta un dedo ya no sería lo mismo. Somos una familia, y nuestro código es el servicio. Hoy se une una nueva integrante, es una de nosotros, y será respetada así y tomada en cuenta del mismo modo.

Todos juntaron sus manos al pecho incluyendo a Rain, Mina hizo lo mismo inclinando la cabeza.

―Mina, somos tú familia, pero antes de que comas con nosotros debes saber que algo que no se perdona en esta familia es la traición, el costo de la traición es la muerte. Eres parte de nuestro Clan, y de nuestra familia, se te revelarán a su tiempo cada uno de los secretos que guardamos solo para nuestra familia. Nuestra filosofía es siempre estar dispuestos a ayudar y aprender, pero sobre todo el honor, y la fuerza ―Mina asintió con la cabeza, tenía todo muy bien aclarado desde mucho antes. Rain había sido muy sincero con ella. ―Cada uno de los que ves a tu lado, son tus hermanos. Su identidad es sagrada, fuera de su hogar ninguno tiene nombre, y ahora tú tampoco Mina. Sé que está tal vez de más decirlo, pero recuérdalo, ellos son tus hermanos.

Mina comprendió que se refería a un romance. Ella tenía muy clara su visión y de todo corazón no quería tener esposo, ni casarse ni nada de eso. Se sentía muy contenta de servir con honor al pueblo que Rain protegía, bueno, su familia protegía. Ella por fin pertenecía al clan y eso no cambiaría, tan sólo con su muerte. Se sorprendió en cuanto escuchó la voz de aquel hombre dar una orden en otro idioma, y todos se descubrieron los rostros. Todos muy jóvenes, y había varias mujeres.

Todos cubiertos se veían iguales como si todos fueran hombres. Aquel líder mencionó el nombre de cada uno, el último en ser mencionado fue el de Rain. Lamentablemente aquellos nombres eran un poco complicados de recordar, excepto el de su maestro.

Aquel hombre le explicó varias reglas acerca de su lugar para dormir y el aseo. Luego de eso comieron arroz, sopa y té. Mina ya podía usar los palillos sin problema.

Comprendió que todos hablaban varias lenguas, y que era su deber aprender el idioma de ese lugar, que estaba segura que sería el japonés.

Luego de comer, todos hacían diferentes tareas, unos traían agua en cubos de madera colgando de una varilla la cual se situaba horizontalmente sobre los hombros. Aquellas mujeres tejían y bordaban hermosos trajes, otros entrenaban en grupos con unas barras de madera simulando las Katanas ninja, y Rain cuidaba con esmero unos pequeñitos arbolitos. Le parecía una disciplina exquisita observarlos.

Mina se encaminó a Rain, y Rain la recibió con una sonrisa. Sin duda alguna, su hermano, seguía siendo el más atractivo de todos y el más dulce.

― ¿Qué hace? ― Preguntó Mina con una sonrisa.

―Estoy podando las ramas para que no pierda la forma.

― ¿Y con qué fin hace eso?

―Es una de las técnicas para que no crezcan, son ornamentales. Nosotros les llamamos bonsái.

― ¿Puedo ayudarlo?

Él asintió con la cabeza. Rain le explicaba dónde cortar y de qué modo. La noche llegó de prisa. Todos antes de la cena iban a otro salón destinado a mantener combates entre los miembros del clan. A este amplio salón se le llamaba Dojo.

Posterior a ese entrenamiento, meditaban, después comían la cena, hasta después de eso los que no tuvieran alguna encomienda especial podían irse a dormir.

El lugar para dormir destacaba en una amplia habitación con varios tapetes, absolutamente todos andaban descalzados. Por suerte Rain dormiría a su lado. En cuanto se acostaron, Mina quedó profundamente dormida.

Muy temprano Rain la despertó para ir a comer, todos lo hacían en una mesa ancha sentados sobre el piso de madera. Luego de comer todos hacían sus tareas con perfecta disciplina, Rain la instruía.

Para Mina aquel lugar era precioso, todos se respetaban como una gran familia, y todos ayudaban para que aquella espaciosa casa estuviera impecable. Pasaron varios días y Mina ya sabía en qué ayudar y cómo hacerlo, Rain le enseñaba su costumbres y maneras de convivir. Por las tardes entrenaban, Rain siempre estaba a su lado. Mina llevaba unos baldes de agua a la cocina para hacer arroz, cuando alguien se paró a un lado de la puerta. Mina se detuvo al ver que le impedía pasar.

―Bienvenida, Mina. Siempre cuida él tu espalda ¿No es cierto?

Mina alzó la vista y observó a una chica, se veía alta y con el rostro muy serio. Atractiva, pero resaltaban unas cicatrices en la cara.

―No entiendo.

Ella sonrió burlonamente.

―Lo entiendes y perfectamente.

Mina comprendió que no parecía grata su presencia para esa guerrera. La alta mujer mantuvo su vista al frente, sobre la altura de Mina, y al inclinarla se hizo la desentendida apartándose de inmediato. Mina se volvió atrás y allí estaba Ryu. Sonreía ampliamente sin dejar de verla fijamente.

―Hola Ryu.

―Hola Mina, no le hagas caso a Midori, siempre es un poco rara al conocer a una nueva hermana.

Supo que seguramente Ryu se había percatado de aquel comportamiento hostil. Ella le sonrió amigablemente. Rain entró a la cocina buscando a Mina con la vista.

―Vamos Mina, debemos ir adentro― Mina le obedeció. Ryu salió con ellos.

―Oye, espérame también es mi hermana.

Rain sonrió ampliamente sin darle la vista Ryu.

En el clan, había varios guerreros veteranos de mucha más edad que Mina y Rain, se la pasaban todo el tiempo en silencio observando que cada integrante del clan hiciera lo que debía.

Mina, Rain y Ryu fueron los últimos en ingresar al dojo para presenciar el siguiente combate. Mina ya usaba los trajes que ellos usaban, un Kimono oscuro y pantalones de tela holgados por debajo, de gruesas telas.

Rain hacía bromas con Ryu, y reían abiertamente, pero cuando Mina escuchó su nombre se le heló la sangre, y casi se le paraliza el corazón cuando llamaron también a Rain. El padre de Rain estaba al frente. Y le hizo señas de pasar.

Mina subió al frente y temblaba al ver a su rival. Rain sonreía, y su mirada la invitaba a luchar amistosamente. Ambos mostraron una reverencia y la lucha dio inicio. Ambos atacaban y se defendían con ánimo y entusiasmo, ni uno ni el otro podía someterse. Rain estaba dichoso por haberle mostrado a su padre cuan buena era Mina en combate.

Él deseaba que cuanto antes pudieran alejarse de aquellas montañas, emprender una vida tranquila al viajar y conocer el ancho mundo.

Rain acostumbraba a conversar con su padre y ya le había confesado su decisión final, la cual consistía en no aceptar la sucesión al legado como líder del clan, Rain sentía su camino perfeccionado al haber encontrado a alguien especial para ser su alumna. Su padre propuso a Ryu, Rain no tuvo problema en que el tomará el liderazgo o bien otro, lo único que le suplicó fue no enviar a Mina a una misión aún como espía de alguien poderoso, a menos que él la pudiera acompañar.

Rain excelente siendo un guerrero de las sombras, y sabía batallar como todos, pero él había perfeccionado a diferencia de los demás, el arte de conocer los puntos vitales (Neurálgicos) que se utilizaban también para la acupuntura, todos los guerreros del ninjutsu conocían la anatomía oculta del hombre, pero llevaba mucho tiempo usar la energía interior(KI) para lograr golpear con precisión esos puntos. Rain sabía hacerlo, asesinar sin dejar rastro o inmovilizar a su contrincante con un sólo golpe (Kyusho). Ese golpe requería de una presión exacta para llevar a cabo su cometido, pero el padre de Rain nunca lo había visto usar aquella técnica por vanidad, siempre solía ser bondadoso y muy noble, prefería batallar con normalidad usando sus armas o su cuerpo. Rain reflejaba a un arma letal desde cualquier ángulo o vista. Sobresalía como guerrero, y había visto en Mina la misma fortaleza de Rain.

Rain había omitido contarle a Mina que cuando llegó a los brazos de aquel monje asceta, estaba casi muerto, gracias a ese padre suyo y sus cuidados, Rain, se había convertido en un fuerte guerrero.

El padre de Rain, fue consciente de la fuerza interior que yacía en Rain. Para el punto de vista de este monje, lo que Rain llevaba en su interior era un regalo divino y por segunda vez en su vida, observó la misma determinación en la dulce mirada de Mina, quien parecía ser de la misma naturaleza de Rain. Aquel monje comprendió el porqué de su hijo para elegirla como su hermana y parte de su clan.

Mina seguía siendo entrenada cada día en el arte de las sombras. Mina corría a gran velocidad con un sombrero de paja al pecho el cual no debía dejar caer, entre otras muchas pruebas para mantener la tenacidad que cualquier otro de los miembros de su familia.

Ya podía subir al tejado de las varias estancias en la montaña usando unos ganchos en las manos que la ayudaba a trepar como un gato, pero sin hacer ruido. El propio padre de Rain la entrenaba en días en específico con las armas de uso Ninja, y ella siempre lo hacía hábil y muy disciplinada.

Fue parte de los combates de entrenamiento en el dojo y en cada batalla que le asignaban contra Rain, Mina se volvía más fuerte, más ágil, está de más decir quien ganaba aquellos combates de adiestramiento. Mina entrenaba en combate con el mejor guerrero Shinobi del clan. Mina había ayudado a la elaboración de sus armas, y cada vez se sentía más cerca de sus hermanos ya se conocía con varios y con la mayoría se llevaba bien, excepto con Midori que era una de las pocas mujeres del clan que parecía no aceptarla todavía.

Mina y Rain en los tiempos libres de entrenamiento, compartían ciertos oficios y ella le contaba de lo visible que resultaba el descontento de Midori al tratarla, pero Rain siempre la motivaba a que ningún sentimiento o pensamiento la sometieran, pues caerle bien a todo el mundo no es el logro, sino saber convivir con uno mismo.

Mina también estudiaba con el corazón el idioma de sus hermanos, y ya poseía sus propias maneras de combatir, ya tenía sus propias hojas arrojadizas en forma de estrella (Shuriken) garras para trepar (Tekko Kagi, shuko) Bastón largo (Hanbo) entre otras de las necesarias armas para un Ninja.

Gracias al riguroso entrenamiento, ya podía utilizar varias armas. Aquel duro entrenamiento cada día se volvía más interesante, la filosofía de vida de un Ninja era hermosa, un guerrero con una disciplina preciosa: Nada es imposible para quien quiere hacerlo. Aunque no era el fuerte de Mina, aquellos guerreros sabían mezclar arena y otros ingredientes y crear bombas de humo y algunas lograban expulsar fuego. También conoció de otras formas de usar el bambú, como cerbatana con los cuales lanzaban dardos que por regla general estaban envenenados.

Para un ninja existía un sinfín de armas, expertos en el sigilo y en el combate, tenían siempre más de una estrategia para escapar. El entrenamiento era mental y físico a un nivel que jamás habría imaginado, pues los más experimentados tenían desarticulados cada hueso que unía la mano, ya que en caso de ser atrapados podían escapar al pasar la mano por el pequeño aro de un grillete o algo similar.

A pesar de mantenerse en el camino de la perfección, nada se comparó a aprender a golpear para desarmar y quebrar huesos (Koppojutsu) mejorando las estrangulaciones y agarres (Jutaijutsu). Para aprender el hermoso arte de sobrevivir descubrió que había dieciocho disciplinas. Y para cuando se unió al grupo haciendo todo con facilidad ya entendía mucho de la lengua natal de Rain.

Los días pasaron y Mina se sentía verdaderamente parte de la familia.

Una tarde Mina podaba un bonsái, rápidamente sintió a alguien a su lado mirarla un modo distinto. Ella alzó la vista, a un extremo Midori la observaba fijamente.

―Le quitaste más de ese lado― Expresó con voz autoritaria.

Mina mantuvo su vista fija en ella, pensando bien que responder.

―Tendré más cuidado la vez próxima.

Midori le sonrió. Como cosa rara para Mina, la imposible guerrera se veía más amigable que de costumbre.

― ¿Qué raro no ver a Rain cerca de ti?

Mina mostró una sonrisa amable.

―Fue con Ryu. Ambos están en el taller para forjar, trabajan en unas armas.

Mostró un gesto muy particular alzando las cejas.

―Todos en este lugar tenemos una historia, Mina, ninguna de ellas es bonita. Todos estamos aquí gracias a la bondad de nuestro padre. En mi caso, supe que era ser madre, concebir y dar a luz dos hijos. ―Mina la veía con los ojos muy abiertos. ―Todos fueron asesinados, y a mí me golpearon y dejaron casi muerta. Fue un milagro que haya sobrevivido por eso tengo esa cicatriz en el rostro, porque luché con todas mis fuerzas para defender a mis hijos. Pero mi destino apenas comenzaba, ahora estoy aquí con mi familia, encontré lo que nunca logré tener: Armonía. ¿Qué hay de ti?

Mina comprendió que deseaba conocerla más. Se mantuvo amable hacia ella.

―No recuerdo a mi familia, o si la tuve, sólo tengo en mi memoria un naufragio y luego de eso, estar en la arena de la playa y ser llevada por muchos hombres, fui abusada no una vez, sino muchas y por muchos. Hasta que Doña Melina me encontró, y cuidó de mí y me ayudó a seguir adelante, justo cuando murió conocí a Rain, y ahora tengo la fortuna de estar aquí...

Midori la veía fijamente, manteniendo su atención en ella.

―Rain es muy bondadoso, tiene un corazón noble. Ahora sé lo que vio en ti. Todos somos muy distintos, pero nos une el mismo afecto y el mismo deseo de luchar. No fuimos obligados a estar aquí, todos estamos aquí porque nos sentimos bien, y nos une el deseo de evitar el sufrimiento que nos tocó vivir a otros, aunque para muchos en el pueblo solo somos bandidos, asesinos con una paga. Lo que somos, sólo lo puede comprender quien pertenece a aquí.

Mina asintió con la cabeza.

―Sí, es muy satisfactorio tener una familia, una de verdad.

―Bienvenida al Clan Mina. A diferencia de los guerreros del Ninjutsu, las Kunoichi tenemos un arma que ninguno de ellos tiene, tendrás que aprender a usarla. Podrá ser tu arma más mortífera y podría servirte a la hora de tener problemas.

Mina se quedó enmudecida pensando detenidamente cual sería aquella arma. Midori sonrió al verla tan confundida.

―El arte de la seducción, tu cuerpo. Como mujer más experimentada sé de lo que te hablo. Si no lo aprendes quizá te ocurra lo que, a otras guerreras, podrías morir. Ya llegará el momento que te lo muestre, un gusto que seas nuestra hermana.

Le dio una sonrisa amistosa y se alejó hasta ir a la cocina.

Mina siguió en lo que hacía sin dejar de pensar en las palabras de Midori. Cada guerrero luchaba según su manera de ser pensó que quizá Midori tenía otras técnicas como mujer para despistar al enemigo.

En aquella familia no todo era entrenamiento, también se divertían. De vez en cuando varios de sus hermanos hacían unas funciones muy divertidas con Marionetas, o iban al pueblo a traer provisiones, a nadar, y danzaban, aunque eran muy disciplinados sabían divertirse y ayudaba mucho a aliviar la tensión del entrenamiento.

Llegó el día en que se le pidió a Rain ir a las montañas en compañía de Mina. Allí los esperaba el padre de Rain, y les dio aviso de ir a una misión a una comarca vecina. Debían interceptarse en el castillo para descubrir los planes que tenía aquel malvado terrateniente para robarse los impuestos del pueblo. Abusaba de mujeres y niños en nombre del Emperador.

Esa misma noche, Mina fue consagrada como una Kunoichi, le entregaron su Ninjato (espada o kata), y su Shinobi shozoku (traje ninja) entre otros artículos para su uso como mercenaria y espía. Pero nada se comparó como cuando Rain se inclinó ante ella para entregarle un Kusarigama. Mina lloró ante él, feliz de tener por fin a su esposo con ella. Había sido su mayor anhelo.

Mina descubrió también que el padre de Rain estimaba a todos sus hijos, pero cada uno tenía diferente tipo de confianza en él. Unos eran sus oídos, otros su boca, otros sus acciones, y otros sus ojos. Su corazón era Rain. Y con esa extraña manera de ser, lograba poner en tela de juicio a todos de modo que, aunque eran hermanos ninguno confiaba plenamente en el otro. Lo cual resultaba bueno, ante tantos guerreros letales.

Pero aquel amor que se tenían uno a otro a pesar de las disciplinas y el entrenamiento seguía siendo admirable. En verdad que, si eran una familia. A Mina le parecía una familia hermosa; era su familia, o le parecía así porque nunca había tenido una.



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