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El comienzo

Muy de temprano Mina abrió los ojos, y no lo vio a su lado. Tenía muy bien arreglado todo a su alrededor, parecía más limpio que de costumbre. Al sentarse sobre el tapete, lo observó sentado a la distancia sobre la hierba del pequeño huertecillo.

Sin dudar se puso de pie, y arregló su tapete recogiendo las sabanillas. Salió hacia donde estaba él. Rain sin abrir los ojos la saludó.

―Mina, buenos días.

―Hola ¿Durmió bien?

―De maravilla. Y ¿Usted?

Sonrió apenada. Se sintió muy contenta de que no estuviera enfadado con ella.

―Muy bien, gracias. Rain, no quiero incomodarlo, pero... ¿Qué es eso que hace?

Rain abrió los ojos, y la observó fijamente.

―Seishin Teki Kyoyo. La mejor arma para un guerrero es la mente y su cuerpo. Deben estar en armonía, el ideal siempre debe ser el profundo conocimiento propio Mina.

Se acercó a él, maravillada.

―Rain, no sé si usted me tiene a prueba, pero desde lo más profundo de mi corazón quiero aprender, pero si no tengo un maestro lo que quiera conocer en usted será confuso. Mi alma entera se desborda cada vez que lo veo hacer eso, o como ayer usar el...

Pensó muy bien antes de decirlo.

―Kusarigama.

―Mina, solamente tengo unos días para estar en el pueblo, partiré aproximadamente en una semana. Sólo cuento con ese tiempo para enseñarle lo básico. Accedo a enseñarle, con una condición.

Ella lo observaba fijamente.

―Mina, usted solamente tiene un maestro, y debe mantener su lealtad hacia mí. No por mí, sino por lo que aprenderá, no puede instruir estos conocimientos sin mi autorización, de desobedecerme correrá con el riesgo de poner su vida en peligro. Este camino que iniciará hoy es una forma de vida, es más que cualquier otra cosa, conocerse a sí misma, mantener su lealtad, su amor y su crecimiento espiritual para sí misma. Cualquier acto heroico debes quedar en el anonimato. ¿Lo comprende?

En vez que Mina sintiera miedo, se sentía muy emocionada y decidida a seguir cualquiera que fuera aquel camino o forma de vida.

―Sí, Rain, lo comprendo.

―De acuerdo. Siéntese a mí lado.

Ella lo obedeció.

―Meditará todos los días, tratará de conectarse con usted misma. Su peor enemigo la conoce perfectamente, hará de este enemigo natural su mejor aliado: su mente. Cierre los ojos y ponga la espalda recta, dejé caer sus caderas suavemente, y coloqué sus manos sobre sus rodillas. Concéntrese en su respiración, no cambie nada en ella, sólo escúchela, siéntala, sea consciente de ella. Cualquier pensamiento que la inunde, no lo evite, déjelo que hable, pero no se enganche a lo que el pensamiento le traiga. En su expiración déjelo ir, no se sienta comprometida a pensar, únicamente concéntrese en su respiración...

Mina le obedecía fielmente, y en instantes sentía su pecho lleno de emociones nuevas, la voz de Rain no paraba de guiarla, pero era imposible que esa sensación de paz no la hiciera llorar, terminó llorando como nunca antes en su vida. Cuando Rain le pidió abrir los ojos, se sentía liberada, como si durante mucho tiempo hubiera tenido que cargar con algo que no le pertenecía. Ahora sabía que por fin había aceptado lo que había ocurrido; con aquellos hombres que habían abusado de ella, se sentía más fuerte al reconocer que había sido víctima de su maldad, y que podía superarlo y convertirse en una mujer valiente al dejar marchar todo aquel dolor y tristeza. No todos los hombres podían ser iguales, Rain era distinto y se había convertido en su maestro. Había un balance.

Rain la observaba, y muy dentro de sí mismo se sentía orgulloso por ella, porque había elegido por fin lo que tanto daño le había causado no haber optado antes, el perdón. Darse ella la oportunidad de ser feliz y salir de aquel oscuro mundo que ella misma había levantado. Ella, quien no se había perdonado aquel día, incluso pesaba más que su odio y deseo de venganza hacia aquellos hombres. Pero Mina se sintió durante mucho tiempo de algún modo responsable por no haberse defendido de la maldad, pero en realidad, ella no tenía la culpa de nada, y por ese dolor nunca fue consciente de la vida que le rodeaba y de la fuerza y el valor que revestía su alma.

―Su cuerpo también trabajará, deberá acostumbrarlo a ser fuerte como su mente. ¿Está lista?

Ella le sonrió animada. Rain la había ayudado a ver su gran error por tantos años, le agradecía mucho al cielo que fuera su maestro. ¡Cuántas veces oró porque su vida cambiara! Y en el momento preciso Rain llegó a su vida, ni antes ni después. Aprendería todo lo que él le enseñará sin dejar de lado lo que ya guardaba dentro de sí. El destino la había llevado a él.

Se puso de pie y asintió con la cabeza.

―Mina tiene buena complexión física, pero tendrá que hacer fuerte cada parte de su cuerpo. Acompáñeme.

Ambos salieron trotando hacia el bosque, Mina logró llevarle el ritmo por un rato, pero después de un rato, sentía su mente a punto de explotarle, su corazón ya no soportaba ir tan a prisa. Rain corría velozmente al frente. Por más que lo intentó no pudo alcanzarlo. Volvieron al huertecillo, Rain se veía radiante y fresco como una lechuga, mientras que ella sentía pesada las piernas y veía borroso.

Rain tenía una amplia sonrisa al verla.

―Mina ni siquiera hemos empezado.

Le clavó la vista, muy asustada.

―No ponga esa cara, si quiere ser fuerte debe exigirle el máximo a su cuerpo, recuerde su mente debe ser tan ágil como su cuerpo, ambos deben estar en armonía.

Mina le sonrió, no podía dejarse vencer a la primera. Rain la ayudó a realizar varias clases de ejercicio, todas de resistencia. Hubo momentos donde Mina quería decir no más, pero se mantuvo firme, a pesar de que Rain le decía que debía ejecutar todo con la respiración tranquila, sin agitarla, sin pausarla, sin cambiarla. Siempre respirando conscientemente, especialmente al estirar los músculos de su cuerpo en raras posiciones.

Los días se fueron pasando. Mina meditaba a su lado, luego se ejercitaban. Por las tardes lo llevaba al pueblo para que conociera de cerca a los lugareños y sus costumbres, en cuanto a sus saludos, sus compromisos, su manera de trabajar.

Mina sentía su cuerpo mucho más fuerte y los ejercicios ya no eran tan implacables como al comienzo, los toleraba con mayor facilidad. Rain estaba muy satisfecho con su comportamiento. Lamentablemente el día de partir llegó.

Mina lo observaba muy entristecida. No sabía cómo pedirle que no se fuera.

En todo lo que Rain empacó, iban varias armas, una espada no muy larga envainada con una cuerda en su empuñadura, la hoz con una cadena y la pesa en la punta, unas hojas afiladas, y varias estrellas de la misma estructura que el filo de la espada, tenían un brillo aterrador; quizá se debía al filo. Todo lo escondió fielmente en una especie de bolsa de cuero que contenía las plantas medicinales y algunas hogazas de pan. Sus ropas parecían gastadas y no sabía dónde había escondido aquel traje oscuro, con el que lo había visto combatir tan preciosamente.

―Mina agradezco mucho sus atenciones y su ayuda.

Su hogar había quedado mejorado, Rain la había ayudado a reparar, ya no se veía como una choza vieja, se había convertido en una casa, una casa muy bonita. ¡Cuánto hubiera deseado que su abuela lo viera! Además, tenía el dinero suficiente como para comprar semillas y dedicarse a sembrar o comprar ovejas y vivir tranquilamente por mucho tiempo. Pero su corazón anhelaba seguir el recorrido de aquel guerrero que en una semana le había enseñado a escuchar su mente y entender su cuerpo, a defenderse de algunos golpes, aunque bien nunca inducir una pelea o un conflicto, la última solución era el combate cuerpo a cuerpo o Taijutsu, pero lo más importante a sentirse a gusto con ella misma.

―Rain, quien le agradece soy yo, no sabe lo mucho que significa para mi haberlo conocido.

Se inclinó ante él, mostró una reverencia, pero luchaba internamente por no llorar.

―Descuide Mina, usted fue quien dio el primer paso, querer es el comienzo de todo. Cuídese por favor.

Se trepó al caballo, e hizo la misma reverencia. Rain no se volvió para verla, a trote lento se alejaba.

Mina sentía el corazón estrangulado, no podía dejarlo ir, su alma entera gritaba que su destino era seguir al lado de ese guerrero y convertirse en uno como él.

Ya no lo sentía su maestro, lo sentía su familia, su hermano. Entendió que el aprecio y la simpatía que sentía por él superaba su atracción, juró desde lo más profundo de su alma, jamás buscar la manera de verlo como hombre, sino como su hermano, como su maestro. Fue adentro y velozmente en una manta colocó todo lo que podía servirle, dio gracias a Dios por haber sentido el llamado de su destino. No parecía tener sentido, pero su corazón no podía fallarle. Dejó la casa, y salió a toda marcha tras él. Deseaba con todas sus fuerzas alcanzarlo a tiempo.

Iba en marcha, cuando en el camino se le apareció Jeremías, con varios hombres.

―Mina ¿Te vas del pueblo?

Ella abrió los ojos a más no poder, estaba muy asustada. Ya había pasado más de una semana desde que había dejado la taberna.

―Sí.

Hizo por avanzar después de responderle, pero el hombre la sujetó de un brazo.

― ¿A dónde irás? Sé que alguien te ha acompañado desde que me dejaste solo en la taberna. ¿Acaso es tu...

Mina se movió para que la soltara.

―No, no es eso, bueno y aunque lo fuera no tendría por qué importarte.

El hombre parecía enfadado de pronto.

―Entonces, serás mi mujer, creí que no eras de esas, pero ya veo que todas las mujeres son iguales, sólo que unas menos solapadas que otras.

El temor de ser abusada en contra de su propia voluntad comenzaba a sumergirla en sus peores recuerdos. Rain ya no estaba cerca, cada vez él avanzaba más lejos de ella.

Jeremías se abalanzó sobre ella. En su angustia, y su gran temor de no poder alcanzar a Rain a tiempo, no pudo actuar. Quedó inmovilizada con la mente hecha un nudo, no pudo poner en práctica nada de lo que había aprendido durante una semana. Sus lágrimas inundaban su rostro, hasta que sintió que aquel hombre la soltaba. Se reincorporó de inmediato asustada.

Observó a Rain, encubierto, con aquella corta espada en sus manos, al alzar su vista todos aquellos hombres estaban tirados en el suelo sin extremidades. A unos les faltaba una mano a otros unos dedos, y Jeremías, ya no tenía la garganta entera.

Corrió hacia él y lo abrazó con todas sus fuerzas. Pudo sentir su cuerpo fuerte y firme como aparentaba ser. Le sonrió animada la mirada de Rain estaba iluminada. A Mina no le importó nada más que ir por sus cosas, ambos se alejaron de allí.

―Sin nombre, gracias, no sé qué lo hizo volver, pero gracias.

―Sí aprendió...

Lo vio ceñuda, luego comprendió que se refirió a su nombre. Lo sujetó de un brazo, y le habló con voz entre cortada.

―No puedo quedarme, sin nombre se lo ruego, déjeme ir a donde usted va. Mi corazón anhela pertenecer a lo que sea que usted es, no importa si mi vida se pierde en el intento, prefiero morir con honor, que abusada una vez más.

Rain, tomó una manta y le envolvió el rostro con eso. De modo que tan sólo se apreciaran sus ojos claros.

―Su vida correrá muchos riesgos a mi lado, pero al menos de aquí en adelante no estaremos solos, tendrán que matarnos a ambos. Ahora están buscándome, soy un guerrero Shinobijutsu, fui contratado para encontrar al espía que se escondía en este pueblo disfrazado de campesino, y ahora está muerto era dueño de una taberna. Era un tipo peligroso, ahora esos hombres saben que vine por él. Debemos avanzar sin detenernos. Solo podría sobrevivir muy bien, pero a su lado no puedo correr riesgos.

Mina abrió los ojos a más no poder.

―No me vea así, desde el principio usted lo presintió. Soy un guerrero hecho a base de una moralidad que pocos comprenden, aún está a tiempo de desistir, claro si no revela mi identidad, vivirá mucho Mina.

Ella lo negó con la cabeza. Él se trepó al caballo y la ayudó a subir tras él y avanzaron a toda velocidad hacia el bosque.

Mina sentía esa sensación rara en su ser, miedo, peligro, pero feliz de ir al lado de su mejor amigo. La había salvado de morir por dentro, cualquier cosa sería preferible a volver a ser lo que solía. Sabía que lo seguiría, aunque no pudiera comprender mucho todavía.

¡Qué ilógico que fuera un espía aquel dueño de la taberna!

Conocía que el alma de ese guerrero poseía bondad. Ella podría ayudarlo a mejorar sus códigos de conducta y él convertirla en una guerrera Shinobijutsu. (Ninja)

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