Mina prefirió no mencionarle nada a Rain sobre las palabras del Señor Hiromasa. El día transcurrió con normalidad. Antes del atardecer Mina fue a un lado de la casa, había una hermosa arboleda. Se sentó allí, sobre la hierba mirando hacia el firmamento. Para ella los ojos del Creador se podían contemplar en lo hermoso del cielo.
Desde lo más profundo de su corazón, se animó a orar y dirigirle su inmenso agradecimiento por la vida, por esa oportunidad de crecer y escuchar lo que la hacía sentirse en un propósito. ¡Qué triste fue pasar tantos años en una taberna sin apreciar la grandeza de estar con vida!
Ahora su vida tenía un rumbo más claro, sabía que en su alma había un guerrero que no conocía nada más que el honor y la fuerza y eso la hacía feliz. Quizá pocos podrían descubrir quienes fueron antes de ser, y al saberlo declararían que caminar es más fácil cuando se sabe quién es uno mismo. Porque a ella ese ser en quien tanto confiaba le había respondido, pero la decisión de vivir y encontrarle un sentido a la existencia había dependido de ella, y ahora lo había comprendido.
Una vez más por sus ojos resbalaron varias lágrimas, su vida estaría consagrada a servir, a velar siempre por la protección del pueblo y los más necesitados. Ahora tenía un camino, un hermano y una familia. Lo que siempre soñó, pero su corazón estaría siempre afianzado en ese misterioso Creador.
―Hola Mina...
Se volvió a la voz, y observó al señor Hiromasa. Mina se santiguó y se puso de pie.
―Señor Hiromasa... ―Saludó Mina haciendo una reverencia. La reverencia significaba para ella respeto, no paganismo.
―Por favor acompáñame.
Mina lo siguió sin hacer todas las preguntas que se le pasaban por la cabeza. La condujo por una ruta larga hasta dar a lo más profundo de la arboleda.
― ¿Qué ves? ― Preguntó observando a su alrededor.
―Un hogar. ―Contestó ella mirando con atención.
Al monje le agradó la respuesta.
―Has dicho la verdad. ¿Sabes cuánto tiempo le llevó a la naturaleza hacer de este lugar un hermoso hogar para las criaturas del bosque?
Mina pensó un poco antes de responder.
―El tiempo necesario, aunque en ese tiempo siempre se albergó la vida. Creo que no pensó en que un día se convertiría en un bosque, simplemente surgió viviendo.
El señor Hiromasa se volvió a ella sin poder evitar sonreír.
―Así es. Simplemente la naturaleza acepta el desafío y cosas hermosas surgen.
El monje estaba muy complacido con la actitud de Mina. Aunque fuera una extranjera parecía haber pertenecido siempre a su familia. Quizá tenía mucho más coraje y fuerza que otros de sus hermanos, en su corazón el señor Hiromasa ya la consideraba su hija y legítimamente parte de su clan.
―Siempre estuviste lista para estar aquí, Mina. Tu presencia demuestra que la naturaleza siempre está en constante cambio, en un renacer sin fin. Le has dado corazón a mi hijo Rain, lo creí errado. He descubierto que tengo un hijo más que un soldado.
Mina le echó la vista consternada.
―Y he ganado en mi familia una guerrera más y una hija.
Mina le sonrió apenada.
―No eres diferente, eres una de nosotros. Este es tu hogar y esta es tu familia.
Se dio la vuelta luego de darle una sonrisa y se alejó. Lo observó hasta que se desapareció entre la maleza. Al volverse vio a Rain sonriendo.
―Creo que ahora comprende que en su ser siempre ha habido alguien que pertenecía a este lugar.
Mina sonrió anchamente, comprendió que Rain había escuchado su conversación con el señor Hiromasa.
―Me alegra Rain, siempre deseé no ser diferente a sus ojos.
―Pues no lo es, Mina. La observé cuando estaba viendo hacia el cielo. ¿Aún extraña a su abuela?
Ambos caminaban a paso lento dirigiéndose a la casa.
―Sí, la extraño, pero mi manera de ver hacia el cielo no era por ella en sí. Siempre he creído que el cielo es como ver alguna cualidad de la belleza del Creador, me gusta dirigirme a él viendo hacia el cielo.
―Entonces... ¿Conversaba con él?
―Sí, Rain, conversaba con él.
Rain asintió con la cabeza observando hacia el cielo.
―Me gusta el concepto. No necesita de un altar o algún lugar sagrado para hablar con él, solamente el amplio cielo que nos acompaña a dónde vamos. Me agrada.
Rain la observaba sin dejar de sonreír, ambos caminaban. Mina ya podía ver que se estaban acercando a la casa.
―Rain ¿Usted cree que todavía haya algunos de nuestros hermanos que desconfíen de mí?
―Espero que no, Mina. De ser así, no sé qué vaya a pasar. Mi padre, les dio la ventaja de que usted fuera probada en su honor, y al no dejarme morir ellos se dieron cuenta que no está aquí como espía, ni como alguien que represente peligro. Estuvo a punto de morir, Mina por mí.
―Es lo justo. Sé que usted habría hecho lo mismo, bueno de hecho, ya lo ha hecho.
Asintió con la cabeza dándole una sonrisa. Llegaron a la casa, y según como es la costumbre comieron y luego se fueron a su lugar de descanso. Desde que habían herido a Rain con aquel dardo, Mina le costaba conciliar el sueño. Al parecer Rain sentía lo mismo con sus ojos pegados en el techo.
― ¿No tiene sueño Rain? ― Musitó Mina al notarlo tan pensativo.
Se volvió a ella con una sonrisa.
―Se me espantó. Creo que se debe a que debo tomar una decisión, una de esas que es todo o nada...
Fue imposible para Mina no fruncir el ceño desconcertada.
―Tendría ir que solo, pero la ansiedad me roba el sueño. Lo he pensado y creo que lo correcto deja de existir cuando la veo.
Ella lo miró con cariño, sonriendo.
―Lo ideal sería protegerla y aceptar que aquí está a salvo, pero siento que nadie podría hacerlo como yo. Juntos creo que es el lugar que siempre visualizo, ya no se trata del lugar.
Mina se sintió muy contenta con cada una de sus palabras.
―Rain, a donde usted vaya yo quiero ir. Recuerde su camino es mi camino, no importa cuál sea, quizá la libertad para ambos sea donde estemos juntos.
Su conversación se daba en simples susurros, lo hacían para no despertar a sus demás hermanos. Rain en realidad debía a ir a una misión solo. Estaba a punto de desobedecer directamente y por primera vez. Muy dentro de su corazón sabía que si dejaba a Mina algo muy malo pasaría, prefirió escuchar a su corazón.
Se puso de pie y le extendió la mano. Mina la sujetó y ambos sigilosamente dejaron la habitación de descanso. Fueron a vestirse apropiadamente, y antes de salir Rain elevó varias plegarias a sus ancestros y Mina al Creador, le confió su vida antes de ir. Mina muy dentro de su alma, sabía que la vida apenas florecía para ella. Su aventura se definía en cuidar de su vida cada día, permanecer con vida era la mejor de las glorias.
Ambos cubiertos con el traje Ninja se tomaron de la mano y salieron para dejar su hogar. Rain tuvo que ser muy cuidadoso para que no notaran que Mina se marchaba junto a él.
En vez de usar la cueva, se dirigieron a la parte trasera de la montaña. El corazón de Mina brincaba de alegría al ir con el único ser que realmente amaba con todas sus fuerzas, de a poco la luz de aquel guerrero era la única que quería en su camino. Mina no preguntó absolutamente nada, ni a donde iban, ni porque, lo único importante es que iba a su lado, lo cual la hacía sentir libre y en plenitud.
Bajar en aquella ladera empinada no fue difícil, los dos se apoyaban de un modo que resultaba imposible lesionarse. Los dos eran muy hábiles en las técnicas de escape y de sobrevivencia. Al final de la empinada ladera, estaba un río cristalino, donde se reflejaban las estrellas. Seguían sujetados de las manos, y no se soltaron hasta que Mina observó que Rain la invitaba a saltar al agua. Brincaron y cayeron al agua sin problema, ambos nadaron hasta asomarse del otro lado.
Sentir la libertad corriendo en las venas, yendo al lado con quien se quiere ir siempre, es una de las mejores alegrías para el alma y el incidente con el cual Mina jamás pensó vivir. Ella disfrutaba de aquel momento, el bosque no era aterrador ni oscuro, le parecía el lugar más precioso para ser atravesado por ambos. Después de salir del agua, continuaron con su camino, ambos corrían felices por la arboleda. Encontraron animales salvajes que cazan de noche, pero no les hicieron daño, los veían avanzar como si ellos pertenecieran desde siempre al bosque.
Rain se sentía en paz y feliz, lo cual le dictaba que había tomado la decisión correcta. Por fin llegaron a un camino enmarcado de tierra.
―Conozco este lugar desde niño, no ha cambiado mucho desde entonces, creo que la única diferencia podría ser que ahora alguien comparte el mismo amor que siento al ser un guerrero, me acompaña del mismo modo que un hermano, con esa confianza absoluta que por primera vez he sentido en mi vida.
La mirada de Mina seguía iluminada con toda la alegría que sentía. Su corazón danzaba dentro de ella.
―Para mí, Rain la vida me forjó para encontrar a ese hermano que tanto soñé.
Rain le extendió la mano y Mina lo sujetó con fuerza. Siguieron corriendo por el sendero hasta llegar a una parte del pueblo, se treparon en lo alto de un árbol. Al instante llegaron dos hombres iban con unas lanzas afiladas, al perecer cuidaban ese lugar en particular.
Mina escuchaba las voces de aquellos hombres discutir sobre cuanto les habían pagado, lo decían en japonés.
Mina alzó la mirada y observó a varios hombres llevando por la fuerza a otros. De pronto llegó un carruaje, de allí bajó un hombre alto muy bien vestido que no parecía ser japonés. Tenía un traje muy elegante, largo de un azul profundo, con broches hasta el cuello. Hizo señas de treparlos al carruaje, le obedecieron subiéndolos salvajemente. Se dio cuenta que, entre todos, también había mujeres, una muy seria era la única que no gritaba. Súbitamente reconoció a Midori. De todas ella era la más serena.
Aquel hombre no dejaba de verla, dejó que todas subieran, pero cuando ella lo iba a hacer, la detuvo.
―Ella se quedará conmigo. Llévense al resto― Ordenó amablemente en la lengua que Mina hablaba.
Aquellos hombres le obedecieron dejándole con unos guardias, se parecían a los del castillo del emperador.
―Raras veces se puede ver tanta belleza en una sola mujer. Sé que entiendes lo que digo, te quiero conmigo...
Midori le sonrió atenta y seductoramente. Aquel hombre le pidió que lo dejaran a solas con ella, todos aquellos hombres se retiraron prudentemente sin dejarlo completamente solo.
―Tanta perversión en una sola sonrisa. ¡Cuánto apostaría en qué más que una preciosa mujer preparada para ser amada, eres toda una hermosa espía! Lo sé porque eres la única a quien no le preocupa lo que está por ocurrir.
Midori seguía sonriéndole, parecía divertirle las palabras de aquel hombre. Él alzó la mano acariciando su cabello, luego le sonrió del mismo modo, y con fuerza la apretó de la cintura, después de verla apasionadamente la besó de modo desenfrenado. Midori deslizó sus manos por los lados de sus hombros acariciando su espalda, aquel hombre sonreía, mientras buscaba los cierres de su traje. Aquellos besos siguieron siendo apasionados, con ternura le desajustó hasta los hombros el traje, los besos de aquel hombre se deslizaron suavemente por aquellos hombros femeninos de piel suave y sedosa.
Mina y Rain observaban eso, sintiendo algo raro en el abdomen. En cuanto aquel hombre hizo por descubrirla del torso, Midori hizo señas con una mano. En ese instante uno de aquellos guardias que esperaba junto con los demás se alzó batallando con los demás. Aquel hombre volvió en sí, Midori sujetó su traje del pecho, el hombre con la mirada sacudida se volvió atrás al notar que todos batallaban contra sí mismos.
― ¿Qué tengo yo que ver en lo que pasa? He sido siempre una mujer que debe acompañar, cuanto más me resista sufriré y sin poder evitarlo, entonces para que sufrir de más, mejor que pase lo que tenga que pasar.
Aquel hombre quedó maravillado con las palabras de Midori. Tanto que descuidó lo que pasaba entre sus soldados. Con sagacidad desacomodó de una de sus botas una afilada cuchilla se acercó a ella rodeándola de la cintura acercando aquella fina cuchilla al rostro de Midori.
― ¡Detente! O Le corto la cara― Gritó.
Ryu se quedó abstraído un momento en ese instante Mina le hizo señas a Rain, después de una mirada frustrada, Rain asintió con la cabeza. Ambos bajaron del árbol Mina se puso ante aquel hombre, mientras Rain ayudaba a Ryu. Aquel hombre hizo por cortarle la cara, pero Mina le impidió lanzándole el Kusarigama, la mano de aquel hombre fue rasgada, lo cual lo obligó a soltarla. Midori corrió al bosque de inmediato, lo cual no comprendió Mina.
El hombre le arrojó la daga a Mina, cuyo filo ella evadió con facilidad. A Mina le parecía conocido ese hombre, sabía que lo había visto en algún lugar. Él se abalanzó sobre Mina. No pasó mucho para que los golpes precisos de Mina lo sometieran. Rain lanzó una cuchilla pequeña hacia una pierna de aquel hombre dejándolo inmovilizado dando de gritos, lo cual les dio ventaja de huir sin que ese hombre pudiera seguirlos.
Rain sabía que se acercaba el General con muchos soldados. Tenían que salir de allí antes de que fueran rodeados por ellos, de ser así la muerte sería inevitable. A toda prisa se alejaron de ese lado del bosque, Ryu iba con ellos, pero Midori había desaparecido.
En cuanto se alejaron lo suficiente, Mina no pudo contener sus pensamientos.
―No podemos volver sin Midori...
―Tendrá que volver por sí misma, ella sabía muy bien cuáles eran las ordenes―Admitió Ryu.
―No, Ryu. Esperaremos un rato, ella sabe que esta zona del bosque es muy peligrosa para quienes no la conocen de noche, no la seguirían hasta aquí.
Todos se treparon en los altos árboles. Viendo donde podía estar Midori. Después de esperar un rato, observaron una caballería con el Shogun. Mina observó a una mujer correr del otro extremo del bosque, huía a toda prisa, hasta que de pronto vio que cayó al suelo.
―Rain, Midori está allá...
Rain asintió con la cabeza y todos corrieron entre la oscuridad del bosque hasta donde Mina había dicho. Observaron sangre esparcida. Rain comprendió de inmediato, Midori había intentado huir. Y el resto de sus hermanos más experimentados habían ido por ella, se cercioraban de que no pudiera huir, alguien había informado de lo que Midori deseaba hacer. Rain sabía que al desobedecer Mina y él eran los siguientes.
―Ryu vuelve a casa, no te detengas hasta llegar.
― ¿De qué hablas? Debemos volver todos.
― ¿No lo ves? Midori intentó huir ya la encontraron, la llevan a casa. Nosotros somos los siguientes, sálvate, Ryu.
Ryu parecía sorprendido.
― ¿Huiras con Mina?
―No, cumpliré con lo que me enviaron. Ahora vete. Cerciórate de que pueda sobrevivir.
Ryu se alejó a toda prisa.
― ¡Mina vamos! Si todo sale bien, es muy probable que solo me castiguen y no quieran asesinarme.
Mina asintió con la cabeza. Sigilosamente lograron escabullirse hasta llegar de nuevo al pueblo. Se dedicaron a buscar una de las casas de uno de los terratenientes más allegados al Shogun. Treparon el techo, y en la oscuridad llegó Rain sigilosamente hasta el patio donde dejó caer pinchos, piezas de metal con aguijón con la punta afilada. (Tetsubishi)
Mina observó bien, donde Rain los dejó caer. Había algunos soldados cuidando alrededor de la casa.
Silenciosamente, ingresaron a la vivienda y Rain apagaba las velas que la iluminaban dejando todo en aparente oscuridad, en una de aquellas habitaciones estaba un hombre alto, fornido acompañado por varias mujeres, hacía lo que cualquier hombre con poder y dinero haría, cumplir cada una de sus oscuras y retorcidas fantasías más censurables.
En pleno acto Rain lanzó varias hojas afiladas a la pared, el sonido fue fuerte al incrustarse en la madera, el hombre al escuchar aquello dejó lo que hacía, las mujeres que estaban con él pegaron de gritos deseperados al notar la presencia de Rain en aquella habitación. Por parte de afuera se escuchaban los escandalosos gritos femeninos, quejidos de hombres.
Evidentemente no lograron ingresar a la habitación. Mina sabía que sus pies estaban atravesados con los pinchos.
Las mujeres casi descubiertas por completo dejaron la habitación corriendo a toda prisa. Rain desenvainó su espada alzándola contra él. Aquel hombre intentó huir, pero fue en vano, Rain dejó sobre la cama un sello impregnado en una hoja, luego de eso último aquel hombre; fue rasgado por la garganta. Mina y Rain dejaron aquella habitación observando como muchos de aquellos soldados no podían pararse, las mujeres al intentar huir también estaban heridas de los pies pegando de gritos dolientes.
Rain les lanzó varias cuchillas arrojadizas (Kunai) en partes vitales del cuerpo, todos quedaron muertos, solo sobrevivieron aquellas mujeres. Mina y Rain volvieron a trepar el techo y a cómo llegaron se marcharon.
Mina iba a su lado, sin poder dejar de pensar lo increíblemente diestro que era Rain como asesino, entendió porque Ninja o Guerrero Shinobi significa arte en el sigilo. Mina se quedó congelada cuando observó que varios de sus hermanos los esperaban afuera.
Rain sabía que su desobediencia le traería un severo castigo. Sabía que todos esos guerreros eran muy hábiles, y que habían sido enviados para llevarlos a casa. De rehusarse la muerte sería su única alternativa.
Rain había conversado con su padre hablándole de Mina y lo mucho que desconfiaba que ella fuera probada como la última vez. Su padre le confió algunos secretos que Rain guardó en su corazón, y sabía que la única forma de que Mina estuviera a salvo era a su lado, pero por ser un hijo y miembro del Clan de las sombras, sabía que protegerla le traería grandes consecuencias.
Rain alzó las manos en señal de aceptar no combatir, Mina lo imitó. Bajaron del techo y al verlos fueron apresados, y llevados de ese modo hasta la cueva. Cuando iban ingresando escucharon gritos de afuera a todo pulmón.
―¡Sé que están aquí, sé que me escuchan guerreros del sigilo! He ido de montaña en montaña en toda la región, deseando que me escuchen. Necesito de su ayuda, y de ser así, todos los guerreros Shinobi serán exclusivamente para mi protección. Hoy fue asesinado uno de los señores feudales más influyentes en la región, y sé el porqué. Ofrezco mil libras de oro, si logran ayudarme contra la guerra que se avecina.
Mina reconoció aquella voz, se trataba del Shogun. Él siguió hablando, pero Mina yo no pudo oírle hasta que llegaron a lo alto de la montaña, donde el señor Hiromasa estaba al frente con el ceño fruncido custodiado por otros más de sus hermanos, Mina se dio cuenta que su atuendo era un Kimono oscuro y no su habitual traje de color naranja o amarillo. Mina recordó que muchas veces lo vio vestido de otras formas para entrenarlos.
―Rain, has desobedecido a las reglas, no importa lo que haya especificado tu padre, soy tu maestro y quien te enseñó a ser lo que eres. Queda establecido tu castigo, al pozo, sin comida, ni agua durante tres días.
Mina sintió su corazón estrujarse dentro de ella.
―Mina, tú serás castigada con dolor, tendrás que resistir de no hacerlo, simplemente morirás. No debiste dejar tu hogar para seguir la desobediencia de Rain.
Mina lo observaba sin comprender su cambiante humor. Hasta que observó que a la distancia alguien se acercaba. Casi se desmaya Mina al darse cuenta que eran idénticos. Sólo que el padre de Rain tenía aquel traje naranja con amarillo.
―Fui yo quien aprobé que Mina acompañase a Rain. Ambos han demostrado ser guerreros valientes y fuertes, han cumplido con su misión como cualquier guerrero del clan, no puedes castigarlos por cumplir con su deber. En todo caso acepto yo la responsabilidad.
Aquel hombre idéntico al señor Hiromasa, tenía una mirada oscura, típica de un ser sin corazón. Le echó la vista a Rain un momento.
―No te entrometas, si fuiste tú quien aprobó la salida de ambos, entonces Rain asumirá las consecuencias de esta desobediencia, no hay cambios, ni preferencias para nadie. Llévenlo al pozo.
Mina lo observaba entristecida, aquel castigo había sido sólo por protegerla. Mina comprendió que el clan de su familia estaba dividido, aún varios no la aceptaban al lado de Rain.
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