Un fuerte golpe, un disparo y varios gritos, unos hombres corriendo y otros cuantos agazapados desenfundando sus armas, el aleteo tintilante de un tiroteo que parecían chispazos dentro de la bodega con deficiente iluminación.

Todo fue tan rápido que podrían contarse en unos cuantos minutos pero en la mente de los involucrados iba en cámara lenta, un movimiento en falso y se acababa todo, y lo sabían.

Justo cuando el hombre que estaba haciendo el trato, intentaba huir en su auto, encuentra a Park apuntándole con una arma desde el asiento detrás del piloto, — un movimiento y te vuelo los sesos, ricitos, levanta tus manos detrás de tu cabeza si no quieres ver lo bonito que quedaría el color de tu cerebro en el parabrisas.

El tipo obedece y Park le coloca las esposas, sale del auto y extrae bruscamente al hombre, llevándolo hasta donde está el otro protagonista del infame evento, que yacía noqueado y esposado a una especie de calefactor.

Luego del arresto y frustrar otra entrega de armamento ilegal, los policías que acompañaban a Park le reclamaban no esperarles.

— Ustedes son los culpables, son tan lentos... Hay algo que se llama cardio, deberían practicarlo. —salió riendo de ahí sonreía pícaramente como niño que acaba de hacer una vagancia.