🍁•••12•••🍁
Min Yoongi se encontraba recostado en su cama, mirando el techo de su habitación, no podía dormir el sueño lo había abandonado. Giró la cabeza hacia su derecha y pudo observar a su compañía, que hace unas pocas horas gemía y mordía su labio inferior, y ahora yacía completamente dormida y cansada.
Park sooyoung, su concubina más Joven, una mujer hermosa y agrasiada, de piel clara, cabello negro y ondulado, labios gruesos y suaves, con un cuerpo de infarto que no deja nada que desear.
Pidió su compañía porque estaba aburrido, también tenía la esperanza de que estando con ella sacaría de su cabeza al Doncel que ha estado activo en sus pensamientos en los últimos días.
Park Jimin, ¿que le había hecho ese niño? Se preguntaba una y otra vez, lo peor de todo es que cuando estaba teniendo relaciones con sooyoung se acordaba de la vez que lo hizo suyo, justo en esa misma cama, se imaginó que era él a quién tocaba y acariciaba, tal vez se oiga enfermó pero no puede evitarlo.
El ama a sus concubinas, eso no lo discute, pero por el Doncel también siente algo, algo que no logra descifrar, algo que lo volvía loco y se está robando sus horas de sueño.
No importa lo que hiciera, nadie era como Jimin, inocente y sexi, tímido y sensual, una combinación que le encanta. Ser el primero en su vida solo alimento más su ego, e hizo que un sentimiento de posesión naciera en su interior.
No tiene dudas de que Jimin es alguien especial y maravilloso, y que afortunado será el hombre que disfrute de su compañía, el que se convierta en su esposo, inconscientemente su ceño se frunció con ese último pensamiento, no puede imaginarse al tierno Jimin siendo tocado por otro hombre que no sea el, No.
Sacudió su cabeza tratando de alejar esos pensamientos, él no es nadie para molestarse por eso, Jimin es libre de hacer con su vida lo que quiera, después de todo él ya decidió no molestarlo más.
No puede faltar a su propia palabra, ya le hizo mucho daño al menor amenazandolo con la vida de su madre, robándose su inocencia, solo espera que Jimin no lo odie, aunque si lo hace se lo tendría muy merecido, pues lo que hizo no tiene nombre.
Tendría que olvidarlo, aunque ya lo había intentado y no a visto resultados seguiría intentándolo, su vida tendría que volver a como era antes, cuando no sabía de la existencia de Jimin.
Jimin no la estaba teniendo nada fácil, ahora que la salud de seungwan había empeorado en gran manera el pobre ya ni siquiera dormía, las noches de desvelo a causa de los terribles dolores de cabeza de su madre parecían ser eternas para él.
Su madre sufría terribles Dolores, vómitos, fiebres y hasta delirios, había perdido la fuerza en su cuerpo, sus piernas flaqueaban y no podía mantenerse de pie. A veces olvidaba algunas cosas como su edad, donde estaba, y hasta su propio nombre, sin olvidar que en ocasiones desconocía a su propio hijo.
Era una lástima que siendo tan joven sufriera todo esos malestares, a sus 47 años, dependía completamente de su hijo.
Habían ocasiones en que Jimin ofrecía su servicio como gisaeng y dejaba a su madre al cuidado de Jihyo, quien aceptaba ayudar sin esperar nada a cambio, ella era una gran persona y buena amiga de Jimin, muchas veces le ayudaba con lo que podía.
Jihyo se preocupaba mucho por Jimin, últimamente no se le estaba viendo nada bien, sus ojos ya no tenían ese brillo peculiar que lo caracterizaba, sus ojeras eran notables dando a entender que tampoco dormía bién, su cabello estaba más opaco y se podía notar de lejos que había perdido peso, sabía que el menor era fuerte pero simplemente la carga era demasiado pesada solo para el.
Jimin observaba a su madre dormir, si la miraba así parecía que no tenía nada, que era una mujer sana, su expresión era tranquila y su respiración era tan relajada, que quería pensar que cuando despertara todo síntoma desaparecería.
Dio un suspiro entrecortado y decidió cerrar sus ojos, dejándose llevar por el cansancio, se permitió relajarse aunque sea unos minutos, a su mente llegaron varios recuerdos de su niñez, cuando su madre era fuerte y lo sostenía mientras ambos reían y disfrutaban plenamente, también las cenas con su padre aunque a veces era un poco duro y estricto con él, reconociendo que lo extrañaba que en estos momentos es cuando más lo necesita, recordó cuando aún no tenía preocupaciones y solo se dedicaba a jugar y era tan feliz, como desea regresar a esos días.
De la nada yoongi apareció en sus recuerdos, una vez más vio su sonrisa reluciente, esos labios finos y rosados, sus hermosos orbes cafés y esa mirada gatuna y profunda que a veces parecía atravesar su alma, inconscientemente sus labios se curvaron hacia arriba aún sin abrir los ojos, solo por recordar al rey.
Sin embargo esa sonrisa no tardó mucho en desvanecerse, sus ojos se abrieron horrorizados cuando escuchó una arcada proveniente de seungwan.
De nuevo estaba vomitando, regresando todo lo que había comido en el almuerzo, Jimin rápidamente corrió a ayudarla y poner su mano en su pecho para reconfortarla y esperar que acabara, pero esta vez algo diferente pasó, algo que lo angustió en gran manera, había sangre seungwan estaba vomitando sangre.
─ J-Jimin... Jimin ¿donde éstas? ─ la mujer buscaba desesperadamente con la vista a su hijo.
─ aquí estoy madre ─ dijo el menor ayudando a recostarla de nuevo.
Una vez estuvo acostada nuevamente miró a su hijo y le sonrió débilmente ─ Jimin y-ya no me q-queda mucho t-tiempo, q-quiero que me escuches ─ habló con dificultad.
─ No, No hables ─ se tragó las grandes ganas de llorar.
─ Estoy m-muriendo Jimin t-tienes que resignarte ─ empezó a toser.
─ No. Tu eres fuerte ─ insistió mientras su labio inferior temblaba y sus ojos se volvían acuosos.
Los ojos de seungwan pesaban sentía como poco a poco caía en un profundo sueño ─ J-Jimin ya te ha-había dicho lo orgullosa q-que estoy de ti ─ habló con y sus ojos cerrados.
Jimin negó con la cabeza, su expresión era de puro dolor ─ dímelo cuando estés mejor ─ respondió acariciando sus cabellos, eso logró relajarla y No tardó mucho en dormirse.
Ahora su respiración era débil, Jimin no quería aceptarlo, sabía que su madre era fuerte y así como se había recuperado en otras ocasiones lo haría con esta.
Llevó su mano a su boca para callar sus sollozos, levantándose de donde se encontraba sentado corrió hacia la puerta principal, donde se permitió llorar libremente.
El no podía quedarse con los brazos cruzados, no cuando su madre estaba muriendo y él no hacía nada, debía intentarlo, no podía ser tan patético, una luz se encendió en su cabeza, solo una persona podía ayudarlo en estos momentos.
06/08/20.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro