CHAPTER TWO
MEI YA lo había comprobado, su espacio estaba con ella. Todo lo que había conseguido estaba allí; una bonita casa de madera hecha a mano, enormes campos donde miles de plantas como arroz o trigo se esforzaban por florecer, hileras e hileras de árboles con hojas verdes de frutos aún no florecidos y varios otros projectos dejados a la mitad.
La satisfacción de estar ahí, disfrutando de los resultados de su arduo trabajo, oh, cuán bella era la vida.
Pero, entre los projectos dejados a la mitad, estaban los almacenes que guardaban esos productos que había acumulado en su vida pasada.
—Aún queda más de la mitad de las toallas sanitarias... eh, ya pensaré en un mejor nombre, decir toallas sanitarias cada vez es algo ridículo. —Mei garabateó algo ilegible en una libreta anillada, sintiéndose algo miserable al seguir estando enfrente de los productos que le recordaban su condición de mujer. —En serio, tener que sufrir todos los meses... puaj, que injusto.
Mei detuvo su divagación y miró con resentimiento las grandes cajas llenas de productos femeninos, como si la hubiesen ofendido personalmente. Antes de soltar un respiro y tratar de relajarse, sabiendo que esas cosas eran inocentes.
—¿Estaré cerca de mis días? —Mei sintió como un escalofrío le recorría la espalda ante la perspectiva de volver a vivirlo y quiso llorar. —Antes de que comience mi infierno personal, otra vez, tengo que terminar el inventario de todo los materiales restantes aquí... ay.
Mei se colocó las manos en las caderas y le echó una última mirada a las bonitas cajas que había acomodado muy prolijamente; tamaño, color e importancia. "Muy agradable", asintió para si misma saliendo del único almacén que terminó de pintar y personalizar completamente.
Rápidamente, se puso manos a la obra y comenzó un conteo de productos en su libreta anillada. Teniendo el tiempo de su lado, no dudó en revisar de arriba a bajo y dejando todo anotado.
Los árboles frutales estaban creciendo bien; veinte eran de naranjas, veinte de mandarinas, diez de peras, diez de limones, treinta de manzana, otros diez de nueces...
Después de revisar cuidadosamente cada árbol Mei notó la decadencia en aquellos que había plantado específicamente para té.
—Nota especial, "darles más atención durante cinco días; ver si es nese... ¿nesesario? no, necesario cambiar el orden o ponerlos más lejos." —Mei dejó de escribir solo para mordisquear su bolígrafo, pensando sobre los cambios mostrados en esos árboles. —Después de todo, son seres vivos, tiene sentido que cambien o se sientan angustiados, ¿no?
Soltando un suspiro agotado, siguió.
Las plantas crecían bien; zanahorias, pimientos, acelgas, cebollas verdes, arroz, trigos, papas... todos parecían estar en orden.
Las orquídeas, los lirios, las rosas, los girasoles, las lavandas, los tulipanes, las margaritas... todas las flores plantadas crecían espléndidamente.
—Nota especial, "no hay cambios notables en las plantas, el agua sigue siendo adecuada y sin tener un final o comienzo aparente... qué misterio." —Mei garabateó un par de frases más, mostrando su curiosidad por el misterio del agua en su espacio que simplemente existía.
Luego movió su atención a cosas como bocadillos, los cuales, para su vergüenza, había consumido más que carnes o pruductos secos. Pero fácilmente le echó toda la culpa a su período que la hacía muy caprichosa; cosas como gomitas dulces y ácidas, chocolates con leche, almendras confitadas, caramelos, papas fritas, barritas de cereales... se habían consumido bastante.
Quedaba bastante, sí, pero seguía siendo vergonzoso para ella.
❛Nadie se puede enterar de esto, ¡nadie!❜ Mei se estremeció al mismo tiempo que aparecía un rubor en su rostro. Sintiéndose repentinamente avergonzada al tener en cuenta que ella había jurado no comer esas cosas.
Pasó a la ropa y se sintió morir al recordar las tallas de su yo adulta.
Ya de por si tenía problemas debido a su pecho bastante notable, su cintura estrecha y sus caderas más anchas. Todo tipo de acoso había caído sobre ella; estar en lugares públicos era casi una tortura, ¡parecía que todos los pervertidos se reunían en esos lugares!
Recordar las veces que había sido manoseada y el cómo se las había tenido que arreglar sola casi le hicieron llorar de nuevo.
❛Al menos, NanNan, siempre me protegía.❜
Antes de volver a llorar, Mei continuó revisando todo lo que había acumulado con la esperanza de olvidar todos sus pesares.
"Ésta vez las cosas serán diferentes, lo sé."
Kim Dokja era un fiel lector de "GOLDEN HEART: my last life is yours". Había estado leyendo durante diez años aquella novela que no tardó en volverse su espacio seguro, su ancla. Sin importar cuanta tragedia sufriesen sus personajes favoritos o como triunfan los malos, siempre se mantuvo firme en su decisión de llegar al final.
Leer un final digno de Mei.
Porque, sin duda alguna, Mei es y será su personaje favorito. No importaba que ella no fuese la protagonista, su primera aparición en el segundo arco del primer mundo fue suficiente para conquistarlo.
La forma tan suave en la que fue descrita en aquel párrafo solo para la imagen creada por los lectores se derrumbara con el siguiente:
"...no hubo miedo en esos ojos violáceos y aquellos labios rojizos siguieron sonriendo, pero el arma en sus manos seguía despiadadamente cada movimiento con una gracia burlona. Pronto, sólo quedó un camino de muerte"
De todos los personajes, Dokja nunca esperó que el trío de monstruosos protagonistas confiara tan fácilmente en alguien. Pero mientras él los criticaba en silencio, su corazón ya había tomado la decisión de ser un fiel partidario de Mei, la insignificante huérfana. Nunca hubo arrepentimiento alguno mientras más aprendía de ella, solo comprensión y desdén para los tontos enamorados.
Ninguno era digno de ella.
Ahora, ¿por qué estaba pensando en todo esto? Porque en un momento estaba en el tren, volviendo del trabajo, y al siguiente estaba en lo que parecía ser una sala de cine pero más pequeña. Una película sobre tiburones se reproducía sin problemas, pero las personas no le prestaban mucha atención a pesar que estaba entrando en...
—¡Jin!
El suave grito de reprimenda casi le provoca un escalofrío; la voz tenía matices dulces y confiados, pero se oía un poco aniñado. Era del tipo que solían usar las chicas para manipular a sus novios, un tono que estaba entre malcriado y seductor.
Y no fue difícil para Kim Dokja ubicar a Mei entre tantas personas.
Sólo estaba las diferentes luces provinientes de la gran pantalla pero nunca confundiría a su personaje favorito, no cuando era mucho mejor que lo escrito por el autor, mejor que su imaginación a las tres de la mañana. Su cabello era tal como lo descrito: de tonos tan negros como el ala de un cuervo, pero que podían la luz de las estrellas mismas. Su piel delicada y de un tono muy claro, pero perfecto para recibir la amorosa luz solar.
Sus rojizos y jugosos labios estaban apretados en una línea mientras sus dulces mejillas se sonrojan de un tono rojo intenso, quizá debido a la vergüenza producida de levantar el tono en una sala donde nadie habla en voz alta.
Pero ella era mejor que todo.
Su corazón comenzó a latir más rápido cuando Mei giró la cabeza y sus ojos se encontraron por una facción de segundo antes de que ella siguiese siendo coqueta con... Jin Runcandel.
La calma mostrada en su rostro flaqueó un momento antes de volver; según el arco de origen, Jin Runcandel era el amigo más cercano de Mei durante su estancia en la prestigiosa academia de...
Él muere.
Mei se deprime.
Es capturada.
—Mierda. —Dokja se levantó de su lugar y escapó de la sala rápidamente, guiándose instintivamente por la memoria muscular mientras su cabeza se llenaba de fragmentos de la novela.
Sus pies lo llevaron hasta el baño de hombres donde las memorias del cuerpo lo inundaron como las aguas impredecibles y de humor volátil. El dolor lo obligó a sujetarse del lavamanos mientras se inclinaba, pálido.
Y no supo cuanto tiempo estuvo así, pero debió ser bastante.
Estudiantes masculinos entraban al baño con una alegría mórbida, contando con entusiasmo las muertes en la película y, como siempre, ignorando su presencia.
❛Aún estando en otro mundo... haah, al menos, sé lo que pasará.❜
Dokja se lavó las manos por costumbre mientras pensaba en todo lo que sucedería y todo el trabajo por delante.
—Aún así... mi prioridad es evitar que Mei caiga en las manos de ese bastardo. —Dokja se observó brevemente en el espejo antes de salir del baño, dispuesto a enfrentar su nueva realidad.
No había nada a lo que pudiese aferrarse en su antigua vida, de verdad, porque este Kim Dokja era igual de miserable que él.
❛No soy una buena persona, pero... definitivamente salvaré a Mei. No dejaré que ella sufra, no cuando su sólo nombre fue suficiente para quitarme el malestar.❜
Por primera, vez en mucho tiempo, Kim Dokja había tomado una decisión que lo cambiaría todo; él tomaría la iniciativa para acercarse a una chica e intentaría...
¿conquistarla?
Deteniéndose en seco, sus orejas se pintaron de carmesí al imaginarse la escena de él estando cerca de Mei. Cerca para presenciar su traviesa mirada al hacer bromas infantiles. Cerca para admirar su dulce sonrojo al estar muy avergonzada. Cerca para escucharla decir su nombre con esa voz coqueta y melodiosa.
"Voy a tener que prepararme para evitar quedar en ridículo."
↳NOTA:
buenas, ¿qué tal?
ay, esto quedó bien raro, lo sé.
pero, es que mi abuela me dijo que su abuela tenía de esos árboles y que ella siempre tenía que ayudar, ¡sólo podía pensar en árboles de nuez!
¡tontos árboles de nuez!
bueno, quizás se lo esperen o no, pero habrán capítulos donde Mei simplemente esté metida en su espacio arreglando todo o comprando cosas para guardar¿
sí, sí, es mayormente pelusa romántica pero ahora quiero hacer tipo ¿introducción? eh--- bueno, se espera que para los próximos capítulos hayan más interacciones entre los personajes.
pero... ¿les está gustando?
¿Mei les cae bien?
espero que sí---
en fin, buenas noches.
¡escena eliminada!
Dokja se tambaleó fuera del baño con una expresión aturdida, inmerso en la comparación de ambas vidas cuando chocó contra un cuerpo blando y fragante. Rápidamente se compuso e intentó...
"¿Mei?" Quedándose sin aliento por unos segundos, Dokja se congeló sin saber qué hacer.
La chica inclinó la cabeza, luciendo entre confundida y molesta. Un adorable puchero en sus labios rojizos y sus ojos entrecerrados, la sospecha brillando en sus violáceas pupilas casi lo derritió en un charco de dulzura al poder compararla con un tierno gatito arrogante.
"Eres... " Mei ladeó la cabeza y pareció pensarlo un momento antes de relajar su postura "Kim Dokja, ¿no?"
"!!!"
¡¿Mei lo conoce?!
¡¿A él?!
¡¿Conoce a su yo insignificante?!
"S-Sí" tartamudeó y quiso abofetearse ", ese soy yo."
Hubo un cambio sutil en la mirada de Mei, como un gato que ve a un pez ignorante del peligro y Dokja no quería exagerar pero esa mirada era extremadamente bonita.
No importaba que él fuese el pez tonto, si eso la hacía feliz...
"¿Puedes hacerme un favor?" Mei frunció sus labios y lo observó con anticipación, fue entonces cuando Dokja se decidió; no importaba qué, debía hacerse cargo del escenario y volverse fuerte, confiable.
Obtendría el final feliz para Mei.
"Puedo hacerlo."
Porque si ella se lo pidese... incluso el mundo sería entregado en bandeja de planta.
¡escena eliminada!
"¡Jin, tu, gran malvado!"
Mei agitó sus piernas, fingiendo querer patear a su amigo por su desvergüenza. Sus manos estaban siendo sujetas por una sola mano, nunca supo que las manos de Jin fuesen tan grandes y fuertes.
Ahora mismo Mei está siendo presionada contra el piso del jardín con un Jin de apariencia desarreglada que tenía su camisa semi abierta.
'En serio, ¿qué comen estos hombres para ser tan fuertes?'
La frustración era muy visible y Mei perdió la paciencia, entonces, le clavó sus dientes en la clavícula descubierta. Su objetivo inicial siendo su hombro, pero no llegaba.
Lo sintió temblar, pero Mei no quiso ceder.
Hasta que soltó sus manos.
"¡Lo tienes merecido..!" Un deje de culpabilidad se filtró en su corazón al notar la falta de respuesta, entonces lamio cuidadosamente el lugar donde había mordido. "Lo siento, ¿de acuerdo?"
"...tengo que irme."
"?!"
¿¿está rechazando sus disculpas??
"¿Jin---?"
"Nos vemos después."
Ni siquiera lo dudó y se escapó rápidamente, por supuesto, nos es que Jin fuese a dejar que Mei viese lo que su actuar confiado y coqueto ocasionaba en él.
"Hombres, todos son raros." Mei resopló y decidió ir al baño para limpiar mejor su apariencia.
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