06. DEATH BY A THOUSAND CUTS
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Saying goodbye
Is death by a thousand cuts
Flashbacks waking me up
I get drunk, but it's not enough
'Cause the morning comes
And you're not my baby
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06. DEATH BY A THOUSAND CUTS
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—¿Seguro de que si le damos otro golpe en la cabeza no se arregla? —todos giraron a ver mal a Sirius Black. —¿Qué? No me mires así, por lo menos estoy aportando ideas.
—Pomfrey dijo: Nada de emociones fuertes, chicos. Durante los siguientes días debe ir recordando poco a poco las cosas. Son los olores, objetos y sonidos los que estimularán a que esos recuerdos regresen. No obstante, existe la probabilidad de nunca recuerde algunas cosas. Aún no sé qué tanto se perdió con el hechizo y qué tanto solo está apagado. Así que nada de golpes. Y deja de hablar de Beth como si fuera un tocadiscos roto, es una persona. Su cerebro no es una máquina descompuesta. —London lo atravesó con la mirada y Remus asintió a su lado estando de acuerdo con cada palabra.
Sirius estrechó los ojos asqueado de la presencia de Lonie.
¿Desde cuando la invitaban para sus cosas de Merodeadores?
—Recuérdame por qué estas aquí.
—Porque voy a ayudarlos.
—¿En serio, pequeño duende? —rió resaltando su estatura. —¿Crees que necesitamos tu ayuda?
—Claro que la necesitan, maldito perro pulgoso. Soy la mejor amiga de Beth, además James me llamó. —James, Peter y Remus observaron la pelea del par bastante entretenidos. Siempre es divertido cuando Lonie humilla a Sirius. —Y para tu información. Black, este duende no tuvo problema en ganarte el partido pasado.
Ya estaba otra vez con eso. Aquella caída lo perseguiría hasta su muerte. Sirius borró su sonrisa, reemplazándola con una mueca seria. Sus orejas enrojecieron y un suspiro de paciencia se escapó de su boca.
A veces olvidaba porque encontraba a London Sparks tan insoportable.
—¿Siempre eres tan odiosa?
London ladeó la cabeza con una sonrisita burlona.
—¿Para ti? ¡Siempre!
—Bien, ¿qué tenemos? —Remus se cansó de verlos intentar asesinarse a través de un combate de miradas. Saltó de su lugar en las escaleras. —Cosas pequeñas, si tenemos que evitar emociones fuertes, entonces nada de contarle lo del encantamiento Obliviate. —Lonie asintió. —Nada de bromas, golpes en la cabeza ni ninguna otra aportación brillante de Sirius. —el Black bufó resignado. —Y tampoco nada de decirle que se hicieron novios en el verano, James.
James lo miró abriendo los ojos de par en par.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque eres, probablemente y sin ningún ánimo de ofender, la persona a la que más odia en todo el castillo. Y es un castillo grande. —Peter levantó por primera vez la mirada de su tarea de Pociones para intervenir en los planes de sus amigos. —¿Qué piensas que hará Beth cuando le digas que están saliendo?
—Le va a dar un ataque. —Lonie continuó por Peter. —De pánico o de risa, o tal vez de los dos. Conociendo a Beth, tal vez primero se ría y luego se saque los ojos.
Sirius y Remus ahogaron una risa burlona.
—Oigan. —James los miró ofendido. —Beth no me odiaba tanto.
—Oh, sí lo hacía.
—Seh.
—James... —Remus moduló su voz a una más paciente y suave. Entendía que su amigo era un intenso cuando estaba enamorado, debía tener cuidado y hacerle ver que Beth ahora mismo no quería saber nada de él de la forma más delicada posible. —Estamos hablando de años y años de bromas. Creo que un poco sí te detesta.
James miró a sus amigos. Todos ellos le dieron un pequeño asentimiento. Suspiró triste. Se lo había buscado.
—Bien. —cedió. No le diría a Beth nada sobre que eran novios desde el verano. Ni siquiera sabía si aquella relación seguía siendo válida ahora. Remus le dió una sonrisa ladeada, a veces era la mamá del grupo. James odiaba cuando era la madre del grupo. —Odio cuando me dices las cosas que no quiero oír.
—Eso hacen los amigos, Cornamenta. —Sirius aplaudió para romper el momento todo sentimental y empalagoso que se había formado. —Ahora deja de llorar y escucha el brillante plan que se me ha ocurrido.
—Ningún plan tuyo es brillante.
—Yo soy brillante, Lonie, por tanto todo lo que hago también lo es.—London y Remus rodaron los ojos.— Así que escucha...
(...)
Aquella noche Beth estaba en el Gran Comedor tomando uno de sus tés de manzanilla mientras leía un libro. No era una lectura para alguna de sus clases, sino que era más por el entretenimiento, para mantener ocupada su caótica cabeza. Por el momento, Pomfrey solo le había dicho que la falta de recuerdos y el caos eran por el golpe que se dió. Aún no sabía nada del Obliviate en clases de DCAO y estaba bastante calmada sin saberlo por el momento. Por desgracia su tranquilidad se fue al traste una vez que Sirius Black ocupó el lugar vacío a su lado. El resto de Ravenclaw miró con curiosidad la intervención del Gryffindor.
—¿Qué hay Betty-Beth? —preguntó con fingida confianza el Black.
Beth lo miró como si estuviera loco.
¿Desde cuándo le hablaba para algo que no fuera...? ¿Desde cuando le hablaba?
—Eh... todo bien, ¿tú estás bien? —lo miró de reojo. Aquello era raro.
—Sí, magnífico como siempre. —Beth frunció el ceño ante el tono arrogante. Empezaba a entender porqué London lo detestaba tanto. —Pero estaré mejor cuando huelas esto.
Entonces empujó en su dirección un ramo de margaritas.
—¿Por qué quieres que huela...?
—Lonie me dijo que eras muy buena con las flores. —Bueno, ahí tenía sentido. El problema es que Beth no lograba conectar por qué, de todas las personas en Hogwarts le pedía ayuda precisamente a ella. —Tengo que hacer florecer bien plantas muggles para un proyecto de Herbología o Sprout me quitará puntos y me bajará el promedio y quería tu opinión.
Beth, que cada vez entendía menos, decidió ayudarlo. Tal vez así se iba.
Cuando acercó las flores a su cara se dió cuenta de que Sirius estaba pendiente de todos sus movimientos. Separó de inmediato el ramo, ¿y si era otra broma de los merodeadores?
—¿Es otra de sus bromas? —le devolvió las flores a Sirius, casi arrojándoselas a la cara.
—¿Qué? No, yo sería incapaz...
Beth alzó una ceja.
—Vete, Black. Busca a alguien más que te ayude con tu tarea...
Sirius abandonó la mesa de Ravenclaw con las flores que Beth sostenía la tarde de verano en que se encontró con James. Un hechizo que les dió London para transformar plumas en margaritas. Regresó a su lugar en Gryffindor y James prácticamente le saltó encima.
—¿Recordó algo?
—Sabes, creo que esto será más difícil de lo que pensábamos.
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