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2 años antes.
Delante de mis ojos se estaba desarrollando algo que rompió mi corazón en miles de fragmentos.
La mujer a la que le jure amor eterno, la que me juro amarnos hasta la muerte, se encontraba en la cama con una persona que consideraba mi hermano, ahora mismo me encontraba en shock, sin saber muy bien cómo reaccionar ante esta escena, mi corazón se sentía oprimido en mi pecho y sé que en cualquier momento iba a perder los papeles. ¿Cómo ella había sido capaz de hacerme algo así? ¿No me amaba? ¿Solo había estado jugando conmigo?
Quería con todas mis fuerzas entrar en la habitación y gritarles a ambos los hipócritas que habían sido conmigo, pero sabía que si lo hacía acabaría derrumbándome frente a ellos, me odiaba a mí mismo por ser tan débil, y la odiaba a ella por haberme robado el corazón, para luego pisotearlo.
Hice el amago de entrar unas cuantas veces, pero fallé, no podía entrar, ¿Acaso yo era el que se tenía que sentir culpable? Claro que no, ellos habían abusado de mi confianza y ahora la habían perdido por completo.
Mire por última vez esa escena, me la grabaría a fuego en mi memoria, jamás iba a volver a permitir que alguien jugase con mis sentimientos de esta manera. Con lágrimas bajando por mi rostro y mi corazón completamente destrozado, me di la vuelta.
(...)
PRESENTE.
Gemí por última vez y me aparte de su cuerpo de forma rápida, sin mirarla siquiera me levante de la cama y comencé a vestirme, podía sentir la profunda mirada de la pelirroja que me acompañaba esta noche, ella sabía a lo que yo había venido, ella quería seguir así, ella sabía que jamás podría amarla.
— Harry ¿Cuándo nos volveremos a ver? — su pregunta hizo que me diera la vuelta de inmediato, para mirarla.
— Catherine sabes perfectamente que hoy llega mi esposa de su viaje, así que no nos veremos en un tiempo. — hable seco.
Ella me miro unos largos segundos en silencio, hasta que bajo la mirada.
— Lo entiendo...— susurro con voz temblorosa, que no me paso para nada invertido.
Le dedique una última mirada, ella era preciosa, tenía unos ojos verdes tan profundos, una piel tan blanca, era tan hermosa que una pequeña parte de mí no podía entender porque estaba conmigo, siendo yo un hombre casado.
¿El dinero tal vez? Seguramente, como todas las personas que se acercaban a mí por algo y siempre era por el dinero.
Caminé hacia la puerta de la habitación del hotel y cerré tras de mí.
No la vería en un tiempo.
(...)
Una vez llegué a mi casa, subí las escaleras y fui directo al cuarto de baño, necesitaba darme una buena ducha relajante, el solo pensamiento de que tenía que salir dentro de una hora para recoger a mi esposa, me ponía de muy mal humor, Shantel había estado fuera unas dos semanas exactamente y juro que la paz que tenía, la iba a perder en el momento que la viese en el aeropuerto. Solté un suspiro cargado de fastidio, ya no la soportaba.
Después de unos minutos salí del baño envuelto en una toalla, caminé por la habitación a paso lento y de la misma forma me vestí. Una vez listo salí de la habitación, baje las escaleras y camine hasta la puerta de salida.
— Adiós noches tranquilas. — susurre mirando al cielo.
Realmente una parte de mí iba a echar de menos las noches de pasión con Catherine, con la llegada de Shantel tenía que volver a fingir delante de la sociedad, volver a crear esa farsa en la que se había convertido nuestro matrimonio. ¿Qué dirían los periodistas sí descubrieran que le era infiel a mí mujer? Acabarían conmigo y con mi reputación, no podía permitirme eso.
(...)
Media hora después me encontraba esperando en el aeropuerto la llegada de mi esposa, a lo lejos podía ver a los periodistas, acechando cuáles hienas ¿Cómo demonios se habían enterado de su llegada? Seguro había sido Shantel, le encantaba ser el centro de atención, no tenía pruebas, pero tampoco dudas.
No sé cuánto tiempo estuve esperando hasta que al fin la pude ver.
La figura de Shantel robaba el aliento y se ganaba cualquier mirada, era una mujer con un cuerpo que más de una desearía, su piel morena hacia resaltar sus hermosos ojos de una manera impresionante.
La vi caminar hacia mi dirección con una sonrisa coqueta.
Detrás de mí pude oír el ''click'' de una cámara fotográfica y ahí lo entendí, ella no me estaba sonriendo a mí; sino más bien al grupo de periodistas que se encontraban en el lugar. Por un momento creí estúpidamente que ella se alegraba de verme, que imbécil.
La sonrisa de Shantel se hizo más grande cuando llegó a mí y supe que esa era la señal que ella me estaba mandando en estos momentos, intenté ocultar de la mejor forma la irritación que me provocaba fingir siempre que había cámaras. Camine hacia ella, acortando nuestra distancia.
— No sabes cuanto te extrañe mi amor. — Dije en un susurro bastante audible.
— Yo también mi vida. — Dijo y supe enseguida que estaba fingiendo.
La acerque a mí con un movimiento suave y bese sus labios de una forma que jamás había vuelto a hacer. En su lugar sus manos viajaron a mi rostro y las dejo ahí y entonces sentí como sonaba la cámara.
Ya habían logrado una foto y ella nuevamente ser el centro de atención.
Cogí las maletas de Shantel con una mano y con la otra, agarré su pequeña cintura, de esa forma nos dirigimos al coche, donde nos esperaba el chofer.
Una vez dentro del coche me aleje de mi esposa y ella por su parte fingió estar con él móvil todo el camino a casa.
(...)
Nada más cruzar la puerta, tire las maletas de Shantel al piso, algún empleado se encargaría de recogerlas.
— ¡Harry! Llevo ropa muy cara en esas maletas para que las trates así. — Su voz rompió el silencio que había. Reí con incredulidad, ¿Solo eso Le importaba? Claro que sí.
— Algún empleado las recogerá a mí no me fastidies, suficiente he hecho con irte a buscar al aeropuerto.
Le dedique una última mirada y antes de que pudiese decirme algo, camine hacia mi despacho.
Me encerraría ahí todo lo que restaba del día si hacía falta, no iba a soportar estar al lado de ella, al menos en mi propia casa podía dejar de fingir que éramos el matrimonio perfecto.
Realmente no soportaba en lo que se había convertido nuestro matrimonio, una completa farsa. Fingíamos estar súper enamorados cuando había gente a nuestro alrededor, pero después todo eso se acaba cuando llegábamos a casa. Nos habíamos vuelto unos completos desconocidos.
Suspire resignado, era lo que yo me había ganado por no haberla dejado hace unos años.
(...)
Desde la ventana de mi despacho podía ver claramente la lluvia caer sin parar.
De pronto el timbre de la casa sonó, gruñí con molestia debido a la forma en la que estaban tocando, tan insistentemente. Pasaron varios minutos y seguían tocando de la misma forma, maldije internamente ¿Dónde demonios se encontraba los empleados de esta casa que no abrían?
De mala manera me levante de mi silla y a pasos apresurados camine hacia la puerta, se iba a enterar por estar tocando el timbre de esa forma y a estas horas.
Con pasos firmes y con la rabia circulando por mis venas, abrí la puerta, nada más hacerlo, sentí que me quedaba sin aliento. La chica que se encontraba delante de mí era las más hermosa que alguna vez había visto en mi vida, su pelo mojado por la lluvia la hacía lucir como un puto ángel. Tenía la piel más blanca que alguna vez había visto, haciéndole resaltar su cabellera negra y sus ojos, sus malditos ojos azules me atraparon por completo. De pronto ella hablo y salí de mi ensoñación.
— D-disculpe las molestias a esta hora, no era mi intención venirle a causar algún tipo de problemas, pero es la única casa que he visto e todo el camino, ¿Sería tan amable de dejarme hacer una llamada? — susurró. ¡Maldita sea hasta su voz era dulce!
De pronto recordé que ella me había interrumpido y me tensé.
— ¿Quién diablos te crees que eres para venir a tocar de esa manera? — Solté entre dientes. Ella dio un paso atrás, asustada y solo por unos segundos me odie por haberle hablado de esa forma.
— Lo siento mucho de verdad, no era mi intención, pero necesito llamar a mi familia y mi teléfono debido a la lluvia no me funciona.
Algo dudoso me hice a un lado y la deje pasar, ella lucia como una niña asustada, tal vez hacer una buena acción en mi vida, no estaría mal. Le mostré donde se encontraba el teléfono y ella me dedico una genuina sonrisa, que no devolví.
Cuando acabo su llamaba le hice la pregunta que tanto me estaba rondando por la cabeza.
— ¿Cuál es tu nombre? — Dije y fui consciente de cómo su cuerpo se tensaba completamente ante mi pregunta. La vi dudar varios segundos hasta que finalmente habló.
— Evangeline...— susurro más para ella que para mí, pero pude oírla. —De verdad muchas gracias por dejarme hacer esta llamada, no sabe cuan agradecida estoy.
Asentí con la cabeza sin darle muchas más vueltas al asunto.
— Deberías marcharte, mi esposa está por llegar y no quiero que piense cosas que no son. — dije seco.
La vi abrir sus ojos genuinamente sorprendida, pero no dijo nada, camino hacia la puerta y antes de salir me dedico una última sonrisa.
La vi alejarse bajo la lluvia corriendo y solo por un momento me odié por no haberla dejado quedarse, hasta que la lluvia se calmase.
— Evangeline... un bonito nombre para una chica tan hermosa. — susurre con una media sonrisa en mis labios.
Pero sabía que jamás la volvería a ver.
''Evangeline'' Tal vez y solo tal vez quisiese volver a encontrarla.
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DESPUÉS DE UN LARGO TIEMPO DECIDÍ SACAR ESTA OBRA DE MIS BORRADORES, ES UNA OBRA QUE A LA QUE LE TENGO MUCHAS GANAS.
SE QUE HAN PASADO AÑOS, PERO SI ALGUNA VEZ LEYERON ESTA OBRA EN SU PRIMERA PUBLICACIÓN, CAMBIARÁ COMPLETAMENTE.
LA TEMÁTICA SERÁ UNA DE MIS FAVORITAS. ESPERO LE DEN APOYO.
NOS VEMOS PRONTO.
— SCARLETT.
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