Capítulo 05
Como si ella fuera Hulk a punto de transformarse en una bestia y, aquel desconocido, su Betty Ross: el único capaz de tranquilizarla, su voz aplacó la ira de la chica al instante. «Ven aquí», volvió a escuchar, pero aunque era indiscutible que la voz provenía de él, no utilizó palabras para llamarla. Su petición resonó clara en su mente, en lugar de en sus oídos.
«¿Acaso esta es la famosa conexión de la que hablaban? ¿También yo podría utilizar la telepatía para comunicarme?», se preguntó Zalett y se acercó con lentitud al dueño de tan dulce voz. Su respiración volvía a su curso normal con cada paso. No pudo evitar notar el incrible parecido que tenía con aquel desconocido, cosa demasiado extraña y, de nuevo, se preguntó quién podrá ser aquel tipo.
—¡Papá! —exclamó Anett y Zalett detuvo sus pasos, petrificándose por completo al ver a su amiga correr a los brazos de aquel hombre y llorar con desenfreno.
—Tranquila, pequeña, estoy bien —susurró el mencionado acariciando sus cabellos y dejando un tierno beso en su coronilla—. Ahora ve con mamá, ¿sí?
—¡He mandado a tu hija a los calabazos! —replicó Julian tomando a Anett del brazo, con fuerza.
—Y yo he dicho que no va a ir —ripostó Zalett actoseguido, sintiéndose de nuevo un poco alterada.
—Lo que tú digas me tiene sin cuidado.
—Alfa, por favor, mi hija solo hizo lo que pediste —suplicó aquel hombre con desesperación.
—¡No! No lo hizo. Si tu hija hubiese hecho lo que le pedí, hace mucho tiempo que tuviéramos a Zalett aquí. —Sacudió a la chica y esta cayó de rodillas en medio de un grito—. En cambio pasaron dos años. ¡Dos! Y tuve que mandar a mi Beta para que terminara el trabajo. —Levantó su mano derecha y todo indicaba que la abofetearía. Zalett sin pensarlo mucho se puso en completa alerta. No sabía de qué manera podría defender a la chica, pero desde luego, no se quedaría de brazos cruzados si aquel animal se atrevía a pegarle—. ¿No te parece que se merece un buen castigo? —concluyó en tono sarcástico.
—¡Detente! —gritó otra chica que salió de una de las cabañas del centro, la más grande que había.
La joven era muy parecida al Alfa, pero su piel era más morena y su cabello mucho más negro.
—Jade, vuelve a casa —ordenó Julian bajando su mano, pero la chica, que parecía tener unos diecinueve años al igual que Anett, no se movió—. No me hagas reprenderte en medio de la manada a ti también. No puedes hablarme así, ¡soy tu Alfa!
—También eres mi hermano, como hermano te estoy suplicando que le perdones la vida a la única amiga que tengo. Como Alfa... solo puedo decirte que si es absolutamente necesario que catigues a tu prima, sangre de tu sangre..., no me opondré, pero recuerda que prometiste no ser como papá y eso, incluye proteger a la familia por encima de todo.
—Dame entonces... una razón para perdonarla —pidió en tono bajo y Zalett pudo notar un atisbo de angustia en él. Algo raro, pero se atrevería a afirmar que estaba arrepentido, aunque era evidente que no sabía como arreglar las cosas.
«¿Acaso tiene miedo de parecer débil ante todos? ¿Podría ser que el Alfa Julian en realidad, no sea ese líder frío y déspota que muestra?»
—¡No puedes perdonarla! —exigió Dakho con un grito autoritario—. Ocultó el paradero de Yanira y Zalett Gray, se las ingenió para despistar al Beta y ganar tiempo para salvarlas. Prefirió a su hermana por encima de su Alfa y lo peor...
—¿Por qué continúa llamándola «mi hermana»? —cuestionó la forastera confusa.
—Porque lo es —acotó Nathan en medio de un suspiro y Zalett se burló, con incredulidad—. Por eso debes hacer hasta lo imposible para protegerla...
—¡Cállate, Nathan!
—Pero está en un error, señor. Anett siguió las órdenes del Alfa al pié de la letra. Fuí yo quien lo desobedecí, yo soy el único culpable.
—No te atrevas a interrumpirme de nuevo y mucho menos a mentir —gritó el anciano, caminando hacia el Beta con rapidez—. ¿Crees que tu Alfa es un principiante? La próxima vez que tan solo intentes engañarlo, ni siquiera te daré la oportunidad de explicarle. —Miró a Jade y se encogió de hombros con exuberante cinismo—. Eso, si sales vivo hoy de aquí. —Luego miró Zalett y una sombra oscura se posó en sus orbes—. En una sola cosa sí que tiene razón la mano derecha del Alfa: él es el único culpable..., pero de asesinar a Yanira Gray.
Su hija y el padre de Anett se congelaron con la noticia. La chica en el suelo esquivó la mirada de su progenitor y este a su vez, buscó inmediatamente la de Zalett. La observó con detenimiento, como tratando de encontrar un vestigio de que lo que acababa de escuchar, era mentira, pero la chica solo pudo asentir. Un suspiro profundo y un gemido ahogado fueron la respuesta audible de aquel hombre, pero por dentro, sus constantes aullidos de dolor penetraron la mente de Zalett, desgarrándola, con una intensidad que no podía explicar.
«¿Podrá ser ese, el lobo interior de este hombre sufriendo en silencio? Y si es así, ¿por qué rayos puedo escucharlo tan claro? Pero lo más inquietante, ¿por qué este desconocido llora por la muerte de mi madre como si le hubiesen arrancado un pedazo de sí?»
Zalett podía, hasta un punto, entender que si aquel hombre había sido uno de los miembros de la manada de su padre, era de esperar que sintiera dolor por haber perdido a su luna. Después de todo, la esposa de un Alfa era considerada como la madre de todos los lobos a su cargo. Por lo tanto, era muy probable que atrevesara por una especie de luto o incluso, podría experimentar una tristeza bastante grande, pero ¿mayor que la de ella? ¡Imposible! Nadie podría sufrir más la muerte de una madre que su hija biológica.
«Nadie...», se continuaba repitiendo para convencerse.
«¿O sí?...»
—Padre, no debiste decir eso. No era el momento —señaló Julian apenado.
—No hay mejor momento que el aquí y el ahora —comentó Dakho en un tono burlón bastante desagradable y Zalett lo miró con repugnancia—. Es más, se me acaba de ocurrir una idea: ¿por qué mejor no dejamos que el más perjudicado por la muerte de Yanira, sea quien decida el castigo del asesino de su amada?
Sus palabras hicieron que casi todos los presenten pusieran cara de pánico y desconcierto, pero más, Zalett.
«¿Amada? ¿Mi madre? ¿De ese hombre?... Eso solo podría significar que...»
—Sí, Zalett, es justo lo que estás pensando... —afirmó Dakho sin permitirle a la chica terminar de organizar todas sus teorías—. Este hombre es Míkel Gray..., tu padre. No murió como tu madre pensó por más de veinte años, yo... lo perdoné... O digamos que él decidió traicionar a todo su clan por mantenerse vivo.
—Por favor, Dakho —suplicó el mencionado, sin fuerzas.
—Seamos sensatos, Míkel, no tendrás el valor para contarle la verdad y ya es hora de que ella sepa todo. —Zalett se estremeció de cabeza a pies y las miles de hipótesis contra las que luchaba por no creer, cada vez tenían más sentido. Su parecido con el tal Míkel era impresionante y eso explicaría la extraña, pero inmediata conexión que tuvo con él desde el momento en que lo vio—. Le ofrecí la mano de una de mis hermanas o la muerte —continuó aquel viejo insensible y la chica podría jurar que había cierto rechazo en sus palabras—. No pensé que lo aceptaría, pero lo hizo. Así que fué degradado a omega y su manada desintegrada, la mayoría muertos y los otros renegados.
—Eso no puede ser cierto —exportó al fin Zalett en un chillido—, mi madre me contó que mi padre se sacrificó por ella..., por nosotras, porque pudieramos escapar de un gobierno arcaico y sanguinario. Mi padre murió el día que yo nací.
—Perfecto, si esa es tu última palabra, entonces... puedo matar a tu hermana ahora mismo ya que si tu padre murió, Anett ni siquiera tiene el derecho de existir —explicó con sorna.
—¡¡¡No!!! Yo no he dicho eso. ¿Cómo rayos llegó a esa conclusión?
—Zalett, no caigas en sus provocaciones —soltó Julian para asombro de todos y dirigió su mirada hacia el antiguo alfa—. Padre, yo manejaré esto a partir de ahora.
—No, no, no, hijo —volvió a hablar el miserable de Dakho—. No te das cuenta de que si ella no acepta que su padre está vivo, ¿como demonios tendría una hermana?... o dos, porque son gemelos.
—¡No te atrevas a tocar a Joshua porque eso sí que no te lo permitiré! —gritó Anett levantándose del suelo.
—¡¿Te revelas?! —gruñó el tipo y se abalanzó hacia ella.
La castaña, que hasta ese momento no se había molestado siquiera en defenderse, ahora parecía literalmente una fiera. Su semblante se endureció, su mandíbula se tensó y todo su cuerpo se encorbó un poco, lista para atacar. Sin embargo, de un momento a otro, Dakho ya la tenía agarrada del cabello y la llevaba a rastras. A pesar de ser un anciano, resultó ser mucho más ágil que ella. Míkel estaba todavía en shock y Zalett solo negaba con la cabeza, sin cesar, mientras los demás presentes gritaban. Fue entonces cuando las palabras del Beta vinieron a la mente de la forastera: «Debes hacer hasta lo imposible para protegerla».
«Pero ¿cómo rayos la protejo cuando ella está dispuesta a sacrificarse por alguien más?...».
«Supongo... que eso hacen los hermanos», le respondió otra vocecillla escondida en lo más profundo de su interior.
La actitud de Anett había descolocado a su amiga. Su repentino e impetuoso valor la tomó por sorpresa. Siempre había creído que aquella chica angelical, era incapaz de matar ni a una mosca, sin embargo, le acababa de quedar claro que no la conocía realmente. Sin duda era mucho más valiente que ella, que no había podido todavía ni librarla de su castigo mientras que, Anett, al tan solo escuchar que uno de sus seres queridos podría estar en peligro, ya estaba dispuesta a todo, hasta morir por él. Siendo sincera consigo misma, las malditas dudas eran lo único que frenaba a Zalett. Era demasiado para procesar en tan poco tiempo: no solo un hermano, sino dos y, ahora también, un padre. Incluso lo de ser loba le resultó más fácil de asimilar.
—¡Padre, ya basta! —intervino al fin Julian, pero aquel necio no escuchaba. ¿Todavía se creía el dueño de la manada?—. Zalett, dale de tu sangre, ¡pronto! —gritó y la mencionada no entendía nada—. ¡Hazte un corte en la muñeca! —Corrió hacia ella, apuntando con sus dedos a sus manos—. Saca tus garras, Zalett, hazte un corte en la muñeca y dale a beber tu sangre a tu hermana.
—Pero ¿de qué rayos hablas? ¡Eso es asqueroso! —Pudo al fin articular la chica—. ¿No que éramos lobos? ¿Ahora resulta que tengo que darle a beber mi sangre, como los vampiros?
—Acelera el ritual de lealtad. No hay tiempo de explicarte, por Dios, ¡solo hazlo!
—¡Está bien, está bien! —Miró sus manos e intentó sacar las garras, pero no funcionaba. Estaba demasiado nerviosa y los gritos de Anett siendo arrastrada por las piedras, mientras su espalda era herida y la sangre manchaba sus ropas, no ayudaban—. Pero ¿cómo? No sé sacarlas. ¡Ayúdame, rayos! ¿La va a matar?
—Si no te apresuras, sí. Solo tú puedes impedírselo, aunque no lo creas, eres más fuerte que mi padre.
Zalett asintió sin dar crédito a aquellas últimas palabras y cerró los ojos para concentrarse, pero un segundo después, un aullido de dolor y varios gruñidos la devolvieron a la realidad: Dos lobos inmensos luchaban frente a ella y cayó al suelo aterrada. Eran impactantes y su pelaje negro azabache, brillaba. Miró a su alrededor, solo faltaban Dakho y Nathan. Al parecer, el Beta había decidido ganar tiempo para ella. Determinada a no malgastar el esfuerzo de aquel hombre, lo intentó una vez más..., pero no resultó. Zalett miro angustiada a su hermana, sin fuerzas en el suelo, y sus lágrimas comenzaron a salir.
—Como quisiera ser tu heroína hoy, pero me temo que no puedo hacer nada... Soy una inútil como humana y ahora también..., como loba —susurró desesperada, como consuelo para sí misma.
«¡Zalett!», esa voz que le daba paz de nuevo se escuchó en su mente y, tras una rápida ojeada lo encontró: alejado, detrás de unos árboles, mirándola con firmeza. «¡Tu puedes! Eres un Alfa y no uno cualquiera, eres "El Gran Alfa" y eso, nadie te lo podrá quitar», continuó alentándola. «No seas como tú padre, tú harás historia, princesa. Tú..., mi primogénita. Ve y exige lo que se te fue dado incluso antes de nacer. Todo lo que ves es tuyo, ¡reclámalo!».
«Pero... no sé cómo hacerlo», dijo Zalett y se asustó al percatarse de que sus palabras no salieron de su boca. «¿Cómo lo hice? ¡Estoy hablando por telepatía!... ¿Có-cómo saco mis garras?», indagó ya más convencida de aquella locura.
«No solo tus garras, ella quiere salir completa. Ya es hora, lleva aprisionada demasiado tiempo. Dejala salir... Sientela. Llámala. Será tu compañera de por vida, la única que no te defraudará, la que siempre estará dispuesta a defenderte».
Y aquellas palabras fueron suficientes para darle el valor que necesitaba o más bien, le dieron una seguridad que jamás pensó lograr. Quería salvar a Anett, pero también..., quería conocer a... su loba... Cerró sus ojos una última vez, ahora los sonidos se hacían más lejanos y las distracciones desaparecían. Creyó escuchar la voz de Julian, pero no supo qué decía. Sintió de repente un calor en sus extremidades, la piel escocer, su cuerpo a necesitar más espacio. Su corazón acelerado, su temperatura diferente y en pocos segundos todo cambió. No dolió, solo era... ¿extraño?, ¿nuevo? No podía negar que sintió un poco de miedo y, definitivamente, no quería abrir los ojos, pero una mano acaricando su cabeza le hizo abrirlos de golpe.
—¿La ves? —preguntó Julian y fue como si el tiempo se detuviera.
Y allí, en medio de un caos infernal y a través de las pupilas negras del Alfa, Zalett pudo verla al fin por primera vez: hermosa, imponente, blanca...
«Bienvenida, Zalett. Mi nombre es Selene: luz de luna, reina de todos... Tu loba».
━━━ ✧♛✧ ━━━
¡¡¡KBOOM!!!
Espero les haya gustado la «esperada» transformación. Díganme: ¿qué les pareció?
¿Qué creen del carácter de Julian? :) ¿Será que es bueno en realidad o solo estará fingiendo para acercarse a Zalett?
Sus teorías en cuanto al padre... Quienes habían adivinado ya que era él, dejen su corazóncito por aquí :)
Quienes no tenían ni idea, quiero sus gritos por aquí T-T
Recuerden que me encanta leer sus mensajitos, mis cerezos... Los amo...
Kim Kisses para todos...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro