Capítulo 03
Fue mucho el tiempo que estuvo todo en silencio, Zalett diría que horas, hasta que el auto se detuvo...
—Hermana, abre los ojos por favor... Hemos llegado a casa —susurró Anett y la otra obedeció, era inútil seguir fingiendo. Sus ojos negros se encontraron con los de la chica, color miel. Una sonrisa de alivio se dibujo en sus labios y la confusión de Zalett cada vez era más grande. «¿Por qué me mira con tanto amor después de hacerme tanto daño?»—. Sé que tienes millones de preguntas... y todas serán respondidas, pero no por mí.
—Entonces llévame con tu jefe —dijo la secuestrada, intentando no hacer caso a la punzada que se alojaba en su cerebro con cada palabra que pronunciaba—. Ambos son simples peones en este juego, ¿cierto? —Miró a Nathan, que pretendió ignorarla y salió del auto dando un portazo y, a duras penas, logró incorporarse. El dolor en sus rodillas y espalda era insoportable—. Necesito lo antes posible darle Jaque Mate a su rey.
—¿Cómo estás tan segura de que no será él quien logre derribarte, hermana? —preguntó Anett con incredulidad y hasta un poco de lastima. Incluso, Zalett podría decir que había miedo en las palabras de la chica.
—¿Para qué tomarse tantas molestias mandándome a vigilar todo este tiempo? Si hubiese querido acabar conmigo, ¿no crees que lo hubiese hecho hace mucho? Al parecer me necesita viva, lamentablemente no era así con mi madre.
—No es como piensas, él no...
—No me importa cómo sea, mi madre está muerta. ¡Ustedes la mataron! Pero será su «jefe» el que pague por ello. —La chica se deslizó en el asiento hacia la puerta del auto—. Y una cosa más —dijo antes de abandonar el coche—, ya no tienes que seguir con tu teatro: No seas tan hipócrita y deja de decirme hermana.
Anett se quedó sin palabras y hasta una lágrima rebelde corrió por su rostro, pero eso no ablandaría el corazón de su «amiga». Nunca le perdonaría que la hubiese engañado tan vilmente. Zalett la creyó su soporte, su única compañera en los momentos más difíciles y resultó ser todo una mentira. Había confiando en ella, la había tratado como una hermana y sin embargo, Anett se aprovechó de sus sentimientos y jugó con ellos a su antojo. Si la persona que más amaba después de su madre la había traicionado, Zalett tendría que andar con más cuidado a partir de ahora...
«Mamá tenía razón, no puedo fiarme ni de mi propia sombra».
Al bajar del auto la chica se quedó paralizada, no podía creer lo que veían sus ojos. Todo parecía sacado de un cuento de hadas: una aldea medieval, como la de Robin Hood, se erguía frente a ella en medio de lo que parecía el claro recóndito de algún bosque olvidado en el tiempo.
«¿Acaso sigo en Dinamarca?», se preguntó confundida. «Esto ni siquiera se parece a nada que haya visto allí».
El lugar estaba conformado por alrededor de veinte cabañas de madera, situadas de forma estratégica, de manera que formaban un perfecto círculo. En medio de este y descansando sobre un pedestal de unos cinco metros de alto, la estatua de un lobo negro con cuatro cabezas, una a cada punto cardinal, parecía vigilar que nada entrara ni saliera de allí... A pesar de saber que era solo un objeto, Zalett pensó que en cualquier momento se le lanzaría encima y la devoraría. Así de temible fue la impresión que tuvo.
Para terminar el extraño monumento, una fuente inmensa, dotada de un raro y obsoleto sistema de acueducto, le brindaba agua a todas las viviendas y también a un especie de granero que se podía ver al final, lleno de paneles solares encima de su amplio techo. Todo era rústico y sin ningún tipo de comodidades, al menos, así lucía por fuera.
—Veamos que hay por dentro —se dijo en voz baja y avanzó.
—¡Espera! —La maldita voz del ser que más odiaba en aquel momento, junto a su mano sujetándole el brazo, la detuvieron.
—¿Cómo te atreves siquiera a tocarme? ¡Asesino! —chilló Zalett volteandose y encarándolo.
—Solo quiero... Yo —tartamudeaba Nathan con la cabeza baja—. Sé que no lo entiendes, pero... Anett... Ella solo seguía órdenes. Nuestro mundo no es como el tuyo y aquí nos regimos por unas leyes estrictas. Si no lo hacía..., si no se acercaba a ti, el Alfa volvería a meter a su padre a la cárcel o peor, lo mataría y ella no lo soportaría, ni yo verla sufrir.
—Sus problemas y los tuyos no me interesan —interrumpió la chica, a pesar de que moría por saberlo todo. Sin embargo, lo primordial en aquel momento era conocer al causante de que su vida se desmoronara tan a prisa, al que había ordenado su secuestro a toda costa—. Llévame con tu rey o como se llame.
—¡Alfa! —retumbó una voz a su espalda—. Soy el Alfa Julian, líder sucesor del Clan Black y conquistador de las cuatro manadas del norte.
Zalett nunca imaginó lo que vió al girar en sus talones. Sin duda pensaba encontrarse con un viejo peludo, con exceso de canas y hasta verrugas en su rostro. Pero aquello distaba mucho de lo que ella creía, años luz para ser exactos.
Por eso no pudo ocultar su asombro ante aquel hombre, para nada musculoso, pero que en su opinión, tampoco le hacía falta. Su elegancia y esbeltez eran suficientes para no pasar desapercibido ante cualquier mujer. Su piel pálida y labios gruesos, su rostro casi perfecto, sin cicatrices ni ninguna otra marca visible. Ojos negros, medio rasgados, cabello oscuro y ondulado que caía por su frente, cubriéndola casi completa. Unos dientes tan blancos e inmaculados como la camisa que traía, la cual dejaba ver parte de su pecho gracias a los dos primeros botones que permanecían desabrochados. Aquella maravillosa vista era digna de hacerla olvidar todo de nuevo, de no ser porque algo más llamó su atención: Una cadena dorada de gran grosor colgaba de su cuello, de la cual pendía una luna llena roja.
«¡¿La luna de sangre?!»
De inmediato volvió a su mente el «cuento» que su madre siempre le relataba antes de dormir: La historia fantástica de una hermosa y joven pareja de licántropos que había logrado mezclarse con los humanos y encontrado la paz a su lado, cosa que sus semejantes no aceptaban. Ambos habían tenido un bebé, el cual contaba la leyenda, sería «El Gran Alfa», el hijo de la luna blanca, suceso que ocurría solo una vez cada mil años. Pero también cada mil años, nacía el hijo de la luna roja, el terrible enemigo contra el cuál ese mismo bebé, algún día tendría que luchar por el gobierno absoluto sobre todos los hombres lobos del mundo... La historia terminaba de manera trágica, con el sacrificio del padre para que la madre huyera con la cría y lograra ocultarla de todo peligro.
«La luna blanca siempre debe mantenerse alejada de la luna roja o morirá», era el juramento que Yanira Gray le hacía repetir a su hija cada noche, al terminar su supuesta fábula favorita... Después de aquellas remembranzas, un pensamiento «absurdo» invadió a Zalett o, quizás, no lo era tanto: «¿Y si no fuera un simple cuento? ¿Y si fuera mi propia historia y mi madre me hubiese preparado para que llegado el momento, supiera cómo y de quién defenderme?».
Siempre le había pareció una estupidez que su madre se empeñara en que memorizara todo lo relacionado con el mundo fantástico de los licántropos: sus leyes, su modo de vida, sus puntos fuertes y débiles... Aún así, estudió y aprendió todas sus costumbres, sus mitos, su constantes luchas por el poder y, cada una de las guerras y masacres que se llevaron a cabo «en nombre de la paz»; y ahora, con sinceridad, ya no le parecía tan descabellada la idea de ser una loba... Y no una loba cualquiera: una Alfa.
«Como diría mi querido Sherlock Holmes: "Cuando hayas descartado lo imposible, lo que quede, aunque sea improbable, debe ser la verdad". Y a fin de cuentas, ¿por qué no creerle a mi madre?... Llegó la hora de la aceptación: Soy El gran Alfa, aunque eso signifique que este Adonis asiático de cuerpo y voz angelical que ahora tengo delante, sea mi... ¿archienemigo?»
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¡¡¡Helloooo!!! Cerezos míos, ¿cómo están? Espero sinceramente que muy bien...
¡Actualización rápida! :)
Lo sé, que falsa he salido actualizando la nueva historia
y dejando las demás a su suerte
:(
Pero es que ahora esta historia, simplemente está fluyendo y nunca me quito la inspiración de escritura. Sea la novela que sea, si llega, pues esa es la que escribo... Espero no se enojen, pronto estaré actualizando mis otras historias. Una vez más muchas gracias por su hermoso apoyo, no se olviden de dejar una estrellita, es pequeña, pero para mí es un mundo. Los amo y los vuelvo a amar...
Kim kisses para todos...
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