Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 51:


[Jimin]

Con la cámara al cuello y el jersey remangado hasta los codos, me encontraba esperando impaciente por el pelinegro.

Podía olerle desde hacía casi cinco minutos, por lo que no tardaría mucho en llegar. A cada segundo que pasaba, el olor se incrementaba, y casi llegaba a pensar que la mochila colgada a mi espalda llena de batidos, no sería suficiente.

Quería creer que no era tan arriesgado, que ninguno corría riesgos y que mi autocontrol era imposible de romper, pero ni conseguía formular una palabra de esas en mi mente antes de llevar la pajita a mis labios, por lo que cada vez mi confianza se tambaleaba más y más.

Era una mala idea. Querer vivir entre humanos ya lo era, pero acercarme a Jungkook superaba cualquier expectativa de peligro que me había creado a lo largo de todos esos años. Era como la manzana de Eva. Tan tentador que no podía negarme a él, y a la vez tan peligroso, que no podía acercarme todo lo que quisiera.

Solo podía beber y beber de un insaciable batido mientras sentía como se acercaba a velocidad demasiado rápida por mi espalda. Cuando colocó su mano en mi hombro, quité cualquier rastro de tensión en mi rostro.

- ¿Llevas mucho esperando? –negué sin dejar de beber, observándole detenidamente. Iba muchísimo más abrigado que yo debido a las bajas temperaturas. Una bufanda cubría la mitad de su rostro, llevaba guantes a juego con esta, y la chaqueta enorme vaquera, abierta, dejaba a la vista su usual sudadera completamente negra. Lo poco que podía atisbar a ver de su cuerpo, eran las mejillas enrojecidas por el frío y sus ojos de gato. – ¿Estarás bien con ese jersey? –asentí. Él se encogió de hombros y bajó la vista. Seguramente estaba buscando algún tema de conversación. Era obvio que socializar no era el punto fuerte del pelinegro.

- Dame tu chaqueta.

- ¿Ah? –extendí la mano, pero él se quedó mirándola sin comprender a que me refería. Entonces señalé el autobús que se dirigía hacia nosotros.

- Dentro va a hacer calor –obviamente me refería a dentro del transporte. Él entreabrió un poco los labios, entendiendo mi razón, y comenzó a deshacerse del abrigo al tiempo que la línea se detenía frente a nosotros.

No estuve equivocado. Durante casi todo el trayecto, aunque el autobús estaba prácticamente vacío, Jungkook no dejaba de tirar del cuello de su sudadera buscando un poco de aire fresco. A mis ojos, simplemente era otra forma de tentar a mi suerte. Cada vez que ahuecaba la prenda, podía entrever su cuello ligeramente enrojecido por el calor, haciendo juego con sus mejillas.

A penas hablamos, y no precisamente por su culpa. El menor, tras varios intentos, había terminado desistiendo a sus intentos de crear conversación. Tampoco me importaba mucho, disfrutaba incluso del silencio, y tenía otros problemas más importantes de los que ocuparme en ese momento, como la pequeña herida que estaba comenzando a reabrir en su labio inferior por morderlo con tanto nerviosismo.

- ¿Siempre has hecho eso?

- ¿Ah? –se giró sorprendido, apartando los ojos del helado paisaje tras la ventana. – ¿Me hablas a mí? –asentí aunque la pregunta era más que obvia. O le hablaba a él, o a la pareja de chicas de la primera fila, o al conductor. No existían más opciones. – ¿Qué has dicho?

- Preguntaba que si siempre has hecho eso.

- ¿Hacer el qué?

- Morderte el labio hasta que sangra –respondí sin pensar. Era algo que siempre llamaba mi atención. Un acto muy común en los humanos, pero el pelinegro llegaba al extremo de atravesar la carne con sus propios dientes una y otra vez. Era fascinante como conseguía omitir por completo el dolor. – Lo estabas haciendo hace un segundo.

- Oh – bajó la vista y pasó suavemente sus dedos por el labio en carne viva. Esta vez no sangraba, pero podía escuchar su pulso destacar en esa zona. Por un segundo, las ganas de tocarlo yo mismo fueron tan fuertes que mi mano hizo el amago un par de centímetros. – No lo sé, nunca lo he pensado. Supongo que sí.

- ¿No te duele? –pregunté por curiosidad. Él se estiró esa zona del labio, haciéndome imposible apartar mi vista de ella, y negó.

- Un poco, pero no es desagradable –agachó la vista y siguió jugueteando con esa zona mientras yo escuchaba como la sangre se aglomeraba, como la carne se estiraba y volvía a su estado normal con cada toqueteo, tensando la piel hasta rasgarla en uno de esos movimientos.

Con ese sonido abrí mi segundo batido.

Intentaba no imaginarle conmigo. Intentaba no imaginarle y punto, pero me era imposible. Todo el trayecto estuvo indagando en la pequeña herida con su lengua, casi hasta hacerme creer que disfrutaba de ello. Realmente podía ser un pequeño sadomasoquista que jugaba con mis sentimientos sin saberlo.

Y no lo sabía, estaba seguro de ello, porque ni la persona más cruel de mundo me sometería voluntariamente a semejante tortura.

No paraba. Incluso una vez abajo, tras colocarle yo mismo su chaqueta vaquera, no hizo más que incrementar la pequeña manía. Y sabía que era mi culpa, por ponerle nervioso, pero ambas eran cosas que no sabía controlar. No podía escoger una forma de actuar cuando estaba con Jungkook, simplemente me costaba hasta pensar.

- ¿Me acabas de hacer una foto? –preguntó, rompiendo el silencio y sorprendiéndome como pocas personas eran capaces de hacer. Miré la cámara que colgaba de mi cuello, entre mis manos, y luego al pelinegro sin saber que responder. – No me hagas fotos, no me gustan.

- Estabas en medio –fue lo único que pude responder.

No estaba en medio. Bueno, en realidad sí. Jungkook estaba en medio de nada. Literalmente. No podía ver otra cosa que no fuera él. Incluso la nieve que cubría el noventa por ciento del bosque, parecía hacerle destacar más que cualquier otra cosa. Jamás había visto un humano más hermoso que él.

Casi ni podía olerle de lo mucho que podía verle.

- ¡Eh, Jimin, mira esto! –froté mis ojos y sacudí mi cabeza, intentando volver a la tortuosa realidad antes de acercarme a donde se dirigía el pelinegro con grandes e infantiles zancadas. Antes de alcanzarle, yo ya sabía a qué se refería. – ¿De qué crees que son? –preguntó señalando las pequeñas pisadas en la nieve.

- De zorro.

- No estoy seguro –yo sí lo estaba. Yoongi iba a ese bosque casi todos los fines de semana a alimentarse. Siempre decía que había muchísimos zorros por esa zona, pero que jamás había tocado ninguno porque le parecían demasiado bonitos. Jiho solía bromear con que Yoongi se sentía emparentado con ellos y por eso les perdonaba la vida. – Son muy pequeñas.

- Será un zorro pequeño –él se inclinó para observarlas más de cerca y yo permanecí de pie, intentando no mirarle demasiado. Fue en el instante que giró la cabeza, alzando la vista para decirme algo, que agarré de nuevo la cámara y no pude resistirme a pulsar el botón.

- ¡Ey! –sonreí e hice otra, mirando en todo momento la pantalla. En esa segunda, fruncía el ceño con indignación de una forma adorable. – ¡Oye, no hagas eso! –no tuve que pensarlo más de una vez para presionar el botón de nuevo. – ¡Para, Jimin!

Comenzó a perseguirme, intentando quitarme la cámara y dejando las huellas a su espalda, completamente olvidadas bajo la vergüenza de ser fotografiado. Yo sonreía y seguía haciendo fotos mientras caminaba de espaldas, esquivando cualquier obstáculo que pudiera golpearme o hacerme tropezar. Fue el único momento del día en el que agradecí tener dotes sobrenaturales.

- ¡Bastaaaaaa, para ya! –al ver que le era imposible siquiera tocarme, se detuvo a pensar otra alternativa, y rápidamente cubrió su cara completamente con la bufanda. Hasta la frente. No se le veía absolutamente nada, y aun así eso no me impidió sacarle una última foto del momento. – Quiero que me des la cámara –exigió sin deshacerse de la prenda. – No me voy a quitar esto hasta que no me la des.

- Está bien.

Sonreí maliciosamente y sin hacer el más mínimo ruido, me subí rápidamente a uno de los árboles que nos rodeaban, sentándome en una de las ramas más altas. No podría verme, pues estaba demasiado alto y frondoso, pero al contrario, yo podía captar cada simple suspiro suyo a la perfección.

Permaneció quieto casi un minuto. Luego empezó a formular mi nombre, preguntando que qué iba a hacer. Siguió con una advertencia de que su amenaza iba en serio, a pesar de que ya estaba dirigiendo poco a poco sus manos a la tela de la bufanda que seguía enrollada alrededor de sus ojos. Más adelante su voz comenzó a temblar, y las advertencias empezaron a tornarse en amenazas guiadas por el miedo. Y entonces finalmente deslizó un par de centímetros su bufanda, dejando a la vista una pequeña rejilla entre la tela

- ¿Jimin? –se notaba que estaba asustado, y eso no hacía otra cosa que divertirme más. – Jimin, esto no tiene gracia –sí la tenía. Realmente no podía apartar mis ojos de él, no podía dejar de relamerme. Estaba tan asustado. – Jimin, vuelve aquí... por favor...

Bajé en un segundo, colocándome a su espalda sin que se percatara, y presioné la cámara una última vez antes de soltarla, dejando que cayera y colgara nuevamente de mi cuello. Jungkook se giró tanto sorprendido como asustado a partes iguales, con la bufanda derramada torpemente por su rostro. Se podían entrever retazos de su blanca piel, y parte de las rojizas mejillas.

Pero sobretodo los labios. Con unas pequeñas gotas brotando, no dejaban de indicarme que se lo había vuelto a morder, y no precisamente con gentileza.

- ¿Dónde estabas? –preguntó con voz entrecortada por el frío y el impacto de la situación.

- Detrás de ti –di varias vueltas con mi índice y me encogí de hombros. – Todo el rato.

Frunció el ceño pero no dijo nada, tan solo terminó apartando la vista con frustración y empezó a andar con grandes zancadas hacia ningún sitio. Yo sonreí y le seguí entretenido, curioso de hacia dónde me llevaría.

No duró mucho.

Al cabo de un pequeño rato, terminó deteniéndose frente a un estanque. No era muy grande, quizás ocho metros cuadrados. Estaba completamente helado, quizás hasta se podía patinar sobre él. Ninguno parecíamos con intención de comprobarlo.

- Haz una foto a eso –se inclinó sobre el borde y señaló una pequeña figura a lo lejos bajo el hielo. Afiné mi vista y distinguí un pequeño juguete de vaqueros congelado. Algún niño debía habérselo dejado ahí en verano. – Vamos, vamos –le hice caso y fotografié la escena. Él sonrió emocionado y me pidió verla, acercándose a mí. Tuve el impulso de coger otro batido. – Me gusta. Sí, ha quedado bien.

- Las tuyas son mejores.

- Ah, cierto –levantó la vista y cambió su expresión a una más seria. Antes de que hablara, yo ya sabía que iba a pedirme. – Bórralas.

- No.

- ¡Oye!

- Me gustan. No voy a borrarlas. –hablaba en serio, y él debió notarlo, porque agachó la vista y ese fuerte y delirante aroma volvió a invadirme. Sin pensarlo detenidamente, agarré su barbilla y alcé su rostro. – No hagas eso –soné brusco. Resulté brusco, pero realmente me estaba torturando con ello. – No te hagas sangre.

- Pero no duele –respondió ligeramente cohibido.

- Duele –sin soltarle, pasé mi pulgar lentamente por su labio, disfrutando de esa anormal sumisión suya, y le mostré seguidamente mi dedo ligeramente cubierto de rojo. Sentía como me latía el corazón que no tenía. – Mira –no miró nada que no fueran mis ojos hasta que hundí mi pulgar en la nieve, limpiándolo por completo. Una parte de mi quiso gritar de frustración al hacer eso. – Te has hecho sangre.

Jungkook permaneció en silencio varios segundos. Tan solo me miraba con los ojos abiertos de par en par, como hipnotizado. Embobado. Realmente no sabía que podía estar pasando por su cabeza en ese momento, pero tampoco me lo planteaba seriamente. Lo único que rondaba por la mía era ese delicioso aroma.

Era una droga, y poco a poco me iba acercando cada vez más a ella.

Literalmente.

Sin darme cuenta comencé a inclinarme sobre él. Iba directo a sus labios, a su herida. Iba estúpidamente despacio, pero porque ni yo era consciente de lo que estaba haciendo. No pensaba, y una profundísima y muy pequeña parte de mí, me rogaba que lo hiciera. Que me detuviera.

Y entonces por suerte o desgracia, lo hice.

Escuché una rama crujir. Sujeté a Jungkook para que no se cayera de espaldas, y luego cubrí su boca para que no hablara, dejando silencio para poder distinguir más claramente ese sonido de pisadas lejanas.

- Será mejor que nos vayamos.

Él tragó saliva y asintió varias veces, agarrando la mano que le tendí y poniéndose en pie. Lo primero que hizo una vez se incorporó, fue torturarme de nuevo, mordiéndolo y liberando mi perdición.

Tan solo necesitaba llegar a casa cuanto antes y arrasar la despensa.

________________________________________________________________________________


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro