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Capítulo 50:



[Namjoon]

Yo estaba tumbado en la cama, boca arriba, con los pies en el cabecero y un libro abierto sobre mi cara, el cual me encontraba leyendo hasta hacía unos minutos, cuando Jin entró en el cuarto y comenzó a ordenar los cajones de ropa. Todo lo que había en ese cuarto eran muebles llenos de prendas y más prendas que el castaño parecía coleccionar. A mí no me importaba en absoluto, y era un motivo para que Jin me visitara más, por lo que de ninguna forma iba a quejarme.

- ¿Taehyung sigue queriendo comerme? –pregunté para sacar conversación. Sabía que era un tema serio y debería importarme, pero realmente no lo hacía.

- No te va a comer –declaró con firmeza al tiempo que doblaba otra camiseta y la guardaba en uno de sus cajones. Yo le observaba al revés y de reojo, colocando ahora el libro cubriendo mi barbilla y labios. – Cuando doy una orden, nadie la incumple.

- Pero quiere comerme –insistí.

- Sigue empeñado en que si por mi culpa su humano se ha ido, él se va a deshacer del mío –suspiró y yo sonreí. De alguna forma me hacía sentir como que yo le importaba, y aunque quizás me estuviera autoengañando como de costumbre, era un sentimiento muy agradable. – No va a tocarte, pero por si acaso, no deberías alejarte mucho de mí.

- Ya sabes que eso no es un problema para mí –sonreí y aproveché el breve segundo en el que me miró alzando una ceja, para guiñarle un ojo. Rodó los suyos propios y siguió ordenando la ropa, provocando que me riera levemente. – Quizás deberíamos dormir juntos... ya sabes, para prevenir riesgos y eso.

- No entiendo porque sigo protegiéndote –cerró el cajón y comenzó con el de abajo – debería dejar que Taehyung y los demás se bebieran hasta tu última gota.

Agarré el libro y lo hice a un lado, girándome yo mismo, colocándome boca abajo y observándole más fácilmente, con las manos sosteniendo mi barbilla, como si observara un bonito paisaje.

En verdad, Jin era algo similar. Cada movimiento que hacía, era bonito. Incluso su autoridad me resultaba atractiva. Todo en él encajaba a la perfección, me gustaba cada detalle, y probablemente no me percataba de sus defectos porque de forma inconsciente eran los que más me gustaban de él.

Jamás me había atrapado tanto una persona, y por suerte, no me asustaba sentirme de esa forma. Incluso aunque el ser del que hablábamos se alimentara de sangre humana y matara gente sin piedad.

- Yo creo que en el fondo eres un poco egoísta y no quieres compartir este festín con nadie –respondí sin mucha seriedad. Tan solo quería ver cómo se molestaba cuando yo decía ese tipo de cosas. Era adorable. – porque estoy delicioso y eso.

- Ahá –hacía como que no me escuchaba.

- Si me probases, podrías comprobarlo –le tenté. No era la primera vez que lo hacía, y como tal, sabía que me rechazaría como de costumbre. Aun así, nunca perdía la esperanza. Me daba morbo hasta imaginarlo.

- Estás loco.

- Yo no soy quien mantiene a un humano en su casa sin sacar nada de provecho de él.

Dejó el último montón de ropa en el interior del cajón y lo cerró con un golpe sordo, creando seguidamente un notable silencio. Cuando me miró, aún con las manos apoyadas sobre la madera, yo sonreía abiertamente.

- ¿Eres consciente de que me estás pidiendo que te desangre?

- No hace falta llegar a tales extremos, hombre –rodó los ojos y yo reí de nuevo, deleitándome con su adorable faceta frustrada. – Tan solo debe haber una razón para que me mantengas aquí con vida.

- Quizás no la hay y por ese motivo deberías dejar de tentar a la suerte –seguía de pie, pero aunque había terminado su tarea, no se movía.

- Nah –volví a girarme con desgana, mirándole al revés de nuevo, y negué con la cabeza. – Apuesto a que algo hay.

- Recuérdame que nunca te lleve a un casino.

- Oh vamos, algo tiene que haber. Algo tiene que gustarte.

En menos de un segundo, apareció sentado sobre el cabecero de la cama. Ni yo entendía cómo podía sostenerse sobre ese pequeño y resbaladizo metal, pero tampoco era la cosa más sorprendente que le había visto hacer hasta ahora. De cualquier manera, me echó un vistazo de arriba abajo, colocando el índice sobre sus labios y haciendo una pequeña mueca, embobándome con ese gesto.

- Me gusta tu camiseta.

- Me la compraste tú –respondí ligeramente indignado. Él sonrió y se encogió de hombros. – ¿De verdad que no hay nada? –volvió a encogerse de hombros. – No me lo creo.

- No puedes gustarle a todo el mundo.

- No me interesa gustarle a todo el mundo, me interesa gustarte a ti – me acomodé, colocando las manos bajo mi cabeza y cruzando las piernas. – Es imposible que te sea totalmente indiferente. Simplemente, no me lo creo.

- Pues créetelo.

- Te gustó el beso.

Volvió a poner una faceta pensativa y terminó asintiendo con dejadez, como si no le importara mucho. Estaba convencido de que sabía controlar perfectamente sus emociones y en realidad estaba loco por mí.

- No estuvo mal.

- ¡Eso ya es algo! –exclamé emocionado. Él, para variar, se encogió de hombros por tercera vez. Realmente parecía indiferente a la conversación. Lo que decía, un actor digno de Óscar. – Podemos repetirlo cuando quieras.

- Ya lo sé. Te recuerdo que prácticamente te tengo secuestrado. –también cruzó las piernas, solo que de una forma mucho más sutil y bella. Sí, bella. Desprendía belleza con cada movimiento, y según mi punto de vista, ningún otro vampiro podía comparársele. – Puedo hacer lo que quiera contigo.

- Pero no lo haces.

- Hago lo que quiero –pestañeé y antes de darme cuenta, estaba sentado a la altura de mi cabeza, sonriéndome desde arriba. Inconscientemente me tensé. – Una pena que sea lo mismo que tú quieras.

- Discrepo. Si tan solo prob-

Entonces me calló.

Se inclinó sobre mí y me besó, dejándome completamente helado por lo inesperado que eso había sido. No se comparaba a ninguna de sus habilidades sobrenaturales. Eso sí que estaba siendo sorprendente.

Colocó una mano en mi pecho y presionó ligeramente, impidiendo que me levantara, aunque tampoco tenía intención de hacerlo. Estaba disfrutando de sus labios hasta sentir que me drogaba con ellos. Y fue entonces cuando comencé a dejarme llevar, que alcé una mano para pegarle más a mí, y se detuvo.

Su mano sujetando mi muñeca con fuerza, la otra sobre mi pecho, el cual subía y bajaba agitadamente, y sus labios desprendiendo un leve brillo por culpa de la saliva con la que los había cubierto.

- Voy abajo. Creo que el cazador llega hoy al pueblo y Jihoon está buscando algo que nos pueda servir para localizarle más fácilmente. – intenté hablar, pero las palabras no me salían. Solo quería besarle de nuevo. – Sigue disfrutando de tu lectura.

Pestañeé de nuevo y ya no estaba. Todo seguía igual que hacía una milésima de segundo, solo que sin su presencia, y era muchísimo más que notable.

A pesar de todo, tras valorar y descartar la idea de bajar al salón a buscarle, decidí que lo mejor sería no presionar la situación. Si las cosas seguían como hasta ahora, iban en buen camino, y quizás eso significaba que no era tan malo apostando como me había querido hacer creer.

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