Capítulo 42:
[Jungkook]
Ni me molesté en reprimirme antes de gritar en medio de toda la sala varios elogios dirigidos al juego que se encontraba entre mis manos. Era el mejor conductor del mundo, de la maldita galaxia si me apuraban. Solo había que ver el perfecto resultado por cuarta vez consecutiva que conseguía.
- Hoseok está bien.
Pulsé el botón de 'start' al tiempo que me giraba sorprendido hacia la persona a mi espalda. No para identificarle, pues por alguna razón, reconocía perfectamente su voz. Me giré porque había aparecido de la maldita nada y ni siquiera le había escuchado acercarse. ¡Ni siquiera había más gente en la sala que pudiera hacer ruido y cubrir sus pasos!
- Ya lo sé –respondí tras varios segundos de impacto, girándome de nuevo a la ya empezada partida e intentándome concentrar en ella. Sería quinto nivel y victoria consecutiva con puntuación perfecta.
- ¿Ya lo sabes?
- Me envió una foto hace un rato –aumenté la velocidad, intentando que el juego me absorbiera por completo. Normalmente era algo sencillo, pero con Park a centímetros de mi nuca, me resultaba mucho más difícil siquiera percatarme del color de mi adversario.
- ¿Una foto? –asentí intentando que pasase el asunto por alto, pero a medida que pasaban los segundos, podía sentir su mirada clavándoseme en la nuca hasta grabarme un 'enséñame esa maldita foto ahora' por parte del peliplateado. Suspiré y saqué el móvil de bolsillo, buscando la conversación y con ella la imagen, todo esto sin dejar de lado la partida, claro. Era una moneda que no desperdiciaría en una derrota por culpa de Park. – ¿Es esta? –preguntó cogiendo el móvil de mis manos.
- Ahá –antes de que preguntara, yo sabía que sus dudas serían acerca de la siguiente foto. – Y sí, ese es tu hermano.
A lo que me refería, era que, bajo la foto de Hoseok abrigado hasta arriba debido a su contagiosísimo resfriado, aparecía otra de Taehyung. Abría la boca y tenía una especie de bandana roja atada al cuello. Lo único que me daba a pensar, era que mi amigo no estaba tan malo como quería hacerme creer y tan solo prefería pasar un tiempo con el rarito a conmigo.
- Estás enfadado.
Fruncí el ceño, desconcertado, y miré un milisegundo al sujeto a mi espalda antes de devolver la vista a la carretera, al menos a la carretera que había tras la pantalla.
- No lo estoy.
- Lo estás –casi ni me dio tiempo a terminar mi frase antes de que él volviera a refutarme. Afilé más mi vista y decidí ignorarle al tiempo que aceleraba mi vehículo. – Te molesta que te sustituyan.
- Cállate, me estás desconcentrando.
Lo siguiente que vi fue como mi coche avanzaba y avanzaba, cada vez más deprisa, hasta chocar con una pared, dar media vuelta, salirse del carril y caer por un acantilado, finalizando así la partida. Di un golpe de frustración al volante y me dejé caer en el asiento, echando la cabeza hacia atrás. Cuando abrí los ojos, me encontré con unos ajenos, que por desgracia, también conocía perfectamente. De alguna forma, estos sonreían sin necesidad de labios.
- Estás enfadado.
- Estoy enfadado porque he perdido –me bajé del asiento de un salto y comencé a ponerme mi chaqueta negra, alzando mi capucha y buscando algún otro juego por el local que llamara mi atención. – por tu culpa, además.
- Estás enfadado porque te sientes desplazado.
- Cuando te apetezca, puedes dejar de seguirme. –respondí frustrado. Había perdido la partida y mi amigo iba en el mismo camino, así que obviamente estaba enfadado, y desde luego no me apetecía tener a 'Don perfecto' tras mi espalda recordándomelo.
Seguí dando vueltas por el sitio, observando las máquinas y tanteando el jugar en ellas, decidiéndome finalmente por una negativa y yendo a buscar otra diferente. Y detrás de mi culo, pegado en cada paso, Park, cómo no. No le miraba, pero podía observar de vez en cuando de reojo como sonreía con confianza. Era irritante.
Finalmente, antes de pasar de largo una máquina de hockey de mesa, me giré repentinamente, fruncí el ceño y coloqué un dedo en su pecho, haciendo notable la escasa distancia que no dejaba de tener entre ambos. Para mi sorpresa, tragó saliva y se alejó un par de segundos, aparentando nervios. No encajaba para nada en él, y cuando al instante adoptó esa actitud segura de siempre, dudé de mis propios ojos segundos antes.
- ¿No te aburres? –pregunté a punto de perder la calma. No tenía mucha paciencia, pero la poca que mantenía, se la estaba llevando por momentos.
- ¿No quieres esto de vuelta? –seguidamente sacó mi móvil, alzándolo y balanceándolo entre sus dedos. Cuando fui a agarrarlo, lo apartó y sonrió. Tensé la mandíbula, sintiéndome cerca de explotar en cualquier instante, y extendí la mano para que me devolviera el teléfono. Y para mi sorpresa, lo hizo. O eso pensé, pues cuando vi lo que había dejado caer sobre mi palma, le miré desconcertado, viendo como se alejaba hasta colocarse en el otro extremo de la mesa de juego. – Te lo doy si me ganas.
- Me lo das y punto –a pesar de eso, yo ya estaba metiendo la moneda que me había tendido, en la máquina. – Y si gano, no vuelves a molestarme en lo que te queda de vida.
- ¿Y si gano yo?
- Lo que quieras –sonreí confiado y bajé mi capucha de nuevo, despeinándome el flequillo para obtener más visión. – No vas a ganar de todas formas.
- Trato hecho.
Me lanzó el móvil por encima de la mesa, como si fuera una de las fichas, pillándome por completa sorpresa. Rapidamente me lancé a atraparlo antes de que se colara por la ranura, y cuando lo tuve entre mis manos y me incorporé para gritarle un par de cosas, mis labios se juntaron inconscientemente y tuve que tragar por toda la saliva que se me estaba acumulando en la boca.
Jimin dejó su jersey en la mesa de al lado, ya que nadie estaba utilizándola, y me miró, permitiéndome cerciorarme de que la belleza se podía personificar. Él era la maldita prueba, y en estos momentos, ni siquiera quedaba espacio para el odio de lo atractivo que era. Tan solo podías amarle.
- Jungkook.
- ¿A-ah?
- Te toca sacar.
Pestañeé un par de veces, bajé la vista a la mesa de juego, y volví a la realidad igual de rápido que me había abstenido de ella. Jimin rió y sentí mis mejillas arder. Por suerte la vergüenza del momento tan solo aumentaría mi competitividad.
Un tiro perfecto. Así empecé. Jimin aún estaba sonriendo cuando la ficha se coló en la ranura de su mitad de la mesa, cambiándole el rostro por completo, más para mi decepción, no consiguiendo que bajaran esas comisuras. Agarró la ficha y colocó lentamente en la mesa, sin dejarme de mirar ni un segundo, probablemente sabiendo lo mucho que me intimidaría con eso.
Y en cierto modo lo hacía, me distraía enormemente de mi cometido, pero mis habilidades eran tan buenas que ni con un circo a mis hombros perdería. Toda mi autoestima y confianza estaban puestas en esa mesa, y no dudaba de ellas, por infantil que sonara.
Sacó con calma. Se la devolví. Era sencillo, aburrido incluso, hasta que a la cuarta vuelta, sin darme cuenta, el disco se acercó a mi lado con muchísima más velocidad que las veces anteriores. Conseguí golpearlo, pero al segundó volvió, y a pesar de mantener una defensa durante otros cuatro tiros, finalmente Park terminó alcanzándome en la puntuación. Solté un insulto en voz baja y no tuve ni que mirarle para saber qué cara estaba poniendo en ese momento.
Uno a dos. Uno a tres. Tres a dos. Cuatro a dos. Cuatro a tres. Cuatro a cuatro. Cinco a cuatro. Cinco a cinco. El marcador no mostraba una gran diferencia, y mi paciencia se disipaba con cada punto que me metía el platinado. Incluso en ese momento, aun sacándole ventaja por un punto, no me sentía tranquilo. Era muchísimo más bueno de lo que me esperaba.
- Has jugado antes.
- En absoluto –apoyó ambas manos en la mesa, estirando su espalda y cuello. Y de nuevo mis ojos se fueron a cada músculo marcado bajo esa finísima y ajustadísima camisa de cuello alto. Dio una palmada y mi ensoñación se rompió en pedazos, molestándome incluso. – Tengo buenos reflejos.
Mordí el interior de mi mejilla y me incliné ligeramente sobre la mesa, concentrándome al cien por cien en el juego. A penas quedaría tiempo y yo iba ganando. Sonaba penoso, pero me valía mantener el puntuador de esa forma, por lo que no perdería ni siquiera tiempo en atacar. Sí, definitivamente sonaba penoso.
Pero no solo sonó, sino que fue más penoso aún cuando a pesar de todos mis esfuerzos, Jimin sacó la ficha. Yo la seguía con la mirada, concentrándome en ella más que en mis estudios de todos los últimos años. Murmuró una especie de disculpa que ni me molesté en entender, y golpeó el disco.
Juro que lo toqué. Que mi mano estaba en medio, que la posición en la que se encontraba, podría haberlo parado y devuelto incluso. Por ello fue inaudito para mí cuando noté como mi mano junto al golpeador eran empujadas hacia atrás por la fuerza del disco, desequilibrándome unos segundos y entrando inmediatamente en mi ranura. En mi mitad de la mesa. En mi puntuador.
Las luces comenzaron a parpadear, y sin poder imitarlas con mis ojos, supe que habíamos quedado en empate. Alcé lentamente la cabeza hasta Park, quien ni había perdido el tiempo, y con tranquilidad se estaba poniendo el jersey de nuevo. Abrí mis labios pero balbuceé un par de incoherencias antes de poder hablar de nuevo.
- Ju-juego mucho mejor que esto –declaré sin pensar, siendo más bien mi indignación la que hablaba. – Quiero la revancha. Vamos.
- Eres bueno, Jungkook.
- Quiero la revancha –repetí sin dudarlo. Quería ganarle. Un empate era decepcionante para alguien como yo, alguien que hasta había llegado a considerar parte de su familia a esas inertes máquinas.
- Hablo en serio –se acercó a mí y colocó su mano en mi hombro. – Juegas muy bien. Después de todo has conseguido empatarme.
- Puedo ganarte –mi mirada era desafiante y mis palabras seguras. Podía hacerlo, era imposible otra opción alternativa, y pensaba demostrárselo. – Apostaré lo que quieras.
- Esa era tu apuesta anterior, niño.
Mordí mi labio frustrado y volví a soltarlo, pensando en seguir insistiendo. De veras que quería hacérselo ver, pero sobretodo, hacérmelo ver a mí mismo. No podía aceptar que fuera perfecto incluso en mi campo de perfección.
- No insistas, me tengo que ir –soltó antes de que yo siquiera pudiera hablar. Sonrió y revolvió el pelo. Yo le miré suplicante, todo de forma inconsciente, deseando realmente una segunda oportunidad. Pero estaba claro que no iba a ofrecérmela, no en ese momento al menos. – He quedado con alguien, Jungkook.
- ¿Otra cita? –fruncí el ceño al escuchar las palabras. Era una información completamente innecesaria que no me hacía falta escuchar. Subí de nuevo mi capucha y rodé los ojos tras la prenda.
- ¿Estás celoso? –me di la vuelta de mala gana y comencé a alejarme, buscando una máquina de un solo jugador. – Nos vemos, Jungkookie.
- Púdrete.
Finalmente terminé escogiendo la misma de conducción que estaba entre mis manos antes de que Park llegara. Miré la puerta, cerrándose con un portazo. El platinado había desaparecido, y ahora solo quedábamos la partida a punto de empezar y todas las victorias que necesitaría recaudar para compensar el empate.
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Las fotos que le mandó Hoseok a Jungkook son las siguientes. En la que sale Taehyung, se da por entendido que la realizó él mismo, pero con el móvil de Hoseok.
Y antes de irme tengo que dejar un par de gifs de Jungkook picado porque es un bebé competitivo y me encanta y si no lo hago me odiaré a mi misma bastante rato así que lo subo y ya. No sé si me explico.
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