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Capítulo 38:

[Namjoon]

Normalmente la gente se suele sentir incómoda cuando la observan comer. No es agradable tener un par de ojos clavados en cada bocado que te llevas a la boca, como si fuera un espectáculo. La persona termina sintiéndose sucia o desagradable y deja de comer al instante o se marcha a otro lado. Por suerte para mí, me daba exactamente igual.

- ¿Tu humano no sabe comer con la boca cerrada o qué? –di un trago al segundo batido que me había servido y observé con desinterés de dónde procedía la voz. Era una de las chicas del sofá que se encontraba viendo la tele, una con trenzas. – Ni siquiera le estoy mirando y ya me da asco.

- ¿Cómo puedes quejarte de algo que no ves? –respondió Jin. Aún así, me echó una de esas miradas que te intimidan hasta la vesícula, y como buen humano que quería mantenerse con vida, al menos hasta conseguir algo con la criatura de pelo rosa que tenía en frente, cerré la boca y seguí mi festín de esa forma.

- Veo la cara de Jihoon. Está traumatizándose.

- Es asqueroso... – murmuró quien supuse que era el tal Jihoon. Tenía una voz tan grave que casi podía compararse con la mía. Incluso estuve a punto de proponerle hacer una colaboración con algún tema, o que al menos lo intentara, pero dada la situación quizás no era el mejor momento. – Puedo oler el sonido que hace al comer. Realmente puedo hacerlo.

- Deja de mirar entonces, idiota –escuché una palmada y supuse que Jin había utilizado su mano para enfatizar sus órdenes de nuevo. Sonreí para mis adentros y seguí con mis tortitas, aunque obviamente sin despegar los labios. No quería ser el siguiente en probar su mano, al menos no de esa forma. – Y tú –apareció de nuevo a mi lado, apoyándose en la silla de mi lado. – cuando termines de comer, trataremos varios asuntos.

- ¿Eso quiere decir que nos lo vamos a comer? –de nuevo una voz femenina. Comenzaba a cansarme tanto comentario sobre dejarme seco. – ¡Me pido los mus-

- No te pides nada –sonreí a Jin, quien puso cara de asco y siguió hablando sin mirarme. – La norma sigue en pie. Nadie le toca sin mi permiso.

- Lo quiere solo para él...

- ¡Yukwon, te he oído!

Seguí comiendo, disfrutando de esa surrealista situación y de lo bien que le quedaba la camisa al pelirrosa. Ni siquiera ahora, sabiendo lo que realmente era, conseguía comprender su belleza. Al parecer todos los demás de la casa también eran vampiros de esos, pero no le llegaban ni a la suela de los zapatos.

Poco a poco el salón comenzó a quedarse vacío, al igual que la mesa. Parecía un maldito pozo sin fondo, y estaba disfrutando de ese desayuno como si me fuera la vida en ello, lo cual era gracioso porque podía resultar hasta literal.

- ¿Te parece gracioso el tenedor? –preguntó Jin sentándose en la silla de mi lado. Era la primera vez que me dirigía la palabra desde que había empezado a comer, al menos sin mandarme callar o insultarme.

- Pensaba en que esto parece una de esas últimas comidas que les dan en la cárcel a los condenados a muerte. –respondí antes de meterme el último pinchazo en la boca, dejando el plato completamente vacío. – Delicioso.

- ¿Y eso te hace gracia?

- Si me he reído, es porque algo de gracia me hará –me recosté en la silla y le miré, acariciándome el estómago. Seguía plano, pero yo sentía como si hubiera engordado veinte kilos que habían ido directos a esa zona. – ¿no crees?

- Estás loco.

- No es la primera vez que me lo dicen –respondí indiferente. Me incorporé para terminarme el último vaso de zumo que me había servido hace rato, y seguidamente apoyé un codo en la mesa, mirándole con interés. – ¿Y bien?

- ¿Y bien qué? –era gracioso como siempre ponía esa cara de molestia al hablarme. Tan diferente a cuando nos veíamos en el bar.

- De qué querías hablar –señalé brevemente la mesa con casi todos los platos vacíos y volví a mirarle. – Ya he terminado. Dijiste que hablaríamos después de que terminara.

- No pienso limpiar la cocina si se vuelve a manchar –me giré hacia la pelirroja, quien seguía tumbada en el sofá, viendo la tele con la otra chica de trenzas sobre ella. Wheein creo que recordar que se llamaba esa última. – A menos que compartas parte conm-

- Fuera –Jin señaló la puerta y las dos chicas no tardaron en ponerse en pie y marcharse de mala gana, no sin antes darme un repaso de arriba abajo. Probablemente no lo hacía con pensamientos sexuales, pero de cualquier manera me sentí halagado. La costumbre probablemente. – Y tú deja de sonreír como idiota. No vas a conseguir nada con ellas.

- Tampoco me importa –rápidamente volví a centrar mi atención en el pelirrosa, disfrutando de su molestia. Podía hasta resultar adorable debajo de toda esa imponente belleza. – no hace falta que te pongas celoso, príncipe.

- ...

- ¿Princesa?

- Ah, tan solo cállate –rodó los ojos y comenzó a masajear sus sienes, provocando que mi sonrisa tan solo se ampliara. Alzó la vista para seguir hablando, pero al verme, suspiró de nuevo y se puso en pie, dirigiéndose a la nevera. – Realmente eres idiota...

- ¿Eso es sangre? –pregunté al ver cómo se servía un líquido rojo en una finísima copa de cristal. Asintió y le dio un trago, todo bajo mi curiosa mirada. Era tan extraño y real a la vez, que parecía estar dentro de una historia. Me costaba procesarlo. – ¿Y a qué sabe?

- A sangre –avanzó de nuevo hasta a mí y me acercó la copa. – ¿Quieres probar? –tanteé unos segundos la respuesta y terminé por asentir. De nuevo, la curiosidad me superaba. Él pareció sorprendido, pero no se retractó de su oferta, acercando la copa a mis labios. El líquido comenzó a inclinarse por el cristal hasta descender a mi boca, y solo hicieron falta unas pequeñas gotas, para que mi rostro se deformara en una mueca de asco. Jin soltó una risa, apartando la copa de nuevo y dándole él mismo un trago.

- Está asqueroso.

- Cierto que he probado otras mejores –respondió tras dar un segundo trago, dejando la copa por la mitad. Yo me limpié los labios con la manga de mi camisa y miré con asco la bebida. Solo dos gotas habían conseguido inundar mi boca con aquel férreo sabor. – El caso, lo que iba diciendo...

- ¿Y no podéis comer nada más? –le interrumpí, dejándome llevar por mi curiosidad. Él se detuvo, y tras unos segundos, negó, dándose por vencido a mi pregunta. – Entonces solo podéis beber. No masticáis.

- Podemos comer carne humana, pero no sabe bien. Más que nada acompaña. –mi cara iba cambiando a medida que visualizaba la imagen de alguien masticando unos pies. Menos mal que toda esta conversación la estábamos manteniendo después de haber comido, pues de lo contrario no habría podido pegar bocado. – También puedo cocinar la sangre. Los humanos también lo hacéis.

- Nosotros n-

- Schwarzenauer.

- ¿Qué?

- Schwarzenauer. Es un plato alemán hecho de sangre.

- Son alemanes, eso no quiere dec-

- Sundae.

- ...

- Es un plato coreano.

- Ya sé que es un plato coreano –respondí con resignación. Era cierto, los humanos dábamos tanto asco como ellos. – De cualquier forma, sigue siendo asqueroso. No puedo imaginar tener que comer eso tod-

- Una suerte que no tengas que hacerlo. Ahora cállate y escucha.

- Pe-

- ¡Y deja de interrumpirme, por favor! –me callé al instante, asintiendo y colocándome correctamente en la silla, más erguido. Jin rodó los ojos pero siguió hablando, e hizo bien, porque tenía demasiadas preguntas en mi cabeza como para dejar siquiera un segundo de silencio. – Sabes demasiado, Namjoon.

- ¿Ah?

- Eso. Sabes demasiado como para sentirme seguro contigo por ahí suelto.

- ¿Cómo? –solté una pequeña carcajada, apoyándome en la mesa. – Esto parece la típica película de mafiosos, ya sabes... sabes demasiado, tengo que matarte... todo eso.

- Sería lo más coherente.

- ¿Matarme? –asintió. – ¿Y luego te beberías mi sangre?

- Supongo.

- Que asco.

- ¿No puedes ser serio al menos dos malditos segundos? –tragué saliva y asentí. Quizás era por el surrealismo de la situación, pero tal y como él había dicho, no podía tomarme nada de lo que sucedía en serio. Era superior a mí y ya está. – De cualquier manera, no voy a matarte, ya lo sabes...

- Que bien –me fulminó con la mirada y yo alcé mis manos en son de paz. Realmente lo había dicho sin pensar. – No, en serio. Que bien. Hablo con total sinceridad. –rodó por tercera vez los ojos y yo agaché la cabeza avergonzado. No sabía que decir en ese tipo de momentos, tan solo sabía que si quería conseguir algo con el pelirrosa, de esa forma no iba bien encaminado. – ¿Y entonces? –le miré, atento a lo que dijera. Después de todo estábamos hablando de mí.

- No lo sé.

- ¿Ah?

- Que no lo sé –suspiró y se puso en pie, dirigiéndose de nuevo a la nevera para servirse otra copa. Era repugnante, pero casi ni me fijé en eso, apartando mi atención a la conversación. – No sé qué voy a hacer contigo, así que por ahora limítate a estar calladito y no molestes. Te quedarás aquí hasta que me decida.

- ¿Y mis padres? ¿Debería mandarles un mensaje?

- ¿No les has llamado aún? –preguntó sorprendido. Me encogí de hombros y negué. – Ah, de verdad, que desastre de hijo... seguro que están preocupadísimos, si es que no tienes remedio...

- No creo que sea para tan-

- ¡Mándales un mensaje, vamos! –saqué mi móvil rápidamente, comenzando a teclear mientras él me metía prisa con la mirada. – Diles que te quedarás en casa de un amigo una temporada.

- Casa de un ami-

- Mejor llámales. Se quedarán más tranquilos.

- No creo que sea nece-

- ¡Tú hazlo! –suspiró y me quitó el móvil, comenzando a buscar el contacto de alguno de mis padres él mismo. – Ash, los niños de hoy en día, tan irresponsables... – me tendió el teléfono con el nombre de mi madre marcando. Lo agarré con ligera desconfianza y acerqué a mi oreja. Realmente surrealista, ya lo había dicho antes. – Y cuando termines, recoge la cocina.

- ...

- ¡Y no intentes escapar y me comeré tus piernas! –se estaba marchando de la cocina, dejándome pasmado con el móvil aún junto a mi oreja y la boca abierta. Ni siquiera sabía que decir.

- ...

- ¡¿Me has oído?!

- S-sí...

- Perfecto –sonrió al tiempo que recobraba la compostura y se acomodaba el flequillo. Era guapo, pero estaba mal de la cabeza. Por suerte, el primer factor desbancaba por completo al segundo. – Dale recuerdos a tu madre de mi parte. Y dile que me encanta el sombrero que lleva en su foto de perfil, que es muy Berenice Bajo, como los años veinte...

Asentí, observando completamente mudo como se marchaba mientras comentaba cinco mil referencias a los sombreros de esa época. Yo seguía pasmado, quieto sosteniendo el dispositivo que aún resonaba con la llamada. No volví al mundo real hasta que escuché la voz de mi madre al otro lado de la línea.

- ¿Namjoon? ¿Hijo? –tragué saliva y pestañeé varias veces, centrándome en la conocida voz del móvil. – ¿Estás ahí?

- Mamá...

- ¿Sí? ¿Qué ocurre?

- ¿Quién diablos es Berenice Bajo?

Como había dicho, esa situación me superaba. Me superaba en todos los aspectos.

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¡Volvííííííííí! ¡Al fin! 

Siento mi hiatus y siento estar tan poco activa ultimamente. Ha sido una época mala y ahora a penas tengo tiempo. ¡Y cuando tengo tiempo me bloqueo y no puedo escribir! 

De cualquier forma, creo que ya he pasado el muro y estoy volviendo a mis fics de la manera en la que estaba antes, así que espero que sigáis aceptando mi amor. ¡ACEPTARLO POR FAVOR, YO OS QUIERO! :(((((

Por cierto, las cosas de "Big Hit" que aparecen al final de los capítulos son simplemente palabras que pone mi ordenador al azar cuando paso los capítulos de word a Wattpad. ¡Las culpas a mi ordenador! 

Y no sé que más decir. 

¡Necesito recomendaciones de fics suculentos! En serio, pero fics buenos buenos. De estos que dices '¡Joder que cacho fic, un altar a la escritora/or! ' . ¿Sabéis de lo que hablo? Sobretodo de comedia y tal. Necesito volver a leer, pero no consigo engancharme a ninguno y sufro.

¡VIVA EL NAMJIN! 

¡Y VOSOTRES!

¡Os requetequiero, mil gracias por leerme!

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