Capítulo 20:
[Yoongi]
Jiho me miraba con rencor desde una esquina de la habitación, sentado en una silla con el móvil entre sus manos. Una luz salía de la pantalla de este, como si un videojuego la invadiera, pero el rubio poca atención le estaba prestando. Rodé los ojos y devolví la vista al portátil.
- No me mires así, ha sido tu culpa –declaré con indiferencia.
- Casi me arrancas el maldito pene –murmuró con rencor desde la otra esquina. Inconscientemente bufé una risa. Sí, quizás me había pasado. – Eres un sádico.
- Te dije que estaba ocupado. No me molestes si estoy ocupado. –esperé una respuesta, un quejido o bufido al menos, pero nada salió de sus labios. Finalmente suspiré y le miré, encontrándole en la misma postura de momentos antes, con el labio inferior doblado. – Anda, ven aquí.
- ¿No me vas a arrancar nada?
- No te voy a arrancar nada –prometí, palmeando un hueco libre junto a mí. Jiho se puso en pie, dejando el móvil en la silla, y con más confianza, se tumbó a mi lado, pasando un brazo sobre mi cadera. – Sube esa mano –ordené al sentir como comenzaba a acercarse a mi trasero. En una milésima de segundo volvía a rodear mi cintura. – Gracias.
- ¿Qué hacías?
- Miraba sitios para irnos de viaje mientras los demás hagan su salida. Pensé que podría ser divertido.
- ¿Tú y yo solos? –asentí mirando la pantalla. Varios pisos se mostraban en la página, pero ninguno llegaba a convencerme. – ¿Y por qué das por hecho que no voy a ir yo también a la salida?
- ¿Vas a ir?
- No.
- Pues eso –seguí mirando apartamentos, deteniéndome en uno bastante pequeño y acogedor. También era barato, aunque el precio realmente no supusiera ningún problema. – ¿Te gusta este? –Jiho alzó la vista, seguramente después de haberla tenido todo este rato puesta en mí, y frunció el ceño mientras miraba las imágenes pensativo. – ¿En Noruega?
- En Tromso. Es bonito.
- Espera, espera, espera –se acercó repentinamente a la pantalla, casi pegando la nariz a esta, y seleccionó una de las características del piso. – ¿TIENE JACUZZI?
- ¿Ah? –le eché un rápido vistazo, comprobando que Jiho tenía razón, y asentí sin darle mucha importancia. – Sí, supongo que sí.
- ¿Y podemos usarlo?
- Si alquilamos el piso, sí.
- Alquílalo.
- Va-
- Alquílalo ya, Yoongi.
- Estoy en ello, cálm-
- Vaaaaaamos. Nos lo van a quitar y no podré... en el jacuzzi... ¡Ah, quita, déjame a mí! –agarró el ordenador, adueñándose del teclado, y empezó a pulsar las teclas con tanta rapidez que parecía estar descubriendo la cura para la luz solar o algo por el estilo. Suspiré y le dejé a su aire, pues era trabajo que me ahorraba. – Y ahora esto. Y esto. ¡Mierda, este número no va aquí!
Rodé los ojos y me puse en pie, saliendo del cuarto y cerrando la puerta a mi espalda. Aún podía escuchar la voz de Jiho frustrándose mientras intentaba terminar todas las transferencias. No pude evitar esbozar una sonrisa mientras bajaba a la cocina a por algo de beber.
La cocina estaba desierta, pero por el aroma dulzón que aún invadía la sala, supe que Jin rondaba cerca, probablemente organizando los últimos detalles de la salida. Cada vez quedaba menos, y por suerte en esta ocasión lo harían fuera de casa. Aunque yo no lo expresara de la misma forma que Jimin, tampoco me hubiera gustado tener que seguir viviendo entre aquellas paredes sabiendo las atrocidades que han sido cometidas en su interior.
Abrí la nevera y saqué una botella de sangre de alce. Era de mi preferida. Puede que incluso superara a la sangre humana. De hecho, entre la sangre humana y la animal, la única diferencia era el sabor. Nos habíamos acostumbrado al sabor de la humana, nos convencíamos de que era deliciosa, y finalmente terminábamos alimentándonos solo de ella. Era asombroso lo manipulables que éramos, lo crueles que podíamos volvernos solo por un sabor.
- ¿Está Jimin? –me giré ligeramente, observando como Taehyung entraba en la cocina, asomándose primero. Cuando divisó la botella en medio de la mesa, se lanzó directamente hacia ella. Por suerte yo ya me había servido un vaso, el cual sujetaba entre mis dedos, y solo tuve que limitarme a observar como acababa hasta con la última gota, como si fuera un biberón.
- No, no está. Salió hace varias horas. –alcé una ceja, asombrándome con la cantidad que estaba ingiriendo. Casi equivalía a lo que podrían beber tres vampiros. – ¿Cuánto tiempo llevabas sin tomar algo?
- Lo mismo que los demás –respondió sin darle importancia, encogiéndose de hombros y dejando la botella, ahora vacía, en el fregadero. Seguidamente abrió la nevera y cogió uno de los bricks de "fresa" de Jimin, al cual clavó una pajita y comenzó a bebérselo también. – ¿Por qué lo dices?
- Porque hacía mucho que no te veía tan hambriento.
- Tampoco es para tanto –murmuró con la pajita entre los labios, jugueteando con ella usando tan solo su lengua, la cual estaba completamente roja por la sangre.
- Te has bebido una botella entera de sangre de alce.
- ¿Era sangre de alce? –dejó el brick a un lado, mirándome sorprendido, y yo asentí sonriente. – No sabía tan mal.
- La sangre de animal no sabe tan mal como todos pensáis, ya os lo he dicho.
- ¿Tienes más por ahí? –señalé la nevera, y tras acabarse el brick, lo lanzó a la basura y fue directo a esta, abriéndola y sacando otra botella, un poco más pequeña. La destapó y olisqueó con curiosidad. – ¿Esto también es de alce?
- Creo que esa es de conejo.
- Huele bien –y sin pedir permiso, también empezó a bebérsela. Un minuto después volvía a terminar con un vidrio vacío entre sus manos y limpiándose la boca con la manga de su sudadera, dejándola manchada de rojo. – ¿Tienes más?
- No –me puse en pie rápidamente y cerré la puerta de la nevera antes de que Taehyung pudiera abrirla de nuevo – No hay más para ti. Ya es suficiente. – Hizo un puchero pero no rechistó. – ¿No tienes ni idea del porqué de tu creciente apetito?
- Mmmm, últimamente, después de quedar con Hoseok, tengo mucha hambre... sí, puede ser.
- ¿Hoseok? –se le iluminó la mirada cuando pronuncié ese nombre. Fruncí el ceño y él sonrió. –¿Quién es? ¿Es un amigo?
- Es un humano.
- ¿Un humano? –asintió de nuevo con total normalidad, como si él no fuera de los vampiros con menos autocontrol que había conocido y le estuviera prohibido acercarse a cualquier humano con una vida que nos interesara. Seguramente el humano con el que se juntaba, era totalmente irrelevante, o Jin ya tendría al castaño encerrado en una jaula de hierro. – ¿Y dices que tienes hambre después de estar con él?
- Muchísima.
- Taehyung –rodé los ojos, comprendido al instante el problema. Él ya se había distraído buscando algo por la cocina que poderse llevar a la boca. – Taehyung, hazme caso –al instante me miró, fingiendo que me había estado prestando atención todo el rato. – Quieres comerte a ese humano, ¿cierto?
- ¡Te juro que no me lo he comido! –exclamó de repente, ligeramente asustado. – Te lo prometo. No le he puesto una mano encima. Me gusta mucho cuando se ríe, no me lo voy a comer.
- No te he preguntado eso.
- ...
- ¿Y bien?
- ... –agachó la cabeza, formando un ligero puchero, y asintió tan ligeramente que casi percibí más el sonido del pelo moviéndose que el movimiento de cabeza. – Es el mejor humano que he olido nunca.
- Ah –suspiré y abrí de nuevo la nevera, sacando otro brick de Jimin. – Por eso llegas muerto de hambre, porque tienes que compensar el esfuerzo que haces conteniéndote a su lado. – clavé la pajita en el cartón y se lo tendí a Taehyung, quien lo miró emocionado e intrigado a la par. – Anda, bebe.
- ¿Puedo? –preguntó dudando. Asentí y no tardó ni medio segundo en agarrarlo y ponerse a beberlo. Cierto que ahora lo hacía más despacio, nada en comparación a la velocidad que había tenido nada más llegar a casa.
- Deberías dejar de verle –seguía absorbiendo el contenido del brick sin prestarme mucha atención. Ni siquiera era totalmente consciente de si me escuchaba. – Sé que no quieres, pero terminarás comiéndotelo.
- ¿Hm? –ladeó la cabeza, con la pajita aún atrapada entre sus labios. – No voy a comérmelo.
- No decides tú Taehyung, habrá un momento en el que te venzan tus ganas y no puedas controlarlas, y entonces te lo comerás. O algo peor.
- ¡Que no voy a comérmelo! –exclamó de improviso. Él también se sorprendió de su reacción, y calló al instante, mordiéndose el labio superior con nerviosismo. – Será mejor que me vaya... ah... gracias por el batido... –murmuró acongojado antes de salir aún con el brick casi vacío entre las manos.
No le miré, tan solo me quedé quieto, apoyado en la encimera mirando a la nada. Bueno, en realidad miraba la pared de enfrente, una llena de trapos y utensilios de cocina que apenas utilizábamos pero que Jin quería conservar. Era una pared tan llena y tan vacía de significado, que no me sorprendió perderme en ella durante varios minutos. Ni siquiera pensaba, tan solo miraba. No soñaba, dormía despierto.
- ¿Crees que se lo va a comer? –unas manos aparecieron por detrás de mí, agarrando mi cintura. Sonreí. Habría reconocido ese aliento que ahora chocaba contra mi cuello, a mil kilómetros de distancia. – Parecía muy convencido con que no.
- O algo peor, Jiho.
- ¿Cómo lo que yo te hice a ti? –expulsé todo el aire de mis pulmones al escuchar esa frase, y segundos después me giré para tenerle frente a frente. Él sonrió y yo me contagié de su sonrisa. – Si Taehyung lo hace, no será consciente de todo lo que conlleva.
- Tú tampoco lo eras.
- Te equivocas –me acercó a él y dejó un suave beso en la frente. – Aun así, no me arrepiento –dejó otro en la mejilla – ¿Hubieras preferido la muerte? ¿La muerte real?
- ¿Sabes lo que prefiero? –se alejó ligeramente, para ver mi rostro al completo, y sonreí, besándole en los labios brevemente antes de volver a hablar. – Que busques las orejas esas de gato que mencionó antes Jimin y volvamos a la habitación.
Se relamió y besó de nuevo antes de salir hacia el piso de arriba, seguramente en busca del estúpido accesorio que yo había utilizado para evitar su pregunta, o más bien, para evitar mi respuesta a ella.
¿Qué hubiera preferido?
Habría preferido que me hubieras hecho esa pregunta cuando podía elegir. Cuando no era demasiado tarde, Jiho, no ahora.
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