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Capítulo 19:



[Jimin]

Genial. Bastante tenía con un Taehyung normal, como para tener que soportar a uno enfadado. Ya no sé si temía más que se comiera a humano o se superara y terminara metiendo la pata hasta meternos en un problema a todos, problema del cual yo sería responsable en parte por haberle enfadado.

Quizás sí que me había pasado un poco con lo de la salida, quizás no debí decirle a Jin nada del suéter y Taehyung no habría sido castigado. Quizás me equivoqué, vale sí, ¿pero de qué servía lamentarse ahora? De nada. No servía de absolutamente nada, y lo único que conseguía era empujar cada vez más y más a Tae a los brazos de ese humano estridente.

- ¡Pero Jin! –me quejé. Sí, mi última solución fue decírselo a Jin hyung. Una solución de mierda que no había conseguido absolutamente nada. Jin estaba pintándose las uñas y escribiendo en una libreta al mismo tiempo que yo le hablaba, pero mi persona parecía estar en un quinto plano, muy por debajo de las acciones anteriores. – ¡Va a meternos en un lío!

- Jimin, estoy ocupado.

- ¡Pero se va a comer a mis amigos!

- ¿Desde cuándo Jimin tiene amigos? –Unas trenzas aparecieron por mi espalda, en mi hombro más concretamente. Suspiré y lo zarandeé con fuerza para que Wheein se marchara, lo cual no tardó en hacer, pero para sentarse en la encimera, junto al papel en el que Jin estaba escribiendo. Se inclinó sobre este y frunció el ceño. – ¿Quién es "el chico del arnés"? –preguntó extrañada leyendo el papel mientras yo me frustraba por la poca atención que me prestaban.

- Un chico –respondió el castaño sin mirar si quiera a la de trenzas. – Wheein, vete, bastante tengo con Jimin molestando.

- ¡Estoy intentando hablar un tema importante, Jin!

- Y yo solo pregunto por qué conoces a un chico que tiene un arnés.

- Y ambos estáis molestando mucho –rodé los ojos y Wheein tan solo se encogió de hombros al tiempo que Jin se ponía en pie. De los dos, yo fui el único que le persiguió, pues la de trenzas se distrajo y desapareció por las escaleras con la misma rapidez con la que había entrado. Jin se sentó en el sofá y yo me coloqué a su lado, mirándole expectante.– ¿Tú no vas a marcharte también?

- Cuando me escuches.

- Ah... –suspiró, masajeando sus sienes, y cerró la libreta colocando su dedo en medio para no perder la página. Solo después de eso me miró, forzando una sonrisa y cruzándose de piernas. Al menos había conseguido su atención, eso era un inicio. – Qué quieres.

- Que le digas a Taehyung que no se acerque a mis amigos.

- ¿Tienes amigos humanos?

- A-ah... a ver, no exactamente... ¡pero van a mi colegio!

- ¿Conoces a esos humanos?

- Sé quiénes son –respondí con más firmeza y confianza de la que yo sentía. – Sé sus nombres y hemos hablado alguna vez.

- ¿Y?

- ¡Se los va a comer!

- Taehyung no se va a comer a nadie.

- ¿Cómo sabes eso? –comenzaba a indignarme con la falta de gravedad que le daba al tema. Seguro que primero iría el humano del que se había encaprichado, y luego se decidiría por el más pequeño, el pelinegro. – Tú no sabes lo bien que huele Jungkook.

- ¿Jungkook? ¿Así se llama el humano?

- Hay dos. El otro, al que se va a comer primero, se llama Hoseok.

- Y dices que son tus amigos...

- No exactamente. Tan solo van a mi escuela.

- ¿Y quieres que castigue a Taehyung por hablar con un humano cualquiera con el cual la única relación que tenemos es que asiste a la misma escuela en la que te empeñaste en cursar a pesar de que no lo necesitas y motivo por el cual tenemos que socializar más con la especie humana?

- Más o menos...

- Taehyung no se va a comer a nadie.

- Pe-pero...

- Y si lo hiciera, que no lo creo, sería culpa tuya por haberte inscrito en esa estúpida escuela para humanos. Fin del asunto.

- ¡Pero Jin!

- ¡Fin del asunto he dicho! –me alejé un par de centímetros por inercia y él abrió de nuevo su libreta. – Y si me disculpas, estoy muy liado organizando la salida a la cual tu hermano no va a ir. Aunque tuviera motivos para castigarle, Jimin, está tan enfadado que nada podría superar eso.

- ¡Eso solo fue un suéter y aquí estamos hablando de vidas humanas! –me miró amenazadoramente y yo tragué saliva, ligeramente asustado. Para Jin su ropa importaba más que muchos humanos, cierto. – No importa... –murmuré de mala gana, dándome finalmente por vencido.

- Si subes para arriba, dile a Jiho que deje a Yoongi en paz. Puedo oler sus hormonas desde aquí.

Suspiré y asentí, dirigiéndome de mala gana al piso de arriba. Cuando pasé por la habitación de Jiho y Yoongi, efectivamente me encontré con la imagen que Jin intuía. Yoongi tumbado en la cama, tecleando ajeno en su ordenador, y Jiho esperando pacientemente en un extremo de la cama a que su novio le hiciera caso. Era gracioso ver lo tensados que tenía los pantalones el rubio.

- Dice Jin que te relajes.

- Dice Jin que te relajes –repitió Yoongi sin desviar la vista de su pantalla. El rubio a su espalda emitió una especie de gimoteo y alzó su vista hacia mí.

- ¿Has visto que cruel es? ¡Me está provocando!

- Estoy escribiendo en el portátil –declaró el pelinegro con total calma. Y era cierto. Tan solo estaba escribiendo, ni siquiera olía esas hormonas en él, tan solo en el rubio. – Si te pones cachondo hasta cuando estornudo, no es mi problema.

- ¡Llevas unos shorts!

- Son pantalones de baloncesto y me llegan hasta la rodilla, Jiho. Y deja de distraerme.

- ¡Jimin, dile algo! –me pidió el rubio. Yo rodé los ojos y suspiré.

Podría haberle dicho muchas cosas desagradables, a Jiho me refiero. Podría haberle recordado mil y una situaciones que le habrían bajado el calentón de inmediato. Situaciones relacionadas con Yukwon y un humano enfermo, o Byulyi y su experiencia con el alcohol. Situaciones que habría utilizado Jin en mi lugar.

Pero estaba tan enfadado precisamente con la persona que ahora mismo se encontraba en el salón escribiendo, que me limité a ir al cuarto de Yongsun y volver con unas orejas de gato. Las tiré a la cama, sobre el regazo del rubio, y sonreí.

- Imagínate a Yoongi con ellas puestas.

No pude escuchar mucho más, porque antes de que el pelinegro alzara la mirada del ordenador, cerré la puerta y me dirigí de nuevo al piso de abajo, donde Jin permanecía en el mismo sitio donde le había dejado. Sin dejar de escribir en su libreta, habló.

- ¿Le has dicho eso a Jiho?

- Ahá.

- Gracias –murmuró distraídamente. Yo agarré un abrigo azul de la entrada y abrí la puerta de esta mientras me lo ponía. No porque tuviera frío, obviamente, pero la temperatura aún no era muy alta y así era más fácil encajar entre humanos. Era el abrigo que llevaba siempre a la escuela. – ¿Vas a algún sitio?

- Quiero tomar el aire.

- Si ves a Taehyung, dile que no vuelva muy tarde.

- ¿Ha salido?

- Creo que dijo algo de videojuegos.

Recordé en ese instante el videojuego de Hoseok, ese que le dieron a Jungkook, ese que parecía un maldito tesoro en manos del último. Y de nuevo, mi mandíbula se tensó de forma inconsciente.

- Se lo diré.

No sé si a la larga le molestó más el portazo que pegué al salir de la casa o que le hubiera mentido con lo de Jiho, porque esa noche no volví.

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