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Capítulo 18:


[Hoseok]

¿Cómo diablos podía existir un vampiro tan ingenuo y confiado? ¿Tan idiota? Se le había ido tanto la lengua, que si no supiera ya su carencia de humanidad, lo habría adivinado al final de la conversación. Casi llegué a pensar que era una cámara oculta y tan solo me estaban gastando una broma.

Ya fuera por suerte o desgracia, estaba claro que no. Taehyung era un vampiro, uno poco común, uno que pareciera recién convertido y con una madurez humana de diez años, pero en general, un vampiro.

Nada más terminé de hablar con Taehyung, me dirigí inmediatamente a mi piso y apunté los nuevos datos en mi bloc de notas, intentando que quedasen lo menos evidente posible. No escribía su nombre, tan solo ponía una pequeña "v" cada vez que tenía que utilizarlo, y a los demás, les coloqué números.

¿Por qué tanta precaución? Pues sencillo. Porque el maldito desgraciado se había colado en mi casa.

Si ya llevaba un par de semanas sospechando que alguien me vigilaba, al ver la cadena colgando de su muñeca, vi todas mis intuiciones corroboradas. El castaño me espiaba, y no solo eso, también me robaba. No iba a montar un drama por una simple cadena de oro. Tan solo era eso, una cadenita sin ningún valor que encontré un día tirada junto a una parada de autobús, pero el caso era que Taehyung me la había quitado.

Supongo que el que me hubiera desvelado toda su vida y la de su grupo sin saberlo, compensaba cualquier pérdida económica. Era un avance, uno muy grande teniendo en cuenta que hasta ahora la mayoría de datos eran sobre el enorme autocontrol que tenía Park Jimin y las diferentes peculiaridades de Taehyung.

Por ello, cuando pocos días después me lo encontré vagando por los alrededores de la escuela, no dude ni un segundo en acercarme, obviamente habiendo llamado su atención desde hacía rato, así que no le pillé por sorpresa.

- ¿Esperando a tu hermano de nuevo? –pregunté alegremente. Era fácil fingir amistad con esta criatura. No sentía la necesidad de echarme encima de él a abrirle la garganta cada segundo. Claro que seguía sin olvidar mis prioridades, pero tampoco me suponía una enorme molestia. Quizás por la poca malicia que parecían llevar sus actos.

- A-ah, no exactamente... –agachó la cabeza y comenzó a remover la arena con la punta de sus sucios zapatos. No parecía tener un gran compromiso con la limpieza, pues aunque su ropa siempre estuviera limpia, tampoco le faltaban arrugas. Exactamente la misma imagen que daría un niño en ese aspecto. – Oh, perdón –alcé una ceja extrañado y él hizo una pequeña reverencia, mostrando seguidamente una pequeña sonrisa al incorporarse. – Jin hyung siempre me dice que tengo que saludar, que es muy importante y siempre se me olvida.

- En ese caso, buenos días, Taehyung.

- Buenos días a ti también, Hoseok –respondió alegremente, aumentando su sonrisa a una mucho más expresiva y rectangular. No podía compaginar su adorabilidad con que rebanase gargantas humanas para alimentarse, realmente me costaba imaginarlo. – ¿No vas a clase?

- Estos días estoy un poco ocupado, tan solo vine para prestarle a Jungkook un juego.

- ¿Un juego? –echó un vistazo a la pequeña mochila tras mi espalda. Efectivamente, tan solo llevaba la carátula de un juego de zombies con el disco dentro. Ni siquiera lo había probado, pero Jungkook estaba tan obsesionado con esa saga que lo compré y fingí que ya tenía desde hacía tiempo. – ¿De qué trata?

- De una apocalipsis zombie –saqué el juego y se lo tendí, observando divertido como el castaño ladeaba la cabeza intentando entender la explicación escrita tras la carátula. – Eres un humano y tienes que matar zombies, no tiene mucha complicación.

- ¿Y puedes ser un zombie y matar humanos? –preguntó aún sumergido en las letras, ignorando la expresión de desagrado que puse. – ¿O un lobo? ¿Se puede ser un lobo?

- Creo que solo se puede ser un humano... –murmuré intentando seguir con la normalidad de la conversación e ignorar el verdadero significado de sus palabras. Él puso una mueca de decepción y me tendió el juego. – ¿No te gustan los videojuegos?

- No mucho. Hace que me duelan la cabeza –respondió con simpleza, echándome otro vistazo de arriba abajo sin ningún tipo de disimulo. Parecía un niño curioseando, todo el rato pendiente de algo que pudiera llamar su atención. – Oye, Hoseok... –alcé la vista, asintiendo y dándole paso a que soltara lo que fuera a soltar, probablemente una petición. – ¿Puedo acompañarte a darle el juego a Jungkook?

- ...

- No tengo nada que hacer, y tampoco puedo ir a casa, y...

- Claro, no hay problema –me recoloqué la mochila y eché a andar, no tardando en tenerlo a mi lado siguiéndome el paso. Cuanto más tiempo pasara con él, más información tendría. De cualquier forma, en la mochila, junto al videojuego, guardaba un pequeño cuchillo afilado. – ¿Has dicho que no puedes ir a casa? –pregunté centrándome en ese tema. Él asintió, abultando los labios y bajando de nuevo la vista. – ¿Qué ha ocurrido?

- Que Jimin es un bocazas idiota.

- Oh –ladeé la boca, pensando en cómo abordar el tema sin sonar muy evidente mi curiosidad. Aunque por suerte no hizo falta, pues cuando le miré para hablar, él ya estaba con los mofletes hinchados por la indignación y a punto de desahogarse conmigo. No tardó ni medio segundo en volver a tomar la palabra.

- Por su culpa me han castigado sin ir a la fiesta –comenzó en casi un murmullo, cogiendo intensidad a medida que hablaba. Podía notar todo el enfado y rabia que acumulaba en su interior. – ¡Ya había pensado en los gorros que iba a llevar! –exclamó indignado. Yo no pude más que sonreír disimuladamente por lo adorable que me resultaba. Luego recordé que clase de ser sádico e apático era, y volví a una expresión más seria. – El mío sería verde, y el de Jin hyung rosa...

- Mi color preferido es el verde –solté sin pensar. Realmente me salió solo, y por un momento temí que la impulsividad de Taehyung se me estuviera pegando.

- ¿En serio? –me miró emocionado, abriendo mucho los ojos, e inconscientemente volví a sonreír a la vez que asentía. – ¡El mío también! ¡Mira! –se agarró el jersey por la zona del pecho y me lo mostró, como si acercando esa parte de tela dos centímetros más, fuera a apreciar mejor el color. – ¡Es verde, lo elegí yo mismo una vez que Jin hyung me dejó ir de compras con él!

- ¿No te suele dejar ir con él?

- ¿Ah? –negó inmediatamente. No parecía afectado, sino como si lo tuviera completamente asumido y lo comprendiera. – No se me da bien estar rodeado de mucha gente.

- ¿Eres algo así como asocial?

- ¿Asocial? –ladeó la cabeza confundido y yo bufé una risa. Realmente parecía un niño.

- Que no te gusta socializar, interactuar con otras personas.

- ...

- Algo parecido a que no te guste la gente.

- Mmmh... –permaneció pensativo un par de segundos, deteniendo sus pasos, y poco después, volvió a caminar y negó. – No soy asocial. Me gustan mucho las personas. –declaró con convencimiento, asintiendo para sí mismo. – Creo que el problema es que me gustan demasiado.

- ¿Demasiad-

- ¡Anda, mira, allí está Jungkook! –exclamó cortándome la frase de improviso.

Sin dejarme tiempo siquiera a contestar, se acercó a la entrada de la escuela, agarrándome de la manga y tirando de esta, arrastrándome hasta llegar al pelinegro, quien al vernos alzó una ceja con extrañeza. Una vez llegamos, con Taehyung aún agarrado de mi jersey, tan solo respondí a la inquisitiva mirada de Jungkook con un encogimiento de hombros y una sonrisa de resignación.

- ¡Hoseok te va a regalar un juego de zombies! –exclamó el vampiro sin previo aviso.

- ¡Taehyung! –le regañé por inercia, pues en verdad no era ninguna sorpresa. Seguidamente me giré hacia el pelinegro de nuevo, buscando un poco de coherencia en la situación, pero solo con ver sus ojos emocionados, supe que no iba a encontrarla. – Es una tontería, el que te dije que te iba a prestar, ya sabes...

- ¡Dámelo, dámelo, dámelo! –exclamó dando pequeños saltitos. Taehyung, igual de emocionado que él, se me adelantó y colocó a mi espalda, soltando mi manga para adentrar sus manos rápidamente en mi mochila. Por suerte lo hizo tan rápido, que no me dio tiempo a preocuparme porque encontrase algo indebido. Cogió el juego y se lo tendió inmediatamente al menor, como si disfrutara de la emoción de este último. – ¡OH DIOS MÍO, ES ESE!

- ¡Lo es, es ese! –gritó Taehyung igual de emocionado. Emoción que no terminaba de comprender, pues ni siquiera sabría cómo encender una consola. De igual forma, seguía resultándome adorable, dentro de todo lo malo, claro.

- Tan solo es un juego, ah... –murmuré cerrando la mochila que el castaño había dejado abierta. – Yo creo que ya me vuelvo a cas-

Pero no volví, o al menos no en ese momento. Ni siquiera terminé la frase. Yo, al igual que Jungkook y el ochenta por ciento de la gente de la escuela que transitaba la calle y campus del centro por estar en la hora del recreo, nos giramos hacia la presencia que se acercaba con paso firme hacia nosotros.

Park Jimin estaba enfadado. Estaba echando humo por cada uno de sus poros muertos, pero igualmente lo disimulaba con una impasible expresión. Si no fuera por lo tensada que estaba su mandíbula, podría haber pensado que tan solo era tenía una actitud seria.

Pero no, definitivamente estaba enfadado, y cuando llegó hasta nosotros y se colocó discretamente entre Taehyung y Jungkook, agarrando con fuerza de la muñeca a este primero, aparentando familiaridad, comprendí lo que sucedía. No quería a Taehyung cerca de su entorno. Probablemente nadie de su grupo quería a Taehyung cerca de un entorno con humanos, y aunque en cierta parte me diera pena, lo entendía a la perfección.

- ¿Qué haces por aquí, querías verme? –preguntó esbozando una completamente falsa sonrisa. Taehyung frunció el ceño y se intentó zafar del agarre con disimulo, pero el platinado debía superarle en fuerza con creces, porque no lo consiguió. – Buenos días, Hoseok – No voy a negar que me sorprendió que supiera mi nombre. Seguidamente se giró a Jungkook e hizo una pequeña reverencia. – Buenos días a ti también, Jungkook –el pelinegro murmuró una especie de respuesta y le dio inmediatamente la espalda, centrándose nuevamente en la carátula del juego que tenía entre sus manos. Jimin se giró de nuevo a Taehyung, forzándose a sonreír de nuevo. – Ya te he dicho que no vengas a verme cuando estoy en la escuela.

- No vine a por ti –refunfuñó el castaño. Aún seguía intentando soltarse, aunque cada vez ponía menos empeño, y por las pequeñas y casi imperceptibles muecas que hacía, supe que Jimin se estaba sobrepasando ligeramente con la fuerza.

- Me lo encontré por el pueblo y le pedí que me acompañara a darle un videojuego a Jungkook.

- A darme el mejor videojuego de la historia –aclaró el pelinegro por el fondo, sin siquiera levantar la vista del plástico entre sus manos. – No es un juego cualquiera. Es el mejor.

- ¿Es eso cierto? –preguntó Jimin, alzando una ceja inquisitivamente. Taehyung no habría mentido. Le temblaba el labio inferior, probablemente por la impotencia, y comenzaba a darme demasiada pena para el ser del que se trataba.

- ¡Claro que es cierto! –por suerte, Jungkook aún seguía en su mundo. Alzó la vista del juego y le colocó la carátula de este en la cara a Jimin, quien al igual que todos los demás, se quedó pasmado. También soltó inmediatamente a Taehyung, el cual vino a colocarse a mi otro lado nada más verse libre. – Es el mejor juego del mundo, idiota. Tiene tantas opciones que tardaría horas en decírtelas. ¡Y hasta puedes caracterizar a tu personaje! ¡Puedes ponerle un jodido sombrero mexicano mientras matas zombies!

- Ah... –Jimin tragó saliva y asintió. Por suerte, parecía lo suficientemente apabullado por el discurso del menor, como para centrarse nuevamente en la presencia de su mellizo. – Claro. Pero a lo que yo me referí-

- ¡No hay "peros" que valgan! ¡Ah, mira, lee esto! –volvió a colocarle la carátula en frente, tan cerca que probablemente le era imposible leer nada. – Mira que cantidad de espacios para jugar, con tantos detalles que parecen puras fotografías.

- Pero yo preguntaba por Taeh-

- ¡Ah, tú no entiendes! –el pelinegro rodó los ojos y se giró hacia mí. – Me voy a la sala de ordenadores para probarlo ahora mismo. –me dio un efusivo abrazo y echó a correr hacia la entrada de nuevo, igual de emocionado que Taehyung cuando hablaba de la fiesta.

Un "¡Muchas gracias, tú sí que eres un amigo!" por su parte fue lo último que escuché antes de que desapareciera entre los alumnos que se aglomeraban a la entrada. Justo en ese instante sonó la alarma, y un silencio incómodo invadió el grupo de tres que había quedado. Jimin miró a Taehyung, como si lo hubiera recordado en ese momento, y este último se pegó más a mí, agarrando nuevamente la manga de mi sudadera. Juraría que sentí como temblaba.

- Supongo que ya puedes ir a casa –declaró el platinado con escondida autoridad. Taehyung se tensó y ladeó la boca antes de responder entre dientes que no quería ir en ese momento. – Ya no tienes nada que hacer aquí, terminarás resultando una molestia, Tae...

- No soy una moles-

- No es una molestia –declaré. No sé por qué lo hice, pues de nuevo me salió solo. Unicamente comenzaba a irritarme la forma en la que trataban al castaño. Sí. Una idiotez por mi parte sabiendo todo lo que sabía, pero en ese momento tampoco pensé mucho, solo actué. – De hecho íbamos a la librería ahora. Taehyung pensaba acompañarme a recoger unos libros.

- No tienes porque aguantarl-

- No seas tan grosero con tu hermano –respondí ligeramente enervado, intentado disimular mi desagrado lo máximo posible. Miré a Taehyung y este sonrió tímidamente, agarrando la manga de mi sudadera con más fuerza. Respondí la sonrisa y volví a centrarme en Jimin, mucho más convencido de mis decisiones. – Ya te veré en clase, supongo.

- ¿Ah? E-eh, sí. Supongo.

Hice una pequeña reverencia y ambos nos despedimos del platinado, quedándome con su imagen de él parado en la entrada y mirando con seriedad como nos marchábamos. No volví a girarme, y Taehyung tampoco. Nos limitamos a seguir andando y andando en silencio, sin soltar palabra hasta que cruzamos la tercera calzada desde que habíamos echado a caminar. Taehyung soltó mi manga y habló en voz muy baja.

- Gracias por lo de antes.

- ¿Ah? No te preocupes –sonreí y me encogí de hombros, restándole seriedad al asunto. Ahora que estaba más calmado, comenzaba a plantearme que quizás mis decisiones no eran de todo responsables. – Tan solo fue una pequeña mentira. Utilizo mucho la excusa de la librería siempre que la situación lo requiere.

- Pero Hoseok... –se detuvo y volvió a agarrar mi manga, obligándome a detenerme con él. Estábamos a punto de cruzar un paso de cebra, pero antes de que el castaño hablara, volvió a ponerse en rojo. – No me refiero a eso.

- ¿No? –negó – ¿Entonces a qué?

- A lo que dijiste antes. Lo de que no soy una molestia.

Después de eso, me quedé un par de segundos en blanco, intentado reprimir toda la ternura y compasión que sentí en ese segundo. Y lo conseguí. En el instante que volví a recobrar la compostura, abrí la boca para responder algo insustancial, que rompiera la situación.

Pero no me dio tiempo.

El semáforo se puso en verde, Taehyung me agarró de la manga y echó a correr, cruzando la acera y arrastrándome con él como si nada importara. Y así lo sentí. Mientras cruzaba aquellas líneas blancas y negras, nada importó. Nada de lo que me importaba las veinticuatro horas del día, lo hizo. 

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